Nacionales - 29-01-2015 / 15:01
LAS PIEZAS NO ENCAJAN EN LA “HISTORIA OFICIAL”
Caso Nisman: Las mentiras de Cristina Fernández tienen las patas cortas
Con obstinación, la realidad se empeña en contradecir las mentiras que levanta el Gobierno de Cristina Fernández desde hace diez días para explicar lo inexplicable. Ninguno de los cientos de aplaudidores y ñoquis que rodean a Cristina pudo evitar que, con sus falsedades transmitidas por las redes sociales y por cadena nacional, Cristina cometiera semejante papelón. Por eso cabe preguntarse: ¿si el cristinismo ni siquiera puede chequear las fechas de un pasaje de avión, está en condiciones de descubrir qué fue lo que realmente pasó con Nisman?
Después de 12 años de "relato", la verdad es algo que al cristinismo claramente le resulta esquivo. Visiblemente golpeado por las denuncias del fiscal Nisman, primero, y por su muerte, después, el elenco gobernante, con Cristina a la cabeza, ha sumado un sinfín de mentiras que la realidad desmiente inmediatamente.
Cristina escribió en su primera carta en Facebook: "¿Quién fue el que ordenó volver al país al fiscal Nisman el día 12 de enero, dejando inclusive a su pequeña hija sola en el aeropuerto de Barajas, interrumpiendo vacaciones familiares y licencia?" Y en la segunda: "Había que traerlo urgente al país para aprovechar el estrépito internacional provocado por los actos terroristas ocurridos en Francia".
¿Qué dijo la fiscal Fein ayer? "El Dr. Nisman no volvió intempestivamente a Buenos Aires. El pasaje lo sacó desde Buenos Aires el 31 de diciembre y por cuestiones de la pareja se decidió que la hija quedara unas horas en Madrid". Traducido: no volvió antes, el pasaje no lo sacó a último momento y no dejó a su "pequeña hija" sola.
No es menor tampoco la desmentida a la desmentida que Cristina se hizo a sí misma. En su primera carta fue clara: "Qué fue lo que llevó a una persona a tomar la terrible decisión de quitarse la vida?", se preguntaba. En la segunda, también fue directa: "El suicidio (que estoy convencida) no fue suicidio". Y en la cadena, nuevamente, también clarísima: "No hubo cambio de opinión", algo que resulta difícil de sostener.
Sobre Diego Lagomarsino, el asesor informático que le entregó un arma a Nisman, y a quien la Presidenta vinculó con el crimen, recibió dos contundentes desmentidas. La primera, también de la fiscal: "No hay elemento alguno por el momento que pueda comprometer a Lagomarsino en la intervención de un hecho doloso de mayor gravedad". Clarito.
Pero no fue la única. Por cadena, la Presidenta había sido taxativa: "El señor (por Lagomarsino) comenzó a tramitar su pasaporte el día 14 del corriente mes, día en que el fiscal Nisman presentó su denuncia", dijo. Pero tampoco es cierto: el propio Lagomarsino aclaró que el trámite lo comenzó en diciembre, cuando solicitó un turno para renovarlo ya que se iba de viaje con la familia, algo también fácilmente comprobable.
Y hubo más. Contradicciones sobre quién le avisó de la muerte, que a Nisman no lo designó Néstor, definiciones sobre el acuerdo que no eran correctas y otras afirmaciones temerarias marcaron los últimos días de la Presidenta, cuando el país más necesitaba de respuestas.
Pero la más delirante de todas las mentiras es instalar la sospecha que a Cristina Fernández le quieren dar un golpe de Estado, como argumentó uno de los intelectuales K. ¿Quiénes y por qué pensarían en hacerlo? ¿Con qué necesidad, si apenas le faltan unos meses para terminar su mandato y ya no puede ser reelegida?
Cristina mintió deliberadamente o compró "pescado podrido". Para el caso es lo mismo ya que lo que se está acreditando es que el cristinismo, que ya huele a cala, se encuentra absolutamente descolocado, sin capacidad de reacción, intentando tejer conjeturas y confabulaciones que no resisten el menor análisis y que la propia realidad se encarga de desmentir.
