Nacionales - 10-08-2018 / 09:08
Oyarbide: primero lo cogotearon y despues lloró por radio
Mientras hablaba con su entrevistador, el ex juez Oyarbide dijo: “Estoy mal, estoy muy mal. Me queda todavía un poco de fuerza para decir las cosas”, aseguró, llorando. Más tarde imagino una escena digna de El Padrino. “Si me quieren matar que me maten. Ya está. Ojalá que lo escuche el presidente todo esto. Ojalá... Yo quería que Bonadio me venga a buscar a mi casa, no tengo problemas. Yo me voy a comer al Paseo de la Recova, a tomar un plato de sopa, por si me quieren servir el plato de sopa o dispararme por la espalda".
La saga de los "cuadernos Gloria de las coimas" tiene capítulos imperdibles todos los días. Una de las novedades ha sido la declaración del payasesco exjuez federal Norberto Oyarbide. Parece que el hombre "se quedó pensando" y volvió a Comodoro Py a contar algunas cosas que fue recordando. No está claro si algo ayudó a agilizar su memoria o tuvo que estudiar algún libreto.
Lo cierto es que ayer se acercó apoyado en su sugestivo bastón al quinto piso de Comodoro Py. Fue a reforzar su presentación ante Bonadío. ¿Y qué dijo? "Me apretaban para que sacara las causas de los Kirchner", afirmó. ¿Y quién le apretaban? le preguntó el otro juez. "Jaime Stiuso y Javier Fernández", habría señalado Oyarbide, según hizo trascender el diario La Nación. ¿Y cómo lo hacían, Norberto? "Me apretaron el cogote", dijo en un exceso de literalidad.
El auditor General de la Nación Javier Fernández y el capo de la Side/SIE Jaime Stiuso, supuestamente actuaban bajo la orden de Néstor Kirchner. Sin embargo, el abogado de Oyarbide más tarde insistiría en que "no mandó al frente a nadie".
"En algún momento vi a Baratta y a Lazarte. Pero las fechas están todas equivocadas. Jamás recibí nada", aseguró Oyarbide. Sin embargo, en (las fotocopias) de los cuadernos de Centeno figuran encuentros con el entonces juez, en algunos casos para entregar dinero. Por lo menos allí figura su nombre el 3 de septiembre de 2013, 22 de junio y 14 de octubre de 2015.
Pero además de declarar dos veces ante Bonadío, Oyarbide eligió la radio para hacer su descargo. Primero llamó a Baby Echecopar, argumentando que había sido víctima de una extorsión. Pero, igual que en Comodoro Py, en la radio quiso declarar otra vez.
"Estoy mal, estoy muy mal. Me queda todavía un poco de fuerza para decir las cosas", aseguró, llorando. Más tarde imagino una escena digna de El Padrino. "Si me quieren matar que me maten. Ya está. Ojalá que lo escuche el presidente todo esto. Ojalá... Yo quería que Bonadio me venga a buscar a mi casa, no tengo problemas. Yo me voy a comer al Paseo de la Recova, a tomar un plato de sopa, por si me quieren servir el plato de sopa o dispararme por la espalda".
Oyarbide es conocido de Bonadío. Ambos estaban en la servilleta del mememista Corach, aquella que marcaba a los jueces controlados por Menem. Pero después supo responder al kirchnerismo, lo cual lo llevó al juicio político. De esa situación zafó con una oportuna renuncia, según la propia Carrió, acordada entre el juez y Daniel Angelici. Por sus declaraciones en tribunales, es lícito pensar que el macrismo será la etapa superior del oyarbidismo.
Así sumó otro capítulo a una causa donde la población asiste a un show mediático-judicial de inesperado final. Por un lado, expone escenas de corrupción política y empresarial; por otro la sospecha de que hay detrás una gran operación judicial que digita la causa y elige quienes quedarán en la mira y quienes seguirán haciendo negocios con total impunidad.
La Opinión Popular
Del llanto a la desmentida
Norberto Oyarbide empezó su día de ayer hablando por radio sobre su situación en la causa de los cuadernos Gloria, en la que al ser indagado se presentó como una víctima de presiones para apurar una causa por enriquecimiento ilícito contra Néstor Kirchner y Cristina Fernández, y negó haber recibido dinero. Había dado un dato que causó un tembladeral: dijo que quienes lo habían abordado fueron el histórico operador judicial Javier Fernández y el ex jefe de operaciones de la ex SIDE Antonio "Jaime" Stiuso.
