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Groucho Marx dijo: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados". En ese punto, Javier Milei es marxista.
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Internacionales - 21-12-2014 / 10:12
CRÓNICA POLÍTICA

Cuba: menos socialismo, más dictadura

Cuba: menos socialismo, más dictadura
Cristina Fernández con Fidel Castro.
 
Estados Unidos no restablece relaciones con un régimen comunista, sino con una dictadura. La diferencia va más allá de las palabras y los matices. Cuba hace rato que dejó de ser un país comunista, si es que alguna vez lo fue.
 
Lo que queda del régimen montado por los Castro no es el hombre nuevo, la sociedad feliz o el sueño igualitario sino una dictadura, con todas las lacras, humillaciones y desventuras de un régimen gobernado por una familia, una caricatura grotesca de lo que pretendió ser en sus momentos de esplendor.
 
La Guerra Fría terminó en 1990 y con ella concluyeron las fantasías de dominio mundial o de exportación de la revolución por parte de esos engendros totalitarios construidos en nombre de teorías que prometieron la liberación pero legitimaron el crimen.
 
Cuba hoy no asusta, da pena. Ningún propietario de América Latina teme la presencia de una guerrilla decidida a expropiarle los bienes; ningún gobierno conservador supone que puede ser desestabilizado por una maniobra castrista; a nadie se le ocurriría dejarse crecer la barba, empuñar un fusil y subir a la montaña a luchar contra el imperialismo o las oligarquías locales.
 
Cuba, como la URSS, como las llamadas democracias populares del Este, se derrotó a sí misma. No hizo falta invasión o sabotaje; bastó y sobró con dejarlos gobernar con su ineficiencia productiva, su autoritarismo perverso, sus campos de concentración y su deseo salvaje de someter a la población a un régimen que además de miserable ni siquiera les dejaba la opción de marcharse.
 
Nuestra Señora Cristina, que sobre el tema nunca entendió ni jota, asegura muy suelta de cuerpo que después de más de medio siglo Cuba se impuso a los yanquis. La afirmación como chiste es mala, como evaluación política es disparatada y como opinión personal no hace más que poner en evidencia el analfabetismo político de nuestra primera dama.

 
Se dice que Cuba sobrevivió a la catástrofe de la URSS. Sobrevivió como dictadura, pero no como revolución socialista. Su pretensión dejó de ser universal para reducirse a la expectativa ramplona de durar como sea. La renuncia de Fidel Castro en 2006 fue interpretada de diversas maneras, pero no sería desatinado pensar que de una manera confusa, retorcida, inconsciente, ese retiro del poder no fue otra cosa que la confesión de su fracaso.
 
Su sucesor, como en las viejas tiranías bananeras, fue su hermano. Raúl ya no vino a proclamar la Segunda o Tercera Declaración de la Habana o a renovar alguna utopía vacante; vino a ajustar cuentas, a garantizar en primer lugar que la dictadura continúe y, luego, a hacer acuerdos económicos con el mejor postor, acuerdos que garanticen a empresarios beneficios y ganancias con leyes laborales que ni el capitalismo en sus versiones más salvajes estaría dispuesto a admitir.
 
Nuestra Señora Cristina, que sobre el tema nunca entendió ni jota, asegura muy suelta de cuerpo que después de más de medio siglo Cuba se impuso a los yanquis. La afirmación como chiste es mala, como evaluación política es disparatada y como opinión personal no hace más que poner en evidencia el analfabetismo político de nuestra primera dama.
 
Lo siento por los antiyanquis, pero Estados Unidos no fue derrotado, entre otras cosas porque esa posibilidad nunca estuvo presente. En todo caso, lo que el imperio ahora hace a través de Obama es iniciar la normalización de relaciones diplomáticas y tal vez económicas con una dictadura más de las que andan dando vuelta por el planeta. Dicho a manera de consigna, el comunismo ha desaparecido, lo que sobrevive lastimosamente es la dictadura.
 
Los exiliados de Miami sin duda están enojados como lo están algunos republicanos que no entienden los cambios de los tiempos. Suponen que Obama le da oxigeno al régimen o que ha capitulado. Ni una cosa ni la otra. No le falta razón al presidente de EE.UU., cuando dice que el régimen ha sobrevivido a los cincuenta años del embargo. Y, seguramente, sería capaz de sobrevivir otros cincuenta años más si todo siguiera igual.
 
