Nacionales - 15-06-2018 / 10:06
STURZENEGGER DEJÓ EL BANCO CENTRAL CON EL DÓLAR EN UN RECORD HISTÓRICO
El Gobierno de Macri, ante su crisis más profunda
Apenas una semana después de llegar a un acuerdo neocolonial y de un ajuste de dimensiones exorbitantes con el FMI, el Gobierno de Cambiemos se vio obligado a producir modificaciones en el gabinete económico. Una nueva fase de la corrida cambiaria, iniciada a fines de abril, se llevó puesto al presidente del Banco Central de la República Argentina, Federico Sturzenegger. Su lugar será ocupado por Luis Caputo, actual ministro de Finanzas.
El último día de trabajo del ahora ex banquero central fue de los más tensos en materia cambiaria desde que gobierna Mauricio Macri. La divisa avanzó sin freno hasta 28,44 pesos, tras conocerse que el FMI exige la libre flotación del dólar. El dólar, apenas una de las variables de una situación económica insostenible e insustentable, convirtió a Federico Sturzenegger, el ahora expresidente del Banco Central, en el fusible que terminó por saltar.
Sturzenegger presentó su renuncia (o lo echaron), reconociendo la merma en su "credibilidad". En su lugar asumirá el ministro de Finanzas, Luis Caputo (investigado por negociaciones incompatibles con el ejercicio de funciones públicas, tráfico de influencias y lavado de activos a través de sociedades offshore), cuyo cargo lo ocupará el también cuestionado ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quien absorberá bajo su ala la cartera de Finanzas.
Haya presentado su renuncia o se la hayan pedido, Sturzenegger no está exento de culpas ni de errores, pero es el presidente Macri, el elegido por el soberano para poner en funciones a los mejores, el principal responsable, por haberlo sostenido contra viento y marea, por dotarlo de poder mientras esquizofrénicamente subía y bajaba la tasa de interés; o aceleraba la depreciación del peso; o se proponía metas de inflación que hoy son un triste hazmerreír; o alimentaba la bicicleta financiera de las Lebacs o dilapidaba, en una sola corrida cambiaria, US$8.000 millones de reservas.
Junto con la mala praxis, fue el fuego amigo de los "mercados" el que devoró a Sturzenegger, que ahora enfrentará denuncias penales, lo mismo que J.P. Morgan, por el saqueo de las reservas del Banco Central.
El "mejor equipo" de los últimos cincuenta años se reduce ahora a Dujovne, un hombre con fondos y mansiones en el exterior. Será el encargado de llevar adelante el plan de guerra contra la clase trabajadora. En primer lugar, el recorte de partidas presupuestarias para liberar recursos que irán, como en toda la historia argentina, a pagar la deuda preexistente y la nueva que se genera con el FMI.
El plan económico neoliberal de Macri tenderá a ordenarse cada vez más alrededor de garantizar el pago de la deuda eterna al capital financiero internacional: hoy el 60% del déficit estatal es explicado por los intereses de deuda, que se incrementarán con el nuevo endeudamiento.
La Opinión Popular
Pero, más allá de los nombres y cambios de fusibles, ¿puede funcionar un país con su economía en constante cortocircuito? La respuesta es indudablemente no.
Hasta tanto el Presidente no encuentre el GPS, tome las riendas del país y lo dirija hacia un plan estratégico que modifique la estructura económica actual: impidiendo a los capitales golondrinas fugarse con sus divisas, fortaleciendo la industria nacional, utilizando las Lebacs, no para ganancia de especuladores y bancos que cada semana hacen de nuestra economía una bomba de tiempo, sino para reactivar la producción, la obra pública que tanto empleo genera.
Nada promisorio anticipa el Gobierno en su "carta de intención" -firmada por el saliente Sturzenegger y Dujovne- enviada al FMI (Ver página 3), sino, más devaluación, lo que implica más inflación y salarios más bajos. Este cóctel es un caldo de cultivo para escenarios de conflictividad social que ya emergen y espantan al mercado: nadie confía en un país a la deriva.
La realidad, pasaba por estas decisiones que pueden cambiar la vida de la gente. Ni lerdo ni perezoso, cuando todo comenzaba a fermentar, el Gobierno sacó su conejo de la galera: el proyecto por la despenalización del aborto. Quiso desviar el foco de la agenda y, por momentos, con sus medios acólitos, lo consiguió.
Por debajo, subyacía la crisis. Y ayer hizo eclosión.
La peor parte, por supuesto, la llevará la sociedad, nosotros, ciudadanos de a pie, malabaristas en medio de un ajuste todavía de dimensiones desconocidas, pero que viejos fracasos permiten prever. Esos argentinos sufrientes, los propietarios de PyMes e industrias asfixiados por costos, presiones impositivas y tasas de interés de más del 100%, la clase media aún adormecida, pero a la que ya empieza a dolerle el bolsillo, no aguantan más y gritan agónicamente basta. Es cuestión de tiempo para escuchar tronar el escarmiento.
Entonces, como le ocurrió a Raúl Alfonsín o Fernando De la Rúa, puede que al presidente Macri ya no le queden interruptores por cambiar. Se habrán quemado todos y él será el último fusible. Esperamos que así no sea. Porque, aunque el reloj apura, no es tarde si se decide a cambiar el rumbo.
Fuente: diariohoy.net