La Opinión Popular
                  21:32  |  Jueves 25 de Abril de 2013  |  Entre Ríos
El clima en Paraná
Groucho Marx dijo: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". En ese punto, Javier Milei es marxista.
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Entre Ríos - 13-11-2018 / 13:11
PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL

Ganar Paraná en 2019, el objetivo central del peronismo

Ganar Paraná en 2019, el objetivo central del peronismo
Que el peronismo entrerriano se tome en serio la campaña significa que intentará arrebatarle a Cambiemos la ciudad de Paraná en las elecciones de 2019. Las ideas están todavía por definirse, pero las circunstancias ya delimitaron el diseño justicialista ideal: Adán Bahl sería el precandidato a intendente. La paradoja del caso es que el vicegobernador es el que menos expresa la decisión de asumir ese desafío, para el que sobran anotados en el peronismo. Pero ese no parece ser un detalle trascendente para el PJ. Foto: Blas García para La Opinión Popular
Que el peronismo entrerriano se tome en serio la campaña significa que intentará arrebatarle a Cambiemos la ciudad de Paraná en las elecciones de 2019. Las ideas están todavía por definirse, pero las circunstancias ya delimitaron el diseño justicialista ideal: Adán Bahl sería el precandidato a intendente. La paradoja del caso es que el vicegobernador es el que menos expresa la decisión  de asumir ese desafío, para el que sobran anotados en el peronismo. Pero ese no parece ser un detalle trascendente para el PJ.
 
El armado general de esa estrategia estaría en manos del propio gobernador Gustavo Bordet, como para que no queden dudas de que esa pelea por la Capital sea fundamental. Lo es por motivos políticos mucho más profundos y vitales que un resultado electoral municipal.
 
Paraná es el único espacio posible para las necesidades políticas que preocupan al PJ: generar expectativas para contener a los dirigentes más jóvenes -son varias generaciones las que esperan-, preparar la sucesión política que Bordet deberá formalizar en cuatro años, y desafiar con un objetivo que demande esfuerzo a funcionarios sobre adaptados a las comodidades de años de poder provincial.
 
No es todo. Para Bordet, ir en serio por la Capital es una oportunidad para superar el trauma que representó la experiencia de otros intendentes para los paranaenses. El intento capitalino vale por sí mismo para el peronismo. Tal vez valga más que el resultado.
 
Para Cambiemos, al contrario, ese resultado sí es definitorio. A casi cuatro años del surgimiento de la alianza, para el radicalismo de Sergio Varisco, el ya lanzado intento provincial de Rogelio Frigerio y el proyecto reeleccionista nacional de Mauricio Macri tienen una causa en común; perder la principal ciudad de la provincia sería una tragedia para Cambiemos.
 
La arremetida del PJ en Capital adelantará las postergadas definiciones en Cambiemos. El que más sentirá esa presión es Varisco: su gestión municipal estará en el centro de la escena. El Intendente considera que tiene derechos adquiridos para las definiciones sobre Paraná, y está decidido a ser candidato. El problema es que en Cambiemos casi nadie, fuera del varisquismo, comparte esas premisas.
 
El PRO viene preparando al dirigente elegido -y bendecido por Rogelio Frigerio- para disputar con Varisco. Es Diego Dlugovitsky, el titular de la filial paranaense de la Delegación de Asociaciones Israelitas de Argentina (DAIA). A nivel local lo respaldan la vice intendente Josefina Etienot y la diputada provincial Ayelén Acosta.
 
Además, Paraná es la llave de la victoria electoral en 2019. Si el PJ gana Paraná se le facilita ganar la provincia, ya que descuenta una enorme cantidad de votos en contra, que casi lo hicieron perder en el 2015. Tiene a favor que, en la capital provincial, la imagen positiva de Bordet supera holgadamente el 65%.
 
