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Nacionales - 14-02-2016 / 12:02

Retroutopías: nostalgias de los tiempos perdidos

Retroutopías: nostalgias de los tiempos perdidos
En democracia, la primera gran retroutopía fue la que se gestó durante el clima de época que dio cabida histórica a Raúl Alfonsín. La “República perdida”. La segunda gran retroutopía fue la kirchnerista, que Kirchner inventó desde el Estado para cubrir el desierto en que había quedado la sociedad luego de la crisis de 2001/2. Hoy, el clima de época está haciendo nacer otra retroutopía. Esta vez nos hace imaginar qué hubiera pasado si el alfonsinismo de los 80 junto con la renovación peronista hubieran continuado en los tiempos sucesivos, habiendo impedido el advenimiento del populismo neoliberal y del setentista. O sea, cómo habría sido el país sin haber tenido a Menem ni a los Kirchner.
La época posmoderna, ésa que apareció luego de la caída del socialismo real, no hizo que finalizaran las utopías ni los grandes relatos, sino que les cambió sus contenidos. Antes, cuando peleaban capitalistas contra comunistas, unos y otros apostaban a ver quién se quedaba con el progreso, por eso el relato y la utopía hablaban de lo que iba a pasar en el futuro. Ahora es al revés: los relatos y las utopías hablan del pasado, de un ayer idílico al que querríamos volver.
 
Ese encanto que, al decir de Jauretche, comparaba la política con el deseo de estar más cerca de la cuna del hijo que nace, que de la tumba del padre que muere. Para hacer buena política en los buenos viejos tiempos bastaba con ponerse del lado de los nuevos que venían y abandonar a los viejos que se iban. Pues bien, todo eso ya no está más.
 
En democracia, la primera gran retroutopía fue la que se gestó durante el clima de época que dio cabida histórica a Raúl Alfonsín. La "República perdida", que significaba nada menos que imaginar un país donde no hubiera ocurrido el golpe de 1930, donde la democracia hubiera seguido su camino libremente, sin interrupciones institucionales de ningún tipo.
 
La segunda gran retroutopía fue la kirchnerista, que surgió de un clima que Kirchner inventó desde el Estado para cubrir el desierto en que había quedado la sociedad luego de la crisis de 2001/2. Se intentó reconstruir toda la década del 70 del siglo XX, pero al revés de como ocurrió. No sólo se propusieron volver a un viejo tiempo histórico obviando lo que quedó en el medio, sino también inventar una historia que nunca existió. Una retroutopía de ciencia ficción, un relato contrafáctico.
 
La hipótesis central que los Kirchner se formularon fue la de preguntarse qué hubiera pasado si Cámpora le ganaba a Perón en 1973 y los Montoneros le ganaban a los militares en 1976. En su imaginario (basado en las nostalgias de los sobrevivientes de la vieja izquierda setentista), de haber ocurrido eso, no hubiera habido dictadura militar sino revolución popular, con lo cual tampoco hubiera existido la democracia -según ellos, condicionada- de Alfonsín y la neoliberal de Menem.
 
Hoy, el clima de época está haciendo nacer otra retroutopía. Esta vez nos hace imaginar qué hubiera pasado si el alfonsinismo de los 80 junto con la renovación peronista de la misma década se hubieran continuado en los tiempos sucesivos, habiendo impedido con el triunfo de sus ínfulas modernizantes y democratizadoras en el sentido republicano, el advenimiento del populismo neoliberal y del setentista. O sea, cómo habría sido el país sin haber tenido a Menem ni a los Kirchner.
 
Odios y agresiones de la política que luego se tolerarían como normales, en los años 80 eran despreciados por la sociedad, quizá porque teníamos allí nomás el genocidio militar y la locura sesentista, a las que luego frivolizarían Menem con el indulto y los Kirchner cuando compararon la desaparición de goles con la desaparición de personas, acusando de golpista a cualquiera que no pensara como ellos o indultando a cualquier golpista o genocida que pensara como ellos.
 
No es que Macri o los peronistas que se van alejando del modelo kirchnerista sean particularmente ochentosos. Los macristas tienen una concepción de la política bastante diferente a la de Alfonsín. Los peronistas rebeldes al teléfono, desde el cual ordena Cristina, parecen más ortodoxos que renovadores. Por eso no es que alguien en particular esté proponiendo esta retroutopía, sino que se está haciendo, de la necesidad, virtud. Para los unos y para los otros.

