LA OPINIÓN POPULAR

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Nacionales
24-11-2025 / 09:11
NO HAY NINGUNA PUJA DE CARÁCTER POLÍTICO-IDEOLÓGICO Y LAS QUE HABÍA QUEDARON SALDADAS POR EL RESULTADO ELECTORAL
El gobierno de los Hermanos Milei sigue jugando solo: Los únicos daños son los auto-infligidos

Las ficciones en que se desenvuelve el Gobierno de los Hermanos Milei volvieron a quedar plasmadas con la caída del préstamo por 20 mil millones de dólares diseñado por el JP Morgan, junto con el Citigroup y el Bank of América. Decían que estaban bosquejándolo, en realidad. El ministro de Economía ensayó responder que nunca habían aludido a la probable existencia de ese empréstito. Que, por tanto, se trataba de otra de las "operaciones" dirigidas a afectar la firme marcha hacia nuestro destino de potencia mundial.
Las ficciones en que se desenvuelve el Gobierno de los Hermanos Milei volvieron a quedar plasmadas con la caída del préstamo por 20 mil millones de dólares diseñado por el JP Morgan, junto con el Citigroup y el Bank of América. Decían que estaban bosquejándolo, en realidad. El ministro de Economía ensayó responder que nunca habían aludido a la probable existencia de ese empréstito. Que, por tanto, se trataba de otra de las "operaciones" dirigidas a afectar la firme marcha hacia nuestro destino de potencia mundial.
 
Es cierto, convengamos, que las autoridades económicas jamás dieron seguridad ni información acerca de esa ayuda. Simplemente, resulta veraz porque el gobierno argentino es ajeno por completo a cualquier notificación del área. Todo, desde la asunción de Scott Bessent como ministro real, es comunicado desde Estados Unidos en formas oficiales u oficiosas. Todo.
 
Caputo Toto, quien persiste como el ícono de la timba financiera puesto en funciones de Estado, busca ahora un "repo" por mucho menos que aquella cifra. Necesita al menos 5 mil millones de dólares a fines de pagar vencimientos en enero, que corresponden a la deuda contraída por Macri.
 
Es muy probable que, apoyo de Washington mediante, consiga la plata. En esa perspectiva, los medios oficialistas prácticamente ningunearon la información y se dedicaron al nuevo título que inventó la AFA, al fin de semana largo, a los incendios en el gremio de Camioneros o a las transas en ambas Cámaras que continúan preanunciando el grave astillamiento del peronismo.
 
En estas horas, metieron otra cuña los nombramientos de Alejandra Monteoliva y Carlos Alberto Presti. La mano derechísima de Patricia Bullrich en Seguridad estaba prevista. Pero no deja de impactar que el jefe del Ejército será el primer militar en ocupar Defensa desde el regreso de la democracia, "dando por finalizada la demonización de nuestros oficiales, suboficiales y soldados", según el comunicado de la Oficina del Presidente.
 
Mientras tanto, inclusive si no quisiera estimarse la incertidumbre de mediano plazo sobre el frente financiero externo, los relevamientos de la economía "micro" son contundentes. No transcurre día sin que se acumulen cierres y quebrantos de empresas, con las pymes a la cabeza.
 
En la medición interanual, descendió marcadamente el consumo en hipermercados, mayoristas y farmacias. La actividad industrial acusa lo mismo. La suba en el precio de los alimentos, con carne y frescos en primer lugar, explican un tercio del Índice de Precios al Consumidor; pero el Indec no quiere, o no consigue, que se actualice la medición. Las tarifas de servicios públicos, los alquileres, el transporte, las prepagas, determinan sumado a lo anterior el peso aplastante en la canasta familiar.
 
Si acaso no fuera suficiente con la credibilidad de esos números, que surgen de consultoras como de entes oficiales, debería bastar el semblante vacío o poco menos que exhiben los comercios, los súper, los changuitos, los lugares de entretenimiento.  No hay casi nada que no dé para abajo, salvo los indicadores "macro" que, como el superávit fiscal, el Gobierno dibuja. Pero simultáneamente, el acostumbramiento a que esto es lo que hay redunda en la estabilidad precaria, aceptada, que enfrente no tiene rival.
 
