La Opinión Popular
                  10:09  |  Viernes 26 de Abril de 2013  |  Entre Ríos
El clima en Paraná
Groucho Marx dijo: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". En ese punto, Javier Milei es marxista.
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Entre Ríos - 22-10-2018 / 20:10
PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL

Doble jugada de Bordet provoca temor en Cambiemos

Doble jugada de Bordet provoca temor en Cambiemos
La doble jugada de Bordet provoca temor en Cambiemos local. Ahora que el tiempo apremia y se acerca el momento de las definiciones, al estado de internismo permanente en el que viven radicales y macristas, se suma una novedad que nadie tenía en los planes: la amenaza electoral peronista en la Capital de la provincia y la posibilidad –que para varios opositores ya es concreta– de quedarse con las manos vacías en 2019. En términos políticos, sería una tragedia para el radicalismo.
Cuando cada paso y cada gesto se miden al milímetro, sin decir una palabra, el gobernador Gustavo Bordet envió esta semana una señal potente al seno del PJ, con la que ordenó cuáles son sus prioridades en materia electoral. El objetivo de su doble jugada electoral para 2019 es retener la Provincia y reconquistar para su partido la esquiva Paraná.
 
Un funcionario de peso del gabinete provincial lo comentó en los últimos días: "Me negaba a creer que Gustavo tuviese esperanza de ganar la Capital, pero tengo que admitirlo: me convencieron", lanzó, descreído hasta entonces, un dirigente que recordaba que tal como se hizo el armado de la capital provincial en 2015 fue una forma de entregarle Paraná a la alianza Cambiemos.
 
Adán Bahl sería el candidato de Bordet a intendente de Paraná, en un contexto favorable, por la causa judicial de narcotráfico de Sergio Varisco. Además, la tirria de Mauricio Macri con Varisco lo saca de la posibilidad de gobernar Paraná, e incluso de tener alguna incidencia en la definición de los postulantes en la capital provincial.
 
Esa determinación, adelantada por este medio hace semanas, es el reverso del cachetazo electoral que hace un año recibió el PJ de manos de Cambiemos, en lo que fue la peor derrota del peronismo de los últimos años. Pese a eso, 365 días después, el horizonte ya no es tan sombrío para el PJ.
 
Bordet y el justicialismo tomaron nota de aquel cachetazo. Tras el cimbronazo y la amenaza de un futuro cercano alejado del poder provincial, el músculo militante del PJ se reactivó con una capacidad que envidian sus opositores.
 
Bordet se lanzará de lleno por la reelección, intentará recuperar la Capital y desafiará al que lo catapultó hasta la cima del poder. Habrá alineamiento de la tropa y cautela en la relación con la Nación respecto del trato hacia Entre Ríos. ¿Se atreverá Sergio Urribarri a continuar con su presunta cruzada ante tremenda muestra de poder?
 
Lo primero que hizo Bordet fue asegurarse para sí las herramientas electorales para la puja por venir. Sin perder el tiempo, y pese a las críticas, hizo más discrecional la potestad de fijar la fecha de los comicios, estructurando un posible calendario electoral que le da margen para negociar.
 
Con esta herramienta bajo el poncho, la pretendida construcción de Cambiemos asoma en problemas. Desde aquel triunfo contundente en 2017, la versión provincial de la alianza se la pasó autodestruyéndose, el hobby en el que ocupa la mayor parte del tiempo.
 
No hay registros, al menos en el último año, de un cónclave entre los socios para sentar las bases del proyecto político que tienen como norte jubilar al PJ del poder provincial en el que permanece, después de la experiencia ruinosa del radical Sergio Montiel. Dentro de algunos meses, los socios de Cambiemos deberán renovar el acuerdo ante la Justicia electoral. La clase política da por descontado que eso sucederá. Podría equivocarse.
 
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 Doble jugada de Bordet provoca temor en Cambiemos

Macri en su peor momento
 
En Mar del Plata, donde IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina), realizó su Coloquio N°54, Mauricio Macri se vio cara a cara con los empresarios. Las cosas están increíblemente mal y él sabe que los desilusionó. Por la cantidad de errores que cometió, da hasta fiaca pasarle revista.
 
