Nacionales - 03-09-2019 / 09:09
El PJ manda a Macri a seguir defaulteando por decreto y avisa: todavía faltan las retenciones
La Argentina de Macri transita una fuerte crisis de deuda y cambiaria. El dólar se disparó la semana pasada y el Gobierno se vio obligado a archivar su manual neoliberal ortodoxo y anunció un “default selectivo”, impuso un “cepo” a la compra de dólares, y obligó a los exportadores a liquidar las divisas. El estallido fue en el gobierno de Cambiemos. No le quedó una sola bandera neoliberal en pie.
La crisis económica y financiera provocada por el gobierno de Mauricio Macri terminó de contagiar ayer a la política y se decidió suspender la presentación del ministro Hernán Lacunza ante la comisión bicameral que controla la deuda externa. Fue luego de que se empantanaran las conversaciones con el Peronismo en el Congreso.
Tras numerosas negociaciones, que incluyeron escenas sorprendentes de diputados macristas intentando conseguir apoyos para un proyecto del que desconocen los detalles pues no ha sido redactado aún, los contactos encontraron un punto muerto.
La oposición mayoritaria se niega a participar de una propuesta de canje de parte de la deuda, tal como le propone la Casa Rosada, y contraofertó con otra idea: que el presidente Macri se haga cargo y dicte otro Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) similar al que defaulteó la deuda con los tenedores de Lecap, Lecer y Lelinq, pero que abarque a los acreedores en pesos y bajo legislación nacional.
Es decir, a la parte de la deuda a la que el Gobierno quería atender vía Congreso. En Cambiemos quedaron en responder, mientras mantienen la cada vez más tenue intención de que, como anunció Lacunza, la propuesta de canje voluntario de esa deuda sea por ley.
Un DNU igual debería pasar por la revisión de diputados y senadores, pero para sostenerlo el Gobierno no necesitaría de la participación activa de la oposición, como sí necesita para aprobar una ley. De hecho, y como parte de las negociaciones, Cambiemos mostró más interés en asegurarse que el Peronismo no intentará voltear el decreto con el que el Gobierno defaulteó el jueves pasado que en conseguir la ley.
Para el Peronismo, cada vez está más claro que la única intención de involucrar al Congreso en la discusión apuntaba a coparticipar a la oposición del costo político del default más que a conseguir herramientas de gestión.
En la oposición, el análisis de las medidas económicas está signado por el asombro y la reprobación. "íHacen todo al revés!", se asombró el jefe de uno de los bloques más grandes del Congreso. "Primero defaultearon los pesos de las letras para que no se vayan al dólar y después pusieron las restricciones para la compra de dólares. íPero era al revés! Probablemente si ponías primero las restricciones, después no tenías que defaultear".
En el entorno del candidato presidencial del Frente de Todos, Alberto Fernández, avizoraban dos caminos posibles: el pánico o la estabilización. "Es una medida que deberían haber tomado hace rato. Nos llevaron a un estrés a todos", se lamentaban. ¿Debería el Gobierno agregar alguna otra medida? Para quienes trabajan con Fernández, sí. "Debería haber algún ajuste en retenciones". Pero la palabra no aparece por ahora en el nuevo-viejo manual del macrismo.
La Opinión Popular
LA CAÍDA DE LA ECONOMÍA MACRISTA
Y finalmente la bomba le explotó a Macri
Están los economistas de las consultoras de la city que legitimaron todas las medidas de la fallida administración macrista y están los otros, los que solamente intentaron aplicar los principios de la ciencia para entender el desarrollo de los acontecimientos.
Los primeros decían hasta hace apenas unas semanas que el camino que condujo a un nuevo colapso terminal era el único posible. Hoy repiten lo mismo, pero afirman que el problema fue que el vehículo utilizado para recorrerlo no era el adecuado.
Es una historia tan vieja y conocida como los finales de crisis de los regímenes neoliberales. La culpa nunca es de la mala teoría, de la ideología o de la vulgar defensa de intereses particulares y de clase, sino de que las medidas no se aplicaron a fondo o no se aplicaron bien.
En esta línea resulta paradigmática una nota aparecida el pasado domingo en el diario de negocios londinense Financial Times, que asumió el gasto de enviar dos periodistas a Buenos Aires.
El artículo reproduce la especie urbi et orbi y seguramente retroalimentará la línea que seguirán los fracasados (no económicamente, claro) consultores locales.
