Nacionales - 18-03-2018 / 11:03
Inflación: el hecho maldito de la economía macrista
En el gobierno anterior, las tarifas estaban casi congeladas, había alza de los combustibles pero administrada, estaba el programa de Precios Cuidados que ponía límites a la suba de bienes sensibles de la canasta del hogar, el trigo tenía retenciones del 23 por ciento lo que permitía precios más bajos en toda la cadena de la harina, y los salarios le ganaban unos puntos a la inflación. En el gobierno de Macri, los aumentos de tarifas en gas, luz, agua y transporte son impresionantes, el precios de los combustibles fue liberado y dolarizado, se diluyó hasta casi la desaparición Precios Cuidados, se eliminaron las retenciones al trigo y maíz con lo que el precios internacional de esos granos impacta directamente en el mercado doméstico, y los salarios habrían ganado 4 puntos a la inflación el año pasado, según el cálculo oficial. Es muy extraño que con semejante cambio en la orientación de la política económica, que implica una brusca alteración de los precios relativos, los IPC 2015 y 2017 sean similares. Algo no encaja en ese resultado. La duda que irrumpe entonces es si el dato de la tasa de inflación durante el gobierno de Macri está subestimado y, si en realidad, es más elevado que el registro oficial.
Según informó el Indec en la última semana, el aumento promedio de los precios mayoristas en febrero fue del 4,8% con respecto al mes anterior. La explicación inmediata a este brusco salto en la inflación sería responsabilizar a la devaluación de las primeras semanas del año. Pero con ello no alcanza.
El índice de precios internos mayoristas (IPIM) refiere que los precios de productos nacionales aumentaron en el mes 4,9%, y los de importados lo hicieron por debajo: un 4,3%. El fenómeno que desnudó el golpe inflacionario mayorista es que el actual gobierno no sólo "dolarizó" el precio de diversos servicios, sino que además permitió que empresas monopólicas de insumos básicos hagan lo mismo.
El gobierno de Mauricio Macri apostó a la apertura indiscriminada de las importaciones e internacionalización del mercado como una fórmula a la estabilidad: le está saliendo el tiro por la culata. La fuerte trepada de precios mayoristas en febrero se suma a la que ya había ocurrido en enero, del 4,5%, con lo cual el primer bimestre ya acumula un incremento del 9,6%.
No son pocos los especialistas que advierten que estos aumentos se irán trasladando en las próximas semanas a los precios al consumidor. Además de tener una política errada contra la inflación, el gobierno afronta una dificultad adicional: no reconoce el problema que tiene entre manos. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, en su informe de gestión al Congreso aseguró que la inflación está bajando.
La política de metas de inflación con que el gobierno de Macri viene intentando estabilizar los precios ha fracasado rotundamente. La inflación de 2016 superó a la meta máxima en 11,7 a 16,1 puntos porcentuales, según los índices que se considere. La inflación de 2017 lo hizo en 6,9 a 9,1 p.p., y las perspectivas para 2018 no son alentadoras, el Gobierno incrementó las metas para 2018 del 12% al 15%, pero los privados estiman un aumento de precios para este año cercano al 25%.
Además, es muy extraño que con semejante cambio en la orientación de la política económica, que implica una brusca alteración de los precios relativos, los IPC 2015 y 2017 sean similares. Algo no encaja en ese resultado. La duda que irrumpe entonces es si el dato de la tasa de inflación durante el gobierno de Macri está subestimado y, si en realidad, es más elevado que el registro oficial del Indec.
Para enfrentar la aceleración inflacionaria, el gobierno de Macri está pisando las paritarias en el 15%, lo que adelanta un sendero de retracción del consumo. La apuesta oficial es poder mostrar una tasa de inflación más baja en el segundo semestre y, fundamentalmente, en el año electoral 2019.
Para ello ya anunció que, además de contener los salarios, postergará los aumentos de tarifas programados para el año próximo y, si no es suficiente, apostará al atraso cambiario como ancla inflacionaria, lo que es un riesgo porque profundizará los actuales desequilibrios externos.