Macri, ni ante el peor pronóstico hubiera imaginado una inflación merodeando el 50% para el tercer año de gestión, 100% en lo que va de su mandato. Si se cumplen las expectativas del FMI, que acaba de corregir a la baja las proyecciones de crecimiento para este año y el que viene, el PBI habrá caído más de 3 puntos en los cuatro años de mandato del presidente.
 
Y este gobierno ya demostró cómo reacciona: cuanto peor le va, peor es la respuesta. El costo de esa política es una profunda recesión. Pérdida de capacidad adquisitiva por parte de los asalariados, pérdida de ingresos monetarios por reducción de horas de trabajo, pérdida de empleos por reducción de planteles o cierre de establecimientos.
 
Los 57.100 millones de dólares mangueados por Macri al FMI son la muestra del fracaso de una política económica neoliberal o aún peor, ausencia de estrategia, renuencia a tener un plan consistente sostenible en el tiempo que involucre a todos y cada uno de los sectores de la producción y el trabajo, de un país que pide a gritos "apostar a lo nuestro". 
 
En el coloquio, el ministro Nicolás Dujovne fruteó con el diagnóstico que la inflación se está desacelerando en los últimos diez días. Un optimista aislado. La burocracia del FMI es la que impuso el riguroso programa de estabilización y ajuste que está aplicando el gobierno. Generalmente no aciertan con esto.
 
 
Desencanto del empresariado
 
Las crónicas del encuentro empresario en Mar del Plata dijeron que entre las mesas se escuchó hablar de "desencanto". Entre los organizadores no permanecieron ocultas las dudas que tienen empresarios, banqueros y consultores sobre el futuro del gobierno de Macri.
 
Ellos no tienen ni idea si Macri tiene chances de ser reelecto y, en caso de obtener otro mandato, descreen que el Presidente tenga un Plan Económico sólido y con consenso. Califican de inexperta a la gestión y no pueden entender cómo un conjunto de personas, que en sus vidas privadas son exitosas, han sido incapaces de alcanzar algunas de sus propias metas macroeconómicas.
 
Los empresarios tampoco imaginaban llegar a esta altura del mandato macrista con: una recesión que no cede, una inflación que no baja, cuatro modelos monetarios fracasados, dos acuerdos con el FMI, aumento de la pobreza, de la deuda interna y externa, y de la presión fiscal. La pregunta repetida es: "¿Cómo llegaron a esto?". La otra pregunta es más dura: "¿Estos funcionarios saben lo que hacen?".
 
Además, para Macri, el tema de los cuadernos Gloria se está poniendo cada vez más complicado. Todos sus amigos desfilando por Tribunales como delincuentes. Su propia familia, sus amigos de toda la vida, sus socios. ¿Qué pensarán la mujer de Perez Companc o la de Paolo Rocca sobre Macri?
 
 Doble jugada de Bordet provoca temor en Cambiemos

Los empresarios no entienden las políticas de Macri
 
Aumento de presión impositiva, suba de tarifas públicas y tasas de interés en niveles siderales. Todos sostienen que las cuentas están estresadas, no pueden afrontar todos los pagos y temen la reapertura de las paritarias al mismo tiempo que caen las ventas.
 
A decir verdad, salvo mineras, petroleras y actividades relacionadas con el sector financiero; el resto de las empresas y consultoras presentes en IDEA han sido más que negativas con sus diagnósticos, tanto para lo que resta del año como para el inicio de 2019.
 
Casi con desesperación, se aferran a los pronósticos de los economistas oficialistas que la reactivación volverá en el segundo trimestre del año que viene, todo atado al dinero que vendrá del FMI y la buena cosecha que se espera para el año próximo.
 
El viernes Macri reconoció a los empresarios "el esfuerzo patriótico" de pagar cuatro pesos más por cada dólar de exportación. En tanto, elevó la presión fiscal para incrementar el endeudamiento, con el fin de no caer en default. Una combinación nefasta para el sector privado, pero también para atraer inversiones, mejorar la situación social o crear el clima para ganar una elección.
 
