La Opinión Popular
                  16:27  |  Jueves 28 de Marzo de 2013  |  Entre Ríos
El clima en Paraná
“Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores… y hacer que nuestros simpatizantes lo repitan en todo momento”. De Joseph Goebbels a Javier Milei
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Entre Ríos - 19-10-2020 / 11:10
PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL

Entre Ríos resiste mientras crecen los casos de covid-19 en otras provincias

Entre Ríos resiste mientras crecen los casos de covid-19 en otras provincias
A más de 200 días del inicio de las limitaciones relacionadas con la cuarentena, la semana que acaba de terminar fue la de mayores costos políticos para los gobernantes en 18 provincias desde que se inició la peste.
La pandemia puso, a quienes toman las decisiones en el país, en uno de los sitios más críticos de las últimas décadas. A la crisis económica heredada del macrismo, se le sumó los efectos sociales de la pandemia, en una oleada de malas nuevas. La gestión desafía todos los días a los gobernantes y los pone en la mira de la sociedad. Las medidas de distinto tipo que se toman -y las que no- impactan de manera directa en la población.
 
A más de 200 días del inicio de las limitaciones relacionadas con la cuarentena, la semana que acaba de terminar fue la de mayores costos políticos para los gobernantes en 18 provincias desde que se inició la peste. Todos los mandatarios dijeron respaldar las nuevas restricciones anunciadas por el presidente Alberto Fernández, pero esa adhesión plena no se registró en la práctica.
 
Y es interesante cotejar la gestión sanitaria del gobierno de Gustavo Bordet en nuestra provincia con las que se puede comparar: Santa Fe, Córdoba y Mendoza. Para saber cómo estamos. La Provincia de Entre Ríos tiene una tasa de contagios de cerca de 625 entrerrianos por cada 100 mil. Para los optimistas, la cifra provincial no es tan desesperante teniendo en cuenta que en el país, la tasa de contagiados alcanza a 1.900 enfermos cada 100 mil habitantes.
 
La Córdoba de Juan Schiaretti, ayer registraba cerca de 1.600 casos cada 100 mil habitantes, fue una de las pocas provincias que siguieron al pie de la letra las nuevas limitaciones en departamentos que incluyen a la Capital. En las zonas afectadas se impidió al extremo la actividad de bares, restaurantes, gimnasios y academias, además de mantener vedada la circulación nocturna y dejar claro que no habrá regreso a las escuelas este año.
 
En Mendoza, donde son más de 1.800 los contagiados cada 100 mil habitantes y el sistema sanitario del centro de la provincia muestra niveles alarmantes de ocupación, el gobernador radical opositor Rodolfo Suárez salió a desafiar al Gobierno nacional y a advertir que no cambiaría nada para los mendocinos.
 
Desde Córdoba, los opositores aplaudieron, al tiempo en que el sector que equipara toda restricción sanitaria a una supuesta vulneración de libertades individuales exigía que Schiaretti se sumara a esa rebelión mendocina.
 
En ambas provincias se observan actitudes esquizofrénicas. En Córdoba se registraron casos de manifestantes que salieron del último banderazo opositor para luego ponerse en la cola de los hisopados. Suárez anunció que no acataría las medidas nacionales de cuidado y el mismo día pidió 40 respiradores más al Ministro de Salud, Ginés González García, que se los envió.
 
En Santa Fe -donde el número de contagiados cada 100 mil habitantes supera los 2.100-, funcionan los bares y restaurantes, y desde la semana próxima volverán a la escuela los chicos de varios departamentos del norte provincial. En la provincia de Omar Perotti, la ocupación de camas críticas es incluso mayor que en Córdoba.
 
La convicción de que, a esta pelea, le faltan los episodios decisivos y la evidencia de que muchas verdades fueron cambiando con el avance del covid es lo que llevó a Bordet a implementar medidas acertadas.
 
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Se agranda la brecha política
 
El contraste con los actos que hizo la derecha opositora desde el comienzo de la pandemia no sólo se puso en evidencia en las cantidades. Mientras el tono en las declaraciones de los manifestantes de Juntos por el Cambio fue de un antiperonismo acérrimo, violento. En las caravanas peronistas no predominaban los gritos contra sus adversarios políticos, sino los de respaldo a Cristina y al presidente Alberto.
 