 
Retroutopías
 
La época posmoderna, ésa que apareció luego de la caída del socialismo real, no hizo que finalizaran las utopías ni los grandes relatos, sino que les cambió sus contenidos. Antes, en los tiempos típicamente modernos, cuando peleaban capitalistas contra comunistas, unos y otros apostaban a ver quién se quedaba con el progreso, por eso el relato y la utopía hablaban de lo que iba a pasar en el futuro.
 
Ahora es al revés: los relatos y las utopías hablan del pasado, de un ayer idílico al que querríamos volver. Son retroutopías, son revisiones del pasado, son nostalgias de tiempos perdidos. Por eso la política ha perdido tanto de su viejo encanto. Ese encanto que la hacía partera de la historia.
 
Ese encanto que, al decir de Jauretche, comparaba la política con el deseo de estar más cerca de la cuna del hijo que nace, que de la tumba del padre que muere. Para hacer buena política en los buenos viejos tiempos bastaba con ponerse del lado de los nuevos que venían y abandonar a los viejos que se iban. Pues bien, todo eso ya no está más.
 
 
Volver a los 30 con Alfonsín
 
En democracia la primera gran retroutopía fue la que se gestó durante el clima de época que dio cabida histórica a Raúl Alfonsín. La "República perdida", que significaba nada menos que imaginar un país donde no hubiera ocurrido el golpe de 1930, donde la democracia hubiera seguido su camino libremente, sin interrupciones institucionales de ningún tipo.
 
De no haber surgido la reacción liberal a través del militarismo, quizá no hubiéramos tenido democracia fraudulenta ni democracia populista y toda la secuela de consecuencias que recién finalizó cuando la violencia descontrolada hizo implosionar a todos los protagonistas de esos cincuenta años en los que la república se perdió.
 
La tarea, entonces, de Alfonsín, era recuperar la república. Una retroutopía, una especie de by pass donde se uniera el viejo tiempo idílico y el presente, borrando -aunque más no fuera imaginariamente- todo el pasado fatídico que separó la vieja república de la nueva que se quería construir. Borrar del 30 al 83. Como si después de Yrigoyen hubiera asumido directamente Alfonsín.
 
 
Volver a los 70 con los Kirchner
 
La segunda gran retroutopía fue la kirchnerista, bastante más extraña e inesperada que la de Alfonsín porque no surgió de un clima social previo que Néstor Kirchner expresó, sino de un clima que Kirchner inventó desde el Estado para cubrir el desierto en que había quedado la sociedad luego de la crisis de 2001/2.
 
Lo que acá se intentó fue reconstruir, en un nuevo tiempo, toda la década del 70 del siglo XX, pero al revés de como ocurrió. O sea, no sólo se propusieron volver a un viejo tiempo histórico obviando lo que quedó en el medio, sino también inventar una historia que nunca existió. Una retroutopía de ciencia ficción, un relato contrafáctico.
 
La hipótesis central que los Kirchner se formularon fue la de preguntarse qué hubiera pasado si Cámpora le ganaba a Perón en 1973 y los Montoneros le ganaban a los militares en 1976.
 
En su imaginario (basado argumentalmente en las nostalgias de los restos sobrevivientes de la vieja izquierda setentista), de haber ocurrido eso, no hubiera habido dictadura militar sino revolución popular, con lo cual tampoco hubiera existido la democracia -según ellos, condicionada- de Alfonsín y la neoliberal de Menem.
 
Por el contrario, Kirchner hubiera sido la lógica continuidad del triunfo de la revolución nacional y popular luego de Cámpora y los Montoneros. O sea, Kirchner hubiera sido el nuevo Perón, pero no su continuidad sino el que se levantó sobre sus escombros. Acá el by pass hubiera consistido en pasar directamente de 1973-6 a 2003, obviándonos todo ese entretiempo de ignominias, según los setentistas K.
 
Alfonsín hizo suya una retroutopía que soplaba en el viento de la época, Kirchner inventó una retroutopía en un tiempo en el que no soplaba ningún viento de época salvo el deseo de que se fueran todos los políticos y de que desapareciera la política. Por eso pudo sacar una pesadilla del arcón de los recuerdos y transformarla en un supuesto sueño positivo.
 
