Nacionales - 05-05-2015 / 10:05
CEDEN POR LA PRESIÓN SINDICAL Y LAS DERROTAS EN LAS ÚLTIMAS ELECCIONES
Gatopardismo K recargado: “Alivio” en el abusivo Impuesto al salario, mucho ruido y pocos pesos
Fiel al doble discurso imperante en el gobierno de CFK, Axel Kicillof anunció una reducción en el abusivo impuesto a las Ganancias que no termina siendo tal y que modifica muy poco lo existente actualmente. Es el arte K de anunciar cambios para que nada cambie en la realidad.
El cristinismo ha incurrido nuevamente en un fuerte gatopardismo, es decir, cambiar algo para que nada cambie. En sus frecuentes discursos por cadena nacional, el gobierno de Cristina Fernández ha prometido muchos cambios que no se dieron nunca, y que sólo tienen como objeto mantener el status quo.
En una muestra más del doble discurso K, ayer el ministro de Economía, Axel Kicillof, anunció una reducción en las alícuotas que gravan a los salarios de los trabajadores que ganan en bruto entre 15 mil y 25 mil pesos mensuales, argumentando que el mismo representa un claro reajuste en el Impuesto a las Ganancias, cuando en realidad no significa nada de eso.
Según Kicillof, esta medida, que "no implica un cambio en el mínimo no imponible" para la IV categoría del impuesto a las ganancias, "beneficiará al 68 por ciento" de los trabajadores que hoy pagan ese tributo, el cual alcanza, según precisó, "al 11,3 por ciento del total de los asalariados registrados".
Para ejemplificar la reforma, Kicillof adujo que un trabajador soltero que hoy gana 20.000 pesos por mes y que paga $ 2.066 de Ganancias, ahora pasará a pagar 1.405 con una ganancia de bolsillo del 5%, mientras que aquel soltero que gane $ 25.000 y que paga $ 3.310 pasará a pagar $ 2.727, lo que representaría sólo una ganancia del 3% en su sueldo. Demasiado poco y tarde.
Este anuncio del gobierno de CFK es solo un parche para imponer paritarias 10 puntos debajo de la inflación, incluso para los trabajadores que no pagan Ganancias. La decisión posterga lo obvio: actualizar el mínimo no imponible colocándolo en el nivel que se tenía en 1997/98 (el doble de la canasta familiar de un asalariado en la región metropolitana) y actualizar las escalas que hace 15 años no se actualizan.
El Impuesto a las Ganancias ha generado fuertes reclamos sindicales y ha llevado a que la presidenta Cristina Fernández sufra 4 paros generales en los últimos años, sin que desde el Ejecutivo se haya escuchado a los mismos, continuando sumergidos en una realidad paralela que poco tiene que ver con lo que le pasa a un grueso sector de los trabajadores.
Es una aberración jurídica que haya un millón de trabajadores alcanzados por este tributo. En rigor, "la ganancia" o plusvalía es lo que obtiene el empleador producto del trabajo de su asalariado, y como tal abona impuestos por dicho concepto. En otras palabras, para sostener el gasto público improductivo, el fisco termina haciendo una doble imposición que recae con mayor peso, principalmente, sobre la clase media asalariada.
¿Qué obtienen a cambio los asalariados, muchos de los cuáles dejan sumas equivalentes a un medio aguinaldo en las arcas de Cristina? Prácticamente nada, ya que este mismo Gobierno, que es voraz a la hora de cobrar impuestos, brinda servicios cada vez más deficientes en materia de salud, educación y seguridad.
La Opinión Popular
EL ANÁLISIS
Dijo más mentiras que verdades
Limpio de cifras distorsionadas, chicanas políticas y teorías conspirativas, el único anuncio concreto que formuló ayer el ministro de Economía es que pagarán menos impuesto a las ganancias los asalariados que cobren sueldos brutos de 15.000 a 25.000 pesos mensuales, y que el gobierno de Cristina Kirchner no está dispuesto a subir el mínimo no imponible (MNI).
Por lo tanto, si incluye a los que estaban exentos, habrá más pasajeros dentro de este colectivo impositivo, aunque casi siete de cada 10 pagarán una tarifa más baja y los tres restantes, otra mucho más alta.