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El PJ federal también estuvo en el coloquio de IDEA
 
El jefe de la bancada del PJ federal en el Senado, Miguel Pichetto, estuvo en IDEA. En ese marco, pidió que el Gobierno "reencuentre el diálogo con el sector sindical" y salga del "esquema de la persecución". Pichetto entiende que el enfrentamiento de Macri con Hugo Moyano llevará a los gremios a actuar en bloque en una espiral de protestas.
 
Si caen los Camioneros, ningún sindicato se consideraría a salvo. Una prueba de ello es que la CGT, que no comulga con Moyano, se encamina a decretar un paro de 36 horas, con movilización, en la primera semana de noviembre. Héctor Daer, el dirigente de la Sanidad que comanda la central obrera junto a Carlos Acuña, no suele dejarse presionar por las CTA ni menos por los gremios de base de la izquierda. "Lo nuestro no tiene que ser testimonial", advierte a sus interlocutores.
 
El aumento de la inflación, combinado con la fuerte caída de la actividad económica, pronostica una fuerte tormenta entre el Gobierno y los gremios en las próximas semanas.
 
 Doble jugada de Bordet provoca temor en Cambiemos

Tucumán y la articulación del peronismo no K
 
Se presentaron en un acto multitudinario por el Día de la Lealtad el líder del Frente Renovador Sergio Massa y el senador Pichetto, dos de los cuatro integrantes de la mesa "federal" (que completan el cordobés Schiaretti y el salteño Urtubey), junto al gobernador Juan Manzur, anfitrión, y los dos secretarios generales de la CGT, Daer y Acuña.
 
Fue una movilización clásica de un aparato peronista instrumentado por un espacio que sigue abierto al diálogo, como indica la negociación en el Congreso de las leyes económicas y el Presupuesto. Parece que algunos igual se envalentonaron: la CGT salió un día después a instalar un paro activo de 36 horas para noviembre.
 
Cualquier noción de unidad que allí se arregló excluye a Cristina, aunque no necesariamente al kirchnerismo. Una fórmula por el momento improbable.
 
Para la lectura que hace el gobierno, el 17 de octubre confirmó la fragmentación que necesita en el peronismo si quiere seguir teniendo vida más allá del 2019. Arriesgan que no hay una demanda por una alternativa a las candidaturas de Cristina y Macri.
 
Hay que tener las cosas en claro, la gente no votó a Macri porque le gustaba o para cambiar la Argentina, sino para echar a Cristina. Si esta grieta se mantiene, el presidente irá por la reelección. No hubo nunca una segunda opción para el gobierno.
 
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¿La interna provincial en el PJ pone en riesgo la gobernabilidad?
 
En la Casa Gris hay una incertidumbre: ¿la interna en el oficialismo puede poner en riesgo la gobernabilidad de la provincia? El nivel de afectación dependerá de cómo se encamine la hoy tensa relación entre Gustavo Bordet y Sergio Urribarri.
 
Algunos entienden que Urribarri podría estirar la cuerda y poner al Poder Legislativo contra Bordet. Otros minimizan el poder de fuego de Urribarri y ningunean las consecuencias. "El Pato no puede hacer nada, tiene la pólvora mojada"; sintetiza un dirigente provincial del PJ.
 
En términos electorales, y con 2019 como horizonte, el ex gobernador puede afectar el futuro del PJ si decide romper con el peronismo y jugar con un sector de los K por fuera del PJ; mientras que, será a Bordet el que le corresponderá garantizarla desde el plano político e institucional.
 
Sobre este tema hay lecturas dividas. Por un lado están los que sostienen que la unidad del PJ es la fundamental para la victoria electoral, y por otro lado están los que consideran que es mejor que Bordet se diferencia claramente de Urribarri y el cristinismo duro como llave para una mejor performance electoral.
 
