Nacionales - 26-07-2015 / 11:07
La campaña electoral y el despilfarro K del gasto público
La desesperación en la que está sumergida Cristina Fernández para intentar conservar el poder a toda costa en las elecciones que se avecinan, lo ha llevado a aumentar de manera colosal el gasto electoral, con tal de conseguir su anhelo de “perpetuidad”. En los últimos meses se observar un crecimiento descomunal del Gasto Público, que no hace más que aumentar la deuda que mantiene el Estado con otros organismos públicos, como Anses y Banco Central.
La desesperación en la que está sumergido el cristinismo para intentar conservar el poder a toda costa en las elecciones que se avecinan, lo ha llevado a aumentar de manera colosal el gasto electoral, no teniendo dudas en frenar el envío de partidas que deberían ir a otros sectores, con tal de conseguir su anhelo de "perpetuidad".
En los últimos meses se observar un crecimiento descomunal del Gasto Público, que no hace más que aumentar la deuda que mantiene el Estado con otros organismos públicos, como Anses y Banco Central, y que la próxima administración que asuma en diciembre, deberá acortar si quiere que las cuentas se reduzcan y lograr un equilibrio que permitan un crecimiento a largo plazo.
Sólo en materia de adelantos transitorios, el Banco Central le ha dado a la gestión de Cristina Fernández en lo que va del año, 272.350 millones de pesos, tocando casi el límite de lo que fija la ley que fuera aprobada por el propio oficialismo en abril de 2012 y que tanta polémica despertó.
Pero las intenciones del gobierno de CFK para intentar mantener el poder y lanzar una campaña feroz en la calle, se da también con la cantidad de dinero que se toma de la Anses y de los bonos que lanza desde el organismo estatal, que en lo que va del año suman 41.000 millones de pesos.
Esto ha llevado también a que se hayan reducido fuertemente las partidas hacia otros organismos públicos e intendencias que les han bajado considerablemente la cantidad de recursos para realizar obras, y que pone a muchos de los jerarcas locales al borde la de desilusión porque son obras que en sus pueblos se esperaban para antes de las elecciones y que ahora se encuentran paradas por decisión del Ejecutivo nacional.
Pero hay otros serios desbarajustes en las cuentas K que ponen el acento en lo mal que se ha gastado, como Aerolíneas Argentinas, la empresa estatal que conduce el camporista Mariano Recalde, que ya lleva gastado en el primer semestre de este 2015 el 68% del presupuesto anual de la compañía, dejando en evidencia la pésima gestión que se viene realizando desde su estatización en 2008.
En ese mismo sentido puede verse que los números oficiales para las elecciones se han elevado al máximo, cuando se puede destacar que sólo en materia de subsidios puede observarse un incremento notable de los mismos en los primeros seis meses de este año.
En materia energética, los subsidios que estaban destinados para este año ya se han gastado el 79% de los mismos, a lo que debe agregarse que en materia de transporte ya se ha gastado el 62% de lo que se había predestinado en la ley de leyes, lo que da cuenta del descontrol que está sufriendo el gasto Público en la administración nacional, que no para de subir y que tiene a la Argentina contra las cuerdas en materia económica.
Debilidades de una gestión en retiradas, que muestra sus puntos más oscuros en los números de la economía nacional, y que la próxima administración que asuma el 10 de diciembre, cualquiera sea el signo político que tenga la responsabilidad de conducir los destinos del país, deberá pagar sus costos de una ajuste que a esta altura parece ya inevitable.
La Opinión Popular
Año electoral: al Gobierno le falta plata por el desborde del gasto público
Todos los meses las planillas de la Secretaría de Hacienda revelan un aumento del gasto público desbordante y dejan en evidencia, simultáneamente, hasta dónde ese instrumento que alimenta demanda es central en la cosecha de votos del oficialismo. Pero detrás del festival de gastos asoma un problema que sólo conocen quienes deben lidiar con el problema: está empezando a faltar plata para seguir tirando de la cuerda.
De lejos, los que mejor saben de qué se trata son el propio secretario de Hacienda, Juan Carlos Pesoa, y el subsecretario de Presupuesto, Raúl Rigo, dos históricos de varios gobiernos. Por las manos de ambos pasa la plata; naturalmente, la que hay. "No puedo darte todo lo que me pedís. Arreglate con un 30 por ciento menos y después vemos". Repetida, es la frase con la que Pesoa contesta llamados que todo el tiempo le llueven desde ministerios grandes y chicos.
El Negro, como le dicen, ha debido armar un sistema de cupos quincenales a veces semanales para prorratear los fondos disponibles. Casi como manejarse en el día a día.
Pero no decide. Cumple instrucciones del tipo "a este sí, a este no, a ese dale un poco más" que le llegan de sus jefes en el Ministerio de Economía; algunas, después de pasar por el filtro político de Carlos Zannini, que es igual a decir, de Cristina Kirchner.
El caso es que los hombres de Axel Kicillof no siempre la tienen clara. Cuentan quienes han intentado consultarlos: "Puede pasar que ni siquiera te atiendan el teléfono. Quizás porque no sabrían qué decir o, directamente, porque hay ciertas cuestiones técnicas que desconocen".
