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“Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores… y hacer que nuestros simpatizantes lo repitan en todo momento”. De Joseph Goebbels a Javier Milei
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Entre Ríos - 20-08-2019 / 12:08
PANORAMA POLÍTICO PROVINCIAL

La campaña de Macri es bancada por las provincias

La campaña de Macri es bancada por las provincias
En la Casa Gris no lo podían creer. El paquete de medidas que lanzó Mauricio Macri para "ponerle plata en el bolsillo a la gente", intentando revertir la catastrófica derrota electoral del macrismo, sigue todas y cada una de las recetas K que tanto cuestionaron. Para colmo, el Presidente apeló a que, la mayor parte de la plata que se reparta para su candidatura, la pongan las provincias.
En la Casa Gris no lo podían creer. El paquete de medidas que lanzó Mauricio Macri para "ponerle plata en el bolsillo a la gente", intentando revertir la catastrófica derrota electoral del macrismo, sigue todas y cada una de las recetas K que tanto cuestionaron. Para colmo, el Presidente apeló a que, la mayor parte de la plata que se reparta para su candidatura, la pongan las provincias.
 
La primera parte de la campaña, la aguantó el FMI con el préstamo de u$ss 50.000 millones y la actual etapa la bancarán los distritos federales. El costo fiscal del paquete de emergencia, que Macri sacó de la galera, correrá por cuenta de las provincias, a causa de la reducción del IVA y del incremento del mínimo no imponible de ganancias, ya que repercuten en la recaudación de los dos impuestos que más aportan a la coparticipación.
 
Uno de los que levantó la voz contra el inconsulto paquete de medidas impositivas fue el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, quien estimó que el 58% del costo fiscal de lo anunciado por el Gobierno nacional recaerá en las provincias. Con ese mar de fondo, en la cima del poder político provincial se preparan para "cuatro meses largos y difíciles".
 
A Entre Ríos ya le falta casi un mes de la recaudación presupuestada por la caída de ingresos debido a la brutal recesión económica nacional, y ahora le faltarán más de mil millones adicionales por la rebaja de impuestos nacionales coparticipables (IVA y Ganancias).
 
El acuerdo sobre el que descansa el Consenso Fiscal quedó dinamitado, y casi todos los gastos de la Provincia están hoy atados a la inflación. La deuda-y sus intereses, que aumentaron durante el último año-, será un problema dificultoso de resolver. Como tantas veces, Entre Ríos sufrirá por culpa de otros: porque el problema no es el endeudamiento propio, sino la política económica nacional.
 
La debacle macrista genera problemas agregados en la administración provincial. El más acuciante -como otras veces en el pasado- es que la Nación se haga cargo del envío de fondos adeudados a la Caja de Jubilaciones, los que corresponden a 2018.
 
También es imperioso para Bordet destrabar los recursos, comprometidos primero y retaceados luego por la Nación, para obras públicas. La situación provincial incluye también una próxima negociación con los gremios estatales y docentes por la inflación recrudecida luego de las PASO, cuando Macri dejó escapar el dólar.
 
La realidad todavía reserva otras demandas acuciantes y en alza para la Provincia. La mega devaluación anticipa un nuevo incremento de la pobreza, y la crisis generalizada preanuncia un cuarto trimestre de problemas en varios municipios, incluido el que más preocupa hoy: la Municipalidad de Paraná.
 
Bordet, como puntal local de la campaña de Alberto, convirtió a Entre Ríos en una provincia antimacrista. La prevención del PJ entrerriano pasa porque aún no hay presidente electo. Las PASO, de no servir "para nada", pasaron a ser decisorias en lo político, pero no definieron más que candidaturas. En ese contexto, que Macri se sostenga con poder de daño hasta el balotaje, es una preocupación. Aquí, aspiran a que las candidaturas se definan en octubre.
 
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La campaña de Macri es bancada por las provincias  

El escrutinio definitivo estaría cerrando la discusión
 
El triunfo la fórmula Fernández-Fernández en las PASO, fue contundente. Un empate técnico tal vez habría invisibilizado peligrosamente el drama social que viven los argentinos y cada sector habría seguido con sus discursos proselitistas de la polarización. No fue así.
 