La alternativa es el cambio. Cuba encerrada en sí misma puede sobrevivir a los hijos y a los nietos de los Castro. Una autocracia cínica, un pueblo derrotado y una economía de subsistencia constituyen los fundamentos de una existencia prolongada en la pobreza.
 
Al régimen de los Castro no lo va a liquidar el aislamiento sino la apertura. Así fue con todas las dictaduras y así será con ellos. Las inversiones, el turismo, el consumo, la creación de nuevos centros de interés, serán mucho más eficaces que los bloqueos, las invasiones o cualquier delirio semejante.
 
Cuando Franco estuvo más aislado, más sólido fue su poder. Cuando España empezó a abrirse a Europa la autoridad de Franco comenzó a resquebrajarse, Y cuando murió, la revolución democrática ya estaba lograda en la sociedad. Algo parecido podría ocurrir con Cuba, pero con una diferencia: la España que dejó Franco fue mucho más rica, movilizada y pluralista que la Cuba que dejarán los Castro.
 
¿Alguna otra posibilidad? La más conocida es la variante vietnamita, que a su vez no es otra cosa que la variante China en un territorio más pequeño. Se trata en definitiva de liberalizar la economía manteniendo el régimen autoritario y los beneficios a sus titulares.
 
¿Podrán hacerlo? Está por verse. Ser una isla les otorga ventajas, pero hasta ahí nomás. De todos modos, disponen del hábito de mando y de rutinas de disciplina que harían posible este ensayo que combinaría la dictadura heredada del comunismo con versiones de libre empresa.
 
Lo seguro es que Cuba no puede seguir así. La última esperanza fue Chávez y su generosa donación de petróleo en nombre del socialismo del siglo XXI. Durante algo así como una década el régimen pudo seguir pateando la pelota para adelante hasta que se murió Chávez y comenzó a cortarse el suministro de petróleo. Ahora otean el horizonte y lo único razonable que se les presenta a la vista es Estados Unidos, el detestable imperio.
 
A no desesperar. Si todo sale bien es muy probable que las relaciones económicas se intensifiquen más allá de las formalidades legales. Por lo pronto, el puerto de Mariel ya está recuperando su actividad y a los exiliados se les ha ampliado el envío de remesas de dólares a sus parientes de la isla.
 
¡Paradojas de la vida! Los despreciables gusanos, los vendepatrias pagados por el imperialismo se han constituido en ¡uno de los soportes de la economía cubana!
 
En cualquiera de sus variantes, el escenario que se presenta hacia el futuro inmediato está a años luz de la retórica revolucionaria que durante la década del sesenta y el setenta movilizó a cientos de miles de jóvenes, muchos de los cuales dieron su vida por una causa que nada tiene que ver con las ruinas de este presente degradado cuya expresión más nítida es ese Fidel Castro vestido con jogging y farfullando palabras huecas y vacías.
 
Y de Estados Unidos, ¿qué puede decirse? Poco y nada. Para el imperio, el tema de Cuba hace rato que le ha dejado de preocupar. Ningún político norteamericano en la actualidad pierde el sueño por Cuba. Saben que está allí, saben que es una asignatura pendiente, pero el país no depende de Cuba, ni su seguridad corre riesgo por los editoriales del Granma.
 
Hoy, los que se movilizan son los exilados cubanos de Miami, México o Madrid. Razones tienen para hacerlo, pero convengamos que muchos de ellos también fueron tragados por los vientos huracanados de la historia.
 
Para América Latina la noticia no es más que eso: una noticia. Después de todo, los políticos que hoy son hombres mayores por un motivo o por otro participaron de la gesta cubana, de las refriegas políticas e ideológicas de aquellos años.
 
Cuba hace rato que ha dejado de despertar interés como gesta política o modelo social. Es un anacronismo, un fósil abandonado en el Caribe. La épica de los sesenta devino en culebrón autoritario y tropical.
 
Con la iniciativa de Obama, varias posibilidades se abren para Cuba, pero sugestivamente ninguna de ellas incluye la democracia. ¿Continuarán los cubanos condenados a vivir vegetativamente en un régimen asfixiante?
 
Por supuesto todo dependerá de ellos. No está mal proponer que a la vuelta del camino y de regreso de tantas ilusiones muertas y tantas cenizas desparramadas al viento, que alguna vez sean los cubanos, los que decidan sobre el destino de su nación.
 
Por Rogelio Alaniz
 
Fuente: ellitoral.com
 

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