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Internacionales - 06-05-2021 / 19:05
RENDICIÓN INCONDICIONAL DE LA ALEMANIA NAZI

El Día de la Victoria en Europa

El Día de la Victoria en Europa
Tras el suicidio de Adolf Hitler durante la batalla de Berlín, la rendición alemana fue firmada por el coronel general Alfred Jodl después de que fuera autorizado por su sucesor, Karl Dönitz.
 
El Día de la Victoria en Europa fue el 08 de mayo de 1945, fecha en la que los Aliados de la Segunda Guerra Mundial aceptaron la rendición incondicional de la Alemania nazi.
 
Tras el suicidio de Adolf Hitler durante la batalla de Berlín, la rendición alemana fue firmada por el coronel general Alfred Jodl después de que fuera autorizado por su sucesor, Karl Dönitz. El Acta de rendición militar se firmó en el Cuartel General de Dwight D. Eisenhower, Comandante Supremo Aliado en Europa, el 07 de mayo en Reims (Francia) y el 08 de mayo el mariscal alemán Wilhelm Keitel firmó la rendición incondicional de la Wehrmacht en la sede de la Unión Soviética en Karlshorst, Berlín (Alemania).

 
La Segunda Guerra Mundial, desatada por las potencias imperialistas, y que arrastró a la Unión Soviética y a otros pueblos de Europa y de Asia, criminalmente invadidos, a una sangrienta lucha de liberación, culminó en la derrota del nazismo, la formación del campo mundial del socialismo y la lucha por su soberanía de los pueblos coloniales y dependientes. Entre 1945 y 1957 más de mil doscientos millones de seres humanos conquistaron su independencia en Asia y en África. La sangre vertida por los pueblos no fue en vano.

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Rendición de la Alemania nazi
 
El 30 de abril, antes de tomar su Walther PPK para dispararse en la cabeza, Hitler lo nombró presidente del Reich y comandante de las Fuerzas Armadas, es decir el nuevo Führer, a Karl Dönitz y le encargó el gabinete de gobierno a Goebbels.
 
Dönitz comprendió que la situación había llegado a su final, y el 7 de mayo ordenó a Jodl la firma del documento de rendición total de Alemania en todos los frentes, como pretendían los aliados y la URSS.
 
Entraría en vigor el 8 de mayo, pero los soviéticos consideraron a la firma nula, por ocurrir sin su presencia y sólo ante el comando de la SHAEF en Reims, y exigieron firmar un documento similar el 8 de mayo en Karlshorst, Berlín. Allí el encargado de rubricar el instrumento fue el general Wilhelm Keitel, del lado alemán, y el mariscal Gyorgy Zhukov, del bando soviético.
 
Finalmente el 9 de mayo, con ambos documentos firmados, Dönitz dio la orden de rendición a todas las fuerzas alemanas. Los días siguientes fueron de enorme caos y de crecientes divisiones entre los aliados victoriosos. El almirante había logrado proyectar una imagen de gobierno sólido, el único capaz de mantener la disciplina de las tropas desmovilizadas y proveer alimentos y carbón a la población civil que empezaba a brotar de las ruinas de las ciudades.
 
Hasta el mismo primer ministro británico, Winston Churchill, apoyaba esta idea, temeroso de que la hambruna provocara agitación y violencia en el país derrotado, y confiando en la voluntad afirmada por Dönitz de ejecutar a rajatabla todas las disposiciones de las potencias victoriosas para con Alemania.
 
Pero muchos en su gobierno estaban más preocupados por los efectos políticos de dar apoyo a un gobierno de jerarcas nazis, aunque no fueran los más importantes del régimen, y había una serie de acusaciones por crímenes de guerra que pronto caerían sobre Dönitz.
 
Para los soviéticos, la popularidad que había logrado el almirante en Occidente era incomprensible y desde el inicio del proceso manifestaron su negativa a aceptar la legitimidad de cualquier gobierno surgido del nazismo. Incluso insistieron en que la firma de la rendición debía hacerse con el Alto Mando Militar alemán, y no con un gobierno designado por Hitler. La rúbrica de Dönitz no podía figurar en los instrumentos, y así fue.
 
Había otras razones. Poco después de la derrota alemana Moscú organizó la llegada a su zona de ocupación en Alemania de Wilhelm Pieck y Walter Ulbricht, alemanes comunistas que habían pasado la Segunda Guerra Mundial exiliados en la URSS y que tendrían la misión de conformar un nuevo gobierno de inspiración soviética en el país, lo que llegaría a ser la República Democrática.
 
Estados Unidos, por su parte, intentó mantener el equilibrio entre las dos posturas y priorizar la salud de la alianza con los soviéticos. Luego de que una comisión de asesores políticos enviados a Flensburg concluyera que el gobierno de Dönitz no ofrecía ninguna ventaja real y aparentaba más de lo que era, Eisenhower acordó con el Mariscal Georgy Zhukov URSS que éste sería disuelto.
 
Y así, aunque el gobierno de Flensburg continuó operativo, administrando la rendición y los asuntos del país durante 23 días, el 23 de mayo las fuerzas británicas arrestaron a sus miembros.
 
Dönitz permaneció como prisionero de guerra hasta el inicio de su proceso durante los juicios de Núremberg, cuando los jerarcas nazis fueron finalmente juzgados por sus atrocidades.
 
El almirante, sin embargo, no fue acusado de participar del Holocausto ni de la matanza indiscriminada de civiles durante el conflicto. Pero sí fue procesado por violaciones al Derecho Internacional Humanitario, es decir crímenes de guerra, por ordenar el desarrollo de acciones submarinas irrestrictas (durante la cual muchos buques de carga desarmados o pertenecientes a países neutrales fueron hundidos sin previo aviso).
 
También fue acusado de beneficiarse del trabajo esclavo de 12.000 prisioneros de guerra destinados en astilleros alemanes, y de la "Orden Laconia", por la cual instruía a los buques alemanes a no rescatar a los tripulantes sobrevivientes del hundimiento de una nave enemiga, debido a la amenaza de ser ellos mismo blancos de ataques. Por todo esto Dönitz fue condenado a 10 años de prisión, una de las sentencias más polémicas de Núremberg, y liberado en 1956.
 
Estimar las muertes producidas por la Segunda Guerra Mundial, un conflicto cuyas consecuencias en todos los órdenes seguimos sintiendo en la actualidad, sigue siendo una cuestión difícil y controversial. Las proyecciones de los años de posguerra se ubican entre 50 y 60 millones de personas, en su mayoría civiles. Aunque en la actualidad se cree que el número podría estar más cerca de los 80 millones, si se contabilizan muertes provocadas por las hambrunas y enfermedades que provocó el conflicto.
 
Entre estos figuran cerca de seis millones de judíos y cinco millones de miembros de otras minorías asesinados por los nazis en una compleja red de ghettos, campos de concentración y campos de exterminio, parte de la Solución Final que habían planeado los nazis en su vorágine asesina.
 
Por Germán Padinger
 
Fuente: Infobae

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Almirante Karl Dönitz, el inesperado Führer alemán tras el suicidio de Hitler y la captura de Berlín por parte del Ejército Rojo.
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