Nacionales - 28-04-2017 / 08:04
OTRA VEZ DE FURGÓN DE COLA DE LOS EE.UU.
Macri retornó al alineamiento incondicional con los yanquis
Con la llegada de Macri al gobierno nacional se produjo un reforzamiento de la relación con de EE.UU. como actor fundamental en casi todas las áreas del estado. Estados Unidos es hoy un referente muy fuerte en materia de Defensa, Seguridad e Inteligencia. Pero, la poca trascendencia de la visita en la prensa estadounidense quedó reflejada en que la reunión no fue tapa de ningún diario. The New York Times ni siquiera puso el encuentro en el encabezado de su sección ‘World’.
Con la condena a Venezuela como bandera, Argentina retomó el alineamiento incondicional con EE.UU. en materia de Defensa y Seguridad. El presidente Mauricio Macri y su par yanqui, Donald Trump, coincidieron en sus críticas al mandatario venezolano, Nicolás Maduro, y acordaron "trabajar estrechamente para preservar las instituciones democráticas" en el país caribeño. El ansiado (en especial para el Gobierno argentino) encuentro encuadró a la Argentina como aliado regional del país del norte.
¿Qué consiguió Macri a cambio? Mientras el presidente argentino observaba a su anfitrión con una sonrisa de oreja a oreja y cierto embelesamiento en la mirada, el magnate yanqui lo llenó de elogios, le deseó lo mejor, pero no le resolvió la urgencia más importante de la relación bilateral: el freno a las importaciones de biodiesel, el principal producto que la Argentina vende a EE.UU. por cerca de 1.200 millones de dólares anuales. Práctico, Trump le propuso armar un "panel" para ver el tema. Un panel es una comisión y ya se sabe para que se arman las comisiones.
En el caso de los limones, Trump lo despachó con su broma sobre Corea del Norte, aunque en la delegación argentina afirmaban que en la reunión de Francisco Cabrera con Wilbur Ross se acordó levantar en los próximos días la prohibición del ingreso, aunque habría que tomarlo con pinzas hasta que se concrete la decisión. De cualquier manera el tema de los limones es más simbólico que importante en términos económicos: Se trata de un mercado potencial de u$s 50 millones, monedas comparado con lo que representa el biodiesel.
El lado positivo -total no cuesta plata- fue el apoyo de Trump al ingreso de Argentina a la OCDE. Cuando Macri le sacó el tema, rapidísimo, el magnate ordenó a su secretario de Estado, Rex Tiullerson, que de inmediato "apoyemos el ingreso de Argentina a la OCDE". En el fondo, Trump no cree en los organismos multilaterales a los que considera poco más que una burocracia costosa y decadente y vio en el aire la oportunidad de darle algo a Macri que no representa costo alguno. A diferencia de lo que busca instalar Cambiemos, quedó demostrado que Argentina no es un socio estratégico de EE.UU.
Sin muchos avances concretos que mostrar, el clima obviamente favorable a sus "reformas económicas" neoliberales dejó sumamente conforme a la comitiva argentina que mostró como hecho más trascendente que se logró "reencauzar" la relación entre ambos jefes de Estado luego de que, en la campaña electoral, la gestión Macri manifestara su apoyo a Hillary Clinton.
En resumen, Macri comprometió una Argentina metida de lleno como socia de los Estados Unidos en crisis globales que le quedan grandes. Nuestro país no tiene interés directo ni capacidad para ser parte en el conflicto de Corea. Tampoco en el del Mar Meridional de la China. O en la escalada entre Washington y Teherán, la guerra en Siria y el ISIS. Si no, recordemos cómo le fue a la participación de Menem en el conflicto del Medio Oriente. Pero, para Macri fue un día especial. "Maravilloso", lo describió extasiado.
La Opinión Popular
Macri en la Casa Blanca
Donald Trump le dice a cada uno lo que quiere escuchar, no importa si contradice lo afirmado con vehemencia poco tiempo antes. No hay dudas de que es un buen empresario y que ha sabido llevar a delante sus negocios, aunque presidir la primera potencia mundial es otra cosa.