El jueves 22 de agosto se conocerá el total, pero ya hay 10 provincias que cerraron el conteo final: el Frente de Todos estaría tocando los 50 puntos, mientras Juntos por el Cambio habría caído al 29%, con el que la ciudadanía dejó muy en claro qué piensa y qué quiere. Ello implica que la principal fuerza opositora queda con grandes posibilidades de ganar en primera vuelta.
 
La diferencia en puntos respecto del macrismo, es imposible de revertir, no es tan fácil como ocurrió en 2015, porque entonces en las PASO entre el primero y el segundo (Daniel Scioli y Mauricio Macri) sumaron 68%. Ahora, las dos principales fórmulas, reúnen el 80%.
 
El efecto "ganador" queda en manos de la principal fórmula de la oposición. El Gobierno esperaba un empate y los "mercados" el fin de semana mostraron que pensaban que iba a ganar Macri por unos pocos puntos. La suba de 8% del Merval, los ADRS en Wall Street y la caída del riesgo país en la tarde del viernes 9 de agosto, así lo mostraron.
 
Los resultados de las PASO generaron intranquilidad a ese volátil colectivo denominado "el mercado" y la economía estalló de nuevo: el dólar saltó de 45 a 57 pesos en un día, el Riesgo País se disparó al récord de los últimos diez años, el Merval se desplomó, los bonos soberanos perdieron hasta 35%.
 
Los formadores de precios salieron remarcar por las dudas y la inmensa mayoría argentinos se volvió un poco más pobre en el mismo acto en el que una minoría, el "mercado", que tiene su patrimonio en dólares y preferentemente fuera del país, sacó una jugosa tajada.
 
Irresponsablemente, Macri hizo cargo a los votantes por la estampida del dólar y analizó que los "mercados" no se equivocan, pero la gente sí lo hace cuando vota mal, o sea en contra de él. Fue desconocer la validez del sistema democrático y lo más parecido al negacionismo obstinado y soberbio de los dirigentes K en otros tiempos.
 
 
La única verdad es la realidad
 
La realidad es que Macri va a terminar su mandato con una inflación cerca del triple de la que recibió, con una deuda externa multiplicada por cuatro, con una desocupación de dos dígitos, con un PBI en retroceso, con más pobreza, con menos inversiones y con un poder adquisitivo en caída libre. Y ahora también, con las metas fiscales incumplidas y el acuerdo con el FMI en crisis. Es un fracaso económico sin atenuantes.
 
Después, el Presidente salió a pedir perdón por su reacción del lunes, de culpar a la gente que fue a votar por la respuesta que tuvo de los "mercados". Es que los "mercados" -esa entelequia que el imaginario social asocia con los grandes empresarios y financistas- no pidieron perdón por reventar al país entero con una devaluación del 25%, porque se beneficiaron con eso.
 
En lo estrictamente electoral, Macri ha perdido el voto de las grandes ciudades, que eran el epicentro de su apoyo electoral. En términos muy simples, el aumento de pobreza, del desempleo, la desigualdad y un Gobierno que ha tenido tres de sus cuatro años en recesión, explican esta pérdida de apoyo en los sectores medios y en particular en los medios-bajos.
 
Para la primera vuelta faltan dos meses, y la combinación de riesgo electoral y volatilidad económica, plantean problemas de gobernabilidad, en los cuatro meses que restan de este período. El aumento de las posibilidades de la fórmula Fernández-Fernández, de ganar la elección presidencial, acentúa las dudas sobre la transición económica.
 
Macri intentará evitar la experiencia de Alfonsín en 1989. Perdió la elección el 14 de mayo y ante el riesgo que implicaba Carlos Menem para los "mercados" en ese momento, se precipitó una crisis económica, que obligó a adelantar la entrega del poder del 10 de diciembre al 9 de julio. Entre la derrota electoral y el adelanto de la entrega del poder, mediaron 54 días. Ahora entre las PASO y la primera vuelta hay 73.
 
La gobernabilidad hoy es más importante que la campaña electoral. Cualquier alternativa de recuperar la confianza sólo en el marco del oficialismo, no alcanzará. Cambiemos tiene sólo 5 de 24 gobernadores, no tiene mayoría en ninguna cámara y ya le es cada vez más difícil negociar con sectores del peronismo.
 
Alberto Fernández, habló como presidente electo, tuvo definiciones claras contra la grieta y la venganza. Pero Macri, en sus manifestaciones en la tarde del lunes 12 de agosto, respondió como candidato en campaña, corriendo de atrás, diciendo que todavía podía ganar una elección, que el resultado de las PASO, parecen haber hecho imposible.
 
