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“Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores… y hacer que nuestros simpatizantes lo repitan en todo momento”. De Joseph Goebbels a Javier Milei
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Entre Ríos - 09-10-2018 / 13:10
PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL

El ajuste macrista puede golpear duro a Entre Ríos

El ajuste macrista puede golpear duro a Entre Ríos
El gobernador Gustavo Bordet plantó bandera respecto de que no acompañará el Presupuesto 2019 de la Nación si hay fuertes recortes para Entre Ríos, lo cual no le cae bien al electorado provincial de Cambiemos. Una parte de ese nicho simpatiza con él desde que se pronunció a favor de la gobernabilidad nacional. Pero Entre Ríos es hoy una provincia más para el presente adverso de Mauricio Macri.
El gobernador Gustavo Bordet plantó bandera respecto de que no acompañará el Presupuesto 2019 de la Nación si hay fuertes recortes para Entre Ríos, lo cual no le cae bien al electorado provincial de Cambiemos. Una parte de ese nicho simpatiza con él desde que se pronunció a favor de la gobernabilidad nacional.
 
Pero Entre Ríos es hoy una provincia más para el presente adverso de Mauricio Macri. La imagen de Bordet, por el contrario, nunca registró valores más altos que en la actualidad. La debacle económica de Cambiemos provocó una revalorización del peronismo entrerriano que vive ahora el mismo estado que la alianza PRO-UCR transitaba hace un año: se siente imbatible.
 
Un dirigente de la mesa chica de Bordet resume esta situación: "en las encuestas que tenemos queda claro que la imagen de Gustavo no cae junto con la de Macri. Las mediciones que tenemos ante y post crisis de la devaluación nos muestran que la imagen de Macri cae varios puntos luego de cada crisis y la de Bordet queda estable".
 
En política, ese estado de euforia es siempre transitorio, pero eso se nota después. Al presente Somos Entre Ríos va, de la certeza de la reelección de Bordet, a la apuesta por ganar también en Paraná. En la capital provincial lo ayuda la mala imagen del intendente que supera el 60%, aunque no renuncia a la política ni un minuto.
 
El límite que tiene Bordet es el de la economía: el parate productivo que comparten los empresarios, la inflación proyectándose en un 44 por ciento anual, la multiplicación de la demanda de asistencia social y las luces en rojo que muestra la propia administración provincial en varios frentes, con amenaza de déficit primario en el balance general.
 
El Gobierno provincial buscará concentrarse más en sostener el equilibrio fiscal en un año que se avecina difícil frente a la anualización de gastos como el salarial, que aún no ha encontrado techo ya que la inflación prácticamente duplicará el porcentaje que se cerró en las paritarias de marzo pasado.
 
Hay funcionarios provinciales que reconocen que se hará difícil seguir pagando aumentos al ritmo de la inflación -la comprensión de los gremios estatales no siempre se da por descontada en la Casa Gris- y el ritmo de las obras tiende a disminuir.
 
El gran interrogante que se abre es cómo se financiará el Estado a partir del año que viene. La respuesta puede encontrarse en la pauta tributaria provincial.
 
Sin poder volver aún al endeudamiento externo, la suba de impuestos es la única salida a mano para la Provincia. No llegará a los niveles de estallido que registrarán el boleto y la factura de los servicios de luz y gas, pero el presupuesto 2019 traerá aumentos contundentes de impuestos.
 
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 El ajuste macrista puede golpear duro a Entre Ríos

Del optimismo babieca al dramatismo realista
 
Si en tiempos no tan lejanos, en el gobierno de Mauricio Macri se acuñaron frases como "los brotes verdes"; "la lluvia de inversiones"; "el segundo semestre"; "lo peor ya pasó"; etc., con el objetivo de mostrar un optimismo rosado y señalar que el sacrificio avizoraba un fin, ahora, en cambio, las declaraciones de los principales jerarcas del macrismo insisten que viene un tiempo largo y duro de restricciones económicas.
 
En este escenario, el Presidente decidió apostar su reelección a la nueva política monetaria, fabricada por el FMI y adoptada "llave en mano"; un plan ortodoxo para frenar la disparada del dólar que redactaron los técnicos del Fondo y que empezaron a aplicar en tándem el superministro Nicolás Dujovne y su delegado en el Banco Central, Guido Sandleris.
 
La crisis tiene su principal origen en la insuficiencia de dólares, no solo para pagar la deuda, sino para sustentar los desequilibrios del comercio exterior, los servicios, las remesas de las utilidades de las firmas extranjeras y la fuga de capitales. Macri apuesta a sortearlo con un feroz ajuste del tipo de cambio, del gasto público y de la circulación monetaria.
 
