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Sociedad e Interés General - 15-06-2019 / 17:06
EFEMÉRIDES POPULARES. EL 16 DE JUNIO DE 1955: ORIGEN DE LA VIOLENCIA POLÍTICA EN LA ARGENTINA MODERNA

La Masacre Ignorada: Intentando asesinar a Perón, los militares gorilas bombardearon al pueblo indefenso

La Masacre Ignorada: Intentando asesinar a Perón, los militares gorilas bombardearon al pueblo indefenso
Para asesinar a Juan Perón, aviones de la Armada de Guerra Nacional dejan caer sobre el pueblo indefenso nueve toneladas de explosivos, incluso una bomba que estalló en el techo de la Casa Rosada y otra que destruyó totalmente a un trolebús repleto de pasajeros. Los cadáveres de dos mujeres del pueblo tendidas en el empedrado y una mujer con la pierna arrancada por los bombardeos, las terribles imágenes de aquel 16 de junio de 1955.
En un 16 de junio como hoy, del año 1955, un jueves al mediodía, mucha gente estaba concentrada en la Plaza de Mayo en Buenos Aires, porque se haría un desagravio a la bandera nacional, el cual consistiría en vuelo de aviones para derramar flores sobre la Catedral. Pero cayeron bombas.
 
Se producía el Bombardeo a Plaza de Mayo. Esa mañana, una parte de las fuerzas armadas, coordinados por el almirante Samuel Toranzo Calderón y comandados por el capitán de navío Enrique Noriega, sublevadas contra el gobierno constitucional, utilizó armas destinadas a la defensa del pueblo y de la Nación contra el mismo pueblo. Como siempre, la misma víctima y también el mismo agresor: la oligarquía.
 
El objetivo del bombardeo fue asesinar a Juan Perón y derrocar el gobierno popular, instalar el terror y disciplinar al pueblo, pero lo real es que ese día sangre de inocentes fue derramada. Una escuadra de treinta aviones de la Marina de Guerra argentina, que había estado sobrevolando la ciudad, inició sus bombardeos y ametrallamientos al área de la Plaza de Mayo. La primera bomba cayó sobre un trolebús repleto de niños, muriendo todos sus ocupantes.
 
Al enterarse de que la Casa Rosada estaba bajo ataque, miles de obreros se movilizaron para respaldar a Perón, pero fueron agredidos al llegar por una segunda ola de bombardeos. Los militares antiperonistas mataron, hirieron o mutilaron a más de dos mil civiles. Pero, al no estar Perón entre todos esos cadáveres y sin haber podido completar el propósito del golpe, los atacantes escaparon cobardemente al Uruguay buscando asilo político.
 
Sorprendentemente, la reacción de Perón fue moderada: no fusiló a nadie, proclamó la conciliación y tendió la mano a la oposición, que pudo expresarse públicamente. Los cabecillas de la sublevación fueron juzgados y condenados a penas de prisión. Le respondieron meses después, el 16 de septiembre de 1955, con un golpe de Estado oligárquico, duro y revanchista.

El triunfo de la "Revolución Libertadora" hizo que este crimen quedara impune. Dos meses después de este artero bombardeo, los asesinos salieron de prisión y aquellos que se habían fugado medrosamente a Montevideo regresaron sin restricciones al país. Fueron recibidos como héroes por los antiperonistas. Se había impuesto la "Revolución Fusiladora".

 
Fue la masacre más grande de la historia argentina y no hay duda que se trató de un crimen de lesa humanidad, ya que se lanzó un ataque generalizado y sistemático con total intencionalidad contra una población civil desprotegida. Esta fue la primera "operación masacre" cometida por el antiperonismo. Con los años vendrían otras más.
 
El infame bombardeo fue el huevo de la serpiente, la antesala del terrorismo de Estado en nuestro país, inauguró la violencia política contra el Pueblo, para sembrar el terror, a través de la matanza indiscriminada de inocentes, que permitiera la entrega de la soberanía nacional al FMI y el avasallamiento de los derechos sociales del pueblo trabajador.


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Escribe: Blas García



Orígenes de la violencia política en Argentina 
 
Cuando los defensores de proyectos antipopulares, expertos en olvidos maliciosamente consumados para instalar la desmemoria, ubican el origen de la violencia a principios de los setenta, olvidan tres hechos fundamentales previos, que fueron los desencadenantes de la violencia política en la Argentina moderna:
 
1. el bombardeo contra el pueblo en Plazo de Mayo el 16 de junio de 1955 para matar a Perón y alzarse con el poder.
2. el golpe militar "libertador" del 16 de septiembre de 1955.
3. los fusilamientos y asesinatos en José León Suárez, Lanús y La Plata de junio de 1956.
 