Por su parte, Cambiemos tiene dos en contra en Paraná, dispersión de dirigentes, por un lado, y un precandidato polémico como Varisco, por el otro. La presión hacia Varisco no proviene sólo de la arremetida de la Justicia en la causa donde está acusado de financiar a una de las mayores redes de venta de drogas de la provincia y varios de sus funcionarios fueron detenidos. La irresuelta agenda de problemas de la Capital fue un factor decisivo en la suerte de los últimos intendentes y es también el principal desafío del actual. La gestión de la ciudad ofrece complicaciones para todos.
 
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Ganar Paraná en 2019, el objetivo central del peronismo
 
Dejando en el camino girones de poder
 
El gobierno de Mauricio Macri avanza hacia fin de año dejando en el camino girones de poder, despilfarrando el capital político que aún conserva y haciendo pagar al resto de la sociedad las concesiones que realiza para evitar que escale el anti macrismo y la conflictividad social; sin entender que se encierra en un callejón que acota sus posibilidades de seguir cuatro años más en el poder.
 
El accionar de Macri para evitar situaciones conflictivas o de crisis, o para alcanzar un objetivo, es siempre el mismo: Poner dinero. Después él busca quién pague esa cuenta. El único acto de "seducción" que ejerce el macrismo es blandir la billetera (que se llena vaciando billeteras de otros).
 
Así, un partido que se "vendió" en la campaña presidencial como "racional" está gobernando con la máxima irracionalidad y con un mecanismo de dilapidación de poder, imagen y relato que, si no fuera porque los argentinos decidieron vivir en democracia, tendría todas las chances de terminar con un escape en helicóptero.
 
El 89% de los votantes de Cambiemos están desilusionados con el Gobierno de los CEOs. Sin embargo, muchos de ellos van a votar de nuevo al Mandatario para evitar que pueda volver al poder Cristina Fernández. Macri y Cambiemos están en su peor momento de imagen positiva y de intención de voto.
 
También es cierto que ninguna otra figura del panperonismo logra capitalizar el bajón, excepto Cristina, que en silencio y sólo tuiteando cada tanto, creció un par de puntos en intención de voto. En el caso de Macri, si no aparecen resultados económicos, su imagen todavía puede seguir cayendo.
 
Macri no tiene cómo explicar que hizo todo lo contrario a lo que prometió en la campaña electoral del 2015 y no tiene forma de asegurar que, ahora sí, hará todo lo prometido y no cumplido. El tema central de la campaña de Cambiemos será insistir que se está haciendo todo bien, que estamos mal por culpa de otros y por crear miedo de un potencial regreso de los K.
 
La crisis económica ocupa el centro de la agenda de casi todos los argentinos, que deben intentar superar un derrumbe económico que el Gobierno se obstina en minimizar en cada una de sus declaraciones, generando aún más rechazo en un segmento de los votantes.
 
¿Llegará a tiempo la reactivación de la economía para hacer rebotar la intención de voto e imagen positiva del Gobierno de Macri o llegará una vez que se terminen de contar los votos, cuando ya sea demasiado tarde para Cambiemos? Porque, aunque haya reactivación, esta puede no alcanzar para borrar todo lo que hizo mal el Gobierno durante los últimos 3 años.
 
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Asado en el quincho de la calle Matheu
 
En ese complejo escenario, el peronismo está sumido en la confusión. En lo único que acuerdan todos los sectores es en el rechazo al rumbo económico neoliberal que mantiene Macri. Pero hasta ahora no se encuentran los caminos para ofrecer una alternativa que no sea funcional a la alianza Cambiemos.
 
Por eso, el perdón y el olvido, se han instalado en el peronismo. Los gestos de unidad aparecen por todos lados. Hugo Moyano y Héctor Daer fueron recibidos de regreso a la mesa de acción política del PJ, reunida en la sede porteña de la calle Matheu. También fue la vuelta de Felipe Solá, como Daer, alejado del massismo y del mecánico Ricardo Pignanelli, cristinista.
 