Mientras hablaba con su entrevistador, Baby Etchecopar, el ex juez rompió en llanto y dijo estar "muy mal". "Si me quieren matar que me maten", sollozó al aire. El conductor comenzó a consolarlo y a sugerirle que quizá debía presentarse nuevamente ante el juzgado de Claudio Bonadio para ampliar su declaración, lo que finalmente sucedió.
En rigor, ofreció un relato con algunos detalles sobre el supuesto apriete, listo para convertirse en un nuevo frente para CKF. Rápidamente, además, la Unidad de Información Financiera (UIF) se presentó para pedir la reapertura del expediente sobre el patrimonio de los Kirchner, en el que Oyarbide había dictado el sobreseimiento, que quedó firme porque nunca apeló la fiscalía.
"Yo nombré a este señor Fernández y a Stiuso, que a la postre fue echado por Cristina Kirchner, ellos eran empleados de una persona de la cual emanaban todas las responsabilidades que es la persona que falleció, el esposo de la ex presidenta. Yo sobreseí en base a todo lo que me dijeron, y bueno, había que hacerlo", dijo Oyarbide. "Voy a llamar a Bonadio, necesito ampliar mi declaración", anunció, ante una sugerencia del entrevistador. Su abogado, Osvaldo Cantoro, dio ante PáginaI12 una explicación sensiblemente distinta.
"Lo que dijo (Oyarbide) en tribunales es que tuvo un reunión en un domicilio en la calle Córdoba con Javier Fernández y con Stiuso y que le pidieron celeridad en la causa. Ese pedido venía de boca de Néstor Kirchner. No le ofrecieron dinero ni fue amenazado. Luego dejó en claro que su resolución fue conforme a derecho, guiada por las pericias del caso. Nada torció su voluntad. Habrá que ver si consideran que hay un delito. El fiscal (Carlos) Stornelli tomó esto como una denuncia y lo mandó a sorteo", señaló el abogado.
Según el sistema de sorteos de tribunales, se hizo una denuncia desde el juzgado de Bonadio por "averiguación de delito" y le tocó al Juzgado Federal 9, a cargo de Luis Rodríguez, quien casualmente es muy cercano a Javier Fernández, padrino de su hija.
Cantoro distinguió ese relato de la causa sobre sobornos narrados en las fotocopias del cuaderno de Oscar Centeno, chofer de Roberto Baratta en el Ministerio de Planificación.
Oyarbide está bajo sospecha en ese expediente por menciones en los cuadernos que forman parte de la imputación. Se le señalaron presuntos encuentros con ex funcionarios: con Baratta, ex mano derecha de Julio De Vido, y también con el propio ex ministro, en el restaurante Sagardi el 3 septiembre de 2013; con Baratta y su secretario Nelson Lazarte en Comodoro Py el 26 de septiembre de 2013; el 17 de octubre de ese año en teoría Oyarbide le habría entregado a Lazarte una resolución en el restaurante Estilo Campo; el 22 de junio de 2015 se señala una visita de Lazarte a la casa de Oyarbide, donde le llevaría papeles "luego de ir varias veces a llevar dinero"; el 14 de octubre de ese año, en los cuadernos figura que el ex juez entrega a Lazarte una resolución.
Oyarbide dijo que conoce a Baratta y a Lazarte, pero no a De Vido, y que "las fechas están todas equivocadas". Negó haber recibido dinero. "En esta causa no va a ser arrepentido, ni puede, porque no tiene nada de qué arrepentirse. Lograremos su sobreseimiento", subrayó Cantoro.
La famosa causa por enriquecimiento ilícito contra los Kirchner que tuvo Oyarbide se basó en una denuncia por un incremento patrimonial del 158 por ciento durante 2008. El cuerpo de peritos de la Corte Suprema no detectó irregularidades y ex juez dictó el sobreseimiento. No apelaron ni el fiscal Eduardo Taiano ni la Fiscalía de Investigaciones Administrativas.
Ahora la UIF, el organismo que utiliza el Ejecutivo para participar de las causas contra el kirchnerismo, le pide al juez Marcelo Martínez de Giorgi, que subroga el juzgado que dejó Oyarbide, que reabra la causa.
Los Kirchner tuvieron otras denuncias por presunto enriquecimiento que terminaron cerradas: el juez Julián Ercolini investigó el patrimonio familiar entre 1995 y 2004 y los sobreseyó en 2005. El fiscal también fue Taiano, y no apeló. Rodolfo Canicoba Corral investigó los bienes de la pareja en el período 2005-2007, y también cerró el caso, decisión confirmada por la Cámara Federal.
Por Irina Hauser y Raúl Kollmann
Fuentes: Página 12 y La Izquierda Diario