 
Masacre Ignorada
 
El bombardeo de Plazo de Mayo, para gran parte de la sociedad, se encuentra olvidado, aunque su resultado aterroriza: más de 350 muertos.
 
Con esa Masacre, ese día nace un ciclo de violencia devastador: el proceso de violencia política oligárquica contra el Pueblo en la Argentina moderna. Esta violencia contra Perón y el movimiento peronista, es anterior a la violencia guerrillera y al terrorismo de Estado, el cual a su vez se nutrió de ella.
 
Fue un crimen de lesa humanidad y, por tanto, imprescriptible, pero jamás fue condenado. Un hecho que nunca se debatió, en la profundidad y en la importancia que merece dentro de la historia nacional.
 
La importancia crucial de su recuerdo radica en que fue la primera manifestación de violencia anti-popular reaccionaria de tal dimensión. Porque los bombardeos del 16 de junio, como todos los delitos impunes contra el pueblo que posteriormente se cometieron, se multiplicaron luego en un espiral de violencia que desembocó en el genocidio y en el terrorismo de Estado.
 
El silencio histórico impuesto sobre la matanza del 16 de junio de 1955 permitió que 20 años después se pudieran concretar los horrendos crímenes del Proceso de Reorganización Nacional en 1976.
 
 
Causas reales del intento de golpe
 
La oligarquía criolla, el imperialismo yanqui, junto con sus aliados dentro de la Iglesia y sectores de las Fuerzas Armadas, prepararon una conspiración para derrocar al gobierno peronista y barrer a la C.G.T. Pensaban que eliminando al caudillo popular se terminaría el peronismo.
 
De esa manera podrían suprimir las conquistas sociales del justicialismo y eliminar las herramientas políticas para defender esas conquistas, permitiendo la penetración del gran capital imperialista en la economía nacional.
 
Después de "tolerar" el "populismo" y el "obrerismo" durante diez años, es decir, una profunda revolución política, económica y social, el imperialismo se niega a que la gesta popular continúe, que se mantenga a rajatabla el porcentaje más alto de redistribución del ingreso en toda la historia latinoamericana, ya que hacia mediados de 1955, la participación de los trabajadores en el PBI era cercana al 53 por ciento.
 
Las necesidades económicas de los EE.UU. lo impulsaron a avanzar sobre Latinoamérica, para ello necesitaba tener en el continente gobiernos que no ofrezcan resistencia a sus ambiciones, sino que se las faciliten y le otorguen día a día mayores ventajas. El gobierno peronista no era de esos. Peor aun, era líder y ejemplo político de antiimperialismo para todo el continente.
 
 
Excusas Divinas y objetivos terrenales
 
Con el fin de contribuir a este proceso, una crisis política se monta sobre motivos falsos: la política "anti-cristiana" del peronismo, la ley de divorcio, la ley de los "hijos naturales" y la situación de la educación. Todas estas medidas detonarán el enfrentamiento entre Iglesia y Gobierno. 
    
La vanguardia de la oposición era la alta jerarquía de la Iglesia Católica. Alrededor suyo se habían congregado varios partidos: socialistas, radicales, conservadores e inclusive los comunistas.
 
Los objetivos reales del conflicto, que tiempo después conseguirían realizar los golpistas, era la aplicación de un conjunto de políticas que en tenia como objetivo restaurar el orden oligárquico a través de:
 
a) La aplicación de un programa económico en desmedro de los trabajadores con la finalidad de cambiar la redistribución del ingreso a favor de las patronales;
b) mayor penetración y control del imperialismo yanqui en la economía nacional;
c) consumar una derrota irrecuperable del peronismo y de la CGT,
d) la apropiación del gobierno por un una nueva Unión Democrática, que podría ser dirigida por la iglesia y los radicales unionistas, encuadrando y conduciendo a todos los sectores antiperonistas.
 
Después del golpe de septiembre de 1955, no existirán dudas de que una parte significativa de la Iglesia era funcional, y en algunos casos socia de la oligarquía y el imperialismo, y que utilizó esos motivos como excusa para confrontar con Perón y desestabilizar al gobierno popular.
 
