09:23 | Martes 23 de Abril de 2013 | Entre Ríos
Las claves del modelo ideológico neoliberal del gobierno de Macri
Por Carlos Andujar
Por Carlos Andujar
Groucho Marx dijo: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". En ese punto, Javier Milei es marxista.
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Nacionales - 24-04-2015 / 12:04
EN FOCO
Los cuatro grandes objetivos de Daniel Scioli
Daniel Scioli y su esposa, Karina Rabolini.
Daniel Scioli se fijó cuatro grandes objetivos para este año. El primero ya se le cumplió: hace dos sábados su ahijado deportivo, el boxeador Víctor "Tyson" Ramírez, se consagró campeón mundial interino en la categoría crucero. Peleó contra un británico en el polideportivo de Villa La Ñata, el lugar en el mundo del gobernador bonaerense.
El segundo objetivo es ganar la Copa Libertadores de Futsal con su equipo, Villa La Ñata. El torneo se jugará en Paraguay y los muchachos de camiseta naranja debutan el próximo viernes.
La tercera meta es triunfar en las PASO por la candidatura el 9 de agosto. El cuarto y último objetivo es ser Presidente. Este menú de cuatro pasos fue expuesto por el propio Scioli ante sus íntimos. Parece joda pero es verdad. Este señor puede ser el sucesor de Cristina.
Quienes no conocen a Scioli o lo conocen mal, se siguen confundiendo con esa pasión suya por los eventos deportivos. Ese costado esencial de su forma de ser lo acerca a grandes porciones de la sociedad a las que la política en general y la discusión ideológica en particular les importa bastante poco; pero que cuentan como cualquiera a la hora de votar. Por lo tanto, es una herramienta política.
Pero el principal error sería suponer que Scioli se desenfoca de su ambición por prestarle tiempo y energía a sus peculiares emprendimientos deportivos. Por el contrario, está enfocado al máximo y dispuesto a hacer lo que haga falta para que nada ni nadie obstruya su camino. Aclaremos los términos: "nada" se refiere a los avatares que pueda interponer el destino; "nadie" alude puntualmente a Cristina.
Se ha dicho ya, pero no está de más repetirlo: con tal de tener el camino abierto hacia la candidatura Scioli está dispuesto a aceptar el compañero de fórmula y las listas de diputados que decida ponerle Cristina. Su último, y único, refugio es por ahora la eventual designación de sus ministros.
Sueña también con que, si le toca mudarse a la Casa Rosada, una guardia de hierro de intendentes y gobernadores peronistas le blinden los alrededores, impidiendo que el cristinismo le aplique el collar de ahogo que con tanto esmero le están preparando.
Por el momento, Scioli cree que tapizando de seda el camino hacia las PASO tiene la mitad del cielo asegurado. Quienes hablan con él en privado aseguran que suele ser cáustico cuando comenta actitudes o políticas de la Presidenta y su equipo de gobierno.
Pero en público recurre cada vez más a palabras impregnadas de un fuerte cristinismo explícito. Lo hace cuando dice que la denuncia del fiscal Alberto Nisman contra la Presidenta fue un "bochorno" y un "despropósito". Y lo hace también su mujer, Karina Rabolini, convertida en su alter ego político, cuando asegura que ella le cree a las cifras increíbles del INDEC.
Estas actitudes revelan cómo entiende Scioli la relación entre el costo de cierta genuflexión discursiva y el beneficio que espera obtener por esas efusiones de alineamiento. En su calculadora, la candidatura y la Presidencia son lo único que cuentan.
Sería un ejercicio vano deducir cuánto cree Scioli en lo que dice. La misma inutilidad tendría intentar sopesar cuánto cree la Presidenta en esos dichos. La desconfianza y el recelo están instalados entre ellos y dificilmente se disipen. Pero el interés por alcanzar o conservar el poder está primero.
Ayer, desde Moscú, a Scioli le llegó una buena noticia. En una entrevista con la televisión rusa le preguntaron a Cristina si tenía favoritos para la sucesión. Contestó de manera regia: "Favoritos tenían los reyes; eso es la monarquía, eso no es democracia".
La declamada ausencia de favoritos es la buena noticia para Scioli, después de largos meses en los que la candidatura del ministro Florencio Randazzo fue alentada sin disimulos desde la Casa Rosada. Aunque, claro, también aquí cabría preguntarse cuánto cree la Presidenta en lo que dice, y cuánto cree Scioli en esos dichos.