Porque una cosa es recrear como utopía el primer radicalismo o incluso el primer peronismo, pero otra muy distinta es tratar de hacer lo mismo con la década más violenta de la historia cuando todos perdieron y nadie quedó en pie.
 
Más que una retroutopía fue una necrofilia pero, por algún raro designio cultural, Kirchner la pudo imponer como espíritu de su tiempo, un tiempo ultrapolitizado por arriba y despolitizado por abajo. Agrietado por arriba pero ni unido ni dividido por abajo, sino indiferente a la grieta.
 
Tanto Alfonsín como Kirchner quisieron ser los creadores del tercer movimiento histórico que continuara o superara al radicalismo y al peronismo. Ninguno de los dos pudo lograrlo. Ahora estamos en otro momento, bastante diferente de ambos pero que también contiene su retroutopía.
 
 
¿Volver a los 80 con Macri?
 
Hoy, el clima de época está haciendo nacer otra retroutopía, pero esta vez no parece ser asumida ni expresada directamente por ninguno de los protagonistas políticos del momento, que simplemente ven el nuevo espíritu del tiempo y tratan de no ponerse en contra, pero no mucho más. Expliquemos.
 
La retroutopía esta vez nos hace imaginar qué hubiera pasado si el alfonsinismo de los 80 junto con la renovación peronista de la misma década se hubieran continuado en los tiempos sucesivos, habiendo impedido con el triunfo de sus ínfulas modernizantes y democratizadoras en el sentido republicano, el advenimiento del populismo neoliberal y del setentista. O sea, cómo habría sido el país sin haber tenido a Menem ni a los Kirchner.
 
En los 80 no existía el maniqueísmo a que nos acostumbró el kirchnerismo de dividir todo entre buenos y malos. La historia sumaba, no restaba. El culto a la personalidad había desaparecido. Si se revisaba el pasado era para intentar comprender el presente, no para justificarlo. O para hacer más tolerantes las viejas vertientes históricas.
 
Lo cierto es que la cultura política de los 80 fue en todo sentido incomparablemente superior a la que nos dejó la suma de los peronismos menemista y kirchnerista.
 
Odios y agresiones de la política que luego se tolerarían como normales, en los años 80 eran despreciados por la sociedad, quizá porque teníamos allí nomás el genocidio militar y la locura sesentista, a las que luego frivolizarían Menem con el indulto y los Kirchner cuando compararon la desaparición de goles con la desaparición de personas, acusando de golpista o genocida a cualquiera que no pensara como ellos o indultando a cualquier golpista o genocida que pensara como ellos.
 
En fin, que la retroutopía que hoy vuela por los aires de la política es la de recuperar el espíritu inicial de la democracia tal como se la vivió en los años 80 que, a pesar de no haber culminado como una década exitosa, nos dejó raíces fuertes que permitieron, a la formalidad democrática, sobrevivir a los vientos más impíos, aunque aún no hayan podido cumplirse la mayoría de sus sueños.
 
No es que Macri o los peronistas que se van alejando del modelo kirchnerista sean particularmente ochentosos. Los macristas tienen una concepción de la política bastante diferente a la de Alfonsín. Los peronistas rebeldes al teléfono, desde el cual ordena Cristina, parecen más ortodoxos que renovadores. Por eso no es que alguien en particular esté proponiendo esta retroutopía, sino que se está haciendo, de la necesidad, virtud. Para los unos y para los otros.
 
Macri necesita un peronismo que no se crea ser la resistencia peronista del 55 o que quiera combatirlo como los montoneros lo intentaron contra los militares en 1976. Los peronistas necesitan alejarse de ese aire de genuflexión y de oportunismo y de nula identidad propia que les quedó luego de aplaudir por igual a los experimentos menemistas y kirchneristas que hicieron retroceder la cultura política de los argentinos a la época de las cavernas.
 
Y para ambas necesidades -las macristas y las peronistas- refugiarse en las ilusiones de los ochenta, es una módica pero razonable propuesta. Al menos hasta que los argentinos todos podamos abrir nuevamente las puertas del futuro y, en vez de soñar con volver a supuestos pasados mejores, construyamos los mañanas que nos supimos merecer.
 