Esta medida -anticipada por LA NACIÓN- no deja de ser otro parche para este controvertido impuesto, que hasta ahora dejaba fuera de su alcance a quienes hasta agosto de 2013 percibían menos de $ 15.000 (o $ 25.000 en las provincias patagónicas), por más que después hubieran superado ese piso con ajustes salariales.
Para quienes ya cobran más de $ 25.000 la presión tributaria será mayor, porque la resolución de la AFIP elevará deducciones para el tramo más bajo, pero no las escalas, que los obligan a pagar las alícuotas más altas.
Casi todo lo que dijo Axel Kicillof es discutible o cuestionable. Incluso cuando desmintió un tope salarial para las paritarias. Si hubiera que atenerse a sus palabras, la UOM habría dispuesto el paro de 36 horas a partir de mañana por la información publicada por casi todos los diarios (aunque sólo mencionó a Clarín).
No obstante, el propio Antonio Caló admitió haber recibido presiones oficiales para desistir del reclamo de 32% de aumento, aunque optó por no identificar de dónde provinieron.
Es un secreto a voces que dentro del gabinete de Cristina Kirchner hay tironeos sobre los porcentajes de ajuste salarial a homologarse. El parche en Ganancias no los resuelve. Así, el titular de la CGT oficialista no la tiene fácil.
Si ratifica el paro, se expone a la conciliación obligatoria del Ministerio de Trabajo, pero también al no acatamiento de las bases, que rechazan un aumento inferior. Si no, quedaría descolocado como en 2014, cuando aceptó un 29% y en el último verano debió negociar dos adicionales de emergencia de $ 1000 mensuales.
Para Kicillof, en cambio, el año pasado no hubo deterioro, sino recuperación del salario real, pese a que la mayoría de las consultoras privadas calculó caídas de 5 a 7%. Su fórmula consistió en comparar los aumentos salariales de 2014 (de 30% en dos o tres tramos) con las estimaciones privadas más altas (como la del índice Congreso, que rebautizó "IPC-Pato Bullrich"), pero sin incluir el salto inflacionario del primer trimestre, empujado por la devaluación de enero de 2014.
Entre enero y diciembre, sólo el Indec midió una suba de 23,9%, casi 12 puntos menos que los cálculos privados (en torno de 35/37%). Incluso, sostuvo que un 2% de inflación mensual equivale a 24% anual, cuando anualizado se eleva a casi 27%.
No sólo eso. El ministro exhortó a los empresarios a no trasladar aumentos salariales a precios, como si muchos sectores pudieran absorber subas de 25% con una inflación de esa magnitud. Y también a aumentar inversiones, como si el horizonte económico no llegara a apenas cinco meses.
Paralelamente, comparó el impacto de Ganancias con los aportes a obras sociales sindicales, TV por cable, colegios privados y medicina prepaga, como si la mayoría de esos rubros no estuvieran regulados por el Estado.
Y hasta argumentó que la recaudación permite mantener los subsidios al transporte y la energía para que los trabajadores paguen menos tarifas, como si el gasto público en este rubro ($ 250.000 millones) no duplicara la recaudación total del impuesto.
Tampoco se privó de atacar a Sergio Massa y su propuesta de reemplazar Ganancias para los trabajadores por un impuesto a la renta financiera y otro a los juegos de azar. Es cierto que la recaudación de un gravamen a los depósitos a plazo fijo (que estimó en $ 16.000 millones) sería inferior en casi cinco veces a la de la cuarta categoría ($ 70.000 millones).
Pero lo tragicómico fueron sus argumentos: dijo que era irresponsable bajar impuestos sin recortar gastos. Para Kicillof, la fórmula ha sido subir sin límites el gasto público y la emisión para financiar el déficit fiscal, a costa de un mayor impuesto inflacionario.
Por último, no es cierto que Ganancias sólo alcance al 10% de los trabajadores en blanco (alrededor de un millón de asalariados) como afirmó el ministro (en el informe distribuido decía 11,3%). Esa cifra excluye a un número similar de autónomos y profesionales cuyo MNI no llega a $ 6000 mensuales y sufren al igual que el resto (y unos 70.000 jubilados de haberes altos) una altísima presión tributaria por la deliberada desactualización de las escalas del impuesto, inamovibles desde hace 15 años.
Por Néstor O. Scibona
Fuentes: LA NACION, DIARIO HOY y LOP