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                  06:18  |  Viernes 26 de Abril de 2013  |  Entre Ríos
El clima en Paraná
Groucho Marx dijo: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". En ese punto, Javier Milei es marxista.
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Entre Ríos - 15-10-2019 / 15:10
PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL

Qué hay detrás de la campaña electoral en Entre Ríos

Qué hay detrás de la campaña electoral en Entre Ríos
El Gobernador Gustavo Bordet tiene definido hacia dónde direccionará una parte sustancial de recursos (no sólo económicos) con los que buscará coronar su última gestión: la Capital de la provincia. Mientras, el intendente electo Adán Bahl sigue delineando un equipo de gobierno que ya tiene en fase avanzada, pero que lleva con enorme hermetismo y soledad.
La gira de despedida del "Sí, se puede" pasó por Paraná sin pena ni gloria. Lleva dos semanas en escena sin lograr alterar la certeza que se instaló el 11 de agosto: Alberto Fernández tomará la presidencia que dejará Mauricio Macri. Aunque todavía resta el último y decisivo tramo de la campaña, por ahora ni una sola encuesta logró registrar una alteración en el humor social que sea favorable al macrismo.
 
Las señales que permitan modificar una proyección que asoma inalterable no aparecen. Macri tiene un consuelo: estos números desfavorables, con una desventaja nacional consolidada en torno de 20 puntos, surgen de los mismos métodos falibles que lo dieron en paridad con Fernández en las primarias. De algo hay que aferrarse.
 
Son las preocupaciones de uno y la tranquilidad de los otros a casi tres semanas de las elecciones generales. El convencimiento de "game over" es el que ha llevado a los principales actores políticos de la provincia a pensar sobre lo que vendrá. En esa línea se inscriben movimientos que tienen al PJ como protagonista, pero también a parte de la oposición.
  
Bordet volvió a dar señales claras que su palabra tiene peso. Envió emisarios a la cumbre de intendentes que Alberto F. realiza en Rosario, con una representación que ya mostró lealtad a la fórmula Fernández-Fernández. También viajará a la pampeana Santa Rosa, donde el jueves los peronistas celebrarán el 17 de octubre, cita a la que asistirán todos los gobernadores del PJ del país, además de Cristina Fernández.
 
Además, Bordet exhibió que, a pesar de la crisis y de la estrechez financiera que no oculta la Provincia, su plan de obra pública buscará financiamiento para seguir en marcha. La crítica opositora por el endeudamiento no ha hecho mella en la Casa Gris.
 
El Gobernador tiene definido hacia dónde direccionará una parte sustancial de recursos (no sólo económicos) con los que buscará coronar su última gestión: la Capital de la provincia. Mientras, el intendente electo Adán Bahl sigue delineando un equipo de gobierno que ya tiene en fase avanzada, pero que lleva con enorme hermetismo y soledad.
  
Bahl, que buscará las mejores credenciales para pelear la sucesión del peronismo en 2023, aún debe dar la talla en la ciudad en la que la mayoría de quienes lo precedieron tropezaron. La urbe capitalina ha sido una verdadera "picadora de carne", extremadamente infértil para proyectar gobernadores. Sólo Mario Moine recorrió el camino de Paraná al sillón provincial, y lo hizo con el apoyo total de Jorge Busti desde la Casa Gris y el clima de época menemista que empatizaba con empresarios sin militancia política.
 
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Qué hay detrás de la campaña electoral en Entre Ríos  

Una competencia desigual y casi zanjada
 
El último tramo de la campaña electoral muestra una profundización de las tendencias que se iniciaron en las PASO, una competencia  desigual y casi decidida hasta para los macristas que tienen los pies sobre la tierra. El peronismo se relame. Cuenta los días que restan ya no para el domingo 27 sino para cuando llegue la hora del recambio gubernamental, en diciembre.
 
Cimenta su certeza al abrazarse no sólo al resultado de las Primarias y la larga diferencia que le sacó a Juntos por el Cambio, sino también a los números que maneja y que indican que, mientras el oficialismo estaría estancado en los guarismos de agosto, Fernández crecería al menos cuatro puntos.
 