Desde hace algunas semanas la estrella de Scioli parece estar en ascenso en el universo cristinista y la de Randazzo no lograría seguirle el ritmo de crecimiento. Tampoco alteraría los sismógrafos de la política el empeño del gobernador entrerriano Sergio Urribarri, que viene dándole la vuelta al país tratando de cosechar algún fruto de tanto esfuerzo.
Algo iguala a Scioli, Randazzo y Urribarri: su fidelidad al discurso de identificación y obediencia a Cristina. Pero Scioli, quizás por sentir que su ventaja se está consolidando, se atreve cada tanto a algún gesto fugaz de autonomía.
Eso ocurrió el miércoles pasado, cuando el Banco Provincia organizó un seminario en el que expuso Ricardo Hausmann, un economista venezolano que da clases en Harvard. Ante un millar de empresarios, economistas y funcionarios encabezados por el propio Scioli, Hausmann llamó a eliminar el cepo cambiario, que según el ministro Axel Kicillof no existe.
Entre los que aplaudían estaba Alejandro Vanoli, presidente del Banco Central nombrado por Cristina pero con unas ganas notables de seguir en el cargo si Scioli es presidente.
A un político peronista, veterano en el oficio de armar candidaturas, le llamó la atención el entusiasmo de los concurrentes por acercarse a saludar a Scioli. "Se empieza tropezar con la gente", graficó como un buen síntoma las dificultades del gobernador para salir del salón en el hotel Sheraton.
El interés del poder empresario no siempre se expresa en público: una delegación, reducida pero muy representativa del sector, se había reunido con el gobernador días antes, en el exclusivo piso 19 de la sede porteña del Banco Provincia.
Mientras tanto, abundan las operaciones lanzadas desde el peronismo bonaerense para recuperar a intendentes, legisladores y dirigentes que hace un par de años migraron a las filas de Sergio Massa. En las últimas semanas lograron algunos éxitos. Hay una fisura en el Frente Renovador que el kirchnerismo trabaja para ensanchar.
En esto no se queda atrás Randazzo. Fuentes peronistas aseguran que el martes un intendente clave del equipo de Massa estuvo reunido con el ministro en Puerto Madero, a resguardo de miradas indiscretas. Y que con un par más de jefes comunales massistas mantendría contactos a través de amigos comunes. Al final de cuentas son todos peronistas bonaerenses.
A Massa se le acumularon otras malas noticias. Su socio principal en el radicalismo, el senador Gerardo Morales, candidato a gobernador de Jujuy, estuvo con Randazzo en la Casa Rosada y salió elogiando las inversiones ferroviarias. Otro radical que va por una gobernación y venía sacándose fotos con Massa, el tucumano José Cano, se reunió con la dirigencia del PRO y se llevó la posibilidad de que el macrismo baje a su candidato para ayudarlo a concentrar votos contra el kirchnerismo.
Allegados a Massa reconocen la dificultad de afianzar alianzas políticas por la tendencia de su jefe a prometer mucho y dar por seguras victorias que no siempre se verifican. Pero Massa tiene los votos que ellos, todos juntos, no tienen. Y allí se acaban las palabras. Muy contundente, aunque quizás no tan productivo.
La buena nueva para Massa fue la confirmación de una creciente cercanía con José Manuel De la Sota, a quien un agudo dirigente peronista definió como "una gran personalidad política que no logra transformar esa cualidad en impacto electoral".
Este fin de semana habrá foto del líder de Tigre con el gobernador de Córdoba. Massa está convencido de que un acuerdo con De la Sota, y en menor medida con el Peronismo Federal y Adolfo Rodríguez Saá, le puede volver a dar el volumen político que se le desinfló en estos días.
Podría decirse que casi no fue su culpa. El escenario electoral encumbró a Mauricio Macri con el triunfo de Miguel Del Sel en Santa Fe. Y el jefe porteño hasta sacó ventaja residual del éxito de sus aliados radicales, que ganaron muy bien la PASO en Mendoza.
Lo que sigue puede tener el mismo signo en favor de Macri, si se confirman los datos de la encuesta que el PRO encarga a un equipo propio y que anoche le daba a Horacio Rodríguez Larreta más de 6 puntos de ventaja sobre Gabriela Michetti, en la reñida interna de la Ciudad.
Hay un dato obvio pero poco atendido que arrima un consultor top: faltan solamente ocho semanas para que cierren las listas nacionales. Queda muy poco tiempo para subirse al tren. Los próximos días pueden ser un espectáculo de pasajeros ansiosos, corriendo de aquí para allá, apurados por entrar en algún vagón que les asegure llegar al final del viaje.
Por Julio Blanck
Fuente: Clarín
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