 
Plan de tareas rebelde
 
Por la mañana del 16 de Junio, el día más sangriento de la historia contemporánea, los militares golpistas pondrían en ejecución un plan que consistía en aprovechar un vuelo-homenaje de desagravio a la bandera nacional que despegaría a las 8 hs., y bombardear la Casa de Gobierno. El presidente, advertido por sus ministros de esta posible ofensiva, había encontrado refugio en el Ministerio de Guerra.
 
Simultáneamente, efectivos de la marina junto a un grupo de políticos denominados "comandos civiles" intentaron tomar la Casa Rosada y para secuestrar y/o matar a Juan Perón, en un intento por terminar con el gobierno constitucional que había sido reelegido sólo tres años atrás con el 68% de los votos.
 
Los "comandos civiles" armados eran dirigidos por el radical Miguel Ángel Zavala Ortiz, luego miembro destacado de la Junta Consultiva de la dictadura llamada "Revolución Libertadora" y mas tarde, canciller del gobierno del radical Arturo Illia.
 
  

Masacre del Pueblo en la Plaza
 
El ataque a traición de los aviadores navales subversivos se realiza cerca del mediodía, cuando una formación de aviones ametralla y bombardea Plaza de Mayo y la Casa de Gobierno para terminar con el gobierno que había sido reelegido sólo tres años atrás con el 68% de los votos.
 
La primera de las bombas estalló en el techo de la Casa de Gobierno. Otra, infinitamente mas desgraciada, hace estallar un trolebús lleno de pasajeros y mueren todos. Fue solo el comienzo de una verdadera masacre de civiles.
 
Desde la sede de gobierno contestaron el fuego cuarenta granaderos y algunos empleados civiles.
 
Después del primer bombardeo criminal, el pueblo organizado marchó a la Plaza en defensa de Perón, pese a la reticencia de su líder, los obreros salieron a la calle, al grito de "¡Perón, Perón!" a defender su causa, y los militantes peronistas que caminaban en masa colaborando con las tropas leales, sufrieron ataques de los militares subversivos.
 
 
El Pueblo se moviliza
 
La CGT convocó a los trabajadores de capital y conurbano: "Compañeros, el Golpe de Estado ha comenzado. Todos los trabajadores deben reunirse en los alrededores de la CGT, donde recibirán instrucciones. ¡Demos la vida por Perón!"
 
Para las 18.15 eran cientos los descamisados que se reunieron a defender su gobierno en la histórica plaza cuando una nueva oleada de aviones arrojó su mortífera carga de nueve toneladas y media de explosivos sobre la multitud.
 
Pero el mayor número de víctimas de esa jornada no se produjo por las bombas, sino por el ametrallamiento deliberado sobre grupos de civiles cerca de la CGT y frente al Ministerio de Marina rebelde.
 
Los trabajadores que acuden al centro en defensa del gobierno, en camiones y camionetas fueron el blanco de uno de los crímenes más atroces de nuestra historia.
 
 
Consecuencias lamentables
 
En la Plaza de Mayo y sus alrededores quedaron los cuerpos de 355 civiles muertos y los hospitales colapsaron por los más de 1.000 heridos. Se había perpetrado el peor ataque terrorista de la historia argentina.
 
Como "castigo" a la movilización civil que respaldaba al presidente Perón, los cadáveres quedan sembrados en la plaza histórica y sus adyacencias, unos pertenecientes a peronistas que habían acudido en apoyo al gobierno, y otros de anónimos transeúntes.
 
 Imre Nagy, Pál Maléter y otros líderes del Revolución húngara de 1956 son ejecutados 

Huida y rendición
 
Consumada la mayor masacre del siglo XX contra una población civil indefensa; y fracasado el golpe, al no conseguir la adhesión de las otras fuerzas militares, los aviones fratricidas huyeron hacia el Uruguay.
 
Llevaban pintadas en sus alerones la V y encima la Cruz, símbolo de "Cristo vence",  una particular consigna de genocidas que se propusieron salir a matar al pueblo en nombre de Cristo, la libertad y la democracia.
 
Infantes de Marina, atrincherados en las cercanías de la Casa Rosada, en el sector de la Plaza Colón, tras disparar a mansalva a la población, tuvieron que capitular.
 
Cuando el Pueblo enardecido se concentró con palos frente a la Marina, el almirante golpista que estaba al mando envió un "dramático" mensaje al jefe del ejército: "Intervenga. Mande hombres. Nos rendimos, pero evite que la muchedumbre armada y enfurecida penetre en el edificio".
  