El relato macrista cambió hacia un dramatismo realista que obedece a diversas razones: por una parte, se da cobertura oficial a un hecho que ya está ocurriendo: la recesión, que va a tener una gran profundidad y extensión; por lo cual la movida también apunta a quitar argumentos a la oposición que aprovechará la caída de todos los indicadores económicos y sociales para derrotar a Cambiemos en 2019.
 
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¿El mejor piloto para atravesar la tormenta?
 
Dujovne, el hombre del FMI en el Palacio de Hacienda, opta por no arriesgar cuándo dejará de contraerse la economía. Espantada por el vértigo de la corrida cambiaria, al ala política del oficialismo también parece haber dejado de preocuparla los plazos. La campaña ya empezó y el lema es uno solo: tenemos al mejor piloto para atravesar la tormenta.
 
En este sentido, se observa a los funcionarios públicos comentando los problemas actuales a manera de observadores ajenos a los temas, como el vertiginoso endeudamiento externo, generado por el Gobierno, y que es consecuencia del levantamiento de toda restricción para el arribo de los capitales golondrina y del pago a los fondos buitre remanentes.
 
Lo cierto es que la deuda pública total, que en diciembre de 2015 era de USD 240.000 millones (de los cuales 18 estaban en litigio en Nueva York), alcanzará a fin de año los USD 400.000 millones.
 
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La apuesta a un ajuste recesivo de gran magnitud
 
Según su propia hoja de ruta, Macri llegará al momento en que se definan los frentes para las elecciones de octubre del año que viene con la economía todavía en plena recesión. Si no contara con la ventaja de una oposición dividida y las causas judiciales que empiezan a arrinconar a Cristina, la situación conduciría al Gobierno a una derrota segura.
 
Las duras condiciones que impuso el directorio del Fondo para adelantar los desembolsos previstos en el programa firmado en junio y disipar el terror de Wall Street a un default pre-electoral anticipan incluso que los números rojos de la actividad pueden seguramente extenderse hasta los propios comicios.
 
En este contexto, en el macrismo confían que la tercera parte del electorado, que adhiere al actual gobierno, sostiene que los problemas económicos son culpa directa de la gestión anterior, la pesada herencia, mientras que un poco menos de la mitad piensa que la responsabilidad está repartida entre macrismo y los K.  
 
 
¿No existe otra opción?
 
A fuerza de aspirar pesos de los bolsillos populares, el poder adquisitivo de salarios, jubilaciones y planes sociales se mantendrá bien por debajo del nivel previo a las legislativas de hace un año. La idea que flota en la Casa Rosada es que el ajuste ya lo hizo por las malas la devaluación y que ahora solo resta aguantar sus consecuencias para recoger luego sus frutos.
 
El concepto que el Gobierno ha logrado instalar es que no existe opción por fuera de lo que se está haciendo actualmente. Aunque la ausencia de alternativa siempre es una mentira, la construcción de esta creencia es un activo para el macrismo en detrimento a una salida peronista de la crisis y que se va a jugar a pleno en el campo electoral.  
 
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Entre los empresarios, cunde el desconcierto
 
En el mundo empresario, que incluye industrias, comercios y sistema financiero, el desconcierto toma niveles de desesperación. No entienden el motivo por el cual la gestión de Macri destroza la economía, casi intencionalmente. Además, no logran imponer un ministro de Economía pro-empresario que frene la crisis y reactive la economía; y no tienen un proyecto alternativo único de reemplazo del neoliberal del Presidente.
 
Las tasas de interés recontra altas, que el propio ministro Dante Sica definió como "incompatibles con la producción", seguirán al menos hasta marzo. Es el plazo que arriesgó Sandleris ante los representantes de bancos extranjeros que recibió la semana pasada en su nuevo despacho.
 
Pero además del costo social de las tasas recontra altas, cuya contracara esta semana fueron los despidos en Alpargatas, Canale, Longvie, La Campagnola y Molinos Cañuelas, el problema de las Leliq es el costo que representan para el Banco Central. Las Leliq pagan más del doble del interés promedio que abonaba Sturzenegger por las Lebac. ¿Incubarán otra bomba?
 
Para las empresas, y en especial las de menor envergadura, saber cuánto durará el "apretón monetario" es un asunto de vida o muerte. Pagar más del 80% anual por fondos en descubierto o por descuento de cheques implica dejar en el banco una cuarta parte de su facturación si les pagan a 90 días, algo que en las últimas semanas se convirtió en un plazo perentorio. Y esa exacción no se puede extender durante demasiado tiempo sin empujarlas a la mora y luego a la quiebra.
 
