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Sociedad e Interés General - 29-11-2016 / 21:11
EFEMÉRIDES POPULARES

El general Iñíguez intenta una insurrección cívico-militar contra el gobierno de Frondizi

El general Iñíguez intenta una insurrección cívico-militar contra el gobierno de Frondizi
El general Iñíguez intenta una insurrección cívico-militar contra el gobierno de Frondizi.
El 30 de noviembre de 1960, en Rosario y Tartagal, el general Miguel Ángel Iñíguez, un militar retirado representante de la derecha peronista, al frente de la Central de Operaciones de la Resistencia (COR), inicia una insurrección cívico-militar contra el gobierno de Arturo Frondizi, que termina en un fallido intento de golpe de Estado.
 
En la primavera de ese año Iñíguez empezó a tejer un ambicioso plan insurreccional que -según su creencia- lo catapultaría en las ligas mayores de la Historia. El General encabezaría el alzamiento con el ataque a un cuartel militar de Rosario. No tenía dudas de que ello desataría una rebelión popular.
 
El ataque fue resistido por militares que -en razón del horario- combatían en calzoncillos. Los rebeldes tuvieron que rendirse. Algunos huirían por los fondos. El general Iñíguez se replegó del teatro de operaciones de un modo poco castrense: escondido en la caja de un camión de verduras. Así, regresaría a Buenos Aires para seguir conspirando. La gloriosa Resistencia Peronista también estuvo compuesta de estas chambonadas putschistas.
 
Por Blas García 

 
Una rebelión contra el gobierno de Frondizi
 
En la madrugada del 30 de noviembre de 1960, había estallado un movimiento revolucionario -sofocado horas después-, contra el gobierno de Frondizi. Su jefe era el general (r) Miguel Angel Iñiguez, peronista y líder del "Movimiento Revolucionario Nacional".
 
La rebelión se había manifestado en Rosario de Santa Fe y en Tartagal. En Rosario, la sedición comenzó minutos después de la una de la mañana. Un cable decía: "Un grupo armado de más de cuarenta civiles y militares retirados, coparon la guardia del Regimiento 11 de Infantería "General Las Heras". Dominaron inicialmente el regimiento pero fueron rechazados al llegar refuerzos de Gendarmería y otras guarniciones. La lucha duró cuatro horas y dejó un saldo de cuatro militares muertos y más de treinta prisioneros. En nuestra provincia, el epicentro fue Tartagal. Las acciones comenzaron a la cinco de la mañana, cuando el teniente coronel (r) Eduardo Escude tomó la Municipalidad y estableció allí el "Comando Revolucionario del Norte".
 
Luego, convocó al mayor Miguel Angel Bacigaluppi, oficial del Batallón de Monte, para solicitar su adhesión. Horas después, el jefe de la V División de Ejército (Salta), coronel Enrique Sánchez Almeyra, ordenaba la inmediata represión.
 
Y mientras Escude intentaba operar sobre oficiales del ejército y de gendarmería, un grupo de civiles liderado por el ex diputado peronista Tomás Ryan, sucesivamente iba copando el Batallón de Escuela, la comisaría, la estación del ferrocarril, el aeropuerto, y las dos sucursales bancarias de la ciudad.
 
En el apuro, se olvidó la central telefónica, pero el error fue enmendado a media mañana por Tomás Ryan y un policía uniformado. A media mañana, los círculos políticos de Tartagal estaban en estado de ebullición.
 
Ante la aparente pasividad o tolerancia de los oficiales del Batallón de Escuela, el intendente municipal Aníbal Justo Nazar y el presidente del Concejo Deliberante Juan Ángel, se apersonaron en el regimiento y pidieron que se reprima a los alzados.
 
Finalmente a las diez y media de la mañana, cuando el ejército recibió la orden de actuar, en la puerta del Batallón detuvieron a Tomás Ryan y a Clemente Avila. Más tarde apresaron al jefe revolucionario, teniente coronel (r) Escude.
 
Y finalmente, cuando fueron por la recuperación de los organismos públicos, los rebeldes se echaron al monte en los jeep incautados a YPF y la policía. A las once, cayó el último bastión rebelde: la comisaría de Tartagal que permanecía a cargo del mayor (r) Schmit. Una hora después, todo había concluido y los organismos recuperados comenzaban a normalizarse.
 
Tras los fugados por la tarde, comenzó la búsqueda da de los fugitivos. Con aviones afectados al ejército se sobrevoló la zona boscosa pero parecía que el monte se los había tragado. A la noche, el saldo de detenidos era muy pobre.
 
