Nacionales - 08-02-2018 / 09:02
EL RUMBO ECONÓMICO NEOLIBERAL NO LO FAVORECE
Se complica el panorama para el gobierno antipopular de Macri
La percepción que tiene la sociedad de la marcha de la situación económica va de mal en peor y las encuestas posteriores al ajuste poselectoral que empezó por los jubilados lo van reflejando. El desencanto crece a medida que se descargan los tarifazos, las alzas de los combustibles que no sólo pagan los automovilistas, sino que suman sus efectos sobre los precios de la canasta básica a los de la devaluación. DAlessio Irol/Berensztein registra un pico de pesimismo de los argentinos respecto de la economía que supera al de julio de 2016: cedió un punto más la calificación positiva y se mantiene en 54% la negativa. Se nota que el presidente Mauricio Macri comenzó a perder la paciencia y a admitir mala praxis en la gestión económica, pero no se le ocurrió mejor idea que reaccionar contra parte del equipo con un arranque de antinepotismo.
Los últimos aumentos que entraron en vigencia en febrero (combustibles, transporte, medicina privada, electricidad, peajes, etc.) impactaron en los bolsillos de los sectores populares. Si se suma que la subida del tipo de cambio a 20 pesos por dólar preanuncia un traslado a precios de productos de primera necesidad -como suele pasar con cada devaluación, por pequeña que sea-, puede entenderse que ciertas expectativas económicas positivas que despertaba el gobierno de Mauricio Macri vayan decayendo.
Las últimas encuestas de opinión tanto sobre la figura de Macri como sobre la gestión del gobierno de los CEOs muestran una merma en los niveles de percepción positiva y un aumento en los de percepción negativa.
El contexto polémico que rodeó la aprobación del saqueo a los jubilados con la reforma previsional hizo mella en la imagen del gobierno, tras lo cual el episodio del ministro de Trabajo, el polémico Jorge Triaca, con su ex empleada en negro empeoró más el panorama.
Otro elemento que juega en contra es que en Capital y Gran Buenos Aires hubo más cortes de luz este verano que el anterior, algo difícil de aceptar cuando las tarifas ya han aumentado desorbitadamente desde 2015 hasta la fecha y las inversiones importantes para mejorar el servicio todavía no se ven por ninguna parte.
La explicación es que el atraso tarifario era tal que, con lo recompuesto, apenas alcanza para ir reemplazando y renovando las instalaciones existentes. A los usuarios, lógicamente, esa respuesta no les resuelve los trastornos sufridos.
En tanto, el Gobierno de los Ricos sostiene un enfrentamiento con sectores sindicales que cuestionan su política económica neoliberal y su modelo laboral precarizador. Además, emprende una ofensiva basada en la reivindicación del accionar de las fuerzas de seguridad de "defender la ley y mantener el orden a los tiros" con una rigurosidad que remite a los tiempos de la dictadura militar.
Macir parece buscar respaldo social eligiendo como adversarios a gremialistas y a sectores "ultragarantistas". Junto a su estratega Jaime Durán Barba, vislumbran un cierto apoyo, detectado en focus group, al policía Chocobar que mató por la espalda a un pibe chorro.
El Gobierno quiere fortalecer el aparato represivo del Estado. Esto daría lugar a mojarles la oreja a las organizaciones de derechos humanos amagándoles con la pena de muerte y una represión más dura a los delincuentes, en respuesta al esquema garantista. Una apuesta al "gatillo fácil" que, por cierto, implica riesgos importantes.
La Opinión Popular
Encuestas de verano: alerta amarilla para el Gobierno de Macri
Es inhabitual que en meses de vacaciones y en un año no-electoral circulen muchas encuestas, con lo caro que resultan además esos trabajos, pero este verano no ahorra números. Hay coincidencias en algunos puntos. Sin dudas, registran datos preocupantes para el Gobierno en términos de caída de imagen.
También anotan que sumergido en su propia crisis, el peronismo no capitaliza ese deterioro oficialista. Lo más novedoso, con todo, es que parece haber una franja disgustada con la gestión nacional pero que no emigra a otras costas políticas o avala incluso a otras figuras del oficialismo.
La primera luz de alerta para el Gobierno comenzó a parpadear a fines del año pasado, luego de la costosa aprobación de la ley que modificó la fórmula de cálculo para los ajustes jubilatorios. El dato fue anotado por relevamientos reservados en manos de funcionarios y por otros sondeos.
La caída de imagen, estimada en alrededor de 5 puntos, era señalada entonces por al menos media docena de consultores, entre ellos Poliarquía, Ricardo Rouvier, Management & Fit (M&F) y Analía del Franco.
La cifra, coinciden ahora algunos trabajos, se habría estirado a los 9 puntos. En el medio, gravitaron las subas de tarifas y también, en otra dimensión, el caso del ministro Jorge Triaca y la ex empleada de la quinta familiar, con el capítulo de su contratación en un sindicato intervenido.