Por sus costados positivos, el justicialismo origina una oleada de odio gorila que parece casi homicida. Es gente antiperonista que en su casa es incapaz de matar una mosca, pero en cada banderazo sale al Obelisco dispuesta a asesinar a Cristina, si se la cruzara. Sabe que será un héroe para muchas tapas de Clarín y notas de TN. Cree que muchos jueces y camaristas lo absolverían a causa de emoción violenta.
 
Las redes sociales volvieron a convertirse en la cloaca en la cual antiperonistas vomitan su odio para obstruir la semana que cerró con una novedosa muestra de intolerancia política: un masivo ciberataque derribó los servidores de 75octubres.ar, mientras cientos de miles de compañeros intentaban ingresar para participar del acto. Hasta entonces, 7 millones habían visitado el sitio.
 
Frente a una manifestación pacífica y ciudadana, en la que no hubo escraches, no hubo odio, no hubo insultos ni agresiones a periodistas; en contrapartida, el sitio web que se había programado para intervenir en el acto de manera virtual fue atacado por cuarenta servidores que enviaron millones de interferencias al mismo tiempo hasta sacarlo de servicio.
 
Haciendo gala de disponibilidad de recursos y de mucho tiempo ocioso, un grupo organizado de cibergorilas logró bloquear por algún tiempo la plataforma que convocó a la movilización peronista, dando al odio político una nueva forma de expresarse en Argentina. Una lección: el adversario, o el enemigo, juegan y son muy duros. Ni da para indignarse por lo del 17: incurren en conductas mucho peores que el hackeo.
 
La fiesta virtual se diluyó pero la militancia disfrutó y activó a través de las redes sociales. Una parte salió en una importante caravana y celebró su pertenencia. Se dio manija, fortaleció la autoestima. El peronismo concretó una primera salida, festiva y no violenta, que fue in crescendo durante todo el día. Con el ensayo general del 17 a la vista nadie duda de que el peronismo congregue multitudes presenciales cuando las circunstancias lo permitan.
 

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Voltearon la web pero no pudieron con el 17 motorizado
 
Los peronistas estaban con ganas de expresarse. Reprimidos por la responsabilidad de la cuarentena; la ofensiva destituyente del macrismo gurka y los grandes medios porteños, los escraches en la casa de Cristina y el relato de una derecha que otra vez mostraba que se siente dueña del país, de la república y la democracia.
 
Fue como si se abrieran las compuertas del enorme dique de la epidemia. Decenas de miles de personas, cientos de miles que inundaron en camiones, colectivos, a pie y en automóviles, en utilitarios y chatas en larguísimas caravanas que circularon por las ciudades del país en una nueva edición del 17 de octubre.
 
Las movilizaciones autoconvocadas por Mauricio Macri y Patricia Bullrich han tenido un efecto paradojal. Se atrevieron a entrar en la jaula a tirarle la cola al león, este se despertó y rugió, con una impresionante convocatoria. La respuesta puso las cosas en su lugar y redimensionó la fuerza relativa de convocatoria de cada uno.
 
Se disipó la interesada fantasía de un Gobierno dividido o aislado de sus bases. Se terminó la ficción de que una minoría intensa es la expresión mayoritaria del pueblo argentino. Intentarán mantener la fábula si la interpretación de los hechos corre por cuenta de la gran prensa, volcada con entusiasmo a la operación de acoso contra un gobierno al que los poderes fácticos consideran irrecuperable.
 
El 17 es una fecha que se reinventa para resurgir a través del tiempo en la voz del pueblo, enorme gesta en la que el viejo grito de "¡Viva Perón!" atravesó 75 años de historia, se resignificó y resonó en los oídos de todo el país, de oficialistas y opositores.
 
El mensaje de respaldo masivo al gobierno y de advertencia a las ilusiones destituyentes fue alto y sereno. Además, la claridad política de quienes se prestaron a responder preguntas periodísticas y la alegría general, tan distinta del clima de los banderazos de la oposición y sus argumentos incoherentes.
 
Si la derecha creyó en algún momento el relato de crisis y desastre del gobierno que fue tejiendo en los últimos meses, ayer se dio un portazo en la nariz. La ciudad de Buenos Aires, el Conurbano y otras ciudades del país fueron el escenario de un enorme espectáculo de ejercicio democrático de las mayorías que votaron a este gobierno.
 