La Opinión Popular
EN FOCO
Piezas que no encajan en el relato oficial
Con obstinación, la realidad se empeña en contradecir el edificio de intrigas y sospechas que levanta el Gobierno desde hace diez días para explicar lo inexplicable. Son hechos y dichos producidos alrededor de la investigación de la muerte del fiscal Alberto Nisman.
No se trata de extender certificados de pureza virginal al fiscal que había acusado a la Presidenta de encubrir a Irán por el atentado a la AMIA. Ni de ignorar su vinculación funcional con jefes de inteligencia caídos en desgracia. Mucho menos se pretenden identificar costados sólidos o endebles de la acusación de encubrimiento.
Se trata, apenas, de cotejar un puñado de hechos con hechos, de dichos con dichos. Y comprobar cuánto de resbaladizo tiene la palabra. Incluso la palabra presidencial.
1 - El regreso apresurado de Europa
La fiscal Viviana Fein explicó ayer que Alberto Nisman había sacado el 31 de diciembre un pasaje aéreo por Iberia para viajar a Europa. La fecha de regreso -dijo la fiscal- estaba marcada desde el comienzo para el lunes 12 de enero.
La diputada del PRO Laura Alonso recibió el martes 6 de enero un mensaje de Nisman desde Londres, invitándola a reunirse con él a su regreso a Buenos Aires, la semana posterior. Un día después fueron los ataques terroristas en París. El martes 13, ya de regreso, la citó para el miércoles al mediodía en la fiscalía. Ese día presentó su denuncia por encubrimiento.
Ayer, las palabras de la fiscal Fein terminaron de derrumbar la teoría del regreso apresurado de Nisman. Esa teoría fue una viga central de la construcción de sospechas, táctica perversa que el Gobierno ensayó desde el primer día.
Para que no quedaran dudas de esa línea conspirativa, en su primera carta en Facebook el lunes 19, la Presidenta de la Nación escribió estos dos párrafos:
"¿Quién fue el que ordenó volver al país al fiscal Nisman el día 12 de enero, dejando inclusive a su pequeña hija sola en el aeropuerto de Barajas, interrumpiendo vacaciones familiares y licencia de trabajo que habían comenzado el 1 de enero y debían finalizar más allá del 20?"
"Quién puede creer que alguien que tenía tan grave denuncia institucional contra la Presidente (...) se fue de vacaciones y de repente las interrumpe y en plena feria judicial, sin avisarle al juez de la causa presenta una denuncia de 350 fojas que evidentemente debía tener preparadas con anterioridad?"
Suena raro que los organismos del Estado incluidos los muy activos de inteligencia, civiles y militares, además de los vocacionales de la intriga, y todos los que intoxican a la Presidenta con información que alimenta construcciones de este tipo, no se hayan percatado de las fechas del pasaje de Nisman. Tal como lo hizo sin alharaca la fiscal Fein, cumpliendo su tarea.
Tampoco debería extrañar semejante inconsistencia. El pasado fin de semana el Gobierno se dedicó a escrachar al periodista Damián Pachter que fue el primero en informar, por Twitter, sobre la muerte de Nisman. Sintiendo amenazada su vida, Pachter se fue a Uruguay el sábado 24. La agencia oficialista Télam, tomando información privada en poder de Aerolíneas Argentinas, difundió detalles del pasaje y destino del periodista. Indicaron que tenía fecha de regreso al país para el 2 de febrero, presentando su viaje como una breve vacación. La cuenta de Twitter de la Casa Rosada se sumó con intensidad a ese escrache deleznable. Pachter siguió viaje a Israel, adonde llegó el domingo 25. El Gobierno tampoco tenía esa información.
El Twitter de la Casa Rosada seguía anoche en combate. Recordaba un mensaje de Nisman a amigos diciendo que debía volver al país en forma "intempestiva". Y preguntaba: "¿Le creemos a Nisman o a la fiscal Fein?". Cuidado: por el camino de demonizar a la fiscal Fein pueden terminar dándole categoría angelical a Nisman, el acusador de la Presidenta. El ridículo les queda a un solo paso.