Como la imagen del acto del 17 de octubre en Tucumán, donde alternaron algunos actores, la foto del jueves en la sede del PJ es una expresión de la unidad imperfecta en la que parece esforzarse el peronismo cuando comenzó la cuenta regresiva de la elección presidencial. Una lógica guía la reunificación del peronismo: nada puede empeorar lo de Macri.
 
Todas las dudas se tapan con una sola frase: lo peor es Macri. El mensaje de campaña del PJ será sencillo y se reduce a una pregunta: ¿Ud. quiere seguir viviendo en esta situación? O en otras palabras: Ud. y su familia, ¿están mejor que hace 3 años?
 
El que condujo esta reunión fue José Luis Gioja y estuvieron el jefe de los diputados K Agustín Rossi y el peronismo bonaerense del matancero Fernando Espinoza, que hoy preside el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez.
 
Desde allí se encomendó un acercamiento hacia el Peronismo Federal, referenciado en la mesa de los cuatro: el senador Miguel Pichetto, los gobernadores Juan Schiaretti y Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa. El argumento: Macri ha profundizado los problemas del país.
 
El quincho de la histórica sede de Matheu ya no tiene imágenes del matrimonio Kirchner, iniciativa de la efímera intervención de Luis Barrionuevo. Solo se colgaron banners de Eva Perón. Fueron a lo seguro.
 
 
La bronca con Macri licúa viejas discordancias en el PJ
 
El jueves pasado, Massa manifestó por primera vez su voluntad de volver al PJ y explicó que la prioridad es sacar a Macri del poder, además, anunció que renuncia a su candidatura como un gesto de generosidad.
 
La reunificación del peronismo obedece a varias lógicas superpuestas. El principal elemento aglutinador se llama Macri y opera por varias vías. Las políticas económicas del Gobierno han sido, al mismo tiempo, tan torpes e injustas que el peronismo tiene una chance de manifestarse, una vez más, como el defensor de los sectores populares contra la derecha neoliberal. Macri le ha dado una oportunidad para que así sea.
 
Un rasgo novedoso de todo este proceso es que goza de una muy visible bendición del papa Francisco. La Iglesia mantiene desde hace años un mensaje coherente en defensa de las víctimas del neoliberalismo. En este escenario, tiene una fuerte incidencia la relación que el Papa mantiene desde hace tiempo con los sindicalistas.
 
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Rol protagónico de Cristina
 
La reunificación del peronismo tiene como protagonistas a un montón de dirigente, pero el rol protagónico la corresponde a Cristina Fernández, que es hoy la candidata con más votos de todo el peronismo.
 
Circula la versión que Cristina no se postularía el año próximo, como gesto para unirse con el peronismo y voltear en las urnas a Macri, acompañando desde Unidad Ciudadana. Solo exige, dicen, ubicación preferencial para sus dirigentes en las listas y neutralizar la persecución judicial contra ella y sus hijos.
 
Si bien esta especie se apoya en más de un testimonio, también se sabe que la ex mandataria ha consultado a uno de los economistas más mediáticos del país para interesarse sobre el grado de aislamiento que podría sufrir la Argentina si el año próximo ella ganara las elecciones.
 
Fueron varias las preguntas sobre bancos, mercados y organismos internacionales a este ex funcionario de alta consideración. Es obvio que nadie se interesa en esas cuestiones si no piensa competir en las elecciones, quizás porque es imposible escapar de los cantos de sirena si las encuestas son favorables, aunque la amarren al mástil del barco. 
 
Muchos se esperanzan con que ella desista de su candidatura. Cristina los dejará, como siempre, en ascuas hasta último momento. Quince minutos antes del cierre de listas, anunciará su decisión.
 
En el cristinismo están convencidos ahora -aunque no lo digan de forma explícita- que el futuro de Cristina puede parecerse demasiado al de Lula da Silva en Brasil en caso de que Macri siga al frente del país. Por eso, a la senadora, le urge hallar una solución político-electoral a su situación.
 
Si esa salida fuera la declinación de su candidatura personal para promover -desde el renunciamiento- la unidad del peronismo, el gobierno de Macri podría sentir el golpe porque toda su estrategia se basa en la confrontación con Cristina.
 