Sandleris dio a entender que será implacable hasta que amaine el traslado a precios de la devaluación. Pero ni en el Gobierno creen que eso vaya a ocurrir este mes: por el arrastre de septiembre y por la suba del gas, estiman que la inflación superará el 4%. En el mejor de los escenarios, creen que el costo de vida recién bajaría de 3% en diciembre.
 
Ni hablar de controles de precios ni de nada que imponga el poder estatal que le confiere la legitimidad democrática para orientar diversos aspectos de la economía que afectan la vida social. Para los grandes empresarios, todo; para la gente de a pie, nada.
 
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Presente griego
 
Además del funesto antecedente criollo de Álvaro Alsogaray, el paquete de ajuste fiscal y monetario que exigió aplicar el Fondo reconoce otra inspiración: Grecia también se vio forzada a ajustar a su Estado por un equivalente al 6% de su PBI en tres años, como prevé hacerlo Macri.
 
El resultado no fue favorable: lleva ocho años de recesión, 26% de caída del PBI, casi 260.000 millones de euros de nueva deuda y medio millón de jóvenes emigrados. Se sacrificó a la economía helena para salvar a los bancos acreedores, en su mayoría franceses y alemanes.
 
No se entiende como el Gobierno cree que este plan, que fracasó en Grecia, pueda tener un resultado positivo: el consumo se desploma, la inflación no afloja, las tarifas suben, aumenta la morosidad y todo esto con un costo social muy alto.
 
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Ruleta rusa para el interior
 
Todo el respaldo del FMI que tiene la Casa Rosada, para evitar el default, depende de la aprobación del Presupuesto 2019. Este será el primer gran choque serio entre peronismo y macrismo en el Congreso, luego del fracaso inicial en el tratamiento de la Reforma Previsional y los últimos tres meses sin sesión en Diputados. Será la primera batalla discursiva de las próximas elecciones presidenciales.
 
En tanto, los ministerios nacionales de Hacienda e Interior siguen presionando a los gobernadores que todavía no adhirieron y exigen que acompañen su plan de austeridad. Los puntos más conflictivos son dos: el traspaso a las provincias del costo de sostener la tarifa social eléctrica y el subsidio al transporte.
 
Por lo pronto, se discute la addenda al Consenso Fiscal, un compromiso que sostiene un esquema impositivo más flexible, para no dañar la recaudación de impuestos en los ámbitos estatales provinciales y genera una serie de compensaciones financieras para las provincias durante el año que viene.
 
Frente a esta situación, el mote de duro dentro de los gobernadores peronistas sólo queda para el sanluiseño Alberto Rodríguez Saá, la santacruceña Alicia Kirchner y el pampeano Carlos Verna. Hay quienes, como Verna, que ya anticipan que no se harán cargo y le endosarán a la Nación el costo político de una eventual duplicación del boleto de colectivo.
 
En la Argentina del pacto  Macri-FMI, las provincias van camino a la asfixia financiera y la parálisis económica. Panorama complejo para todos los gobernadores. Los interrogantes de la real politik son las siguientes: ¿A quién afecta más la crisis, a las administraciones provinciales o al gobierno de Macri? y ¿Puede estallar esta crisis, donde, en las provincias o en el estado nacional? ¿Cuándo? En el medio de todos estos interrogantes se avanza de cara al proceso electoral.
 
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Los problemas locales de Cambiemos
 
Cambiemos provincial, en tanto, volvió a su sospecha de siempre: el resquemor compartido de que Macri prefiera que Bordet siga gobernando la provincia.
 
Especulan que para un Macri en caída libre es más práctico garantizar gobernabilidad con acuerdos implícitos de no agresión con los gobernadores que lanzarse a ganar una provincia para la que no tiene candidatos propios competitivos (a excepción de Frigerio del que todos los entendidos dicen que no quiere saber nada) y que parece que no seduce darle espacios de poder a la UCR y sus "socios" de Cambiemos, quienes tampoco tienen candidatos con victoria certificada en la provincia.
 
El estado de ansiedad es generalizado -en especial en la UCR, pero también en el PRO- y se multiplica al límite del delirio la cantidad de dirigentes con aspiraciones lanzadas para la Provincia y para los municipios, con un proselitismo anticipado que a menudo enoja mucho más de lo que entusiasma.
 
Si de esquemas electorales se trata, los radicales pujan por la vía de una interna; los del PRO no resignan la posibilidad de un acuerdo mediado por el dedo del Gobierno nacional. Cada cual busca la vía que considera más corta hacia la cabeza de la lista que va a enfrentar a Bordet en un hipotético domingo de la primera quincena de junio próximo.
 
Después de un pequeño amague de rebeldía, finalmente la UCR entrerriana cerró filas y no habrá internas por el centenario partido. Lo que expone que no hay demasiada vocación por la democracia interna o intención por dirimir las diferencias en una votación.
 