Por Carlos Salvador La Rosa
 
Fuente: losandes.com.ar
 

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28-03-2024 / 08:03
Una nueva, polémica, cruel e insensible decisión del gobierno anarco capitalista de Javier "el Loco" Milei que perfecciona el desgobierno. Las marchas y contramarchas con la nueva movilidad jubilatoria por DNU, eludiendo al Congreso, sumadas al desbarajuste causado por los despidos indiscriminados en la Anses, terminaron impactando de lleno en los jubilados: se anunció oficialmente que la liquidación de abril se pagará en dos cuotas y ni siquiera se comunicaron las fechas en que se efectivizarán. La libertad avanza en el saqueo: jubilaciones licuadas y en dos cuotas.

Siempre contra los más débiles y en medio de despidos en Anses, por primera vez las jubilaciones se pagarán desdobladas. La primera parte corresponderá al mismo monto de la jubilación de marzo y el segundo tramo a la diferencia por el bono y el aumento por inflación. Milei y Luis "Toto" Caputo siguen golpeando a los adultos mayores bajo el pretexto de demoras en los cálculos para aplicar los ajustes por inflación y el bono de $70.000.

El mismo día que se conoció el dato de pobreza, confirmando que casi 20 millones de personas están alcanzadas; y mientras avanzan con despidos masivos en Anses y otras dependencias estatales, el gobierno aplica un nuevo golpe a los jubilados. En el primer tramo se pagará el mismo monto que se cobró en marzo y la fecha es la correspondiente al calendario. Mientras en segundo tramo se liquidará la diferencia correspondiente al aumento y el bono de $70.000 y aún no hay fecha determinada de pago. 
Se le fue la mano.


Este ataque se suma a la estafa de la nueva movilidad por DNU anunciada este lunes. En la misma se establece que las jubilaciones y pensiones aumentarán en abril un 27,35 %, que es la suma de un 12,5 % de "compensación" por lo "perdido" en enero, cuando en realidad la inflación fue de 20,6 % que el gobierno se negó a dar completo. Y se adiciona un "adelanto de la movilidad" del 13,2 % por la inflación de febrero, "correspondiente al mes de junio de 2024".

A su vez, en mayo se otorgará un aumento "a cuenta" de la movilidad de junio, también basado en la inflación de dos meses previos, es decir la de marzo. Y en junio se aplicará la diferencia por la movilidad actual, es decir, descontando los aumentos a cuenta. El ajuste por IPC entrará en vigencia desde el mes de julio. Otro robo, dando una dádiva que apenas supera la cuarta parte del daño causado. 

Además del robo del empalme el DNU 274/2024 de Milei busca consolidar haberes de miseria y licuar el impacto del bono anunciado. El gobierno de LLA viene utilizando los ingresos de los jubilados y jubiladas como el principal medio para llevar adelante su recorte del presupuesto nacional, y lograr el superávit fiscal para cumplir con el FMI. El plan motosierra y licuadora no se detiene, hay que enfrentarlos.

Milei tiene una alta dosis de insensibilidad y no entiende lo que le pasa a un jubilado que cobra 200 lucas. Se ha caracterizado desde que asumió por estar muy lejos de combatir a "la casta", todas las medidas van en contra de los sectores más débiles de la sociedad. Con las jubilaciones por el piso, la Argentina firmó una carta de intención para adquirir 24 aviones obsoletos F-16 a Dinamarca. Cerca de US$ 340 millones irían a la compra de aviones en desuso en un gesto cipayo hacia EE.UU. en su disputa con China. El relato de "no hay plata" se resquebraja tras las necesidades de Milei y Caputo por hacer los deberes con EE.UU. en busca de financiamiento del FMI para su delirante aventura dolarizadora.

La Opinión Popular

 

27-03-2024 / 10:03
El ministro de Defensa, Luis Petri, cerró un acuerdo con su par  de Dinamarca, Troels Lund Poulsen, por la compra de 24 aeronaves F-16 para la Fuerza Aérea. Poulsen firmó y posó para la foto con Petri en el Edificio Libertador, pero detrás de cámara estaban también presentes el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el embajador de los Estados Unidos, Marc Stanley.
 