La difusión de sondeos que reflejan un ballotage empatado entre Macri y Cristina esconde, en verdad, esta estrategia gubernamental de fondo. La idea no es mala pero, generalmente, la historia no se repite como una fotocopia, sino como una caricatura.
 
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Situación provincial
 
Los gobernadores justicialistas buscarán concentrar sus reelecciones en el primer semestre. No tan cerca como para que les pegue el piso de la crisis, ni tan lejos como para que los afecte la falta de un candidato presidencial unificado.
 
Eso esperan en la oposición y en el oficialismo provincial antes de comenzar a jugar fuerte para la campaña. Que Sergio Urribarri precipitó los tiempos es cierto, pero también que la crisis económica oficia de barrera de contención para que peronismo y macrismo salgan a disputar el terreno con artillería pesada.
 
Todos, en el PJ provincial, trabajan con dos hipótesis: las elecciones para la gobernación no pasarán más allá del otoño y el oficialismo entrerriano se fortalecerá después de los comicios. En la oposición coinciden en que la interna pejotista es parte del reiterado folclore del partido gobernante. La mayoría se inclina por ver un resultado favorable al Gobernador.
 
El Gobernador no está haciendo grandes olas. Ciertamente debe considerar que una gran parte está hecha. Conseguir cientos de candidatos, mayoritariamente alineados, para cubrir todos los cargos en juego es un paso firme para una interna provincial.
 
Sus colaboradores directos no descartan que la presencia pública tradicional se intensifique en el cuarto final de la campaña. Mientras tanto el trabajo territorial y las redes sociales son la apuesta principal.
 
Urribarri, mientras tanto, pretende desplegar, con poco éxito, una especie de caravana militante por el interior de la provincia que se dedica a difundir críticas al gobierno provincial, marcando ya una distancia que parece irreconciliable. ¿Cómo podría continuar, si no consigue un buen resultado, formando parte de un espacio con el que no comparte ya ningún objetivo? Es complejo entender que pretende el ex gobernador.
 
Sus detractores aseguran que está dando "las señales del perdedor". Le recriminan sembrar sospechas sobre un sistema de votación con el que participó y ganó en decenas de elecciones. Sin embargo, Urribarri tiene obstáculos a sortear: anotar el armado de la lista, los avales y la construcción de una nueva estructura partidaria.
 
Tiene oficio, ya lo hizo para Jorge Busti y para sí mismo, pero le está resultando difícil conseguir candidatos que "pongan la cara", ya que los más representativos dirigentes del cristinismo local desconfían de ser parte de un armado que solo sirva para que el ex gobernador consiga fueros tras una derrota escandalosa. Nadie quiere ser el Caballo de Troya de Urribarri, y esto vale tanto para una formula provincial como para los candidatos a intendentes.
 
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Bordet realiza operaciones concretas
 
En tanto, el Gobernador realiza operaciones precisas. Extirpó de los cuerpos oficiales las piezas suficientes como para que el ex gobernador se dé cuenta de que haberse convertido en opositor le costará caro, pero al mismo tiempo concentra su atención en conseguir el dinero suficiente para pagar el sueldo y medio en diciembre, como ya es costumbre.
 
En el Poder Ejecutivo tienen en claro que la crisis económica nacional puede estallarles en la cara a ellos y por eso machacan en que la culpa de los recortes y del ajuste la tiene el gobierno nacional. Esto problemas son una luz amarilla que nadie quiere que se vuelva roja. Por eso la cautela y los altibajos en las declaraciones de los funcionarios, que no quieren confrontar ni con Cambiemos ni con Urribarri. Todavía.
 
 
Que pase diciembre
 
En la alianza Cambiemos todos especulan con ¿qué pasará a fin de año? y aguardan que transcurra el mes de las Fiestas. En primer lugar, porque temen que sea conflictivo y, en caso de que así sea, pretenden que el costo lo pague Bordet. En segundo término, porque si se sobrevive diciembre, el aire podría ser más fresco y agradable en 2019 en materia económica y allí sí sacarían pecho los timbreros amarillos.
 