En las encuestas post-electorales, publicadas y reservadas, la coincidencia es unánime: la imagen negativa de Milei supera con amplitud a la positiva, y una mayoría de la población -alrededor del 60 por ciento- se manifiesta pesimista en cuanto al futuro económico. Esos datos no provienen de encuestólogos adversos al oficialismo. Todo lo contrario.
 

 
Es la misma percepción que dominaba antes de las elecciones, de acuerdo con el diario del lunes, reafirmada en ellas no por entusiasmo con lo vigente. La carencia de alternativa confiable, más el extorsivo "están muriéndose" y con el propio Trump al frente de la campaña, fueron claramente decisivos más allá del voto gorila tradicional.
 
En definitiva, de ser por la coyuntura, el Gobierno sigue jugando solo y todos los daños que pueden observarse a simple vista son auto-infligidos.
 
Algunos se relacionan con sus internas que, por si hiciera falta aclararlo, están atravesadas con exclusividad por disputas de cargos, áreas de influencia y negocios consecuentes (o en orden inverso, para ser rigurosos). No hay ninguna puja de carácter político-ideológico y las que haya habido, en torno a cómo acumular mejor, quedaron saldadas por el resultado electoral.
 
Otros perjuicios relativos se ligan a los escándalos de corrupción, repotenciados a través del informe de la comisión investigadora sobre el caso $Libra. El trabajo de Diputados habla de estafa, apunta directamente a Milei, denuncia encubrimiento judicial y enfoca que el Presidente habría violado los límites institucionales, al promover un activo financiero privado que terminó en presunta estafa masiva.
 
De más estaría decir que un hecho e investigación de esta naturaleza provocarían un terremoto en cualquier país de los calificados como "serios". Encima, se les añaden las revelaciones de coimas pornográficas, promovidas o toleradas desde la cima del poder, a través de la Agencia Nacional de Discapacidad.
 
¿Quién puede abrigar esperanzas de que, al cabo, un armado judicial como el argentino tome cartas técnicas y morales frente a semejantes desquicios? Ah, pero Cristina...
 
Sin embargo, ¿el interrogante es ése o, antes, debemos preguntarnos por la displicencia resignada con que la parte más representativa de "la gente" le aguanta los trapos a un Gobierno de exclusión social?
 
¿Es información lo que falta? ¿Es ganas de informarse? ¿O será que lo ausente es la dirigencia que no se caracteriza por muestras de ejemplaridad individual, incluso antes o a la par de lo programático?
 
Esta última parece una pregunta silvestre, vista desde cierta pretenciosidad analítica. ¿Sí? ¿Seguro? ¿Cuántas probabilidades hay de que pueda construirse una opción a lo existente si no es sobre la base de figuras en quienes confiar por su honestidad personal? La ideológica no alcanza. Hablamos de los gestos. De la humildad bien entendida. De las acciones que respaldan sostener con el cuero lo que se proclama con el pico. De que se impone una renovación profunda ante la necesidad colectiva de encontrar no sólo canciones nuevas, sino intérpretes que puedan ser asimilados como tales desde su imagen particular. 
 
Respecto de algo o mucho de esto escribió Nora Merlín en su contratapa de Página/12 del viernes, al indicar que viene ocurriendo una falla estructural en la representación democrática mediante el avance de derechas cada vez más radicalizadas y, algunas, ya sin pudor en sus guiños neofascistas. Su crecimiento electoral no significa que representan a la sociedad, sino que aprendieron a intervenir en su subjetividad.
 
"No ganan porque traduzcan demandas sociales, ni porque ofrezcan soluciones consistentes (agregamos: aunque "la gente" sí sienta que lo son, o que se le parecen). Ganan porque logran instalar un clima afectivo desde el miedo, la angustia y la desconfianza. La operación es conocida: construir enemigos disponibles -migrantes, kukas, comunistas, cualquiera que pueda ser señalado como amenaza- y encuadrar allí todas las frustraciones sociales. Una simplificación brutal que, aun así, rinde políticamente".
 
Merlín sintetiza que el desafío, entonces, es reconstruir un sentido común que no esté gobernado por el miedo. Reponer la confianza, reactivar los lazos, disputar el territorio de las emociones.
 
Por Eduardo Aliverti
 
Fuente: Página 12
 




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