El Presidente que habló en la CGT no era el mismo que el del viernes. Habló impulsado por la inmensa marea que desbordó la ciudad de Buenos Aires y las principales ciudades del país para respaldarlo en medio de la epidemia, en medio de una fuerte ofensiva de los medios opositores, en medio de una campaña de la oposición de derecha, y tras una seguidilla de pequeños actos para esmerilar su gobierno.
 

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El 17, Bordet llamó a consolidar el Frente de Todos
 
Gustavo Bordet celebró el 75 aniversario de la jornada del 17 de octubre de 1945 con Alberto en el salón Felipe Vallese de la CGT y llamó a convertir este homenaje en "una oportunidad para consolidar la unión del Frente de Todos".
 
"Hoy, cuando cumplimos 75 años de aquel histórico 17 de octubre de 1945, debemos hacer de esta fecha una oportunidad para consolidar la unión del Frente de Todos", afirmó el también presidente del Partido Justicialista de Entre Ríos.
 
"Que el recuerdo imborrable del pueblo argentino movilizándose por Perón en 1945 sea el punto de unión para cuidar el futuro de nuestra Nación", continuó el mandatario en sus redes sociales.
 

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Ni el coronavirus ni la economía dan tregua
 
Ni el coronavirus ni la economía dan tregua a los argentinos, tampoco el crecimiento de la pobreza y el desempleo. La cantidad de contagios diarios aumenta y algunos especialistas pronostican un rebrote en marzo.
 
Ninguna de las medidas dispuestas por el ministro Martín Guzmán resulta suficiente para reducir la brecha cambiaria y el incremento del gasto público que demandó la gestión de la pandemia genera expectativas de alta inflación. Nada de eso resulta impedimento para que la mayoría de la dirigencia política consagre buena parte de su tiempo y sus energías al arte tan argentino de la polémica.
 
El contexto no le da al presidente Alberto Fernández motivos para festejar. Su último gran logro de gestión, el acuerdo con los bonistas bajo jurisdicción extranjera, no tuvo el efecto dinamizador que se esperaba y comienza a quedar demasiado lejos en el tiempo. Entonces apela a que con Macri estaríamos peor, lo volvió a hacer durante el acto por el Día de la Lealtad: "menos mal que el peronismo está gobernando en este momento", expresó aliviado.

 

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Macri salió de su ostracismo 

Para su fortuna, Mauricio Macri salió de su ostracismo mediático y pareció darle la razón. En un intento bastante evidente por recuperar el liderazgo de la oposición frente al crecimiento de figuras como el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, o el camaleónico Martín Lousteau, Macri dio una serie de entrevistas, a periodistas complacientes, en los que intentó repartir culpas por los fracasos de su gestión y alimentar las internas dentro de su propio partido.
 
Se lamentó de haber delegado la negociación política en manos del ala "filo peronista" de la coalición que lo llevó al poder -el dardo fue para Rogelio Frigerio y Emilio Monzó- e insólitamente cargó la responsabilidad por el endeudamiento récord de su gobierno al Congreso "con mayoría kirchnerista".
 
"El déficit, ¿quién lo genera? Lo genera el presupuesto. Como dice Lacunza: padre déficit, hijo deuda. ¿Y el presupuesto quién lo aprueba? El Congreso de la Nación. ¿Y quién tenía una mayoría donde todos los años de mi Gobierno, por primera vez en la historia? El peronismo. El kirchnerismo, no el peronismo. Y siempre aprobó presupuestos que no tenían recursos suficientes. Entonces no tenía alternativa que ir y tomar deuda", declaró textualmente Macri en el diálogo que sostuvo con el periodista ultra macrista Joaquín Morales Solá, dejando en claro que la autocrítica no es su fuerte.
 
A pesar que el kirchnerismo, o sea el FpV, no votó ninguno de los presupuestos de Macri, siguiendo al pie de la letra el dogma gorila según el cual la culpa de absolutamente todo lo malo que le pasó al país en los últimos 75 años es del peronismo, el ex mandatario culpó por los resultados de su gestión a funcionarios "filo peronistas" de su gobierno y a los representantes de la oposición en el Congreso, también peronistas.
 
Además, en todo su raid mediático, Macri se ocupó de pronosticar que en 2023 Juntos por el Cambio volvería a ser gobierno, como si las próximas elecciones presidenciales fueran tema prioritario en la Argentina actual.
 