Con la firma del acuerdo, el gobierno de Javier "el Loco" Milei reafirma su alineamiento cipayo total con Estados Unidos, al concluir una reequipamiento que había quedado abierto desde la gestión de Alberto Fernández y que tenía como alternativa la compra de aviones de última generación  J-17 a China.
 
El ministro Petri no dejó dudas sobre el movimiento geopolítico al compartir en sus redes primero la comunicación oficial del Ministerio y luego una nota de Infobae con el título: "Con el apoyo de Estados Unidos, Argentina firmó una carta de intención con Dinamarca para comprar 24 aviones de combate F16".
 
El acuerdo se cerrará cuando Petri viaje a Copenhague a mediados de abril, donde se sellará el contrato para la adquisición de los 24 aviones F16, que el país aliado de la OTAN ya tiene en desuso para sus operaciones militares. Las naves fueron fabricadas por la empresa norteamericana Lockheed Martin y llegarían a la Argentina recién en diciembre, debido a que Dinamarca las entregará sin equipamiento ni armamento.
 
El reequipamiento de las naves quedará a cargo de Estados Unidos por un contrato de 40 millones de dólares, que será una donación de la administración Biden, según informaron desde Casa Rosada. Los aviones valen 300 millones y el armamento y la parte electrónica otros 300 millones, aunque Estados Unidos regala más o menos un 15 por ciento.
 
El acuerdo terminó de sellarse con la reciente visita del actual director de la CIA, William Burns, quien aterrizó en Buenos Aires la semana pasada para visitar la Casa Rosada y reunirse con el titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Silvestre Sívori; y el propio jefe de Gabinete. "Tenemos un problema a corto plazo, Rusia; pero un problema mayor, a largo plazo, China", dijo Burns en la reunión de la semana pasada.
 
Antes de ese reciente encuentro, el presidente Milei recibió al secretario de Estado Antony Blinken en la Casa Rosada y poco después logró un breve encuentro con el candidato republicano y ex presidente Donald Trump.
 
La alineación sistémica de la Casa Rosada con Estados Unidos queda marcada con este acuerdo que cierra las puertas a la propuesta hecha por China para la adquisición de 34 aviones de guerra F17, mucho más modernos y más baratos. De esta manera, las Fuerzas Aéreas adquirirán los aviones F-16 dinamarqueses que están camino al desuso, al punto de que Bélgica se negó a venderle los F-16 a su aliado, Ucrania, porque no los consideró aptos.
 
La Opinión Popular
 

26-03-2024 / 08:03
En medio de confusiones, que obligaron a sacar un decreto correctivo, el gobierno de Javier "el Loco" Milei y Luis "Toto" Caputo estableció la nueva fórmula de movilidad de las jubilaciones por decreto sin pasar por el Congreso. Se actualizarán por la inflación de dos meses atrás, pero en el empalme quedará fijada la pérdida que provocó la mega devaluación de Milei, entre 25 y 30%, y seguirá congelada en ese piso histórico hacia el futuro. Con la jubilación mínima reducida a la mitad debido a la inflación (en febrero, comparada con el mismo mes del 2023 sin contar el bono), el Gobierno busca impedir cualquier tipo de recomposición limitando los aumentos solamente al índice de la inflación. Además la nueva fórmula de actualización no se aplicará a los bonos, dejando abierta la posibilidad de licuar aún más los magros ingresos de los jubilados.
 
Desde que asumió como presidente, Milei, viene utilizando los ingresos de los jubilados y jubiladas como el principal medio para llevar adelante su recorte del presupuesto nacional y reducir el déficit fiscal, pero ahora busca dejar asentado que los jubilados serán los garantes de su plan de ajuste. Este lunes el gobierno publicó un nuevo DNU cambiando la fórmula previsional para atar a los haberes a la inflación. El problema es que, en la actualidad, la jubilación mínima (que cobran la mayoría de los jubilados) no llega a cubrir ni el 30 % de la canasta básica de los adultos mayores y sin ningún mecanismo de recomposición no habría forma de revertirlo.
 
