Nacionales - 10-05-2019 / 12:05
BALAS EN CONGRESO Y UN VIRAJE EN LOS MOTIVOS
Blooper de Bullrich: De mafias que atentan contra la democracia a una venganza personal
EN EL ATAQUE EN CONGRESO NO HUBO MAFIA NI SICARIOS. El Gobierno no pudo imponer su relato sobre el ataque a balazos al diputado Olivares y su asesor Miguel Yadón. La policía descartó el móvil político y aseguran que el diputado Héctor Olivares tuvo la desgracia de estar en la línea de tiro. Así, Patricia Bullrich salió este viernes tan temprano como el día anterior, pero con la versión cambiada, ajustada a la nueva información: "El caso ya está esclarecido y no es un crimen político", anunció, ya muy lejos de las "mafias que atentan contra la democracia".
Héctor Olivares, diputado de la UCR por La Rioja, fue baleado por dos atacantes desconocidos en la esquina del Congreso sobre avenida de Mayo. El agresor, que disparó desde un vehículo estacionado, huyó minutos más tarde junto a su acompañante.
Olivares recibió un disparo en la zona abdominal. Fue trasladado en grave estado al hospital Ramos Mejía donde continúa internado. Miguel Marcelo Yadón, coordinador de obras del Fondo Fiduciario de Transporte Eléctrico Federal, acompañaba al diputado y fue la otra víctima. Murió en el acto.
El Gobierno de Mauricio Macri reaccionó temprano con un discurso breve del Presidente cuando aún todo era dudoso. Y hubo alguna incomodidad en funcionarios de la Ciudad y de la Provincia por el protagonismo que tomó a primera hora la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Ella habló de "pelear contra estas mafias que atentan contra la democracia" y sus palabras pusieron en alerta roja a todo el país.
Pero, la periodista Mercedes Ninci puso en boca de la fiscal del caso, Estela Andrade, que la hipótesis más barajada por cómo se dio el caso es que fue un crimen pasional: "Juan Jesús Fernández habría matado a Miguel Yadón porque este último saldría con su hija llamada Estefanía Fernández".
"El hombre de la colectividad gitana no habría consentido la relación de su espléndida hija y es por eso que lo habría matado con la ayuda de su sobrino, Rafael Cano, el joven que se lo ve caminando después del asesinato y cuyo padre, el titular de la cédula azul, fue detenido hoy a la tarde", agregó Ninci.
El asesinato llama la atención por la falta de "experiencia" de los criminales. El "Gitano", Juan Jesús Fernández, quien disparó es el dueño del auto que llevaron a la escena del crimen. Es un Vento gris que luego de escapar estacionaron en la cochera que guarda el auto todos los días y fue reconocido por los dueños del garage, que entregaron las filmaciones de las cámaras de seguridad. En ellas se puede ver a El Gitano saliendo de la cochera en estado de ebriedad. El "Cebolla" es su sobrino, y ninguno de los dos tiene antecedentes penales.
La policía descartó el móvil político y aseguran que el diputado Héctor Olivares tuvo la desgracia de estar en la línea de tiro. Así, la tremendista Patricia Bullrich salió este viernes tan temprano como el día anterior, pero con la versión cambiada, ajustada a la nueva información: "El caso ya está esclarecido y no es un crimen político", anunció, ya muy lejos de las "mafias que atentan contra la democracia".
La Opinión Popular
Seis tiros en la mañana. Un hombre muerto y otro -diputado nacional- que pelea por su vida en estado crítico. El asesino se baja como un chofer somnoliento que busca estirar las piernas y mira a su alrededor. Muestra una parsimonia exasperante mientras una de sus víctimas ya ha muerto y la otra gatea, se pone de pie como un boxeador en shock y finalmente se derrumba.
Al asesino que da pasos titubeantes, como un borracho al que se le perdió algo, sólo le falta sentarse a tomar mate en la vereda. Un ciclista se acerca y se va. Justo cuando llega un policía, el asesino escapa tranquilamente, casi por compromiso.
Lo acompaña otro hombre, más delgado y más joven, que primero va a descartar las seis balas que no usaron a dos tachos de basura y luego se sube al auto que termina en una cochera del barrio, ahí nomás. Entonces desaparecen.
La víctima buscada fue Miguel Yadón, el amigo del diputado. Él recibió al menos cuatro de los seis balazos que dispararon los asesinos. Yadón tenía una larga trayectoria como funcionario en La Rioja y Catamarca, casi siempre en áreas de energía y transporte.
Sin embargo, ninguno de sus avatares de funcionario -Yadón fue acusado de incumplimiento de los deberes de funcionario público en una investigación provincial que luego no avanzó- parecen haber sido la causa del ataque. En la noche del jueves los investigadores ya manejaban la hipótesis de una venganza directa contra él por cuestiones de su vida íntima que involucraban a una hija del principal sospechoso.
Eso trascendió fuerte tras la detención de un cuñado del presunto asesino, que cayó por un motivo acaso trivial: tener un permiso para conducir el auto del que partieron los disparos.
La conmoción inicial fue cediendo luego de que se fueran descartando lentamente hipotéticas motivaciones políticas: el objetivo del ataque no había sido el diputado radical Héctor Olivares sino su acompañante. El personaje secundario de la primera noticia era el actor principal de los hechos verdaderos.
El diputado terminó siendo baleado no por oponerse a la re-reelección del gobernador riojano ni por tratar temas contra los barrabravas sino por caminar del lado más cercano al cordón de la vereda y quedar justo entre los atacantes y su amigo Yadón, que era el único objetivo de los asesinos.
Fue así: antes de las 10 de la mañana, funcionarios nacionales dijeron que el auto de los asesinos estaba sumando multas por exceso de velocidad en la ruta 2. Los asesinos escapaban a la Costa Atlántica o aún más allá.
La Provincia de Buenos Aires entró en alerta y a las 10.24 hubo un mensaje al grupo de WhatsApp de todos los ministros de Seguridad de la Argentina. "Se procede a irradiar alerta por hecho de sangre en ámbito capitalino", decía el texto, acompañado por la foto del prófugo. Ahí se pedían controles en las rutas de todo el país y empezaron a pararse y a revisarse varios Volkswagen Vento.
Falsa alarma. Alguien cotejó luego que esas boletas por exceso de velocidad eran de 2017. Ahí pareció ponerse al frente de la investigación el equipo de Diego Santilli en la Ciudad. "Bullrich se apuró. Por un momento pensamos en otra fuga como los del triple crimen de Cipolletti", contó uno de los ministros que recibió ayer el alerta nacional.
El auto no viajaba a la Costa sino que estaba a pocos metros de donde fueron los balazos.
Sin embargo, los prófugos sí viajaban por el país. Juan Fernández, el principal sospechoso, terminó detenido en Entre Ríos.
De entrada parecía un ataque mafioso con sicarios. Demasiado complejo. Más tarde, una venganza personal por una relación de pareja. Demasiado simple. Entre los extremos, sin embargo, pareció crujir el mecanismo de trabajo conjunto, prudente y coordinado entre los funcionarios de Seguridad.
Fuente: Clarín