Dos sondeos difieren por poco en esa apreciación, tomando como referencia inicial la imagen del Gobierno posterior al éxito electoral de octubre, es decir, el pico registrado en medio de la espuma del triunfo en las urnas.
Para M&F, la aprobación de la gestión macrista descendió 9,4 puntos, para colocarse en poco más del 40 por ciento. Un sondeo apenas anterior, de Rouvier, anotó un descenso de 9,5 puntos en la imagen positiva de Macri (quedó en 44,6%) y de más de 10 en la valoración del Gobierno (bajó a 42,2%).
Los números, duros y sin otras consideraciones constituyen en sí mismo una advertencia para el Gobierno. Es cierto que la comparación es hecha contra el mejor momento de esta gestión y también lo es que la foto es parecida a la de mediados del año pasado, previa a los comicios.
Pero las encuestas, además, ofrecen variados elementos o indicios, y quizá el más significativo es que parte del malestar estaría siendo expresado por una franja que al mismo tiempo mantiene respaldo mayor a otros referentes oficialistas, como María Eugenia Vidal y en diferente dimensión, Elisa Carrió.
En general, la gobernadora bonaerense ha mantenido niveles más altos que el resto de los políticos, oficialistas y opositores, e incluso por encima del Presidente, con vaivenes, por supuesto. No sale indemne en los momentos de baja, aunque sufre menor erosión de su figura, y suele crecer más que el resto en los lapsos de alza.
Es una diferencia que siempre, y así ocurre en estos días, evitan destacar en las cercanías de la gobernadora, tal vez para no generar conflictos de cartel en algunas líneas del poder.
De todos modos, resulta claro que no es un dato menor. Vidal mantiene su imagen por encima de los 50 puntos, según algunos relevamientos, y en general muestra una ponderación negativa pura menor a la mayoría de los políticos.
Pero la brecha entre sus registros y los del Gobierno indica una cuota de malestar específico con políticas nacionales entre votantes o "simpatizantes" de Cambiemos, según admiten incluso algunos que cuidan con esmero la imagen global del oficialismo.
Esa estimación tendría sustento también en otro dato. No aparecen indicadores claros de que la oposición, y en especial el peronismo en sus distintas vertientes, capitalice de manera automática aquel declive de los números del oficialismo. Alcanza, sí, para generar cierto optimismo entre dirigentes que ven un panorama menos árido que el que sugerían los días posteriores a las elecciones pasadas.
Esa percepción alcanza además para alimentar el debate interno del peronismo sobre el camino que debería adoptar para recomponerse y acerca de la posición -o los grados de dureza- frente al gobierno de Macri.
La idea de unidad es, todavía, una idea en discusión. Ya desde fines del año pasado, fue fácil advertir que lo que empezaba a discutir seriamente el peronismo es el sendero a caminar hacia 2019. La tensión estaba puesta en definir la asimilación a ese proceso de Cristina Fernández de Kirchner. Ahora, además y aunque aún de manera poco ruidosa, se sumó la tensión que transmite el frente gremial.
El PJ ofrecerá en estas horas nuevas postales de ese andar, que no es lineal. Para hoy mismo, está citado un encuentro con cierta presentación académica en una sede educativa vinculada al sindicato de los encargados de edificio, que encabeza Víctor Santa María. La convocatoria incluye a dirigentes y legisladores del kirchnerismo, del sector que responde a Florencio Randazzo y del massismo.
También se espera la presencia de representantes orgánicos del PJ bonaerense, que desde que asumió su presidencia el intendente Gustavo Menéndez opera en favor de una corriente de unidad por el momento de perfil impreciso. No es el único.
Parte de la amplitud de ese ejercicio se refleja en las invitaciones a un par de gobernadores: el sanjuanino Sergio Uñac, uno de los jefes provinciales más jóvenes, y el formoseño Gildo Insfrán, difícil de asociar al concepto de renovación.
La salud de la CGT es también un elemento saliente en el marco de referencia más general. La frágil unidad cegetista ya demostró sus límites y el triunvirato de conducción hoy existe sólo en las formas. Hugo Moyano, en su batalla con el Gobierno, reabrió y agudizó las fisuras.
Los contactos del moyanismo con el kirchnerismo duro amplían a su vez el interrogante sobre los límites de la unidad. Las diferencias entre el jefe sindical y la ex presidente parecen tácticamente archivadas: compiten en la confrontación con el Gobierno, también se presentan cada uno a su manera como víctimas de persecución política y judicial.
Lo saben quienes prefieren mantener distancia y sienten reverdecer esperanzas frente a la erosión de la imagen del Gobierno. La mayoría de esas mismas encuestas anotan a Fernández de Kirchner y Moyano en los últimos renglones del listado sobre valoración de dirigentes políticos y sociales.
Por Eduardo Aulicino
Fuente: Infobae