La modificación de la fórmula previsional era parte de la Ley Ómnibus, pero habiendo sido rechazada en el Congreso, desde el oficialismo decidieron realizarla por un nuevo DNU. La "urgencia" del gobierno se debe a que habiendo pasado el pico inflacionario de diciembre y enero, la fórmula vigente generaría aumentos mayores de los que están dispuestos a otorgar. Caputo, desde el Ministerio de Economía, viene aprovechando el método de actualización trimestral actual para licuar las jubilaciones y ahora pretende mantener el robo realizado con el cambio de la fórmula.
 
En medio de la polémica que se generó por el nuevo DNU, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, criticó al Gobierno de Milei, y a la medida. Según dijo el dirigente peronista, "es impresionante, la decisión de Milei es que el ajuste no recaiga en la casta sino en los jubilados" y agregó: "Es un atraco a los jubilados... Es consolidar una baja que ya se produjo, y ahora ir ajustándola en base a los precios cuando ya el guadañazo se lo dieron al bolsillo de ellos".
 
La propuesta es que las jubilaciones aumenten mensualmente por el IPC de dos meses atrás. Si bien a priori parecería superadora, el empalme provocará una profundización de la pérdida de poder adquisitivo de los jubilados de, por lo menos, 25 por ciento. La verdadera trampa se encuentra en el empalme es decir en los meses de transición entre una fórmula a otra. Desde abril, el gobierno decidió comenzar a dar aumentos por IPC "a cuenta" del resultado de la próxima fórmula de movilidad vigente en junio.
 
Con la nueva fórmula jubilatoria, Milei sumó resistencias en la oposición dialoguista. Varios legisladores de ese sector se expresaron contra la nueva fórmula de movilidad, que se suponía que discutirían en el Congreso. El Ejecutivo suma contratiempos en la negociación por la nueva ley Bases que el ministro Guillermo Francos buscará recomponer en un encuentro con mandatarios del Norte Grande.
 
La Opinión Popular
 

25-03-2024 / 07:03
Con una movilización histórica, organismos de DDHH reivindicaron la cifra de 30.000 desaparecidos. La marcha del 24M, que congregó a una multitud en la Plaza de Mayo y en las principales ciudades del país, al cumplirse 48 años del último golpe cívico militar genocida, se convirtió en la tercera gran manifestación callejera contra el gobierno neoliberal anarco capitalista de Javier "el Loco" Milei. El Presidente fue principal blanco de críticas de los organismos de Derechos Humanos, el peronismo, movimientos sociales y la CGT.
 
Como en la huelga general del 24 de enero, y la movilización del 8M, numerosas columnas de organizaciones y miles de personas auto convocadas se volcaron a las calles para repudiar los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar y reafirmar la consigna del Nunca Más. También ratificaron la cifra de 30 mil personas desaparecidas, número que el gobierno libertario puso en duda. En el documento final de la marcha, que leyó la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, los organismos de derechos humanos reclamaron una ley contra el negacionismo de los crímenes de la dictadura.
 
Junto a esas consignas vinculadas a derechos humanos, la marcha estuvo atravesada por consignas contra las políticas del gobierno libertario y su siniestro plan de ajuste neoliberal. El 24M fue el tercer gran hito callejero contra el gobierno de ultraderecha. "Milei, basura, vos sos la dictadura", "El que no salta votó a Milei", "No se vende, la patria no se vende" y "Fueron 30 mil de verdad", concurrieron los canticos y las consignas que más se repitieron en la Plaza, donde además se colgaron banderas contra Victoria Villarruel, por su cercanía con los represores condenados por lesa humanidad.
 
El peronismo mostró un gran despliegue de movilización. Por Diagonal Sur, los gremios de la CGT y el Movimiento Evita coparon varias cuadras junto a la UTEP y apenas pudieron ingresar a la Plaza. Por Diagonal Norte, y después de caminar 13 kilómetros desde la ex ESMA, La Cámpora llegó pasado el mediodía en una columna encabezada por Máximo Kirchner. En tanto, el gobernador Axel Kicillof llegó junto a su gabinete y los intendentes del conurbano.
 
Fue una gran convocatoria que los medios hegemónicos tratarán de ignorar, y que respondió a la provocación del gobierno, que unió a la CGT, al peronismo, los movimientos sociales, agrupaciones estudiantiles y al movimiento de derechos humanos. La idea de derechos humanos encaja con la idea de justicia social, de país solidario, de trabajo y retribuciones justas, de protección a los niños, a los enfermos y a los ancianos, de hazañas científicas y culturales.
 