En una vuelta de tuerca al teorema de Baglini, el presidente Macri protagoniza un nuevo raid de optimismo escaso de sustento real y dispara una catarata de anuncios electoralistas de improbable cumplimiento, mientras que el virtualmente electo Alberto, confiado en la ventaja que le aseguran las encuestas, prefiere "hacer la plancha".
 
Demás está decir que el blanco de muchas críticas amarillas es Macri mismo. Sus adversarios internos lo ven como un piantavotos sin carisma, un insensible que desprecia a los pobres, un egoísta que sólo pensaba en sus propios intereses cuando privó a María Eugenia Vidal de lo que hubiera sido un triunfo en una elección provincial desdoblada y de tal modo despejó para los K el camino del regreso al poder.
 
El rotundo fracaso electoral de agosto reperfiló la campaña del macrismo que cambió la big data, el focus group, el microtargeting, la data science y la comodidad de las redes sociales por un shock de proselitismo a la usanza más peronista: actos de campaña presencial a los que le agregó un candidato haciendo promesas de muy dudoso cumplimiento.
 
Lo que está justificado por un electorado que parece aceptar el eufemismo de "mentime que me gusta". Es un 30 por ciento de la población que aún prefiere el desastre actual a cualquier alternativa peronista. Quienes piensan así no creen que la corrupción K sea solo un mito fabricado por medios mentirosos, creen que la Argentina puede terminar como Venezuela y temen que, de agravarse mucho más la situación social, resurja la guerrilla montonera que reedite los conflictos de los años setenta del siglo pasado.
 

Qué hay detrás de la campaña electoral en Entre Ríos
 
El Presidente como candidato opositor
 
Definitivamente, en medio de su empantanada carrera hacia la reelección, el Presidente asume el comportamiento de un candidato opositor. Y afronta el desafío triple de remontar una elección por demás complicada, evitar al mismo tiempo la dispersión de su tropa y consolidarse como líder opositor.
 
Con más de un tercio de la población bajo la línea oficial de pobreza, en medio de una implacable recesión, endeudamiento interno y externo impagable y descontrolada inflación, Macri promete absurdos impracticables con el único objetivo de ganar votos y permanecer en el poder político.
 
Los resultados de esa estrategia fueron el tour del "Sí, se puede" que esta semana llegó a Paraná y una línea de discurso unificada según la cual si el presidente resultara reelecto se terminaría el tiempo del sacrificio y llegaría por fin la hora del "segundo semestre" con crecimiento sostenido.
 
La postura que viene adoptando el Presidente es curiosa: su discurso está más centrado en el futuro -al que contornea con una catarata de promesas demagógicas- y en el pasado -sobre el que busca refrescar algunas manchas K-, que en el presente sobre el cual no puede exhibir ningún tipo de logros compartidos por la sociedad.
 
En varias de sus marchas, Macri anticipó que en un hipotético segundo mandato iría a "resolver el tema económico", aunque no aclara porqué no lo hizo en algún momento libre que le haya quedado durante los últimos casi cuatro años en los que ejerció la máxima magistratura. Falsea descaradamente para ocultar causas y efectos de la devastadora crisis que devasta al país.
 
Cuando los ciudadanos descreen de los políticos, ese sentimiento se funda, entre otros motivos, en los resultados de los gobiernos y, especialmente, en el incumplimiento de las promesas. Sensatamente, no atribuyen un mal gobierno solamente a la torpeza.
 
Esos ciudadanos desencantados han votado promesas y se han encontrado con la imposición de intereses: los beneficiados por las medidas macristas de estos cuatro años fueron exclusivamente los capitales financieros y las grandes empresas privatizadas de servicios.
 

Qué hay detrás de la campaña electoral en Entre Ríos
 
Pesada herencia macrista
 
"El próximo  presidente va a recibir una economía que en algunos sentidos tiene mejores condiciones: un tipo de cambio competitivo y un déficit fiscal más controlado", argumentó el economista y diputado del PRO, Eduardo Amadeo.
 
Tomando en cuenta el contexto general actual, decir que el próximo presidente tendrá una economía mejor que la que recibió Macri es discutible, mientras que los dos aspectos puntuales a los que hace referencia tampoco resultan sólidos.
 
En lo que refiere a la competitividad del tipo de cambio, basta con recordar que, desde la asunción de Macri, Argentina atravesó sucesivas devaluaciones que llevaron al dólar de cotizar a menos de 10 pesos (con cepo) a más de 60 pesos, sin que ello haya servido para incrementar las exportaciones, que se mantienen en valores muy inferiores a los de 2011 o 2012, cuando supuestamente Argentina vivía "aislada del mundo".
 