La Opinión Popular
Dos meses consecutivos de aumentos en los precios mayoristas por encima del 4,5% no tiene precedente registrado en las últimas décadas, después de la hiperinflación de Raúl Alfonsín (años 80).
Vale recordar que el Indec mantuvo un apagón estadístico entre diciembre de 2015 y abril de 2016, evitando así reflejar el impacto en precios de la megadevaluación dispuesta apenas asumió el gobierno de Cambiemos.
Cuando retomó la publicación de informes de precios, el IPIM computó aumentos del 3,6% en mayo de 2016, 2,9% en junio y 2,7% en julio. La referencia pone de manifiesto la importancia del salto en los últimos dos meses.
El golpe inflacionario mayorista de enero y febrero no es por error estadístico ni un "desequilibrio coyuntural": es el resultado de la política oficial, que le deja el rol de estabilizador a "la competencia internacional" mientras desconoce los factores estructurales que afectan la formación de precios internos.
Principalmente, la concentración económica en mercados estratégicos y el comportamiento monopólico que predomina en esos sectores frente a variaciones en el tipo de cambio (devaluaciones).
Analizando los distintos renglones del índice de precios mayoristas, se observa que en el primer bimestre los productos importados aumentaron 11,6%, producto de la suba del precio del dólar en las primeras semanas del año.
Más llamativo son los resultados que se observan entre los productos nacionales. El rubro Energía eléctrica, consecuencia de los tarifazos resueltos por el gobierno, reflejó un encarecimiento del 13,2% en el bimestre.
El tarifazo eléctrico es una política que tendrá consecuencias en el comportamiento de precios futuros a nivel mayorista, dado que encarece los costos de todos los sectores sin excepción aunque no todos estén en condiciones de trasladarlo a sus precios inmediatamente. Es decir que habrá un impacto con rezago.
Pero, además, este tarifazo no es el último ni definitivo: hay un cronograma de aumentos periódicos pendientes, además de la decisión del gobierno de dolarizar las tarifas, lo cual supone aumentos adicionales en el futuro con los aumentos del tipo de cambio.
El gobierno eligió dolarizar las tarifas y abrir la economía a la competencia importada confiado de lograr así una estabilidad cambiaria en base a inversiones externas y oferta de crédito en dólares casi infinito.
Pero además de la tarifa eléctrica y de gas, dolarizó el precio de los hidrocarburos y los combustibles, además de permitir que los productos transables internacionalmente (materias primas agrícolas) pudieran trasladar a precios internos los valores que obtuvieran en sus ventas al exterior, al eliminar las retenciones a la exportación de estos bienes.
Así, con la devaluación, los precios de productos primarios a nivel mayorista aumentaron en el primer bimestre 19,6%. Entre estos, se destacada Petróleo y Gas, que acumuló en los primeros dos meses del año una suba del 31,4%.
Entre los productos manufacturados, se destaca el aumento en rubros donde el mercado tiene una indudable estructura monopólica: una sola empresa oferente o en posición dominante.
El sector de "industria metálica básica" tiene como principal componente el aluminio, cuyo productor primario dominante es Aluar. Aunque en su producción interviene un componente importado (la bauxita), no es su incidencia lo que marque que sus valores se muevan con el precio del dólar, sino una práctica que también siguen Techint, Acindar, Holcim (cemento) y otras empresas en los demás rubros de insumos difundidos con posición monopólica o dominante.
Así, Metálicas básicas aumentó sus precios en un 10,4% en el primer bimestre, e "Industrias metálicas excepto maquinaria y equipos", donde pesan los precios de Acindar y Techint, tuvo un incremento del 9,8% según el registro del Indec.
De acuerdo a la opinión de varios empresarios que utilizan esos insumos, los aumentos aplicados en las listas de precios del acero y sus derivados en enero-febrero es muy superior al reflejado por el Indec.
Por Raúl Dellatorre
Fuente: Página12