Nacionales - 20-01-2018 / 17:01
EL ACUERDO CON EL PERONISMO DIALOGUISTA ENTRÓ EN CRISIS Y SE AGRAVÓ CON LOS DNU
¿Por qué el Gobierno de Macri no pudo abrir el Congreso en extraordinarias?
Macri quiere que los legisladores no sean protagonistas y sólo debatan leyes con amplios consensos y sin riesgos. Y está dispuesto a resolver los temas cruciales por decreto. Los legisladores de los gobernadores están furiosos por los decretos y lo hicieron saber. Conversaron toda la semana y podrían planear una cumbre. En Cambiemos admiten que Macri no se acostumbró a la negociación permanente y prefiere ignorarlos todo lo posible. En la imagen: Juan José Bahillo, Graciela Camaño, Nicolás Massot y Pablo Kosiner.
Los referentes legislativos de Cambiemos retornaron de sus vacaciones esta semana y volvieron a las playas con una certeza: será difícil dar grandes batallas en el Congreso este año, tras la traumática sanción de la reforma previsional.
"Sólo tendremos leyes con debates abiertos y participativos", fue la consigna que los diputados Emilio Monzó y Mario Negri y los senadores Luis Naidenoff y Federico Pinedo le comunicaron a sus pocos pares que atendían el martes. Venían de escucharla en la Casa Rosada, en la primera reunión de gabinete ampliada del año. La próxima será en un mes, ya en el retiro espiritual de Chapadmalal.
Entretanto, Mauricio Macri echó leña al fuego con nuevos DNUs que enfurecieron al peronismo dialoguista, mote asignado a los bloques referenciados en los gobernadores que le ayudaron estos años a tener leyes, aunque no tanto como él hubiera querido.
Desde sus casas o sus remansos vacacionales, los peronistas no K cruzaron llamadas que derivaron en un comunicado del Bloque Justicialista en contra del megadecreto de reforma del Estado. Ya hablan de una mini cumbre informal en Salta, donde trabaja full time Pablo Kosiner, jefe del BJ, artífice de los avatares de la reforma previsional en Diputados.
Macri quiere que los legisladores no sean protagonistas y sólo debatan leyes con amplios consensos y sin riesgos. Y está dispuesto a resolver los temas cruciales por decreto. En Cambiemos admiten que Mauri no se acostumbró a la negociación permanente y prefiere ignorarlos todo lo posible.
Juan Manuel Urtubey, que está por viajar a Davos con Macri y dice que intentará sucederlo en 2019, deja que Kosiner sea confortativo, hasta que Rogelio Frigerio se enoja de verdad. "¡No controlan a sus legisladores!", le gritó el ministro aquella cumbre de diciembre, que destrabó la reforma previsional. El gobernador se reía.
Miguel Pichetto también está activo y molesto por la temporada de decretos presidenciales, que como anticipó LPO, cuentan con protección parlamentaria por una audaz maniobra de Emilio Monzó y un trámite fugaz que está por completar Gabriela Michetti, recién arribada de una gira oficial por Israel, Suiza e Italia.
Cuando sus compañeros abran sus celulares, Pichetto saldría con otro comunicado de rechazo a los DNUs compulsivos. Y para fines de febrero, quiere una foto con su bloque y el de Kosiner.
Fastidioso, en sus diálogos con gobernadores comenzó a sugerir una rápida definición del próximo candidato presidencial para tirarlo a la cancha, como tarde, después del mundial de fútbol.
No saldría de Urtubey, Juan Schiaretti o Juan Manzur: el primero se propone y no tiene reelección en Salta, el cordobés cae mejor entre sus pares pero no muestra interés y el tucumano se anota por las dudas, aún sin entusiasmar. Eso sí, ninguno parece apurado en gritarlo a cuatro vientos.
Los reclamos de siempre
Sin levantar demasiado la voz, en estos días los gobernadores aseguran que Macri volvió a privilegiar el envío de fondos a Vidal, sin importar la ayuda que dieron para sancionar las leyes económicas de fin de año, en un clima sumamente hostil. Tal no es más que ansiedad.