Urribarri no espera diciembre y ya desparrama abrazos para todos lados. Sin embargo no le está saliendo barata su berrinche contra su sucesor: se está quedando sin dirigentes dentro del Estado y también en el territorio. Los más confiados, en el bordetismo, sostienen que harán añicos al urribarrismo y que pasado 2019 no se hablará más del dos veces ex gobernador.
 
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Frigerio hizo un acto en Entre Ríos sin la UCR
 
Los apoyos del Gobierno Nacional para consolidar el macrismo en los distritos provinciales han sido más bien escasos. El Presidente privilegió la relación institucional con los gobernadores del PJ en la oposición, dueños de la llave para obtener mayoría en el Congreso.
 
En ese marco, el ministro del Interior y mandamás de la alianza Cambiemos en Entre Ríos, Rogelio Frigerio, realizó en San Benito una cumbre provincial del PRO, sin presencia de la Unión Cívica Radical, con la que comparten la coalición electoral.
 
Los anfitriones del encuentro fueron el intendente local Exequiel Donda (elegido en 2015 por el Frente Renovador pero luego migrado al PRO) y el diputado provincial, Esteban Vitor, que preside la departamental del macrismo.
 
El jefe del PRO entrerriano se movilizó luego de fuertes señales del macrismo en la provincia relativas a la interna con el radicalismo que se avecina. La conducción del PRO en el distrito ya definió competir con precandidatos propios en internas de Cambiemos en municipios donde desde 2015 gobierna la UCR.
 
Las definiciones más esperadas de Frigerio, en las filas del macrismo entrerriano, eran las referidas a la disputa de la gobernación con el peronismo. El partido de Macri no tiene precandidato: el propio ministro del Interior es la figura por la que todos apuestan en el PRO, el único que podría competir con peso ante Bordet, pero quienes lo conocen han sugerido que no tiene interés al menos para el próximo período.
 
Resulta llamativo un candidato como el porteño Frigerio, que no nació en la provincia y tampoco vive en ella. Mas que un gobernador seria una suerte de interventor federal del centralismo porteño y representante del poder ejecutivo nacional en la provincia.
 
Su interés por la provincia se origina cuando fue interventor del PRO en Entre Ríos. En esa oportunidad fue denunciado por una licitación de obras de dragado en el arroyo Sagastume de Villa Paranacito que beneficiaría a sus negocios inmobiliarios. Allí tiene un emprendimiento privado donde el Estado habría encarado obras para beneficiarlo.
 
Juega a su favor que las aspiraciones del secretario de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, están sepultadas después del escándalo que lo envolvió por el bono de $500 mil de la Sociedad Rural y viene perdiendo poder en el gobierno nacional, y el otro nombre que alguna vez se mencionó, el del intendente de Basavilbaso y presidente del partido en la provincia, Gustavo Hein, no se volvió a escuchar.
 
Para su postulación deberá tener en cuenta que hoy, más allá de las simpatías partidarias y personales, un 65% del electorado se define, en mayor o menor medida, como opositor al actual gobierno de Macri. Y la candidatura de Frigerio nacionaliza la elección provincial. 
Un triunfo de Bordet sobre el ministro estrella de Macri causaría un cimbronazo a nivel nacional.
 
Además, socialmente se verifica que los sectores medios y los jubilados, firme base electoral del macrismo, engruesan el listado de sus víctimas. Y aunque resulte desmoralizante, cualquier cambio en serio para estos sectores está mucho más lejos que una simple elección provincial.
 
En tanto, las personas en situación de calle son cada vez más visibles, sencillamente porque su número se acrecienta. Durante el primer semestre de este año, se generaron 800.000 nuevos pobres en el país y la FAO acaba de confirmar que la Argentina es uno de los tres países de la región (los otros son Venezuela y Bolivia) donde más aumentó el hambre. Así están las cosas en la previa del año electoral.
 
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