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Internacionales - 09-03-2012 / 12:03
EFEMÉRIDES POPULARES. EL JUEVES 9 DE MARZO DE 1916, EL GENERAL FRANCISCO VILLA CRUZÓ LA FRONTERA DE ESTADOS UNIDOS AL FRENTE DE QUINIENTOS HOMBRES

Pancho Villa y el día que América Latina invadió EEUU

Pancho Villa y el día que América Latina invadió EEUU
Antes del amanecer del jueves 9 de marzo de 1916, el general Francisco Villa cruzó la frontera de Estados Unidos al frente de quinientos hombres a caballo.
El 9 de marzo de 1916 el general campesino Francisco "Pancho" Villa, el Jefe Guerrillero de la Revolución Popular Mexicana, tuvo un atrevimiento que nadie más ha imitado: invadió el territorio de los Estados Unidos de América.
 
Fue una batida efectuada con unos cuantos de sus hombres, aquellos legendarios "Centauros del Norte". Pero, a pesar de haber dejado unos diez enemigos muertos, logró regresar a territorio nacional sin sufrir las represalias que el gobierno del otro lado de la frontera intento aplicarle.
 
Triple osadía del compañero Pancho Villa: atacar a los yanquis, allanar su territorio y regresar vivito y coleando, para contarlo.

 
La Opinión Popular

Antes del amanecer del jueves 9 de marzo de 1916, el general Francisco Villa cruzó la frontera de Estados Unidos al frente de quinientos hombres a caballo.
 
Los revolucionarios atacaron el poblado de Columbus, en Nuevo México, de trescientos cincuenta habitantes y custodiado por tropas del ejército norteamericano.
 
Entraron al galope y a los tiros por Broadway, la calle principal de tierra. Una bala detuvo el reloj del campanario a las 4:11 horas de la mañana.
 
Después de dos horas de combate huyeron, dejando un saldo de víctimas desfavorable, en que murieron más atacantes (67) que atacados (17).
 
La operación era una represalia.
 
Poco antes, una pandilla de norteamericanos del lugar había decidido "despiojar" a un grupo de trabajadores mejicanos. Les arrojaron combustible y los quemaron vivos.
 
Durante varios días exhibieron los cuerpos calcinados en las calles del pueblo. Existen fotografías de archivo que muestran los cadáveres.
 
Hacía más de cien años que una fuerza extranjera no invadía la Unión Americana. De 1777 a 1783 los colonos combatieron a los ocupantes británicos en la guerra de la independencia.
 
De 1812 a 1815 ambas fuerzas se enfrentaron nuevamente, esta vez por la frustrada conquista del vecino Canadá.
 
El verdadero nombre de Villa era Doroteo Arango.
 
Desde joven se le conocía por su destreza con los caballos, las armas y las mujeres. A los 16 años de edad se había convertido en prófugo de la ley por matar a un hombre que abusó de una de sus hermanas.
 
El presidente Woodrow Wilson estalló de furia. Si bien la incursión a Columbus no constituyó ningún éxito militar, Pancho Villa se transformará en el enemigo público número uno, el hombre más buscado por las autoridades de Estados Unidos.
 
Una semana más tarde, doce mil soldados de infantería, caballería y marines, batallones de artillería y un escuadrón de aeroplanos al mando conjunto del general John Pershing invadieron Méjico.
 
Es la primera vez en la historia que se utilizan aeroplanos de combate.
 
El operativo se denomina "expedición punitiva". Además, ciento cincuenta mil efectivos -el mayor contingente militar desde la Guerra Civil estadounidense- se despliegan a lo largo de la frontera, desde California hasta Texas.
 
El 12 de abril se produce una escaramuza entre los invasores estadounidenses y los guerrilleros mejicanos. Villa, jefe de la famosa División del Norte, huye desplazándose continuamente por Chihuahua, cuyo territorio conoce como la palma de su mano.
 
Con una rodilla herida, mal curada e infectada, se refugia en los míseros ranchos de sus simpatizantes. Los campesinos no saben nada, no dicen una palabra, no conocen a nadie. Cuando son atados y golpeados, dan pistas falsas.
 
En varias aldeas, el tenaz Pershing descubre infinidad de tumbas -por supuesto, vacías- que dicen: "Aquí yace Pancho Villa".
 
Los invasores terminan marchando en ridículos zigzag o en extensos círculos, en un territorio árido en el que no se encuentra agua y saturados de tragar polvo.
 
En la última etapa de su huida, custodiado sólo por dos lugartenientes de confianza, "El centauro del norte" viajó en burro a la llamada cueva de Coscomate, donde se ocultó durante dos meses y se repuso de su herida.
 
La "expedición punitiva" duró casi un año, se extendió por ochocientos kilómetros cuadrados y fue un fracaso absoluto. La presencia militar extranjera incrementó el odio a los ocupantes y la admiración por Villa.
 