Estos últimos sostienen que es mejor dividir la oposición a Bordet que es oficialismo, y agregan que el gobernador alejado de Urribarri y los suyos podrán juntar votos de sectores no peronistas con mayor facilidad haciendo jugar su alta imagen positiva en sectores independientes que no digieren la pésima imagen de Urribarri.
 
El diálogo entre las partes no es posible por el momento. Está roto, y sin puentes. La apertura de posibles negociaciones correrá exclusivamente por cuenta del ex gobernador a partir de las definiciones electorales. La movida que sigue es la suya. Nadie sabe con certeza que hará Urribarri, su única jugada posible parecería ser el esperar que Cristina sea candidata y lo apoye.
 
Lo real es que Bordet se lanzó para competir otra vez por la gobernación y dejó en la gatera a Urribarri, quien, si resuelve dar pelea, empezará a correr desde atrás. El primer mandatario tampoco puede cerrar la puerta a eventuales diálogos con Urribarri, de quien se sospecha que no desea distanciarse definitivamente. Además, tiene que gestionar la provincia por lo menos durante un año más.
 
El actual diputado tiene la palabra. Centra toda la atención de los peronistas y la de los opositores provinciales. Y también la del poder nacional que aprecia la conveniencia de la aparición de una estructura electoral del ex mandatario, Unidad Ciudadana, en el escenario electoral de 2019. Cambiemos no es indiferente ante esa posible postulación porque puede resultarle funcional. Si se da, claro.
 
En la alianza de radicales y conservadores prima la idea de que Urribarri debe ocupar el centro del escenario, ya que su imagen negativa perjudicaría a Bordet y al peronismo. Entienden que en un contexto de elecciones nacionalizadas la división del justicialismo perjudica el PJ entrerriano. No queda claro que piensan sobre un escenario de elecciones desdobladas.
 
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¿Qué harán los funcionarios provinciales urribarristas?
 
Por su parte, ¿Urribarri entendió el mensaje que le enviaron sus ex socios que ocupan cargos?, porque supo gozar de los mismos privilegios a la hora de disputar el poder: contar con la lealtad de los funcionarios institucionalizados, que son aquellos que responden solamente al número uno por el cargo estatal que ocupan.
 
Dependencia política por razones institucionales; o simbiótica relación institucional por necesidades políticas; o como sea. El proceso se da en el partido del Gobierno. Y es algo natural en el peronismo.
 
El propio Urribarri supo explotar esa condición interna para manejar el PJ desde el Poder Ejecutivo y hacerlo funcionar según sus conveniencias y necesidades políticas. Nadie lo desconoce ni puede hacerse el desentendido al respecto.
 
Tanto es así que no es necesario exigir una pública lealtad a los justicialistas que desempeñan funciones en el Estado, puesto que la fidelidad se asume tácitamente en el PJ cuando quedan definidas las conducciones.
 
En ese marco interpretativo, si se desata el conflicto, quien desde un puesto político dependiente del Ejecutivo, ose proclamarse urribarrista, ya sabe qué camino tomar. Ni falta hacen las advertencias, ni tampoco que se demanden nuevas credenciales de bordetismo explícito. El mecanismo está internalizado por los compañeros.
 
Sin embargo, por ahora no habría atrevidos. Los funcionarios urribarristas deberán permanecer agazapados -aunque identificados-, a la espera de que el propio diputado Urribarri decida qué hacer. Después de su señal se verificarán las acciones.
 
 
Las alternativas se reducen
 
Las opciones se reducen a: "romper e irse" o "negociar y quedarse". Lo que resuelva Urribarri marcará el destino de sus seguidores. Si bien hay tensión en el mundo peronista, el estallido de la fractura no será provocado, en principio, desde el Poder Ejecutivo. En la Casa Gris aguardarán los próximos movimientos del ex gobernador para adoptar medidas porque, como se dijo antes, no es sólo cuestión de dirimir una interna, sino que en el medio quedará enmarañada la gobernabilidad provincial.
 
Más allá de los análisis electorales, a ningún oficialismo le resulta atractiva la salida de otro contrincante, menos todavía de uno surgido de sus entrañas y que conoce todas las mañas. En ese sentido, la situación más cómoda para el bordetismo es que Urribarri no cruce el cerco y que se mantenga en el redil.
 
