Nacionales - 23-09-2016 / 10:09
Macri: Sobreactuaciones, frazadas cortas y el riesgo de querer caerle bien a todo el mundo
Susana Malcorra y Mauricio Macri.
El histórico blooper de Mauricio Macri con la premier británica Theresa May en su debut ante la ONU no hizo más que mostrar el peligro de pretender caerle bien de un día para el otro a todo el mundo en medio de una crisis del capitalismo global que puso a la defensiva hasta a las sociedades más tradicionalmente abiertas y cosmopolitas y que arrimó peligrosamente al poder a figuras hasta hace poco marginales, como Donald Trump o Marine Le Pen.
Lo advierten desde hace un par de meses los industriales que votaron entusiasmados a Cambiemos para dar vuelta la página del kirchnerismo pero que jamás creyeron que una de sus primeras decisiones sería habilitar de un plumazo todos los permisos de importación que habían hecho los comerciantes y supermercadistas en la segunda mitad de 2015, en muchos casos por triplicado o cuadruplicado por si alguno salía y el resto quedaba en el camino.
Lo empezaron a notar también ahora los banqueros nacionales, cuyo malestar por haber quedado afuera del festival de endeudamiento en curso comenzó a ventilarse en contactos reservados con dirigentes de la oposición peronista.
Todavía discreta pero cada vez más decididamente, el empresariado criollo debate por estas horas si las concesiones que ofrece el Gobierno al capital trasnacional para que invierta en el país no son excesivas y no empiezan a arriesgar la porción de la torta que consideran propia.
Los diplomáticos de carrera, un universo que el kirchnerismo jamás logró penetrar, maceran a su vez agrios cuestionamientos a la política exterior de Susana Malcorra, la canciller que navega cómo puede el conflicto de intereses implícito en su misión defender los intereses del país ante potencias con poder para vetar su candidatura a convertirse en la primera mujer secretaria general de la ONU.
El intento del Presidente de exhibir fortaleza frente a Londres al anunciar falsamente que Mrs May había aceptado empezar a discutir la soberanía sobre las Malvinas no fue más que una sobreactuación pública para disimular las concesiones que contenía la declaración conjunta que la semana anterior firmó el vicecanciller Carlos Foradori con su par británico Alan Duncan.
El texto sobre el cual el Congreso pidió explicaciones no tiene el status de nuevo acuerdo, tal como aclaró correctamente Federico Pinedo, pero sí reflota los firmados en los primeros años 90 bajo la política "Winnie Pooh", donde Argentina reconocía a los ocupantes isleños el derecho a explotar la pesca y el petróleo. Esos convenios, que no incluían plazos ni metas concretas, se habían dejado caer luego de la reforma constitucional de 1994, que consagró el reclamo por Malvinas como una política de Estado.
Malcorra ya avisó en el Palacio San Martín que su gestión allí se acerca a su fin, consiga o no la venia del Consejo de Seguridad para reemplazar a su exjefe Ban Ki Moon en el piso 38 del edificio neoyorquino que anteayer pisó por primera vez Macri como mandatario. Si no es ése, la burocracia supranacional donde militó los últimos 15 años le ofrecerá otro puesto. Pero sus chances, al menos hasta el papelón presidencial que debió enmendar ella en persona, mejoraron mucho luego de su gesto de generosidad hacia los kelpers. Casi en simultáneo con la publicación del pacto Foradori-Duncan, la costarricense Christiana Figueres le despejó el camino al declinar su candidatura al puesto que ella anhela. La había animado a lanzarse Londres para que no hubiera una única latinoamericana en carrera y así debilitar a la argentina.
Hidrovía rápida
La visita del brasileño Michel Temer, quien aterrizará por unas pocas horas en Buenos Aires dentro de 10 días, será otra ocasión para sondear cuánto está dispuesto a pagar Cambiemos por el boleto de regreso al mundo. Y a quiénes. Su canciller José Serra blanqueó semanas atrás la intención del ministro de Agricultura, Blairo Maggi, de replantear la administración de la Hidrovía y encargarla a un ente supranacional, en lugar de los gobiernos de los países que riegan el Paraná y sus afluentes. El cuerpo diplomático le recomendó a Malcorra ser prudente y le advirtió sobre los intereses que guían a Maggi, quien junto a su primo Eraí cultiva más de medio millón de hectáreas de soja en el Mato Grosso. Su objetivo es sacar al océano la cosecha brasileña lo más barato posible y las normas argentinas inflan sus costos.
