Nacionales - 01-12-2015 / 09:12
HERENCIA K: UN PAQUETE DE MEDIDAS QUE SOCAVAN LA GESTIÓN DE MACRI
Antes de irse, Cristina termina de hipotecar el país: subió el gasto sin control en $133.272 millones
La ampliación presupuestaria es un clásico del cristinismo. Pero si antes se utilizaba para repartir el excedente de recaudación resultante de una subestimación inicial de ingresos, en los últimos años la lógica cambió. El DNU 2585 contempló una ampliación de recursos de apenas $ 9607 millones y un aumento de gastos de $ 133.272 millones, lo que incrementó el déficit en forma brutal. Cristina se ha retratado siempre en la frase “El Estado soy yo”, atribuido a Luis XIV, que identifica al gobernante con el Estado, en una monarquía absoluta. Ahora también se equipara con su sucesor, Luis XV, autor de una frase mucho más peligrosa: "Después de mí, el diluvio".
El 10 de diciembre, Cristina Fernández le entregará a Mauricio Macri una bomba a punto de estallar. Porque, a días de abandonar el poder y mientras se prepara para su retiro en El Calafate, la Presidenta digita desde la Casa Rosada un paquete de medidas que no hacen más que hipotecar el futuro de los argentinos.
En el inicio de su última semana completa como jefa de Estado, Cristina amplió los gastos del Presupuesto de este año por al menos $133.272 millones, contra $9.606 millones de ingresos. Es decir, un monto inaudito, un manotazo de ahogado de una gestión que está en el ápice de su ocaso pero que pretende irse sin juntar los platos rotos.
Por el contrario, el lema es "gastar y gastar" y que pague el que viene: que Macri se haga cargo del déficit fiscal que, con las nuevas erogaciones, escala a los $ 360.000 millones (7% PBI), un récord histórico explicado, en parte, por la utilización de fondos de la Anses y el Banco Central para financiar el Gasto Público sin control.
Concretamente, Cristina firmó el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 2585 que autoriza a gastar, por ejemplo, $ 745 millones más para la ineficiente Aerolíneas Argentinas que conduce el camporista Mariano Recalde; más fondos para subsidios; gastos "sin discriminar" y emisión de deuda que deberá hacerse cargo Macri.
En su artículo 2°, este DNU autoriza al Estado a emitir "un instrumento de deuda interna con vencimiento en el mes de febrero de 2018" por $ 4.300.000.000. Mientras que en el artículo 7° se dispone la emisión de dos pagarés por $11.100 millones: la inusitada paradoja es que se emitirán el 9 de diciembre próximo, un día antes del traspaso de mando, y vencerán el 8 de marzo, con Macri ya en la Rosada.
Este enorme gasto tiene lugar con una presión tributaria récord. Buena parte de la mayor recaudación proviene de impuestos que recaen sobre el consumo (IVA, Ingresos Brutos) y que en mayor medida perjudica a los sectores de menores ingresos. También, el abusivo impuesto a las Ganancias carcome el salario de trabajadores de sueldos medios.
A medida que se acerca el final de su mandato, Cristina se despacha con estos 'regalitos navideños'. Así, el cristinismo embarra la cancha lo más posible para dificultar a la gestión que viene, que tendrá que hacerse cargo de compromisos que no asumió y en un escenario en el que los recursos escasean.
Nunca un gobierno gastó tanto como el de Cristina. Y la pregunta es: ¿dónde está que no se ve? El mayor problema de Cristina no es cuánto gastó sino lo mal que gastó, desaprovechando una oportunidad histórica de reconvertir la matriz productiva de nuestro país.
Cristina se ha reflejado siempre en la frase "El Estado soy yo", atribuido a Luis XIV, que identifica al gobernante con el Estado, en una monarquía absoluta. Y ahora se equipara con su sucesor, Luis XV, autor de una frase mucho más peligrosa: "Después de mí, el diluvio".
La Opinión Popular
Y Cristina gasta y gasta...
Hay para todos los gustos en el menú. Se puede elegir la producción automotriz de diez años, a precios de hoy; el valor de cinco cosechas completas de soja o el de veinticinco de maíz. Dos presupuestos del Ministerio de Seguridad, incluidas Policía Federal, Gendarmería y Prefectura, o seis del Ministerio de Salud.
Se puede elegir alguno de esos ejemplos que cualquiera será semejante al fenomenal aumento del gasto público que, de un solo golpe, acaba de decidir Cristina Kirchner: más de 130.000 millones de pesos, 13.000 millones de dólares al tipo de cambio oficial. Servirá para blanquear gastos ya realizados y disponer de un plus hasta el 10 de diciembre.
La Presidenta se despidió con un decretazo de los denominados de necesidad y urgencia o DNU, que nada tienen de necesidad y urgencia y mucho de una maniobra que el kirchnerismo ha repetido todos estos años.
Consiste en dibujar los números del Presupuesto Nacional, convertirlo en ley por sus legisladores sin tocarle siquiera una coma y, al final, contar con una enorme masa de recursos que el poder político empleará como mejor le convenga. Legal, y a la vez por fuera de la ley.
Ese como mejor le convenga puede llamarse planes sociales, plata discrecional destinada a gobernadores e intendentes amigos o provincias privilegiadas, empezando por Santa Cruz, captación de votos en el Congreso y otros usos matizados por el color de la corrupción. Los díscolos no han entrado en el reparto o han debido agachar la cabeza para entrar en el reparto.
Y si el decretazo de ayer impresiona, ni qué decir sobre la dimensión que el vale todo adquirió durante los dos mandatos de Cristina. Pesos más, pesos menos, sus DNU han sumado alrededor de $ 680.000 millones.
Este será el año de los récords. El año del gasto público récord, de la presión impositiva récord, del déficit fiscal récord y de un Estado de una magnitud sin precedentes.
La pregunta de siempre es ¿dónde está tanta plata que no se ve? Ni en la educación, ni en la seguridad, ni en la calidad de los servicios, ni en los hospitales ni en tantas otras cosas por las que penan los sectores menos pudientes. O que se ve en el deterioro patrimonial del Banco Central, cuyos fondos han sido exprimidos a todos los fines, en el empeoramiento de la infraestructura y la crisis energética.
Queda claro, clarísimo, que un Estado puede ser grande y a la vez ser ineficiente, si se lo mide por los resultados de las políticas y por quienes han sacado mayor rédito de las políticas. Aunque mejor sería no meter al Estado en esta discusión: en realidad, todo ha sido obra del gobierno.
Por Alcadio Oña
Fuentes: Clarín, Hoy en la Noticia y LOP