Según la interpretación histórica que se intenta construir, la culpa fue primero del gradualismo y luego, de que se llamó al FMI "demasiado tarde". Por supuesto, el pánico post PASO no fue debido al agotamiento del modelo, sino al temible regreso del populismo. Dicho mal y pronto, "consumen de la propia".
El gradualismo fue un invento de marketing para justificar el absurdo endeudamiento en divisas. Durante su devenir nunca se frenó el recorte del gasto y la destrucción de las funciones del Estado. El FMI llegó antes que el más pesimista de los pronósticos.
Pero la síntesis refritada para los consumidores globales es bastante elocuente, el problema no fue el dogmatismo ortodoxo, sino su presunta baja dosis.
El problema tampoco fue que el plan del FMI no sirvió siquiera para estabilizar la macroeconomía, sino que se lo aplicó demasiado tarde. Y finalmente, el problema no fue que se agotó el modelo de los endeudadores seriales, sino que regresarán los que siempre pagaron las deudas. Los argumentos de los escribas del poder financiero parecen broma, pero están escritos en serio.
La realidad es que no hacía falta una inteligencia sobresaliente ni conocimientos especiales para advertir que, desde el primer día, la segunda Alianza que marcó el regreso de casi todos quienes integraron la primera y provocaron el colapso de 2001-2002, comenzó a avanzar en la dirección contraria a la que necesitaba la economía local en diciembre de 2015.
Frente al problema principal del déficit para generar las divisas necesarias para continuar con el proceso de inclusión social se recurrió a la toma desenfrenada de deuda.
Pero no sólo eso, al mismo tiempo se eliminaron todas las regulaciones a los movimientos de capitales y, como si no fuese suficiente, también se eliminó la obligatoriedad de liquidar divisas.
Dicho de otra manera, mientras se dejaba que la nueva deuda se recicle en fuga, se aumentaba la demanda futura de divisas al mismo tiempo que se reducía voluntariamente la oferta futura.
El rumbo era hacia una colisión inevitable. Se sabía que el choque se produciría más temprano que tarde, pero sin una bola de cristal era imposible adelantar la fecha exacta.
El colapso, hoy se sabe, comenzó a manifestarse en abril de 2018, con el cierre de los mercados externos. Ya con el FMI adentro y la profundización del ajuste, la pregunta más honesta que cualquiera podía hacerse era "¿estalla antes o después del 10 de diciembre?". Sin importar el lado desde el que se mirara ¿le estalla a ellos o nos estalla a nosotros?
Le estalló a Cambiemos y en la caída no le quedó una sola bandera en pie. La secuencia fue terrible: megadeuda, megadevaluación, inicio de default y control cambiario. Todo esto en tiempo récord y tras haber recibido una economía desendeudada.
Para graficar la experiencia macrista el lector puede imaginar que le dan a administrar una empresa saneada y en marcha y que la devuelve superendeudada, con patrimonio neto negativo, en concurso de acreedores, con la mitad de las máquinas paradas y con menos trabajadores.
Carece de sentido ensañarse en la secuencia de medidas producidas tras la asunción de Hernán Lacunza en Hacienda. Puede decirse que el gobierno corrió detrás de los acontecimientos, que recién actuó después del drenaje de más de 12 mil millones de dólares de reservas tras las PASO, y con las acciones y bonos soberanos derrumbados y sin piso, pero la realidad es que al oficialismo no le quedaban más alternativas.
Tanto el "reperfilamiento" como los controles cambiarios fueron medidas inevitables para eludir un colapso mayor de consecuencias impredecibles, ya que sobre el fin de la semana pasada hasta se había puesto en marcha una corrida bancaria.
Quizá esta vez la sociedad argentina finalmente aprenda que cuidar los dólares escasos debe ser siempre un objetivo de la política económica. Quizá la actual recaída neoliberal sea la última. Pero conviene no ilusionarse. Lo mejor es ponerse nuevamente a trabajar contra las interpretaciones falsas.
Hasta hace muy poco los ideólogos del actual fracaso afirmaban que estábamos frente al "tercer intento de modernización de la economía argentina" luego de la dictadura y los '90. No es casual que todo haya terminado igual. Apenas resta esperar que la tercera sea la vencida.
Por Claudio Scaletta
Fuentes: Página12 y BAE Negocios