Todo asentado en la profundización de la grieta. ¿Llegará el día en que se cumpla lo que anheló y anunció Juan Perón el 1 de mayo de 1974, justo dos meses antes de morir, al inaugurar el período 99 de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación: "Ha comenzado de este modo el tiempo en que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino"?
 

La campaña de Macri es bancada por las provincias
 
Un país a punto de estallar
 
Esta vez fue un resultado electoral inesperado lo que atemorizó a los siempre precavidos agentes del "mercado". Eso llevó a Macri al extremo insólito de culpar a los votantes por el nuevo colapso y a reclamar una autocrítica a los vencedores. Pero la historia reciente muestra que el "mercado" no necesita "incertidumbre política" para reaccionar en estampida, de hecho lo hicieron dos veces el año pasado cuando no hubo elecciones y el Gobierno gozaba de una sólida posición política.
 
Lo que mantiene a Argentina siempre a punto de estallar no tiene nada que ver con lo que elijan los votantes en el cuarto oscuro, ni con la posibilidad más o menos cierta de un cambio de gobierno, sino con la situación de extrema fragilidad en la que puso al país el Gobierno de Macri al liberar totalmente el sistema de control de capitales y al alimentar a los especuladores nacionales y extranjeros con promesas de ganancias descomunales en plazos irrisorios.
 
La lluvia de inversiones productivas, que el relato macrista prometió a cambio de la desregulación del mercado de capitales, no llegó nunca y a tres años y medio de la asunción del "mejor equipo de los últimos 50 años" el balance de la economía muestra un aumento de la pobreza, destrucción de la industria y del empleo de calidad, derrumbe del consumo, inflación desbocada y además de todo eso, un sistema financiero sostenido con alfileres, dependiente de la evaluación de riesgo que haga un puñado de especuladores, algo por demás peligroso en un país de incumplimientos como Argentina.
 

La campaña de Macri es bancada por las provincias
 
Cachetada electoral
 
El rechazo al plan económico de ajuste fue el principal mensaje que dejaron las urnas el último domingo. Más que el triunfo de Alberto Fernández, lo que preocupó a los mercados es la evidencia que el programa de austeridad que lleva adelante el Gobierno de los Ricos desde el año pasado ya no tiene consenso social y ya no podrá ser ejecutado, incluso si Macri fuera reelegido.
 
De hecho las medidas populistas de corte electoralista anunciadas por el Presidente contrarían lo pactado con el FMI en materia monetaria y de déficit fiscal, piedras fundamentales sobre las que se erige el entendimiento con el único financista que le queda al país, de allí que muchos economistas -incluido el candidato a presidente Roberto Lavagna- exigen que se renegocie lo antes posible lo acordado con el Fondo para infundir algo de tranquilidad a los esquivos "mercados".
 
Disconforme con las medidas para tratar de revertir el resultado de las PASO de alto costo fiscal, el hombre de confianza del FMI, Nicolás Dujovne, manifestó sus objeciones sin encontrar eco alguno y pegó el portazo renunciando.
 
Dentro de dos meses se verá si la batería de medidas que anunció Macri, la mayoría de ellas con vencimiento fijado a fin de año, sirven para revertir en octubre la derrota por más de 15 puntos sufrida en las PASO o al menos para que Juntos por el Cambio pueda convertirse en el primer gobierno elegido no peronista en terminar su mandato.
 
Contra este último punto conspiran las actitudes de Macri y el vacío político que abrieron las primarias. De no mediar una nueva sorpresa en octubre, durante los próximos cuatro meses el país tendrá en funciones a un presidente vencido, al que casi todos imaginan fuera del poder. También tendrá a un candidato ganador que concita cada vez más respaldo político, pero que carece de autoridad formal.
 
La entrega anticipada de mando a la que se vio obligado Alfonsín es un antecedente ineludible de lo que puede ocurrir en Argentina cuando una elección desfavorable le quita respaldo político a un presidente y obliga a replantear todo. En Argentina no se puede someter a elecciones a un presidente cuatro meses antes de finalizar su mandato, es demasiado tiempo.
 