En el Batallón Monte sólo estaban Escude, Ryan y Clemente Avila, pero se rumoreaba que en Pocitos habían sido detenidos varios cuando intentaban pasar a Bolivia. Al final, llegó un comunicado del ejército: "Reina absoluta calma en todas las guarniciones de Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, Jujuy y Salta". Lo firmaba el general Sánchez Almeyra.
 
Y aunque a nivel nacional se trató de minimizar los hechos, el dos de diciembre a la noche el presidente Frondizi habló por Radio Nacional para referirse a la "sedición de Iñiguez". Exaltó la lealtad de los militares para con la Constitución y la ley (dos años después lo echaron); condenó al peronismo (dos años antes lo había hecho presidente); y advirtió: "La revolución del 55 es irrevocable...".
 
Más detenidos días después, las detenciones y los allanamientos se multiplicaron y el 6 de diciembre había doscientos detenidos en todo el país.
 
En un bolsillo del coronel Julio Barredo, muerto en la toma del regimiento de Rosario, se encontró esta proclama: "El Primer Ejército de la Reconquista y la Liberación Argentina, inicia su marcha en esta histórica ciudad de Rosario de Santa Fe. Convoca su comando a todos los ciudadanos a terminar con el actual indigno desgobierno.¡Viva la Patria!". Rosario, 29 de noviembre de 1960.
 
Fuente: Diario El Tribuno
 

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Como cada 9 de Julio reivindicamos la lucha de las masas populares contra la permanente agresión política, económica y cultural neocolonial e imperialista, que busca disolver la identidad nacional y condenar a nuestra Patria a la condición de colonia dependiente como factoría de las metrópolis imperiales, mera proveedora de materias primas y alimentos baratos. 

El 09 de julio de 1816, el histórico Congreso, reunido en Tucumán, declara la independencia de las Provincias Unidas del Sur, que así rompe los lazos de dependencia con España y proclama la existencia de una nueva nación, libre e independiente. Lo hacía cuando la Santa Alianza, de Austria, Rusia y Prusia, promovía en Europa la restauración monárquica y combatía los movimientos liberales y democráticos.

Es el momento culminante de la gesta revolucionaria iniciada en 1810 y se realizó en Tucumán por el creciente malestar de los pueblos del interior contra Buenos Aires. Desde la supresión de la Junta Grande por el Primer Triunvirato en 1811 y hasta el Directorio de Carlos María de Alvear, la elite porteña había impuesto sus criterios centralistas, desconociendo el sentimiento federal de la mayoría del interior. La independencia, que se proclama en la sesión presidida por el sanjuanino Francisco Narciso de Laprida, es el fundamento a partir del cual José de San Martín impulsará la campaña para liberar Chile y luego Perú, consolidando la independencia argentina.

Las masas populares, con sus lanzas y su fuerte sentimiento de libertad, construyeron la Patria independiente con San Martín, las montoneras bravías del interior que nos legaron el federalismo, los ciudadanos revolucionarios de don Hipólito Irigoyen que cimentaron la democracia del Pueblo y las multitudes obreras movilizadas por Juan Perón que combatieron por la Justicia Social.
 
Invariablemente, la alternativa histórica fue siempre: independencia económica o subdesarrollo y miseria, e implica optar entre aceptar resignadamente la dependencia del país al FMI o luchar por la Liberación, por una Nación Justa, Libre y Soberana.
 
Tomamos el valiente ejemplo de San Martín que, para la Declaración de la Independencia, se impuso militarmente a los españoles y políticamente a aquellos sectores vinculados a la elite porteña que ya estaban negociando, tanto con el Imperio español como con el Reino Unido de Gran Bretaña, una nueva dependencia.
 
La nuestra es una historia de caudillos y masas populares. Los líderes pesaron profundo en los procesos. En 1816, San Martín, Belgrano, Güemes, Pueyrredón, Artigas, Juana Azurduy... Y la participación de las masas populares es una herencia del período independentista revolucionario, por la importancia que tempranamente tuvo la movilización popular, política y militar, en nuestra historia, desde la formación de las milicias urbanas para derrotar a los invasores británicos, y la voluntad del Pueblo que jugó un papel sin precedentes en la destitución de un virrey y el nombramiento de su sucesor.
 
Como decía don Arturo Jauretche"La historia es la política del pasado y la política es la historia del presente". Hoy, como siempre, peleamos por nuestra única, verdadera e irrenunciable independencia, evidenciando el aparato de colonización mental montada por los países centrales y sus operadores internos, como el macrismo y el mileismo, para perpetuar la dependencia.
 
Gustavo Rearte, fundador y líder de la JP, héroe de la Resistencia Peronista
Escribe: Blas García 

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