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Sociedad e Interés General - 19-02-2017 / 19:02
EFEMÉRIDES HISTÓRICAS

Las tropas patriotas revolucionarias, al mando de Belgrano, derrotan a los invasores colonialistas españoles en la Batalla de Salta

Las tropas patriotas revolucionarias, al mando de Belgrano, derrotan a los invasores colonialistas españoles en la Batalla de Salta
Las tropas patriotas revolucionarias, al mando de Belgrano, derrotan a los invasores colonialistas españoles en la Batalla de Salta.
La batalla de Salta fue un enfrentamiento armado librado el 20 de febrero de 1813 en la pampa de Castañares, lindante con la ciudad de Salta, en el curso de la Guerra de Independencia de la Argentina.
 
El Ejército del Norte, al mando del general Manuel Belgrano y de Eustaquio Díaz Vélez como segundo jefe, derrotó por segunda vez a las tropas realistas del brigadier Juan Pío Tristán, a las que había batido ya el 24 de septiembre anterior en la batalla de Tucumán.
 
La rendición incondicional de los realistas garantizó el control del gobierno revolucionario patriota rioplatense sobre buena parte de los territorios del antiguo Virreinato del Río de la Plata y aseguró temporariamente la región, desbaratando así el peligro de una invasión realista desde la frontera norte.

La Opinión Popular

Hoy se cumple un nuevo aniversario de la gloriosa batalla de Salta. Junto con la de Tucumán, del 24 de septiembre de 1812, constituyen episodios fundamentales en la guerra de la Independencia, y la posteridad, al evocarlas, no hace sino cumplir un elemental deber de gratitud. 

Como se sabe, después del triunfo de Campo de las Carreras, el jefe del Ejército del Norte, general Manuel Belgrano, se preocupó por reforzar su ejército para dar un nuevo golpe a los realistas. Corría enero de 1813 cuando se movió con sus fuerzas, desde Tucumán rumbo a Salta, y al alcanzar el río Pasaje (13 de febrero) enarboló la bandera que había creado, ante la cual sus soldados juraron fidelidad a la Asamblea Constituyente. Bajo una fuerte lluvia llegó a Salta. El 19 de febrero sus fuerzas se distribuyeron en la finca de Castañares, y al día siguiente avanzó sobre la ciudad con seis columnas de infantes, cuatro escuadrones de caballería y piezas de artillería intercaladas en los claros.
 
Las primeras escaramuzas parecieron favorecer a los realistas, pero el vigor con que Manuel Dorrego condujo la carga de jinetes ocasionó el desbande de toda el ala izquierda, que se replegó sobre la ciudad. En el centro, la hábil maniobra de José Superí arrolló la línea enemiga. Y si el ala derecha realista, apoyada sobre el cerro San Bernardo, presentó enconada resistencia, terminó siendo igualmente batida. Los enemigos se habían retirado a la zona urbana, cuyas calles estaban foseadas. Cuando Belgrano se disponía a atacarlos, enviaron un parlamentario: horas después, el jefe realista firmaba la capitulación. El combate, explicó Belgrano, "duró tres horas y media y ha sido muy sangriento, tanto en el campo como en las calles de la ciudad". Toda la fuerza realista, que sumaba 3.398 hombres, cayó en poder de los patriotas. Sus soldados tuvieron la humillación de entregar a Belgrano 2.188 fusiles, 1.095 bayonetas, 10 cañones y 156 espadas.
 
La rendición fue, recordaría José María Paz, "un acto terrible para los militares que sufrían tan gran afrenta, pero grandioso para la libertad y para quienes la sostenían". Honroso para Tucumán es un largo párrafo del parte de Belgrano. "No hallo, Excelentísimo, expresión bastante para elogiar a los jefes, oficiales, soldados, tambores y milicias que nos acompañaron de Tucumán, al mando de su coronel don Bernabé Aráoz".

 
Debe recordarse que don Bernabé, junto con su comprovinciano Gerónimo Zelarayán, comandaron personalmente los escuadrones de milicias en la acción, secundados por el capitán de Dragones, José Valderrama. El rol de nuestra provincia en esa victoria fue también elogiado por el gobernador intendente Feliciano Chiclana, en comunicación al Cabildo de Tucumán. Subrayaba la actitud de nuestro vecindario, de "sostener por no poco tiempo un numeroso ejército y auxiliar su transporte hasta el lugar donde se han coronado nuestras glorias". Agregaba: "y lo que es más, desprender de su paternal seno a muchos de sus hijos valerosos, que en el 20 de febrero suplieron duplicar los laureles de que, vencedores, salieron cargados el 24 de septiembre". 

Estas razones, que -vemos- los papeles históricos documentan con fidelidad, son más que suficiente para que tucumanos y salteños se unan en la evocación de un glorioso suceso que los hermana con fuerza, en la historia de la Independencia nacional. Por ello, el año venidero, cuando se celebre el bicentenario de la batalla de Salta, la provincia de Tucumán debe unirse a esa evocación por derecho propio. Nuestras ciudades detuvieron, en 1812 y 1813, el avance realista al interior del país, abriendo una nueva esperanza a la revolución. Es algo que no debemos olvidar.
 
Fuente: La Gaceta

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