En cuatro al déficit, la baja a la que hacen alusión los analistas afines al macrismo alcanza solamente al déficit primario que este año cerrará por debajo de 1% del PBI, bastante menos que la cifra cercana al 7% que dejó el gobierno de Cristina, sin embargo todo ese ahorro conseguido en base a una política de feroz ajuste que deterioró todos los índices sociales, no alcanzará a compensar el creciente aumento en los intereses de la deuda.
 
Por otra parte, la alta valoración que hacen desde el macrismo de la disciplina fiscal resulta contradictoria con la catarata de anuncios que viene formulando el presidente, la mayoría de los cuales implica costo fiscal.
 
La estrategia de campaña de Macri en las semanas previas a la cita de octubre parece más orientada a conservar el voto del círculo duro de centro derecha de clase media y media alta, que a ampliar el rango de votantes. En sus discursos se dirige a la clase media a la que identifica como la más perjudicada por la crisis económica y a la que atribuye valores intrínsecos como la honestidad y la voluntad de trabajo.
 
Lejos quedó el Macri de principios de 2017 que buscaba ampliar su base al incorporar temas propios de la agenda progresista, como la equidad entre géneros y el aborto.
 
En su nuevo giro conservador, el presidente ya no hace guiños al feminismo, en cambio no pierde oportunidad de declararse "pro-vida" y sus discursos abundan en referencias al gusto de la centro-derecha, como la condena al (indefendible) régimen de Maduro, el "combate" al narcotráfico y a la delincuencia en general, la defensa de los "valores de familia" y una crítica a los planes sociales.
 
De la mano de esta bolzonarización del discurso oficial, crecen las figuras del camaleónico Miguel Pichetto y la "dama de hierro" Patricia Bullrich, que se encargan de alimentar a las fieras con declaraciones demasiado incorrectas para ponerlas en boca de un presidente. La estigmatización del pobre, caracterizado como alguien que prefiere "vivir de planes" en vez de trabajar y de los inmigrantes de países fronterizos a los que se los relaciona con el delito.
 
En esa línea actuó Bullrich al habilitar a las fuerzas federales a pedir documentos "por portación de cara" en las estaciones de trenes. Pichetto, que tiene la fe del converso, la más granítica de todas para hacerse perdonar su pasado, llevó al paroxismo la línea de la mano dura al proponer la dinamita como solución a la venta de drogas en la villa 1-11-14 de Buenos Aires.
 
Curioso devenir en de un gobierno que asumió prometiendo urbanizar las villas y termina con uno de sus principales referentes, proponiendo hacer "volar todo por los aires" con explosivos.
 
¿Sobreviviría Cambiemos, Juntos por el Cambio o lo que se llame después de las elecciones a una derrota contundente en las urnas? Por el pase de facturas que siguió a las PASO, hay los que creen que sufrirá el destino de la Alianza que, después de la caída del gobierno de Fernando de la Rúa, se hundió sin dejar más rastro que la noción de que sean malas las coaliciones de ese tipo.
 

Qué hay detrás de la campaña electoral en Entre Ríos
 
Alberto y el interior federal
 
La necesidad diaria del presidente Macri de generar golpes de efecto contrasta con la calma que reina en las filas del Frente de Todos. Confiado, tal vez demasiado, en la ventaja que le auguran las encuestas Fernández se muestra medido en sus declaraciones y no abunda en anuncios concretos que anticipen cómo sería su hipotética presidencia.
 
Los números de las no siempre fiables encuestadoras sugieren que la diferencia a favor de Fernández alcanzada en las PASO se estaría agrandando, lo que le valdría al candidato del Frente de Todos un claro triunfo en primera vuelta. Por eso, Alberto está sumido en el armado de su gabinete y preparando una serie de medidas para poner en marcha el país.
 
Esto pone sobre el tapete lo que Fernández ha expresado en numerosas oportunidades acerca de su profunda convicción sobre cómo generar políticas públicas que pongan en marcha el efectivo rumbo de federalizar Argentina.
 
