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Sociedad e Interés General - 28-11-2020 / 20:11

El general Iñíguez intenta una insurrección cívico-militar contra el gobierno de Arturo Frondizi

El general Iñíguez intenta una insurrección cívico-militar contra el gobierno de Arturo Frondizi
General Miguel Ángel Iñíguez.
 
El 30 de noviembre de 1960, en Rosario y Tartagal, el general Miguel Ángel Iñíguez, un militar retirado representante genuino de la derecha peronista, al frente de la Central de Operaciones de la Resistencia (COR), inicia una insurrección cívico-militar contra el gobierno de Arturo Frondizi, que termina en un fallido intento de golpe de Estado.
 
En la primavera de ese año Iñíguez empezó a tejer un ambicioso plan insurreccional que -según su creencia- lo catapultaría en las ligas mayores de la Historia. El General encabezaría el alzamiento con el ataque a un cuartel militar de Rosario. No tenía dudas de que ello desataría una rebelión popular.
 
El ataque fue resistido por militares que -en razón del horario- combatían en calzoncillos. Los rebeldes tuvieron que rendirse. Algunos huirían por los fondos. El general Iñíguez se replegó del teatro de operaciones de un modo poco castrense: escondido en la caja de un camión de verduras. Así, regresaría a Buenos Aires para seguir conspirando. La gloriosa Resistencia Peronista también estuvo compuesta de estas chambonadas putschistas.
 
Por Blas García 



Una rebelión contra el gobierno de Frondizi 
 
En la madrugada del 30 de noviembre de 1960, había estallado un movimiento revolucionario -sofocado horas después-, contra el gobierno de Frondizi. Su jefe era el general (r) Miguel Angel Iñiguez, peronista y líder del "Movimiento Revolucionario Nacional".
 
La rebelión se había manifestado en Rosario de Santa Fe y en Tartagal. En Rosario, la sedición comenzó minutos después de la una de la mañana. Un cable decía: "Un grupo armado de más de cuarenta civiles y militares retirados, coparon la guardia del Regimiento 11 de Infantería "General Las Heras". Dominaron inicialmente el regimiento pero fueron rechazados al llegar refuerzos de Gendarmería y otras guarniciones. La lucha duró cuatro horas y dejó un saldo de cuatro militares muertos y más de treinta prisioneros. En nuestra provincia, el epicentro fue Tartagal. Las acciones comenzaron a la cinco de la mañana, cuando el teniente coronel (r) Eduardo Escude tomó la Municipalidad y estableció allí el "Comando Revolucionario del Norte".
 
Luego, convocó al mayor Miguel Angel Bacigaluppi, oficial del Batallón de Monte, para solicitar su adhesión. Horas después, el jefe de la V División de Ejército (Salta), coronel Enrique Sánchez Almeyra, ordenaba la inmediata represión.
 
Y mientras Escude intentaba operar sobre oficiales del ejército y de gendarmería, un grupo de civiles liderado por el ex diputado peronista Tomás Ryan, sucesivamente iba copando el Batallón de Escuela, la comisaría, la estación del ferrocarril, el aeropuerto, y las dos sucursales bancarias de la ciudad.
 
En el apuro, se olvidó la central telefónica, pero el error fue enmendado a media mañana por Tomás Ryan y un policía uniformado. A media mañana, los círculos políticos de Tartagal estaban en estado de ebullición.
 
Ante la aparente pasividad o tolerancia de los oficiales del Batallón de Escuela, el intendente municipal Aníbal Justo Nazar y el presidente del Concejo Deliberante Juan Ángel, se apersonaron en el regimiento y pidieron que se reprima a los alzados.
 
Finalmente a las diez y media de la mañana, cuando el ejército recibió la orden de actuar, en la puerta del Batallón detuvieron a Tomás Ryan y a Clemente Avila. Más tarde apresaron al jefe revolucionario, teniente coronel (r) Escude.
 
Y finalmente, cuando fueron por la recuperación de los organismos públicos, los rebeldes se echaron al monte en los jeep incautados a YPF y la policía. A las once, cayó el último bastión rebelde: la comisaría de Tartagal que permanecía a cargo del mayor (r) Schmit. Una hora después, todo había concluido y los organismos recuperados comenzaban a normalizarse.
 
Tras los fugados por la tarde, comenzó la búsqueda da de los fugitivos. Con aviones afectados al ejército se sobrevoló la zona boscosa pero parecía que el monte se los había tragado. A la noche, el saldo de detenidos era muy pobre.
 
En el Batallón Monte sólo estaban Escude, Ryan y Clemente Avila, pero se rumoreaba que en Pocitos habían sido detenidos varios cuando intentaban pasar a Bolivia. Al final, llegó un comunicado del ejército: "Reina absoluta calma en todas las guarniciones de Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, Jujuy y Salta". Lo firmaba el general Sánchez Almeyra.
 
Y aunque a nivel nacional se trató de minimizar los hechos, el dos de diciembre a la noche el presidente Frondizi habló por Radio Nacional para referirse a la "sedición de Iñiguez". Exaltó la lealtad de los militares para con la Constitución y la ley (dos años después lo echaron); condenó al peronismo (dos años antes lo había hecho presidente); y advirtió: "La revolución del 55 es irrevocable...".
 
Más detenidos días después, las detenciones y los allanamientos se multiplicaron y el 6 de diciembre había doscientos detenidos en todo el país.
 
En un bolsillo del coronel Julio Barredo, muerto en la toma del regimiento de Rosario, se encontró esta proclama: "El Primer Ejército de la Reconquista y la Liberación Argentina, inicia su marcha en esta histórica ciudad de Rosario de Santa Fe. Convoca su comando a todos los ciudadanos a terminar con el actual indigno desgobierno. ¡Viva la Patria!". Rosario, 29 de noviembre de 1960.
 
Fuente: Diario El Tribuno

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