2 - El pasaporte de Lagomarsino
Nadie podrá cuestionarle a la Presidenta su coraje para asumir personalmente cada iniciativa de su gobierno. Así, en su discurso del lunes por cadena nacional le puso el cuerpo, la voz y la cara a otra sospecha que también ayer quedó feamente derribada. Se trató, esta vez, de otorgarle carácter conspirativo al trámite hecho por Diego Lagomarsino para renovar su pasaporte.
Cristina Fernández presentó como una coincidencia sugestiva el hecho de que Lagomarsino hubiese realizado ese trámite el 14 de enero, el mismo día en que Nisman presentó su denuncia por encubrimiento.
Lagomarsino, colaborador directo de Nisman, fue quien el sábado 17 le entregó la pistola calibre 22 encontrada junto al cadáver del fiscal. Toda la construcción oficial lo señaló como el principal implicado en lo que la Presidenta definió en su segunda carta, el jueves 22, como "El suicidio (que estoy convencida) no fue suicidio".
Pues bien: ayer el hábil abogado Maximiliano Rusconi, al presentarse junto a su defendido Lagomarsino, explicó que el trámite de renovación del pasaporte se inició en diciembre, que el sistema informático del Ministerio del Interior -que dicho sea de paso funciona de manera excelente- le ofreció turnos para el martes 13 de enero a la mañana o el miércoles 14 por la tarde y que Lagomarsino eligió, en diciembre, hacerlo el día 14. Así de sencillo.
¿Dónde está la conspiración sino en la sospecha sembrada desde la palabra presidencial?
También es palabra de Cristina Fernández en su segunda carta: "Hoy no tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas".
Es una cuestión de fe, entonces. O de defensa desesperada, porque los hechos no pueden ser explicados desde la razón.
3 - Las armas de Nisman
En su segunda carta, la semana pasada, la Presidenta plasmó el giro del relato oficial sobre la muerte de Nisman. Pasó de la hipótesis conveniente del suicidio a la teoría del homicidio empujado por fuerzas oscuras para perjudicarla a ella y su gobierno. Los resultados concretos de las primeras pericias empujaron ese cambio de orientación. Esta semana, la palabra presidencial en cadena hizo más profundo este camino hipotético del crimen.
Pero vale volver sobre la segunda carta de Cristina Fernández. Entre otras preguntas que hizo para poner en duda la anterior hipótesis de suicidio, escribió:
"¿Por qué iba a pedir prestada un arma para suicidarse cuando el fiscal tiene registradas dos armas a su nombre en el RENAR? Una pistola semiautomática Bersa calibre 22 plg largo rifle (similar a la que fue hallada junto a su cuerpo) y un revólver acción doble marca Rossi calibre 38".
Es evidente que la Presidenta tenía información precisa del Registro Nacional de Armas (RENAR). Pero resulta extraño que no haya consignado toda la información disponible sobre las armas de Nisman. O al menos la misma información que este cronista pudo recabar de fuentes oficiales.
Según constaría en archivos del RENAR, la pistola 22 y el revólver 38 fueron declarados por Nisman como propios en el marco del reempadronamiento general de armas efectuado a comienzos de los años '90. Desde entonces no habría existido ninguna otra gestión del fiscal al respecto. Por ejemplo, jamás tramitó la condición de usuario legítimo. Ni mucho menos el permiso para su portación. Se trataría, como en tantos otros casos, de armas en poder de civiles que han sido recibidas por herencia familiar o que nunca han sido usadas.
La jueza Fabiana Palmaghini dispuso el martes un allanamiento en el departamento de Nisman en Puerto Madero en busca de esas armas. No estaban. Alguien le comentó que podría hallarlas en algún rincón de una vieja casa familiar en San Isidro.
La intriga sugerida alrededor de las armas de Nisman reforzaba, en el discurso presidencial del lunes, la sospecha sobre Lagomarsino, el hombre que le había llevado su propia pistola 22 al fiscal horas antes de su muerte.
La Presidenta no podía desconocer estos datos, a menos que sus subordinados disfruten dándole información parcial y sesgada. Claro que contar la historia completa de las armas que Nisman había declarado hacía más de veinte años, sin haberlas utilizado nunca legalmente, podía debilitar la construcción de sospecha.
Todo resulta bastante lamentable. Pero hay que mantener la esperanza: nunca es tarde para hablar con la verdad.
Por Julio Blanck
Por Facundo Landívar
Fuente: Clarin