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Unidos, pero no tanto
 
Hace tiempo que la disyuntiva entre priorizar la salud o la economía -o bien atacarlas en conjunto- abandonó como tema la mesa de discusiones de la dirigencia política local, tanto oficialista como opositora, la que analiza su supervivencia en función de intereses partidarios o sectoriales, unos teniendo las riendas de la gestión de gobierno y otros cuestionando desde la vereda de enfrente.
 
Es una realidad subterránea que ruboriza confesarla por cuestiones de corrección política. La crisis pone a prueba la imaginación política; a aquellos para preocuparse por el futuro y a otros para seguir manteniendo el debate entre los que privilegian la atención de la salud y los que apuntan a atacar las secuelas económicas.
 
En el círculo que nuclea a los que tienen responsabilidades de conducción en ambos bandos dejó de inquietar la pandemia por sus efectos sanitarios y económicos y pasó preocupar por sus secuelas político electorales de cara a los comicios del año que viene, a unos por las desventajas que puede implicarles y a otros por eventuales réditos políticos. Cruel, pero cierto.
 
Esto ocurre por el hartazgo social surgido del encierro, o de las pérdidas económicas a toda escala, que determinan que los opositores salgan a buscar a los culpables de las desgracias, que empiecen a señalar errores a los responsables de gestionar la crisis y que refieran los padecimientos que les provocaron decisiones del Gobierno, o la ausencia de ellas.
 
Planteos surgidos a la luz del descontento tendrán la correspondiente via de desahogo democrático en las urnas el año que viene. Allí la ciudadanía opinara, premiará o castigará, tendrá la ocasión de reconvenir con su voto a los que gestionan la cosa pública. Hay que respetar al soberano. En 2019 se abofeteó al macrismo. Es lo que asusta a los que están gobernando y lo que quieren aprovechar los adversarios.
 

El zoom del 17 viene asomando
 
¿Mucho o poco tiempo?
 
En este marco, en apariencia insensible en términos del drama social que se vive, cabe observar lo que mucho de los que conducen han considerado seriamente en las últimas semanas: que en tan sólo ocho meses, tal vez en junio, deberán presentar las listas de precandidatos para las primarias abiertas simultáneas y obligatorias, un poco más de plazo que los días del aislamiento que corren desde el 20 de marzo.
 
Mucho tiempo para atrás si se considera el cansancio ciudadano, pero demasiado poco hacia adelante para los políticos que miran nerviosos el calendario electoral, porque los obliga a ponerse en guardia ya que saldrán a exponerse. Para aquellos que hacen foco en las perspectivas sectoriales los comicios están ahí nomás, a la vuelta de la esquina.
 
 
Las PASO están programadas para el 8 de agosto y las elecciones generales para el 24 de octubre. Esas fechas para los avezados en materia electoral significan que deben tener armados a más tardar en mayo los frentes, las coaliciones y alianzas.
 
O sea que tienen unos escasos siete meses para sellar acuerdos o bien para confirmar distanciamientos para disputar un partido en el que no sólo se ponen en juego bancas de diputados nacionales, sino el futuro político de muchos referentes.
 
Esa votación intermedia reflejará quiénes salieron mejor y peor parados de cara al 2023, será un trampolín para unos y un tobogán enjabonado hacia el infierno para otros. Vale para oficialistas y los opositores que vienen cavilando silenciosamente en el prolongado encierro que deben hacer o que les conviene encarar para salir airosos en la elección de medio término. O lo menos dañados.
 

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Seguir unidos o dividirse
 
Si bien la respuesta es simple: seguir unidos o dividirse; los que serán protagonistas especulan sobre cómo puede ser la resolución de los conflictos internos, si a través de trabajosos acuerdos para garantizar la unidad o de problemáticos distanciamientos para dar pelea separados.
 
Cada especulación exigirá estrategias diferenciadas, para antes y después de los desenlaces, tanto para un lado como para el otro, en virtud de sus situaciones particulares: el oficialismo peronista con varios actores y con intereses distintos en el plano nacional y provincial y la oposición, con muchos referentes partidarios de peso jugando en Juntos por el Cambio.
 