 
¿Habrá negociaciones?
 
Mantener la unidad implicaría negociaciones para una nueva redistribución de los espacios de poder; más para unos, menos para otros. La pregunta es si Urribarri, después de haber comunicado por boca de terceros que quiere recuperar poder, regresará sobre sus pasos y renunciará a sus supuestas pretensiones de enfrentar, por fuera del peronismo, a Bordet.
 
Urribarri también debería observar el horizonte y analizar sus posibilidades de éxito. Las ansiedades pueden jugarle en contra. Si se va, ya sabe a qué atenerse: soportar la presión de la institucionalización masiva de los dirigentes que ocupan cargos en el Estado; la expulsión de los que se manifiesten en su favor; y la anulación de todos los favores que pueda recibir desde el Ejecutivo para su accionar político. No podrá esperar compasión desde el momento en el que resuelva convertirse en un adversario (enemigo) del peronismo en 2019.
 
Sin embargo, la posible confrontación también traerá contraindicaciones para el oficialismo. Algo que saben Urribarri y los integrantes del Gobierno. En esa línea, el oficialismo, más allá del control político de los funcionarios, debe tener márgenes para contener en sus filas a los institucionalizados; cobijarlos para evitar posibles fugas y darles la cobertura suficiente para que no cedan a las tentaciones.
 
En la medida en que avancen los días, las ansiedades aumenten y la contención se demore o no sea la que se requiera, los descontentos tendrán una alternativa; o por lo menos un lugar para amenazar con acudir para obtener precisamente lo que se les estaría negando desde el oficialismo.
 
Ahora bien, ¿Urribarri tiene capacidad de contención? ¿Podrá abrazar a los heridos y mitigar sus necesidades políticas? O más aún, ¿los podrá seducir para que jueguen con él durante el año próximo? Más allá del impedimento constitucional para una eventual candidatura suya a gobernador, ¿su imagen pública le permite encabezar un armado político hoy? Preguntas que sólo podrán responderse en concreto si el diputado finalmente rompe el cerco y abandona el calor oficial.
 
Las reglas del juego han cambiado y Urribarri sólo las puede aceptar o rechazar. Lo que no se puede dejar de considerar es que el gobernador se comportó con él de una manera muy diferente a la que el diputado lo hizo con su antecesor, Jorge Busti. El Gobernador aguardó tres años para diferenciarse del actual diputado. Y no lo maltrató. En tanto, el ex mandatario usufructuó esta situación.
 
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Diálogos para evitar el conflicto
 
Las palabras pueden llevar a un eventual diálogo para evitar el conflicto. Pero ese posible diálogo, si se produjera, no evitará que cada parte trate de fortalecerse antes, para no sentarse a negociar desde una posición de debilidad frente al adversario. Es de manual.
 
En los próximos meses se pondrán en juego, tanto para negociar como para finalmente confrontar, las capacidades de daño de cada lado. Puede ser una guerra subterránea o desembozada. Si el objetivo es acumular poder para negociar no podrán cruzar ciertos límites, porque en el afán de medirse para debilitarse corren el riesgo de llegar a un punto sin retorno.
 
Para el Gobierno, lo mejor es que el diputado renuncie a sus aspiraciones de pelear una interna o lo haga como un simple y mero sparring, que es lo que muchos creen que es lo que su imagen le permite hoy. En esa línea, a la última palabra la tendrá Urribarri.
 
Como tal, puede elegir el tiempo que más le convenga a sus intenciones para desnudar sus pretensiones. Si rompe en los próximos días o semanas, pero antes de fin de año, significará que tiene confianza en su retorno y que no duda de su capacidad de dañar al oficialismo es tanta como para afectarlo electoralmente.
 
En el Ejecutivo provincial también están confiados en su propia capacidad de afectar al diputado. Podrá cercarlo y reducirlo para que no sea una molestia. La política ya mira al 2019. Aunque el ciudadano común esté mirando solo sus bolsillos.
 
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