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Sociedad e Interés General - 11-08-2017 / 20:08
EFEMÉRIDES POPULARES

Cuando el Sable de San Martín fue Trofeo de la Resistencia Peronista

Cuando el Sable de San Martín fue Trofeo de la Resistencia Peronista
Sable corvo del General San Martín en el Museo Histórico Nacional.
El 12 de agosto de 1963, un grupo de la Resistencia Peronista robó el sable corvo del Libertador José de San Martín. La fecha del robo, en celebración de la Reconquista de Buenos Aires, en manos de los ingleses en 1806, no había sido elegida por casualidad.  Fue un golpe de efecto, para revitalizar a la resistencia peronista, que estaba un poco bajoneada. Y lo hicieron sin matar ni herir a nadie.
 
Osvaldo Agosto, el ingeniero Alcides BonaldiLuis Sansoulet, desaparecido durante la dictadura, y un ex oficial de la BonaerenseManuel Gallardo, entraron, redujeron la guardia y fueron derechito a la vitrina que encerraba la reliquia.
 
En el museo dejaron unos folletos con los reclamos: el retorno de Perón, la devolución del cadáver de Evita, ruptura con el FMI, fin de la proscripción del peronismo, castigo a los fusiladores del 56 y libertad a los presos del Plan Conintes de Frondizi
 
Pisó fuerte en la investigación la temible Brigada de Investigaciones de San Martín, a quien ya se le adjudicaba el secuestro, asesinato y posterior desaparición de Felipe Vallese, un joven obrero, dirigente de la JP que había intentado copar un puesto de la Fuerza Aérea.  
 
El ex policía Gallardo fue el primer detenido. Fue torturado y confesó.  El segundo en ser secuestrado y torturado fue Agosto. Para poner fin a los secuestros y torturas, acordaron la devolución de la reliquia al Ejército. La recibió el 28 de agosto, dieciséis días después del robo, el coronel Tomás Sánchez de Bustamante, luego brazo derecho del dictador Alejandro Lanusse
 
La Opinión Popular

A sus 72 años Roberto Jiménez era un hombre de buena fe.  Ordenanza del Museo Histórico Nacional, aquel 12 de agosto de 1963 se apiadó de esos cuatro muchachos que dijeron ser tucumanos y querían visitar el museo fuera de horario.  Cuando Jiménez abrió la puerta, fue tarde.
 
Osvaldo Agosto, el ingeniero Alcides Bonaldi, Luis Sansoulet, desaparecido durante la dictadura, y un ex oficial de la Bonaerense, Manuel Gallardo, entraron, lo redujeron y fueron derechito a la vitrina que encerraba una reliquia: el sable corvo del Libertador José de San Martín.
 
Cuarenta y cinco años después, Agosto, por entonces de 23 años, recuerda:..
 
-Bonaldi fue hasta la vitrina dispuesto a romper el cristal de arriba.  Le dije que rompiera el del costado, para no dañar el sable.  Lo sacamos envuelto en unas telas y lo guardé en mi casa por unos días.  Después se lo pasamos a Aníbal Demarco, que tenía la misión de llevárselo a Perón.  
 
Demarco tenía por entonces una compañía de seguros en Florida 1, y estacionaba el auto cerca de la Casa de Gobierno.  Le decía cada mañana a un policía amigo:
-Cuídelo bien, que adentro está el sable de San Martín. Y era cierto. Demarco fue después ministro de Isabel Perón.' 
 
A la misma hora en que la Juventud Peronista robaba el sable, la Asamblea Legislativa proclamaba la fórmula presidencial Illia-Perette que asumiría el 12 de octubre.  
 
La fecha del robo, también celebración de la Reconquista de Buenos Aires, no había sido elegida por casualidad. 
-Lo pensamos como un golpe de efecto, para revitalizar a la resistencia peronista, que estaba un poco bajoneada. Y lo hicimos sin matar ni herir a nadie.  
 
En el museo dejamos unos folletos con nuestros reclamos: el retorno de Perón, la devolución del cadáver de Evita, ruptura con el FMI, fin de la proscripción del peronismo, castigo a los fusiladores del 56 y libertad a los presos del Plan Conintes de Frondizi.  Illia era un farsante de la democracia, que llegaba al poder porque el peronismo estaba proscripto.
 
Lo que pocos saben es que hubo dos sables.  Un coronel, ya muerto y cuyo nombre no daré porque así me lo pidió, me acercó una réplica. A ese sable lo mandamos a Rosario.  El verdadero anduvo por una estancia bonaerense a la que llegaban jóvenes peronistas, con los ojos vendados, para jurar frente a esa espada fidelidad a la Patria y a Perón. 
 