Esa medida parece ser una forma de resolver su propio conflicto doméstico, por lo menos en favor de la visión que asocia a la UCR al PRO como integrantes de Cambiemos, para defender la alianza en el peor momento de la gestión de Macri.
 
El radicalismo tiene su propia grieta y una crisis de identidad; no sólo dividida por las ambiciones personales o sectoriales, sino porque además hay dos visiones que pujan en el radicalismo respecto del rol del partido frente a Cambiemos y que pueden llegar a provocar un desenlace crítico.
 
Lo que también limitó la interna es la inminencia del desastre mayor que el Gobierno nacional se ocupa de pronosticar cada día y que la Municipalidad de Paraná comienza a constatar de modo cotidiano, situación que no parece incomodar a la dirigencia local.
 
Pese a la evidencia, Varisco no planea morigerar la paritaria indexada de los municipales y además piensa restituir los subsidios al transporte. Las proyecciones indican que sin aportes nacionales, el boleto urbano costará más de 40 pesos en enero próximo.
 
El tránsito de Varisco hacia esa candidatura que considera que le pertenece será muy complicado. No es visto como un candidato a gobernador por la dirigencia. Su destino parece más vinculado con la resistencia en el plano local tratando de impedir que el PRO impulse un candidato a intendente propio. Todo esto sin hacer referencia a las causas que se tramitan ante la Justicia Federal.
 
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En 12 meses, todo cambió en la política entrerriana
 
Restan ocho meses hasta la elección provincial y la única certeza es que transcurrirán en medio de una crisis general. El escenario del peronismo, hoy, es caleidoscópico. Están los peronistas no kirchneristas, los sindicalistas anti-K o K, los justicialistas que quieren kirchnerismo sin Cristina, y los kirchneristas.
 
No es fácil intentar establecer si Bordet pretende dar un salto nacional, o si sólo busca un lugar en la "mesa chica" del peronismo post kirchnerista, o si -a partir de la fractura múltiple del peronismo- busca socios de peso para no quedar en soledad frente a una Casa Rosada de signo amarillo.
 
Lo que sí está claro es que un choque provincial entre peronistas no arroja dos posibilidades (la de que gane uno u otro), sino tres: la de que el peronismo entrerriano pierda el poder. La unidad es central para enfrentar al modelo neoliberal macrista y para desplazar a Cambiemos del poder en 2019.
 
También entienden los dirigentes que la responsabilidad de las máximas figuras en fundamental, la interna nunca puede hacerlos perder la provincia, reflexionan los peronistas. En este sentido muchos no entienden a que juega Urribarri y un sector del cristinismo, algunos piensan que lo único que pueden conseguir es que pierda el peronismo.
 
También tiene responsabilidad el bordetismo en hacer una convocatoria amplia que garantice que todos estén adentro. Otros, por su lado, especulan que es mejor que Urribarri y el cristinismo duro se vayan por fuera porque así el mandatario provincial puede sumar votos que no son estrictamente peronistas y que son espantados por la presencia de Urribarri en el armado oficial.
 
Más allá de las especulaciones y alquimias electorales, nadie niega que subsisten diferencias y que hasta se puede hablar de tirantez entre los bandos, pero los más racionales remarcan que sería "poco inteligente" no unir a todo el peronismo de cara al año electoral que se acerca. Por eso, los trozos dispersos del peronismo empiezan a reunirse para constituir un solo conglomerado, porque siempre ganaron los comicios desde un frente amplio.
 
Mientras Bordet abría las puertas, un sector del peronismo las cerraba. El ex gobernador Urribarri comenzó a moverse ya contra su sucesor, y por ansiedad, empezó a destratarlo, a sabotear sus proyectos, y a proclamar que vuelve.
 
 
Hay asuntos pendientes
 
Bordet requiere de tres elementos para asegurar su reelección: el dominio del aparato partidario provincial, la competitividad electoral y el apoyo nacional peronista.
 
Los asuntos pendientes de Bordet no son cuestiones menores. Y Urribarri es el gran asunto pendiente de Bordet. Si arregla o no con él. Con independencia de lo que Gustavo sienta respecto del Pato (sólo él puede saberlo), lo cierto es que evitar hasta ahora una resolución respecto del ex gobernador lo ha preservado.
 
En privado, Bordet pide a su entorno no enfocarse en la cuestión electoral 2019 frente a una inflación galopante que profundiza el malhumor social en época de "bolsillos flacos".
 
La demanda de los votantes, en estos momentos, es que se ocupe de la gestión y dé respuesta a las necesidades de los entrerrianos, no en su reelección como mandamás de la Provincia. Ya habrá tiempo para ello.
 
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