En Entre Ríos, Cambiemos local tiene a varias organizaciones en su composición, heterogénea por cierto: UCR, PRO, Coalición Cívica y el sector filo peronista de Juan Zacarías, aspecto que obliga al análisis. Porque si de desafíos se trata, la alianza tiene uno significativo por delante: mantenerse unida.
 
En la vereda opositora, el abanico de ofertas es amplio. No sólo hay que considerar al PRO y la UCR, en aras del posible armado de un polo opositor-, sino también la posibilidad de que el ex intendente Sergio Varisco resuelva finalmente salir a la cancha con su propia estructura territorial. ¿Habrá dispersión de votos?
 
Más aún si finalmente se suspenden las PASO, por los intereses internos en pugna que pueden estallar si no hay una decisión firme de avanzar juntos a cualquier costo. Al margen, para que no haya primarias hay mil excusas, desde la pandemia pasando por los costos, algo que durante la gestión anterior se supo mencionar para justificar que eran innecesarias. Esto le conviene al PJ.
 
¿Querrá la dirigencia de la UCR seguir siendo furgón de cola del PRO? Un primer misterio político a develar, porque la respuesta, por si o por no, incidirá en el tablero opositor, ya sea en su fortaleza o en su debilitamiento.
 
En la Capital Federal no hay dudas sobre quién manda, el PRO allí tiene tres referentes que también pueden tensar su relación en función de sus ambiciones: Macri, Rodríguez Larreta y Bullrich. En el resto del país la UCR hace gala de sus bastiones territoriales, de presentar sus candidatos y hasta de armar listas propias.
 
¿Querrá dirimir las candidaturas legislativas compitiéndole al PRO la hegemonía en la alianza? Es una forma de seguir unidos para una mejor performance electoral, de resolver sus diferencias internas. O sea una suerte de "pejotización", ya que repetiría la ecuación tradicional del PJ cuando ejerce el poder: que dirime en una contienda sus conflictos internos para determinar quién debe conducir el espacio.
 
La primaria le ofrece al radicalismo la chance de superar la etapa macrista y de ponerse al frente de la alianza opositora para ungir un candidato presidencial surgido de sus entrañas dentro de tres años. Hoy sólo se habla de dirigentes del PRO, los presidenciables del partido de Alem no se mencionan, en una suerte de preeminencia de los capitalinos por sobre los hombres del interior de la UCR.
 
La presentación de las listas de postulantes ocurriría en tan sólo 210 días, les quedan 32 semanas para resolver en qué condiciones saldrá a jugar la coalición opositora, si debilitada o fortalecida.
 

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Perón ya lo dijo
 
El peronismo, vaya por caso, reveló cuál será su estrategia de cara al año electoral para defender su gestión en las urnas: con unidad. Como lo recomienda la marchita. El festejo por el Día de la Lealtad sirvió para señalar que el único camino de superar el obstáculo comicial es repetir la receta de 2019.
 
O sea, juntar de nuevo a todas las expresiones peronistas dispersas, desde la izquierda a la derecha, las que se desconfiaban entre sí y que superaron sus diferencias para armar un frente exitoso. Alberto Fernández recordó a Perón para despejar las dudas sobre lo que tiene que hacerse: "nos dijo únanse".
 
En la sede de la CGT pudo verse al armado del Frente de todos. La imagen de unidad dijo presente. Entre los asistentes estuvo el gobernador, Gustavo Bordet. Ellos también, el año que viene, deberán mantenerse unidos y postergar diferencias porque su gestión también será plebiscitada. Como se dice: no habrá 2023 sin un buen 2021. Después de los mensajes del 17 no pueden hacer otra cosa. O sea, en ambos lados deben apostar a la unidad para hacerse fuertes frente al contrincante.
 
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La caravana por el Día de la Lealtad, que se realizó este sábado en Paraná, en consonancia con lo dispuesto a nivel nacional por el gremio que lideran Hugo y Pablo Moyano, partió desde la Plaza Mujeres Entrerrianas y culminó en avenida Ramírez y calle Laurencena en el monumento que recuerda a Juan Perón.
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El 12 de octubre, manifestantes se congregaron en la Plaza de Mayo de Concordia para mostrar su inconformidad contra el gobierno de Alberto Fernández. Un grupo enardecido de los presentes atacó verbalmente al reportero gráfico Nacho Rollano: lo acusaron de ser "infiltrado" y de "trabajar para el Gobierno".
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