El presidente norteamericano acaba de cumplir sus primeros cien días en la Casa Blanca con un fracaso tras otro. No pudo impedir que ciudadanos de siete naciones musulmanas ingresen a su país, falló en el Congreso su intento de eliminar el plan de salud de su antecesor Barack Obama y acaba de anunciar la postergación de la construcción del muro fronterizo con México, la base de su campaña racista y xenófoba que lo llevó al poder.
Hace un par de semanas recibió al presidente de China, país al que había acusado de manipular la moneda para beneficio propio. Pero a la hora de la verdad y de la realpolitik, dijo que las relaciones con el gigante asiático son excelentes y se quedó con la promesa de grandes inversiones chinas para la remodelación de la infraestructura civil de su país.
Ayer, Trump recibió a Macri, presidente de un país emergente con un intercambio comercial ínfimo respecto al de China. Casi fue una visita protocolar con dos ejes básicos para el país: que Estados Unidos permita la importación de limones y de biodiesel, frenados desde hace tiempo. En el primer caso, se trata de apenas unos 50 millones de dólares anuales de exportaciones de ese cítrico (anoche se logró levantar la restricción) y en el segundo de 1.240 millones de dólares.
Para poder tener una idea de qué representan esas cifras, el intercambio comercial entre Argentina y Estados Unidos durante el año pasado fue de 10.472 millones de dólares, con un saldo favorable para el país del norte de 2.101 millones.
El año pasado, Estados Unidos tuvo un déficit comercial con China de 347.000 millones de dólares. Exportó por 115.000 millones de dólares e importó mercaderías por 462.000 millones de dólares.
Esta abrumadora diferencia de volumen comercial entre Argentina y China no impidió que en el almuerzo que se le ofreció a Macri y a su esposa en la Casa Blanca se incluyera chorizo, una especie argentina que no tiene traducción y así fue escrita en el menú para sorpresa, seguramente, de quienes no conocen ese plato nacional muy popular.
Pero más allá del agasajo protocolar, de los números y de compartir un pasado amistoso antes de ser políticos, Macri y Trump tienen algunos puntos en común.
El presidente norteamericano, que hasta ahora no pudo cumplir casi ninguna promesa de su campaña electoral (más allá de una peligrosa escalada bélica que parece haber sido sólo una puesta en escena), se mantiene con altos niveles de popularidad entre quienes lo votaron. Los que lo hicieron por la demócrata Hillary Clinton deben haber profundizado su repudio por el republicano.
Mientras Macri y Trump paseaban por los jardines de la Casa Blanca, el diario The Washington Post, acusado por Trump de las peores barbaridades, publicó una encuesta reveladora. Según ese estudio, el 80 por ciento de los votantes del actual presidente cree que el principal problema en relación a la imagen del gobierno es que los medios de comunicación publican falsas historias y sólo un mínimo porcentaje afirma que las quejas de la Casa Blanca sobre coberturas tendenciosas son infundadas.
En la Argentina es imposible medir con transparencia a través de una encuesta (la gran mayoría han fallado sospechosamente una y otra vez) el pulso de los votantes de Macri a más de un año de gobierno, pero la marcha en favor del oficialismo de pocas semanas atrás es un indicio de que sigue teniendo respaldo pese a que como Trump muchas promesas de campaña no fueron cumplidas.
Trump ha anunciado poco antes de la llegada de Macri a Washington que propondrá reducir la carga impositiva a las empresas (también las suyas) del 35 al 15 por ciento en lo que llamó "la mayor reforma fiscal de la historia". Según los especialistas en economía del diario The New York Times, ese recorte implicará una baja en la recaudación federal de entre 3 a 7 trillones de dólares para la próxima década y sólo podría saldarse ese enorme bache con un crecimiento del PBI del 4.5 por ciento, más del doble de lo proyectado.
Macri en los casi 18 meses de gobierno produjo algunos retoques impositivos que han favorecido a determinados sectores de la economía, como la agroexportación o la minería, pero en cambio incumplió en eliminar por completo el impuesto a las Ganancias que pagan los trabajadores, entre otras cosas.
En el mundo del comercio internacional es imposible encontrar semejanzas entre ambos mandatarios, pero en algunas decisiones de política económica domésticas pueden encontrarse algunas coincidencias. Con el tiempo se verán si son acertadas o no.
Por Jorge Levit
Fuentes: La Capital, La Política Online, Página12, BAE Negocios y LOP