La campaña de Macri es bancada por las provincias
 
Bipolaridad política
 
En lo que representó un hecho sin antecedentes, el presidente reconoció el domingo su derrota antes de que se hubiera difundido un solo dato oficial y al día siguiente, cuando el dólar ya había corrido más de diez pesos, salió ofuscado a responsabilizar al electorado por la volatilidad financiera y exigió una autocrítica a los ganadores de las elecciones. Su primera reacción fue utilizar electoralmente la nueva crisis siguiendo la lógica de la "campaña del miedo".
 
El tiro le salió por la culata, el grueso de la sociedad recibió mal el discurso, especialmente los desencantados que el oficialismo deberá reconquistar si espera un mejor resultado en octubre, e incluso desde su círculo íntimo le recordaron que además de estar en campaña, era presidente, al menos hasta diciembre, y le tocaba hacer algo para gestionar la crisis.
 
En un nuevo mensaje a la población difundido el martes, el presidente pidió disculpas por sus dichos anteriores y anunció las primeras de una serie de medidas electoralistas definidas a las apuradas. Después de construir un enemigo en base al concepto de "populismo", el Gobierno salió a repartir lo que no tiene en un intento desesperado por recuperar el favor de un electorado que le dio la espalda.
 
De todas las medidas anunciadas solo dos tendrán efecto duradero, la convocatoria al Consejo del Salario y la suba del mínimo no imponible de ganancias, las restantes -bonos extraordinarios para estatales, reintegro de aportes personales, rebaja del IVA a alimentos, congelamiento de cuotas hipotecarias y de los precios del combustible, entre otras- se extienden hasta noviembre o diciembre o mejor dicho, hasta que terminen las elecciones en caso de que hubiera ballotage, prueba de su carácter electoralista.
 
Como nunca antes, el Gobierno debió recurrir a las recetas que tanto criticó del kirchnerismo, al punto de incurrir en "morenismo explícito" al salir a amenazar a las petroleras con aplicarles la ley de abastecimiento si no acataran el congelamiento de los combustibles por tres meses que anunció Macri sin que mediara un acuerdo con las empresas.
 
Las medidas microeconómicas pueden dibujarle una sonrisa a los sectores asalariados más acomodados, pero no dejan de ser manotazos de ahogados. Ganancias es una promesa de campaña incumplida que se coló en estas elecciones porque no encontraron otra manera de seducir a una clase media que ya no confía en Macri.
 
Desde el punto de vista de trabajadores y jubilados en general, el paquete completo de anuncios no llega siquiera a compensar los efectos negativos de la devaluación postelectoral, mucho menos a brindar alivio por todo lo perdido desde el año pasado cuando la inflación comenzó a ganarle por goleada a los salarios.
 

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Provincias en estado de alerta
 
Los cambios de impuestos empeoran el perfil financiero de las provincias que tienen más gastos (por impulso de los incrementos salariales y por el pago de la cláusula gatillo) y menos pesos proyectados en los ingresos fiscales por la estanflación.
 
Los ministros de Economía de las provincias se reunieron en la Comisión Federal de Impuestos (CFI) para evaluar el impacto fiscal del paquete y concluyeron en que muchas quedarán gravemente desfinanciadas por la caída de la coparticipación.
 
Ocurre que las bajas del IVA a alimentos y la suba de los mínimos no imponibles a Ganancias merman la recaudación de impuestos que en parte se distribuyen en las provincias y así se asfixian las finanzas locales, en plena época de recesión.
 
Las más golpeadas son Chubut y Santa Cruz, donde peligraría el pago de salarios. También a esas provincias las afecta el congelamiento del precio de las naftas, que reduce el pago de regalías y ya fue motivo de una demanda de Neuquén al Gobierno ante la Corte Suprema de Justicia.
 
En un tuit, Alberto Fernández calculó una pérdida estimada en las provincias de 1500 millones de dólares, o sea, 87 mil millones de pesos a la cotización de la divisa de este viernes.
 
"No parece razonable reducir el IVA indiscriminadamente como se ha hecho. Ello no redundará en una merma de los precios. Seguramente se convertirá en una ganancia adicional para las empresas. Hubiera sido mejor devolver el IVA a los sectores más postergados", fue otro de sus posteos y propuso una devolución de impuestos directa a los consumidores de los sectores más bajos. 
 
Los gobernadores tienen previsto analizar las conclusiones del encuentro de sus ministros y volver a reunirse en el CFI el miércoles al mediodía, cuando podrían emitir un duro documento para rechazar el  paquete de medidas del Gobierno.
 

