Nacionales - 04-12-2020 / 09:12
LA COPARTICIPACIÓN Y EL DISCURSO TRAMPOSO DEL MACRISMO
El Gobierno porteño lloriquea con la billetera llena
Si Rodríguez Larreta se convierte en el candidato de la oposición en las próximas presidenciales, se lo tendría que agradecer a Macri, por el financiamiento de estos cuatro años.
El traspaso de la Policía Federal a la Metropolitana fue la excusa que encontró el gobierno anterior de Mauricio Macri para hacer un estrago en el reparto de la torta de la coparticipación que, en los hechos, significó un aumento para la CABA del 1,4 al 3,75 por ciento. Como los recursos son limitados hubo que sacarle al resto del país para llenarle la panza al gobierno porteño del PRO.
A Macri, como exjefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, le interesaba promover a su distrito y a las figuras del PRO que gestionaban la CABA. La falta de federalismo en el funcionamiento de las instituciones argentinas quedó muy expuesto por la facilidad con que una fuerza de base esencialmente porteña pudo dibujar una más que duplicación de los fondos de coparticipación para su distrito.
De hecho esos fondos han servido para promover la candidatura del jefe de Gobierno de la Ciudad como cabeza de la oposición. Gracias a esos miles de millones de pesos de más que recibió la CABA durante cuatro años, Horacio Rodríguez Larreta aparece con claridad en el panorama político como el casi seguro candidato presidenciable de la oposición. El FMI financió la campaña presidencial de Macri, y Macri se la financió a Larreta.
Cuando Macri decidió esta medida por decreto no hubo tanta polémica. Ahora que Alberto Fernández impulsa por ley una corrección del desfasaje, los grandes medios porteños como: Clarín, Infobae y La Nación, se han lanzado a una ofensiva para presionar a la Corte Suprema por los gastos de CABA y la coparticipación.
La doble vara del macrismo volvió a quedar en evidencia una vez más. Los que ayer aplaudían a rabiar el desmesurado aumento que Macri le otorgó a la CABA por decreto, hoy se enojan porque se está revisando esa medida en el Congreso Nacional. Y encima tienen el descaro de defender aquel privilegio, otorgado a sola firma por un presidente y sin pasar por el Poder Legislativo, en nombre de un supuesto federalismo.
La manipulación y el engaño están en el ADN de la derecha neoliberal. No hay más que recordar sus promesas de campaña o algunos discursos de sus máximos dirigentes para hacerse una panzada de ejemplos reveladores.
A decir verdad, Alberto podría haber apelado al mismo método que su antecesor para poner las cosas en su lugar y volver a los niveles de coparticipación que venían aplicándose desde hace décadas. Es decir, podría haber anulado un decreto con otro decreto, del mismo modo que el Congreso puede anular una ley con otra ley posterior. Cada poder del Estado tiene la autoridad constitucional para emitir o anular sus resoluciones mediante instrumentos legales de la misma jerarquía: decretos en el Ejecutivo y leyes en el Legislativo.
Sin embargo Alberto, en lugar de actuar como Macri prefirió que el tratamiento del tema tuviera lugar en el Congreso, que es el único poder del Estado en donde tienen representación todas las provincias y la Capital Federal.
De este modo no solo se diferenció en las formas, no cediendo a los arranques autoritarios de su predecesor, sino que promovió una discusión amplia con la participación de todas las jurisdicciones del país. Para la siempre oscura lógica de la derecha macrista, de esta forma se avasalló el federalismo.
La Opinión Popular
Billetera llena
En 2016, la Ciudad de Buenos Aires pasó de percibir el histórico 1,4 por ciento de la coparticipación, a 3,7. En 2018 se lo bajaron a 3,5. Mauricio le dio más del doble a la CABA, que era su distrito base, en detrimento de lo que reciben las provincias.
Lo hizo con la excusa del traspaso de la policía a la Ciudad. Es decir, por decreto le sumó 2,3 puntos del PBI al 1,4 que recibía. El cálculo de lo que cuesta esa medida no pasa ahora del 0,6 por ciento del PBI. O sea que el centralismo porteño se apropió de 1,7 puntos de la coparticipación, que le correspondían a las provincias.
Máximo Kirchner habló de coparticipación pero también de proyecto político porque señaló que la intención de Macri era promover su proyecto político. En forma indirecta lo hacía también con los dirigentes de su partido que acompañaban a Horacio Rodríguez Larreta.
De hecho esos fondos han servido para promover la candidatura del jefe de Gobierno de la Ciudad como cabeza de la oposición. Gracias a esos miles de millones de pesos de más que recibió la CABA durante cuatro años, Rodríguez Larreta aparece con claridad en el panorama político como el casi seguro candidato presidenciable de la oposición.
Es poco probable que Macri quiera disputar ese lugar. Para que Macri volviera a ser presidenciable, tendría que producirse un cataclismo que derribe a Alberto Fernández y Rodríguez Larreta. Ni aún así. Las cicatrices que dejaron sus cuatro años de gobierno en el bolsillo ciudadano están muy a la vista.
Como señala Werner Pertot en la edición de ayer de Página/12, el comunicado de Macri no menciona a Rodríguez Larreta y no aparece junto a él, sino como si fuera por una vía paralela, compitiendo con su correligionario. Si Macri no es consciente de sus límites es más peligroso todavía.
Si se parte de la hipótesis de que los reconoce, entonces su estrategia para diferenciarse del jefe de Gobierno, no es para reemplazar su candidatura, sino para recuperar el liderazgo de la oposición y controlar los movimientos de Rodríguez Larreta.
Es una movida que se corresponde más con su personalidad de dueño y patrón, y con sus posibilidades. El Fondo Monetario financió la campaña presidencial de Macri, y Macri se la financió a Rodríguez Larreta.
Macri ha sido un mal presidente para el país. Y cuando no tiene asesoramiento, es un desastre como político, porque tiene poco contacto con las necesidades concretas de la sociedad. Lo demostró en su comunicado cuando eligió criticar a los cuatro diputados cordobeses del schiaretismo que respaldaron el proyecto del oficialismo.
Supone que los cordobeses filomacristas lo prefieren a él y a CABA y desconoce el sentimiento federal extendido en las provincias, incluyendo a los cordobeses. Si pensó que con esa crítica le saca votos o simpatías al gobernador Juan Schiaretti, confirma que no entiende al país. Es al revés, con ese voto, Schiaretti ganó consenso incluso entre los filomacristas, aunque haya quebrantado los pactos que mantiene con ellos.
Si Rodríguez Larreta se convierte en el candidato de la oposición en las próximas presidenciales, se lo tendría que agradecer a Macri, por el financiamiento de estos cuatro años. Hubo carril para ómnibus (metrobus) y ciclovías y algunas obras muy visibles de autopistas. Pero casi no hubo más escuelas ni subterráneo, ni mejoras visibles en salud pública y hubo una tremenda recaudación por privatización del espacio público.
En realidad, con la más que duplicación de su coparticipación, sumado a lo que recauda el distrito más rico del país, el gobierno de CABA debería tener más para mostrar. Rodríguez Larreta tuvo cuatro años de vacas gordas en la ciudad y no es gran cosa lo que puede exhibir para tratar de hacer lucir a su gestión.
La frase de Máximo Kirchner resuena con precedentes nefastos. Cada vez que un jefe de gobierno de CABA llegó a la Casa Rosada, como Fernando de la Rúa y Mauricio Macri, los argentinos la pasaron muy mal.
Por Luis Bruschtein
Fuentes: Página12 y La Arena