Thatcher se mantuvo firme insistiendo que las tropas argentinas debían regresar al continente y abandonar las islas.
 
El 11 de junio de 1982, en el marco de la Guerra de las Malvinas, el papa Juan Pablo II visitaba la Argentina. Esta visita constituyó un acontecimiento nunca visto en el país y tal vez la mayor concentración de gente que haya recibido el Papa en sus trece visitas.
 
En la Casa Rosada, fue recibido por el Presidente y tuvo un encuentro con los miembros de la Junta Militar. Después de una conversación a solas con el dictador militar Galtieri, de unos 20 minutos, el Pontífice pronunció el discurso de despedida que concluyó con un "¡Hasta la vista!".
 
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Sociedad e Interés General - 11-06-2017 / 09:06
EFEMÉRIDES POPULARES

En el marco de la Guerra de las Malvinas, el papa Juan Pablo II visitaba la Argentina

En el marco de la Guerra de las Malvinas, el papa Juan Pablo II visitaba la Argentina
El 02 de abril de 1982 la Argentina recupera las Islas Malvinas, lo que desencadena la reacción británica y sobreviene la guerra entre la Argentina y el Reino Unido. En esos días se conoce la noticia de que el 28 de mayo el Papa haría una visita apostólica a Gran Bretaña. Es entonces cuando Juan Pablo II decide, fuera de todo programa y sin preparación alguna, una visita fugaz a la Argentina.
 
En Gran Bretaña, Juan Pablo II trató de convencer a la entonces primer ministra Margaret Thatcher que abandonara las Islas Malvinas pues temía que un colapso del régimen militar en Argentina podría muy bien conducir a un gobierno de izquierda bajo la influencia de la entonces Unión Soviética.
 
Si bien el papa polaco había adoptado el papel de 'mediador honesto' entre los dos países, quizás condicionado por su pasado anticomunista, tenía temores que una derrota militar de Argentina significara el fin de la dictadura de derecha en favor de un gobierno de izquierda que permitiría el avance del dominio soviético en la región. Pero, Thatcher se mantuvo firme insistiendo que las tropas argentinas debían regresar al continente y abandonar las islas.
 
El 11 de junio de 1982, en el marco de la Guerra de las Malvinas, el papa Juan Pablo II visitaba la Argentina. Esta visita constituyó un acontecimiento nunca visto en el país y tal vez la mayor concentración de gente que haya recibido el Papa en sus trece visitas.
 
En la Casa Rosada, fue recibido por el Presidente y tuvo un encuentro con los miembros de la Junta Militar. Después de una conversación a solas con el dictador militar Galtieri, de unos 20 minutos, el Pontífice pronunció el discurso de despedida que concluyó con un "¡Hasta la vista!".
 
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A las 8.50 horas del 11 de junio de 1982, aterrizó en el aeropuerto internacional de Ezeiza el avión que lo conducía. El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Juan Carlos Aramburu y el nuncio apostólico subieron a la aeronave a darle bienvenida. Luego de besar el suelo, fue recibido por el presidente de la Nación, General Leopoldo Fortunato Galtieri y por autoridades civiles y militares.
 
Durante los 40 kilómentros de su viaje hacia la catedral de Buenos Aires por las autopistas Ricchieri y 25 de Mayo, miles de personas, a pesar del crudo tiempo invernal, saludaban con desbordante entusiasmo al Santo Padre, que respondía visiblemente emocionado a los saludos de la multitud.
 
En la catedral metropolitana lo esperaban sacerdotes, seminaristas, religiosos, religiosas y miembros de movimientos eclesiales, junto con los obispos argentinos y presidentes de las conferencias episcopales de Latinoamérica. Luego de orar ante el Santísimo Sacramento, pronunció un alocución e impartió la bendición a los presentes.
 
En la Casa Rosada, fue recibido por el Presidente y tuvo un encuentro con los miembros de la Junta Militar. Luego pasó a la capilla de la Casa de Gobierno donde oró unos momentos. Antes de retirarse el Santo Padre se asomó al balcón para saludar a la inmensa muchedumbre que colmaba la Plaza de Mayo.
 
Poco después de las 14 el Santo Padre inició su viaje a Luján. En la Basílica Nacional, ante la imagen de la Patrona de la Argentina, oró por la paz, luego le ofreció a la histórica imagen la "Rosa de Oro" que le había traído desde Roma.
 