Claramente a partir de 2011, la clave del desbarajuste fiscal es que los gastos crecen muy por encima de los ingresos tributarios: el último informe disponible canta 40% contra 31% entre enero y mayo de 2015. Y el problema, que la máquina de imprimir ya no da para más.
Hasta mediados de este mes, el Banco Central había transferido al Tesoro Nacional $ 272.350 millones por los llamados adelantos transitorios, que de tan permanentes hace rato que dejaron de ser transitorios. Es deuda pura.
De ahí queda muy poco por sacar: se ha tocado el límite que fija la ley, pese a que en abril de 2012 una reforma a la Carta Orgánica de la entidad levantó bien alto el techo. El Gobierno tiene claro que intentar una nueva reforma dejaría al descubierto la magnitud del agujero fiscal y, además, metería mucho ruido político.
Las utilidades del BCRA son otra fuente que Economía exprime para financiar el gasto público: salen de las ganancias que el Central obtiene de las devaluaciones y, aunque sean solamente contables, son transformadas en pesos y plin caja.
Hasta mayo se habían usado utilidades por $ 13.000 millones. El tope establecido en el balance de la entidad llega a $ 78.000 millones y obviamente será estrujado por completo. Ya estarían, entonces, arriba de 350.000 millones de pesos. Y más arriba todavía, si se tiene en cuenta que el Gobierno ya le ha colocado al BCRA una letra por el equivalente a US$ 1.955 millones que como fue convertida a pesos no tuvo ningún impacto sobre el stock de reservas.
Los manotazos también sacuden los recursos de la ANSeS. Y si se prefiere, los sacuden peligrosamente.
Parientes directos del agotamiento de algunas cajas importantes y del festival de gastos son los bonos con vencimiento en 2016 que, desde abril, el Tesoro Nacional viene emitiendo en cadena, no por la cadena: van ocho hasta ahora, por un total de $ 41.000 millones y nada menos que a un interés del 30%. "Es apenas una gota en el mar, pero eso prueba que están quedándose sin plata", dice un consultor.
Pesos o dólares, lo mismo da a esta altura, Miguel Galuccio, el jefe de YPF, resiste las presiones de Kicillof para que salga tomar deuda en el exterior. Galuccio ya colocó en abril un bono por US$ 1.500 millones a una tasa del 8,5% anual, cara para los estándares internacionales, que fue derecho a las reservas.
Hay más en este panorama desajustado por donde se lo mire:
- Cuentan en el sector que por culpa de la escasez a Aerolíneas le han interrumpido el flujo de fondos del Estado y que, como consecuencia del faltante, acumula dos meses sin hacer aportes previsionales de su personal. Planillas de Hacienda exponen, sin vueltas, que Mariano Recalde ya ha gastado el 68% de su presupuesto anual.
- En el descalabro también entran cerca de $ 100.000 millones de Vialidad Nacional, por obras licitadas e incluso adjudicadas que quedaron al garete y que nadie quiere empezar porque sobran dudas de que alguna vez aparezca la plata.
- Peronistas y oficialistas, varios intendentes se quejan de que les paralizaron la construcción de un puente, un paso bajo nivel o cosas parecidas. Dice uno de ellos: "Yo contaba con eso para la campaña. Y para peor, me frenaron algo que está a la vista de todo el pueblo".
- Hay funcionarios precavidos que armaron cajitas paralelas, con recursos que proyectaban utilizar más adelante y que ahora fugan en gastos impostergables. Las cajitas han comenzado a vaciarse, con el riesgo de que tengan poco o nada cuando toque sacar ahí para lo que de verdad correspondía.
- Una de las grandes partidas destinadas a bancar subsidios energéticos va camino de agotarse: de los $ 74.000 millones previstos, ya partieron 58.000 millones, el 79%.
- Algo semejante, o sea, la necesidad de meter mucha más plata, ocurre con los subsidios a los colectivos. Sobre un presupuesto anual de $ 22.700 millones, ya se fue el 62%. Calculan que será imprescindible poner otros 20.000 millones de aquí a diciembre.
Tratándose de subvenciones políticas, luego intocables, más pronto que tarde saldrán a la cancha los benditos superpodedores que permiten mudar recursos públicos de un lado a otro. Sobre todo después de que, a comienzos del año, Cristina Kirchner bajó ajustes tarifarios que podrían haber achicado la factura.
Por el resto, poco importa que se haya usado el 71% del gasto asignado a Prensa y Difusión. Poco importa, porque como es propaganda oficial en tiempos de abundante propaganda oficial nunca faltará plata. Tampoco faltará para una prioridad de hierro en la agenda de la Casa Rosada: el plan de construcción de viviendas a tasas subsidiadas no mayores al 18% llamado Pro.Cre.Ar.
Está claro que el Gobierno meterá mano donde sea necesario o inventará nuevas cajas. Fuera de cualquier discusión sobre el papel del Estado en la economía, aquí cuenta sobre todo el uso del Estado como herramienta política. Y si siempre fue así, con mucha más razón lo será ahora.
Por Alcadio Oña
Fuente: Clarín, Hoy en la Noticia y LOP