La frazada es demasiado corta para satisfacer a Maggi y a la vez al complejo sojero local, que vería desbordada su capacidad logística con solo expandir un 30% la producción de granos. Se lo planteará la semana próxima la multinacional Bayer al ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, con quien los alemanes pidieron reunirse a las pocas horas de haber comprado Monsanto por la friolera de u$s 66.000 millones. No será una presentación protocolar. Según anticiparon fuentes de la industria, le pedirán concretamente que reoriente su plan de obra pública para hacer menos autovías y más trenes, sin los cuales será imposible llevar hasta los puertos una producción de granos que proyectan triplicar en solo 5 años.
¿En qué se basan para proyectar una expansión tan vertiginosa? En la introducción de los nuevos eventos transgénicos que incorporan al germoplasma de la semilla los agroquímicos que hasta ahora se aplican en el suelo. Su uso acaba de ser aprobado por el Gobierno y su rentabilidad quedó asegurada por Monsanto, que tras una larga negociación con Agroindustria logró imponer su criterio sobre qué semillas pueden resembrarse sin pagar y cuáles no. Lo único que resta asegurar es el transporte de lo producido y solo el tren es capaz de hacerlo. El problema es presupuestario: un kilómetro de rieles cuesta exactamente el doble que uno de autopista.
De Madrid a Wall Street
La ausencia de empresarios nacionales en el negocio aerocomercial tras el cierre de la rosarina Sol y la venta de MacAir (del grupo Macri) a Avianca hizo que nadie alzara demasiado la voz contra Iberia, que también usufructuó esta semana la generosidad oficial con todos los hombres de negocios del mundo que quieran vender en el mercado argentino.
La aerolínea española celebró sus 70 años con el auspicio de la vicepresidenta Gabriela Michetti, quien amadrinó el avión que cubrirá su nuevo vuelo Madrid-Buenos Aires, gracias al cual ampliará un 16% su oferta de asientos en una ruta que compite con la de la estatal Aerolíneas. Pero también convocó a un seminario, un cóctel y una muestra de fotos en el Centro Cultural Kirchner, cuyo sexto piso le cedió gratuitamente anteayer el michettista Hernán Lombardi al director general para el Cono Sur de la agencia EFE, Pedro Pérez, y que la agencia española alquiló a su vez a Iberia.
No es el primer favor que recibe Iberia en estas pampas este año, donde crecerá más que en ningún otro mercado fuera de España. La Autoridad Nacional de Aviación Civil (ANAC) también autorizó a la chilena LATAM a vender pasajes con código compartido con Iberia para volar desde Mendoza a Santiago y desde allí a Madrid. Son medidas que irritan a los gremios aeronáuticos, que velan las armas para un conflicto que procuraron evitar (como muchos otros) pero que detonará en las próximas horas tras 12 meses de congelamiento salarial con inflación del 45% y la negativa oficial a extenderles en julio un bono complementario como solía ocurrir a mitad de año.
En la CGT hoy se oirán discursos altisonantes contra la política económica de Cambiemos y hasta probablemente se anuncie un paro general, pero sin fecha. Y en lenguaje moyanista -el que todavía se habla en Azopardo- eso significa que la huelga puede no concretarse nunca. Si el Gobierno se compromete a habilitar el pago de bonos de fin de año para los jubilados y para los gremios que más perdieron frente a la inflación en el año y a atenuar la Ley de Empleo Joven para evitar que favorezca el reemplazo de empleados por otros más baratos, lo único que habrá antes de las Fiestas es otra movilización al estilo del 29-A en Paseo Colón. Es la prenda de gobernabilidad que negociaron febrilmente ayer los "gordos" y Luis Barrionuevo con el ministro Jorge Triaca, a horas del Comité Confederal que se reunirá hoy.
Tal vez por los vicios de una profesión frenética, donde cada segundo cuenta, los banqueros son mucho menos pacientes. De ahí que los dueños del Macro y hasta los del Galicia, unidos por lazos de sangre ni más ni menos que con el jefe de Gabinete, hayan empezado a ventilar su malhumor con Alfonso Prat-Gay y Luis Toto Caputo por cómo han favorecido en sus colocaciones a bancos de Wall Street como JP Morgan, donde ambos se formaron e hicieron carrera.
Sintomáticamente, el enojo de prohombres del sector como Jorge Brito coincide con el giro opositor que pegó su viejo contertulio Sergio Massa. Pero la catarsis la hace también su hijo, el vicepresidente de River, ante interlocutores insospechados como los antiguos integrantes del equipo de Axel Kicillof. Negocios son negocios.
Por Alejandro Bercovich
Fuente: BAE Negocios