El Estado nacional se tiene que encargar que el lugar donde un ciudadano nace sea aquel en el cual pueda encontrar las condiciones para poder desarrollarse con plenitud. Y esto expresa lo que se requiere en cada una de las regiones del país, de norte a sur y de oeste a este.
 
Esto implica un Estado que genere las condiciones necesarias para ello, un gobierno nacional que no sólo debe dejar de eludir a los gobiernos sub nacionales, sino que tiene que verlos como las verdaderas primeras trincheras de los problemas, como los que se enfrentan cara a cara todos los días con la sociedad real, con los ciudadanos con rostro y nombre. Por eso se necesita un gobierno federal y un presidente que tome conciencia de esa situación y que actúe junto a las provincias. Y Alberto expresa cabalmente esa idea.
 
Hay que dejar de percibir las políticas que den cuenta del federalismo como una "carga" para verlas como el verdadero motor del desarrollo argentino. Tenemos que construir un camino de desarrollo en el marco de las actividades y sistemas productivos de cada región, con sus diferencias y sus particularidades.
 
Trabajar para incrementar la productividad y brindar condiciones para la competitividad en pos del ingreso a los mercados internacionales, partiendo del concepto de que las regiones que ganan son las que exportan y se conectan con el mundo de modo dinámico. Ese camino, en el contexto internacional actual, es el único posible para el logro de una efectiva inclusión social a través de la creación de empleo de calidad y de la consolidación de cadenas productivas competitivas y dinámicas.
 
El verdadero sentido del federalismo, entonces, es crear una conciencia de Nación que se estructure teniendo en cuenta las diferencias culturales, geográficas y de infraestructura, consustanciados con trabajar en políticas productivas y económicas que contengan una visión federal real, no meramente declarativa.
 
En un país que produce y agrega valor a esa producción, un país que se diversifica y que exporta generando divisas, que cuida su mercado interno y por lo tanto que genera trabajo. Estos son los consensos urgentes y necesarios que deben definirse entre la dirigencia política para marcar el rumbo del país que necesitamos. Y estos son los grandes desafíos de la primera etapa del gobierno de Alberto.
 

Bordet y Macri: fin de una relación complicada
 
La disputa por el poder en Entre Ríos
 
"¿No la da vuelta, verdad?" La pregunta, a veces trocada en tímida afirmación, revolotea entre algunos dirigentes peronistas entrerrianos obnubilados por el fenómeno Alberto Fernández, pero temerosos aún de que todo sea una especie de sueño que culmine el 27 de octubre.
 
Pocos se atreven a romper con la cábala y gritar que el Frente de Todos ya ganó. Por ello continúan trabajando para que el hombre que ungió Cristina no tan sólo mantenga, sino incremente hasta al menos 20% la diferencia de votos a su favor en los comicios generales respecto de las PASO.
 
En eso andan los seguidores de Gustavo Bordet, porque aunque en la cabeza tienen el objetivo nacional tampoco descuidan lo que sus catalejos de la política les hacen ver a la vuelta de la esquina: la disputa por el poder en Entre Ríos.
 
Sí, pasaron los comicios provinciales y la dupla gobernante fue electa por amplio margen. Sí, el peronismo le pisó la cabeza a la oposición y la convirtió -al menos por ahora- en una tímida banda de "denunciadores seriales". Sí, el justicialismo se unió y mostró que cuando se junta es invencible.
 
Además, el gobernador y los intendentes hoy se muestran inseparables en las decisiones, en los discursos, en las tareas y en la fajina electoral. Lograron una sintonía extraña, que sus cercanos no definen como amistad ni como sociedad, sino más bien como una unión de objetivos comunes. Bordet hoy es un jefe indiscutido dentro del peronismo, pero su liderazgo también tiene la singular condición de ser plural y participativo.
 
Mientras los dirigentes de Juntos por el Cambio se mezquinaban la foto con Macri, entre ilusiones y llantos según el grado de fe que unos y otros le tienen al "sí, se puede", los líderes del peronismo piensan en grande.
 
Bordet quiere ganar mejor aun que en Agosto. Entienden que Alberto lo ha marcado como un líder emergente del peronismo nacional y quiere responder. Es una apuesta a futuro, para el 2023. Otros entienden que el ascenso nacional de Bordet puede llegar antes, de la mano del nuevo bloque de poder en el que Alberto sustentará su gobierno.
 