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Consecuencias en Entre Ríos
 
Las medidas presidenciales anunciadas, más allá de las evaluaciones políticas de coyuntura, implican una importante pérdida de ingresos a la provincia de Entre Ríos, que sólo en Ganancias (que es un impuesto coparticipable) significa 1.100 millones de pesos.
 
En ese marco, Bordet definió como prioritario el pago de los sueldos en tiempo y forma de modo de contener al sector asalariado y sostener el movimiento económico.
 
"Se debería dialogar con las provincias a la hora de las decisiones. Creo que da la sensación de que son medidas electoralistas en función del resultado electoral", destacó Laura Stratta, la titular de la cartera de Desarrollo Social y Vicegobernadora electa. En este marco, observó que el Gobierno Nacional "permitió la corrida cambiaria lo que terminó de desestabilizar todo".
 
La angustia de estas horas, en todo caso, es que probablemente haya acuerdos políticos para tratar de garantizar cierta estabilidad, pero los entendimientos entre los factores políticos no tienen correlato con los factores económicos: el "mercado" subió de forma exagerada el viernes, pero cayó de manera infernal el lunes. Tampoco hubo acuerdo con las petroleras para congelar precios. Son horas de zozobra.
 
Desde la Casa Gris observan con preocupación las medidas del macrismo. Se analiza que el gobierno nacional no ha aportado nada en materia de obras públicas, salud y acción social. No solucionó el problema de la Caja de Jubilaciones, ni ha brindado respuestas a la problemática financiera de la provincia como consecuencia de la crisis económica que el propio gobierno nacional ha generado.
 
Ya en el fin del mandato, como frutilla de la torta, desfinancia a la provincia con medidas que una vez que se instalan son difíciles de cambiar. Sobran razones para oponerse activamente.
 

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En el macrismo entrerriano
 
En el macrismo entrerriano son pesimistas tras el desastre nacional de Juntos por el Cambio y por el resultado en las urnas locales. En el escrutinio definitivo en Entre Ríos, para presidente, el Peronismo aventajó a Cambiemos en 77.766 votos. En senadores nacionales por 67.897 y en diputados nacionales por 65.779 votos de diferencia.
 
Proyectando estos resultados hacia octubre, los macristas necesitan 35.000 sufragios más. Es un objetivo difícil, que necesita de una variable específica para hacerse realidad: el apoyo del intendente de la Capital, Sergio Varisco.
 
El mismo al que ningunearon al negarle la posibilidad de competir con candidatos propios en las PASO. Y así como deben seducir al jefe municipal, también deben restañar las heridas que le provocan al intendente el irresuelto conflicto del transporte urbano. A modo de síntesis, el acompañamiento de Varisco, intendente de una ciudad sin transporte público hace dos semanas, entre otros síntomas de desidia política, tal vez reste más de lo que sume.
 
Para más complicaciones, el triunfo de Alberto Fernández provocó un inusitado fervor en algunos connotados de la dirigencia entrerriana macrista identificados con la "pata peronista". Hubo gravitantes referentes que buscan la manera de contactarse con el candidato. Tal vez para pegar un nuevo garrochazo...
 
Los radicales, por las razones que sea deben actuar, dejando el alma con la resignación romántica que cabalgan hacia una batalla sabiendo que van a perder, y que no pueden evitarla. Después de las elecciones, deberán enfrascarse en lo que más los caracteriza: el internismo, pero para dirimir nuevos liderazgos; y tal vez analizar la ruptura de la alianza para rearmarse como fuerza alternativa y no seguir siendo accionistas menores del ex Cambiemos.
 
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Gustavo Bordet suma gobernadores para el reclamo a Macri. El entrerriano acercó al misionero Passalacqua. Los jefes provinciales se reúnen este miércoles para analizar estrategias defensivas ante las últimas medidas, que les quitan recursos. A los peronistas se agregarán independientes.
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“El Gobierno Nacional hoy tiene la responsabilidad de no hacer más daño”, fulminó Blanca Osuna. La candidata a diputada por el Frente de todos opinó que el resultado de las PASO, en el que salió derrotado con contundencia el Presidente, Mauricio Macri, generó “un límite” al Gobierno en el sentido de que “no podrá correrse más hacia el abismo”.
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