Los siempre polémicos repartos de fondos habría sido parte de la cumbre entre Pichetto y Frigerio, letal para que el Gobierno desistiera de llamar a sesiones en febrero.
El escenario es cuanto menos paradójico: Cambiemos engrosó sus bloques tras la elección legislativa pero se presenta con menos dominio de los recintos que nunca antes.
Concentra un bloque de diputados aún mayor al último de Cristina Kirchner como presidenta y no logra un grupo de aliados para confiar, al menos como le gustaría a Macri.
Los K, además, se mantienen agazapados a la espera de aprovechar un tropiezo para arruinarle los planes, como aquel primer intento fallido de la reforma previsional.
"El problema es que no logramos acostumbrar a Mauricio al Congreso. La Legislatura porteña la controlaba a gusto (Cristian) Ritondo, que hablaba con (Horacio Rodríguez) Larreta. En la Nación no es tan lineal", se resigna un legislador macrista que lo conoce de aquellos tiempos.
Y en la Nación es distinto. Los aliados quieren mimos permanentes (sobran reclamos de obras del presupuesto 2017 jamás iniciadas o trabas en la asistencia previsional), un costo político mínimo (las bravuconadas de Elisa Carrió a leyes acordadas lo complican todo) y si se los consagra árbitros de las votaciones retocarán el texto hasta el final, gimnasia que fastidia a Macri, pero sólo puede evitarla con un quórum holgado.
En Cambiemos sorprende cómo el Gobierno no lo intentó con un trabajo fino sobre "votos sueltos", aquellos sin jefes a la vista, que no son tantos como en otras épocas, pero están. Un dato: casi todos los senadores del PJ sin jefes gobernadores votaron en contra de la reforma previsional y nadie los llamó.
Hubo más indicios para pensar que los legisladores no serán protagonistas: a varios opositores les avisaron que quizá puedan mantener presidencias de comisiones importantes, porque se van a usar poco y nada.
Una sería Comunicaciones, que iba a ser clave por la prometida ley de convergencia, pero finalmente no llegará al menos hasta 2019. En 2018, la regulación de la fibra óptica y la TV satelital seguirá remendándose con decretos.
La relación del Ejecutivo con el Congreso se está reformulando junto al propio Gabinete. Flamante secretario de Fortalecimiento Institucional, el lilito Fernando Sánchez habla con legisladores de Cambiemos desde diciembre y tiene diálogo diario con Mario Quintana, enlace con el Congreso preferido del presidente.
Por gestión de Sánchez, por ejemplo, se regularon algunos vetos que Macri tenía preparados para enero y habría tenido un rol clave en la suspensión de las extraordinarias, que Peña las había garantizado en conferencia de prensa.
"No hubo reuniones y con el clima que terminó el año será difícil sesionar rápido", se lo escuchó decir en la Rosada hace unas semanas. Y lo escucharon.
Claro que el ex diputado de la Coalición Cívica deberá sobre todo contener a Elisa Carrió, agazapada por el calor pero con aviso de vuelta en marzo. Por sus ojos pasarán las reformas judiciales que el Gobierno suele negociar sin problemas con el PJ, pero no con ella. Y cualquier otra ley que piensen enviar. Su funcionario la llamará a diario.
El lilito ya eclipsó a la peñista Lucía Aboud, secretaria de relaciones parlamentarias desde diciembre. Sólo se ocupará de seguir la agenda del día a día, cuando exista, siempre en contacto con su jefe y podrá destacarse con la agenda institucional, otro de los escasos programas parlamentarios avalados para 2018. "Labura mucho, pero no es política", aclaran los diputados que ya la frecuentan.
Será relevante además si Guillermo Dietrich logra ser ministro de Infraestructura y toma roles que hoy concentra Frigerio.
De todos modos, el ministro del Interior seguirá como nexo obligado con el parlamento, porque tiene la misión de apurar a los gobernadores si se hacen los distraídos y difícilmente alguien pelee por tener esa tarea. Tiene su complejidad.
Por Mauricio Cantando
Fuente: La Política Online