Concelebró la Misa con los cardenales, obispos y sacerdotes presentes, ante una multitud calculada en una cifra cercana a las 700.000 personas. El Papa pronunció una homilía en la que exhortó a imitar a Cristo, pidió por los muertos en la guerra con Gran Bretaña y por la rápida terminación del conflicto.
 
El día siguiente, en la Curia Metropolitana tuvo un encuentro con los cardenales y obispos argentinos, tras orar en la capilla de la Curia, les dirigió un mensaje a puertas cerradas a los obispos.
 
Luego de saludar a la multitud desde los balcones de la Curia arzobispal se dirigió en «papamóvil» hasta Palermo, donde junto al Monumento de los Españoles se había levantado un gigantesco altar cubierto en el que se concelebró la Santa Misa ante una inmensa multitud, en su mayoría jóvenes.
 
Después de una conversación a solas con el Presidente Galtieri, de unos 20 minutos, el Pontífice pronunció el discurso de despedida que concluyó con un "¡Hasta la vista!".
 
Fuente: aica.org
 
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Como cada 9 de Julio reivindicamos la lucha de las masas populares contra la permanente agresión política, económica y cultural neocolonial e imperialista, que busca disolver la identidad nacional y condenar a nuestra Patria a la condición de colonia dependiente como factoría de las metrópolis imperiales, mera proveedora de materias primas y alimentos baratos. 

El 09 de julio de 1816, el histórico Congreso, reunido en Tucumán, declara la independencia de las Provincias Unidas del Sur, que así rompe los lazos de dependencia con España y proclama la existencia de una nueva nación, libre e independiente. Lo hacía cuando la Santa Alianza, de Austria, Rusia y Prusia, promovía en Europa la restauración monárquica y combatía los movimientos liberales y democráticos.

Es el momento culminante de la gesta revolucionaria iniciada en 1810 y se realizó en Tucumán por el creciente malestar de los pueblos del interior contra Buenos Aires. Desde la supresión de la Junta Grande por el Primer Triunvirato en 1811 y hasta el Directorio de Carlos María de Alvear, la elite porteña había impuesto sus criterios centralistas, desconociendo el sentimiento federal de la mayoría del interior. La independencia, que se proclama en la sesión presidida por el sanjuanino Francisco Narciso de Laprida, es el fundamento a partir del cual José de San Martín impulsará la campaña para liberar Chile y luego Perú, consolidando la independencia argentina.

Las masas populares, con sus lanzas y su fuerte sentimiento de libertad, construyeron la Patria independiente con San Martín, las montoneras bravías del interior que nos legaron el federalismo, los ciudadanos revolucionarios de don Hipólito Irigoyen que cimentaron la democracia del Pueblo y las multitudes obreras movilizadas por Juan Perón que combatieron por la Justicia Social.
 
Invariablemente, la alternativa histórica fue siempre: independencia económica o subdesarrollo y miseria, e implica optar entre aceptar resignadamente la dependencia del país al FMI o luchar por la Liberación, por una Nación Justa, Libre y Soberana.
 
Tomamos el valiente ejemplo de San Martín que, para la Declaración de la Independencia, se impuso militarmente a los españoles y políticamente a aquellos sectores vinculados a la elite porteña que ya estaban negociando, tanto con el Imperio español como con el Reino Unido de Gran Bretaña, una nueva dependencia.
 
La nuestra es una historia de caudillos y masas populares. Los líderes pesaron profundo en los procesos. En 1816, San Martín, Belgrano, Güemes, Pueyrredón, Artigas, Juana Azurduy... Y la participación de las masas populares es una herencia del período independentista revolucionario, por la importancia que tempranamente tuvo la movilización popular, política y militar, en nuestra historia, desde la formación de las milicias urbanas para derrotar a los invasores británicos, y la voluntad del Pueblo que jugó un papel sin precedentes en la destitución de un virrey y el nombramiento de su sucesor.
 
Como decía don Arturo Jauretche"La historia es la política del pasado y la política es la historia del presente". Hoy, como siempre, peleamos por nuestra única, verdadera e irrenunciable independencia, evidenciando el aparato de colonización mental montada por los países centrales y sus operadores internos, como el macrismo y el mileismo, para perpetuar la dependencia.
 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista
Escribe: Blas García 

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