Del lado de Juntos por el Cambio, la campaña provincial encendió sus motores para quemar los últimos cartuchos de una batalla que fue gravitante para el estado de ánimo de la gestión nacional. La diferencia de 15 puntos en las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) a nivel nacional y de 9 puntos en el caso entrerriano respecto de los candidatos del Frente de Todos ha impactado con fuerza.
 
Esto llevó a que el presidente Macri abandonara la tranquilidad de su despacho y saliera a recorrer 30 ciudades del país. También alentó a los referentes del espacio a que se despierten y traten de pelear, electoralmente, hasta el domingo 27 para llegar a la segunda vuelta, prevista para el 24 de noviembre.
 
Entre los jefes de distritos sub nacionales, Bordet es uno de los más cercano colaboradores de Alberto F. De allí el embate amarillo contra la gestión local. El diputado provincial Sergio Kneeteman denunció que cuando Bordet asumió al frente del Ejecutivo provincial dijo haber recibido "una provincia fundida" de su antecesor, Urribarri.
 
"Entre Ríos se fundió mientras él era intendente de Concordia y su ciudad lideraba los ranking de pobreza, se fundió cuando su propio partido gobernaba la provincia y el país, en los años de los récords de ingresos con la soja a 600 dólares", fustigó el jefe de campaña de Juntos por el Cambio.
 
Sin embargo, Bordet no entra en la polémica. Pero, a la vez, deja al libre albedrío las opiniones de sus colaboradores. Uno de los que salió a cruzar duro fue, precisamente, el diputado Juan Navarro. "Mientras el gobierno nacional nos hunde a todos en su propio fracaso, Sergio Kneeteman no puede más que construir relatos, porque nada tiene Cambiemos para ofrecerle a los entrerrianos en el futuro. Y nada lo demuestra tan claro como el resultado categórico del 11 de agosto que sin lugar a dudas se repetirá el 27 de octubre", expresó el diputado al replicar a su par de Cambiemos.
 
Para algunos, el silencio de Bordet otorga concesiones que, a la larga, pueden tener sus costos políticos cuando se trata de controversias electorales. Entienden que el gobernador se montó más en la campaña nacional que en la local y especulan que tal vez haya un exceso de confianza por los resultados de las PASO. La realidad hasta ahora le da la razón al mandatario en este 2019.
 
En sectores del Partido Justicialista se percibe eso. En cada recorrida, en cada reunión. "No están en juego sólo bancas de diputados; está en juego un proyecto y la tranquilidad de la gestión de todos", afirman referentes peronistas cada vez que se convocan. El Gobernador y sus allegados responden: "no hay que preocuparse".
 
Del otro lado especulan que Bordet no quiere tener grandes roces con Cambiemos en la provincia porque, al menos en la legislatura, quiere sumarlos a una estrategia de poder legislativa para ensanchar el poder en diputados y senadores. Igualmente, los asesores electorales entienden que la campaña es contra Macri, ahí está el objetivo y la fuente de votos.
 
Un primer hecho concreto anticipa el anunciado proceso de descomposición que le espera al armado local de Cambiemos. Los peronistas del PRO buscan amparo en el único espacio que puede proveerles de algo de agua en el desierto que les espera: el Ejecutivo provincial. Los términos finales del entendimiento y los compromisos se concluirán de pulir antes de fin de año. En el PJ, los imaginan como aliados satélites y con convivencia independiente, por ejemplo, en la Legislatura.
 
El temor y la adrenalina, no obstante, son sensaciones que siempre están presentes en el período preelectoral.
 
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Se notó la ausencia del varisquismo en el acto de Macri. Sergio Varisco, el intendente de Paraná, la ciudad que visitó el presidente, está peleado con el gobierno nacional. Cambiemos juntó solo unas tres mil personas en el Parque Urquiza y la falta de movilización del sector radical de Varisco menguó la asistencia. En su paso por Paraná, Macri protagonizó algunos bloopers durante su discurso. Dijo que se entubó el arroyo "Antonino", en lugar de Antoñico y mencionó localidades como "San Juan", que no existe en la provincia; "Puertoyer", por Puerto Yeruá; "Kabossi", en lugar de Tabossi; e "Ingeniero Zafaró", en vez de Ingeniero Sájarov.
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