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Sociedad e Interés General - 22-09-2022 / 10:09
22 DE SEPTIEMBRE DE 1866, EN EL MARCO DE LA GUERRA DE LA "TRIPLE INFAMIA" Y EL EXTERMINIO DEL PARAGUAY

El desastre militar del inepto Bartolomé Mitre en Curupaytí

El desastre militar del inepto Bartolomé Mitre en Curupaytí
Esta pintura de la batalla de Curupaytí muestra el desorden y el caos. El terreno inundado, pantanoso, en rampa ascendente, lleno de pozos con púas afiliadas, fusilados por la primera trinchera paraguaya y bombardeados por las baterías paraguayas que desde atrás de la trinchera y en una cota más baja se hacía invisible a los aliados. Morían de a cientos en forma inhumana, sin siquiera poder dispararle al enemigo, reculando y sólo recibiendo órdenes de avanzar, volviendo la cara al enemigo para ser fusilados a quemarropa. Entre tanto Bartolomé Mitre, sentado en el campamento, seguía mandando soldados al matadero.
El 22 de septiembre de 1866, en Paraguay -en el marco de la invasión de este país por parte de la Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay)- se libra la batalla de Curupaytí donde, en una verdadera masacre,  mueren alrededor de 9.000 argentinos y menos de 100 paraguayos.
 
La batalla tuvo inicio con el bombardeo de la flota brasileña a las fortificaciones paraguayas, seguido del avance terrestre del ejército aliado. Pero las pésimas condiciones del terreno dificultaron el ataque aliado, lo que resultó más fácil a los paraguayos defender sus posiciones. El desenlace de este enfrentamiento fue favorable al ejército paraguayo, y fue su mayor victoria en esa guerra.
 
Cuando los soldados aliados estuvieron a tiro, se ordenó disparar a la artillería paraguaya que estaba casi intacta y que causó enormes bajas a las tropas enemigas que avanzaban en formaciones muy densas y con mucho esfuerzo y lentitud debido a la zona lodosa.
 
Estas fuerzas, al superar la zona batida por la artillería debían pasar por zanjas cubiertas con espinas y estacas para llegar al campo de tiro de la infantería paraguaya atrincherada en sus posiciones. Los soldados aliados no pudieron acercarse a las trincheras enemigas, y los pocos que lograron hacerlo fueron literalmente fusilados.
 
El desastre de Curupaytí, que constituye un cabal ejemplo del fracaso de un ataque frontal sin reconocimiento previo contra una posición prácticamente inexpugnable, paralizó las operaciones de los aliados durante diez meses, terminó de hundir el ya mermado prestigio del entonces presidente argentino Bartolomé Mitre como generalísimo y reavivó especialmente en Argentina el rechazo popular a la guerra, lo cual devino en una serie de levantamientos en las provincias que hicieron forzoso retirar tropas del frente.
 
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