No encaja con la justificación de la dictadura, con el intento de que los jubilados crean que ganan poco por culpa de los de la moratoria y que los trabajadores se enfurezcan con los desocupados porque reciben un aporte sin trabajar. No encaja con el país donde los únicos que ganan son los ricos, como procuran las políticas de Milei. Los ricos son "héroes" para Milei y los beneficiarios de sus políticas.
 
Los cientos de miles que desbordaron la Plaza de Mayo, las diagonales y la Avenida de Mayo están enlazados, hermanados, con los miles que se movilizaron en otras ciudades del país, y con los miles y miles que desde sus casas confluyen en la angustia de la pobreza, la amenaza del desempleo y el hambre o la destrucción de comercios y empresas. Hay vías comunicantes por las que fluye una energía que alimenta resistencias, rebeldías y esperanzas.
 
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24-03-2024 / 08:03
Ya en marzo de 1977, al cumplirse un año de la última dictadura militar, estaba claro que el verdadero objetivo de los perpetradores, instigadores y sponsors del golpe de Estado era económico. Por trillado que resulte es esclarecedor volver a la Carta Abierta de Rodolfo Walsh, que por entonces indicaba que "en la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada".
 
Las cifras que exhibía Walsh resuenan hoy con una actualidad preocupante: "En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar", escribió en la carta que fue su testamento público. Los paralelismos con el proceso de concentración de riqueza que comenzó con la llegada al poder de Javier Milei son llamativos.
 
Sin embargo, lo más gravoso de la última dictadura no fue ese ajuste en sí sino el hecho de que dejó sentadas las condiciones para que eso nunca pudiera revertirse. De hecho, en ningún momento de los cuarenta años de democracia ininterrumpida el país estuvo ni siquiera cerca de recuperar las condiciones económicas y sociales que existían en la Argentina hasta marzo del 76. Hubo algo, en la matriz productiva pero también en el conjunto de ideales y valores de la sociedad, que se rompió y nunca pudo repararse.
 
El golpe del 24 de marzo irrumpió en un país en el que, dos décadas después de haber intentado suprimir al peronismo de la vida pública e incluso habiendo atravesado, unos meses antes, la experiencia hiperinflacionaria del Rodrigazo, todavía la pobreza alcanzaba a apenas al 4,4 por ciento de sus habitantes. En octubre de 1983, al recuperarse la democracia, esa cifra se había multiplicado por ocho: el 37,4 por ciento de los argentinos era pobre. Ocho veces más. Esa debacle jamás se pudo revertir.
 
Dicho de otra forma: al comenzar la dictadura, apenas cuatro de cada cien argentinos no alcanzaba a satisfacer sus necesidades básicas, pero cuando terminó, casi cuatro de cada diez habían caído por debajo de esa vara, y la profundidad del cambio fue tal que el país nunca pudo desandar ese camino. El riesgo más acuciante en estos días es que el gobierno de Javier Milei y Victoria Villarruel complete esa tarea y eleve la pobreza estructural al punto en el que seis, siete u ocho de cada diez argentinos sea pobre para siempre.
 
Entre 1945 y 1976 existía una sociedad en el que la enorme mayoría era parte de una gran clase media: albañiles, docentes, policías, médicos, torneros, porteros, artistas, carpinteros, periodistas, abogados y científicos, empleados o cuentapropistas, comerciantes y profesionales, todos se ubicaban en algún lugar de un amplio arco que iba desde las humildes barriadas obreras suburbanas hasta los barrios céntricos en las ciudades. Con diversas realidades que coexistían, la Argentina era un país de clase media.
 
Después de la dictadura se convirtió en un país con clase media. Pero la pobreza estructural que en el 83 alcanzaba a 4 de cada 10 argentinos nunca pudo desarmarse. Tuvo momentos en los que cedió. Al final de los doce años de gobierno kirchnerista había retrocedido hasta ubicarse en torno al 25 por ciento. Y otros donde creció, en episodios de crisis, hasta llegar al 60 por ciento. Pero un cuarto, o un tercio o más de la población quedaron condenados a apenas subsistir, sin ninguna perspectiva de movilidad social ascendente.
 

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