El plan de los jóvenes liderados entonces por Carlos Caride, Gustavo Rearte, Héctor Spina, Jorge Rulli y Envar El Kadri, entre otros, era más ambicioso.  Iban a robar del Hotel des Invalides, el museo militar parisino donde reposan los restos de Napoleón, las banderas que Francia había capturado en la Vuelta de Obligado.  Para eso se conectaron con Hussein Triki, el primer delegado de la Liga Árabe en América latina, de estrechos vínculos con grupos nazis argentinos y extranjeros.  La operación quedó en la nada. 
 
Pisó fuerte en la investigación la temible Brigada de Investigaciones de San Martín, a quien ya se le adjudicaba el secuestro, asesinato y posterior desaparición de Felipe Vallese, un joven obrero, dirigente de la JP que había intentado copar un puesto de la Fuerza Aérea.   El ex policía Gallardo fue el primer detenido. Fue torturado y confesó.  El segundo en ser secuestrado y torturado fue Agosto. 
 
-Nadie sale igual de una experiencia límite como esa.  Me rompieron todos los dientes, me picanearon, simularon fusilarme.  No dije nada. Sentí que no me iban a matar.  Y hoy, lo que peor recuerdo de ese horror es la humillación, el manoseo, el estar en pelotas frente a desconocidos.  Pero aprendí a comprender y a perdonar a quien se quiebra cuando es torturado. 
 
Para poner fin a secuestros y torturas, Demarco acordó con otro miembro de la resistencia peronista, el ex capitán del Ejército Adolfo Phillipeaux, la devolución de la reliquia al Ejército. La recibió el 28 de agosto, dieciséis días después del robo, el coronel Tomás Sánchez de Bustamante, luego brazo derecho del dictador Alejandro Lanusse entre 1971 y 1973. 
 
Nadie podía decirlo todavía, pero la edad de la inocencia había terminado.
 
Escrito por Alberto Amato
 
Fuente: Nac & Pop

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Como cada 9 de Julio reivindicamos la lucha de las masas populares contra la permanente agresión política, económica y cultural neocolonial e imperialista, que busca disolver la identidad nacional y condenar a nuestra Patria a la condición de colonia dependiente como factoría de las metrópolis imperiales, mera proveedora de materias primas y alimentos baratos. 

El 09 de julio de 1816, el histórico Congreso, reunido en Tucumán, declara la independencia de las Provincias Unidas del Sur, que así rompe los lazos de dependencia con España y proclama la existencia de una nueva nación, libre e independiente. Lo hacía cuando la Santa Alianza, de Austria, Rusia y Prusia, promovía en Europa la restauración monárquica y combatía los movimientos liberales y democráticos.

Es el momento culminante de la gesta revolucionaria iniciada en 1810 y se realizó en Tucumán por el creciente malestar de los pueblos del interior contra Buenos Aires. Desde la supresión de la Junta Grande por el Primer Triunvirato en 1811 y hasta el Directorio de Carlos María de Alvear, la elite porteña había impuesto sus criterios centralistas, desconociendo el sentimiento federal de la mayoría del interior. La independencia, que se proclama en la sesión presidida por el sanjuanino Francisco Narciso de Laprida, es el fundamento a partir del cual José de San Martín impulsará la campaña para liberar Chile y luego Perú, consolidando la independencia argentina.

Las masas populares, con sus lanzas y su fuerte sentimiento de libertad, construyeron la Patria independiente con San Martín, las montoneras bravías del interior que nos legaron el federalismo, los ciudadanos revolucionarios de don Hipólito Irigoyen que cimentaron la democracia del Pueblo y las multitudes obreras movilizadas por Juan Perón que combatieron por la Justicia Social.
 
Invariablemente, la alternativa histórica fue siempre: independencia económica o subdesarrollo y miseria, e implica optar entre aceptar resignadamente la dependencia del país al FMI o luchar por la Liberación, por una Nación Justa, Libre y Soberana.
 
Tomamos el valiente ejemplo de San Martín que, para la Declaración de la Independencia, se impuso militarmente a los españoles y políticamente a aquellos sectores vinculados a la elite porteña que ya estaban negociando, tanto con el Imperio español como con el Reino Unido de Gran Bretaña, una nueva dependencia.
 
La nuestra es una historia de caudillos y masas populares. Los líderes pesaron profundo en los procesos. En 1816, San Martín, Belgrano, Güemes, Pueyrredón, Artigas, Juana Azurduy... Y la participación de las masas populares es una herencia del período independentista revolucionario, por la importancia que tempranamente tuvo la movilización popular, política y militar, en nuestra historia, desde la formación de las milicias urbanas para derrotar a los invasores británicos, y la voluntad del Pueblo que jugó un papel sin precedentes en la destitución de un virrey y el nombramiento de su sucesor.
 
Como decía don Arturo Jauretche"La historia es la política del pasado y la política es la historia del presente". Hoy, como siempre, peleamos por nuestra única, verdadera e irrenunciable independencia, evidenciando el aparato de colonización mental montada por los países centrales y sus operadores internos, como el macrismo y el mileismo, para perpetuar la dependencia.
 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista
Escribe: Blas García 

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