Su leyenda en vida fue creciendo: es un justiciero como Robin Hood, un estratega como Napoleón, un mujeriego como Don Juan. Un auténtico macho con sus atributos bien puestos.
 
En febrero de 1917, el general Pershing regresó a su país con la cabeza baja. Tras él, una larga columna de soldados desmoralizados: los de caballería hartos de cabalgar; los de infantería agotados de marchar a pie.
 
Dos jóvenes tenientes egresados de West Point recibieron su pobre bautismo de fuego contra un enemigo invisible: George Patton y Dwight Eisenhower, quienes ganarían fama en la Segunda Guerra Mundial. Eisenhower llegará a ser presidente de los Estados Unidos.
 
La invasión a Méjico fue la última acción de la caballería del ejército estadounidense.
 
"Vinieron como águilas y se van como gallinas", dicen que dijo Villa, observándolos desde la cumbre de un cerro.
 
El propio Pershing reconoció años más tarde: "Cuando se escriba la verdadera historia de esta expedición, no será un capítulo muy alentador para nuestros estudiantes".
 
Gentileza de El Faro del Fin del Mundo eva.troxler@gmail.com
 
Fuente: Nac&Pop

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"¡Si son terroristas, fusílenlos!". La orden de eliminar a decenas de hombres, mayoritariamente jóvenes, cuando ya habrían sido reducidos, en los morros de Rio de Janeiro, parece haber sido impartida desde lo alto del poder. A los 64 muertos el martes en un operativo policial se sumaron otros 68. Con los cuerpos recuperados ayer, el número de muertos por la masacre perpetrada por la policía racista del gobernador ultra derechista Cláudio Castro ha llegado a 132. Estas cifras ya son más altas que las de la Masacre de Carandiru, y todavía hay informes de personas desaparecidas. Fue la peor matanza policial de la historia en la guerra contra el narco.

Los cuerpos de esas más de 60 víctimas fatales fueron encontrados por vecinos durante la madrugada de este miércoles en un área de floresta llamada Mata da Vacaria, un laberinto verde por donde los presuntos miembros del cártel Comando Vermelho intentaban darse a la fuga. Uno de los encargados del traslado de los cadáveres hasta la zona urbanizada de las favelas del Complexo da Penha, fue Raul Santiago. "En 36 años de favela, pasando por varias matanzas, nunca ví nada parecido a lo que estoy viendo hoy. Brutal. Esto es algo nuevo".

Según moradores que hablaron sin dar sus nombres al diario O Globo, algunos cuerpos tenían perforaciones de bala en la nuca, varios estaban con las manos amarradas. Signos de que fueron eliminados sin presentar resistencia. Cubiertos con mantas o lonas improvisadas, los cadáveres fueron depositados uno al lado del otro, en la Plaza San Lucas, de la favela Complexo da Penha. Allí también había muertos del Complexo do Alemão, donde están las otras comunidades atacadas por la Policía Militar. Junto a los cuerpos decenas de vecinos iban del desconsuelo a la indignación.

Las imágenes de ese velorio colectivo realizado en la mañana de este miércoles, se instaló en los canales de noticias locales, y después en los globales, que un día antes habían dedicado amplio espacio al Megaoperativo Contención, llevado a cabo por 2500 mil policías. El número de muertos el martes fue sesenta y cuatro mientras que los fallecidos en una supuesta, aún no confirmada, ejecución sumaria, en las primeras horas del miércoles, ascendió a sesenta y ocho según la Auditoría Pública. Dando un total de ciento treinta y dos. Para el gobierno de Rio de Janeiro, gestionado por Claudio Castro, el número de muertos entre martes y miércoles llegó a ciento diecinueve.

Castro, marioneta al servicio de los intereses del ex presidente, Jair Bolsonaro, y su clan familiar, declaró que el operativo más sangriento de la historia en las comunidades del norte carioca fue "un éxito", y sólo lamentaba la muerte de "cuatro" víctimas: los policías fallecidos en los tiroteos con el Comando Vermelho. Las expresiones del gobernador bolsonarista fueron repudiadas por organismos de derechos humanos y la bancada de diputados del PT, que lo indicó como uno de los culpables de la "masacre".

Este caso de violencia extrema en los morros coincide con el discurso bolsonarista sobre el combate al narcoterrorismo. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) afirmó estar horrorizada por los hechos. "Esta operación mortal refuerza la tendencia de consecuencias letales extremas de las operaciones policiales en las comunidades marginadas de Brasil", indicó en una publicación en redes sociales la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, encabezada por Volker Turk.

El presidente Lula llamó a "combatir el crimen organizado" con un trabajo coordinado "sin poner en riesgo a policías, niños y familias inocentes".

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