Entre los autores intelectuales, había varios civiles: el socialdemócrata Américo Ghioldi, el radical Miguel Ángel Zavala Ortiz, el conservador Oscar Vichi y los nacionalistas católicos Mario Amadeo y Luis María de Pablo Pardo. Más de 100 personas, entre ellos varios civiles como Zavala Ortiz, llegaron a Montevideo a bordo de los 39 aviones utilizados en el ataque y para huir cobardemente.

En el Uruguay, en el comité de recepción, los esperaban Carlos Suarez Mason, exiliado allí desde 1951 y futuro jefe de asesinos del primer cuerpo de Ejército en 1976, y el socialista Américo "Norteamérico" Ghioldi, futuro embajador de Videla.
 
 
Los gérmenes de lo que ha de venir
 
Fue la segunda vez, en la historia argentina, que la ciudad de Buenos Aires era bombardeada. La primera fue durante las invasiones inglesas de 1806. A diferencia de la anterior, en 1955 los asesinos vestían uniformes militares argentinos y las víctimas fueron civiles inocentes, desarmados y también argentinos.
 
Pero pese a los años, las causas de ambos bombardeos era similar, y ambas no tenían nada que ver con el Pueblo Argentino ni con sus intereses.
 
Después del bombardeo se abrió un periodo de inestabilidad y retroceso de la causa popular. El antipueblo estaba organizado, el imperialismo ya había definido el plan y la oligarquía local a su servicio comenzaba a ejecutarlo sin vacilaciones, sin importar cuantas vidas había en el medio.
 
Pese a los esfuerzos, la situación había llegado a un punto sin retorno. Dirigentes conservadores, radicales, liberales, comunistas y socialistas, todos los partidos socios y funcionales al imperialismo exigen la renuncia de Perón. Los "comandos  civiles" se organizan, el Ejército, la Marina y gran parte de los demás sectores de las Fuerzas Armadas conspiran abiertamente. 
 
Meses después, en septiembre, Perón será derrocado por la mal llamada "revolución libertadora".  Y la palabra "gorilas" fue usada para nombrar en primer lugar a los militares golpistas, pero que después se generalizó para identificar a los sectores conservadores y del privilegio, que a través de golpes militares llegaban al poder.
 
Comenzó así la represión oligárquica que siguió con los fusilamientos de José León Suárez y se desplegó por años contra el Pueblo que respondió con la Resistencia Peronista, culminando con miles de muertos, torturados y desaparecidos durante la Dictadura del Proceso.
 
 Imre Nagy, Pál Maléter y otros líderes del Revolución húngara de 1956 son ejecutados 

Culpabilización de las víctimas
 
Por la noche, multitudes no identificadas quemaron una decena de templos católicos céntricos, incluyendo la curia.
 
Luego, los antiperonistas y los historiadores oficiales pondrán más énfasis en la quema de las iglesias que en los asesinatos de civiles desarmadas perpetradas horas antes por la aviación sublevada. Desconocerán que antes los gorilas habían matado, herido o mutilado a más de 2 mil personas.
 
La "Revolución Libertadora" encabezó el recurso de culpabilización de la víctima: Perón era responsable por las muertes -que nunca se nominaron ni enumeraron- porque habría convocado a los trabajadores, a sabiendas del riesgo.
 
 
Violencia antipopular
 
Es importante que las jóvenes generaciones observen el extremo de criminalidad de la oposición aniperonista en los hechos relatados. El bombardeo a Plaza de Mayo inauguró las décadas más violentas de la historia argentina y fue un prologo al horror, a la violencia contra el pueblo, para sembrar el terror, a través de la matanza indiscriminada de inocentes, permitiendo la entrega del patrimonio nacional que la sangrienta dictadura militar de 1976 consumará definitivamente 20 años después.
 
Quedó así demostrando que la violencia antipopular es inseparable de una estructura social injusta y de un orden social basado en la exclusión y marginación económica, social y cultural de amplios sectores de la sociedad.
 
Por eso no se puede recordar a los caídos durante la masacre del 16 de junio de 1955 como algo trágico solo del justicialismo. La gravedad de los acontecimientos obliga a ponerlo en la memoria de todos los argentinos.
 
 
Escribe: Blas García

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El 16 de junio de 1955, formaciones de las aviaciones de Marina y Aeronáutica, que nunca había bombardeado a nadie, hizo su bautismo de fuego contra su propio pueblo, sobrevolaron el centro porteño y descargaron toneladas de explosivos sobre la población. Infografía de la masacre.
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