Nacionales - 15-09-2014 / 08:09
NI LOS PRECANDIDATOS ULTRA K VEN VIABLE LA RE RE DE CRISTINA
Máximo Kirchner: “Voten a mi mamá”
Máximo Kirchner habló de Cristina 2015 pero ni los precandidatos ultra K ven viable la re re. Presidenciables que esperan la “bendición” de Cristina dicen que no llegará. En el entorno de Scioli, Randazzo, Urribarri y Domínguez creen que los dichos de Máximo solo apuntan a evitar que Cristina pierda poder.
Tras la sorpresiva aparición del "ni-ni" Máximo Kirchner en el acto convocado por La Cámpora, siguieron las críticas políticas. El hijo de la presidenta Cristina Fernández le pidió a la oposición que compitan en las elecciones presidenciales contra su mamá, que no está habilitada por la Constitución para un tercer mandato.
Lo importante no fue el reclamo de la reelección, sino la denuncia de una supuesta proscripción de CFK. Y que no se quieren ir del poder, quieren permanecer. Los renovadores fueron los primeros en responder. "Que no sueñen, la re-re la enterró Massa el año pasado", se jactó el intendente de Olavarría, José Eseverri, de haber terminado con el sueño oficialista de "Cristina Eterna".
El ex jefe de gabinete, Alberto Fernández, criticó la postura del hijo presidencial a favor de un nuevo mandato de la jefa de Estado, al indicar que "en una democracia, además de votar, que es lo que tanto prioriza Máximo, hay que respetar instituciones". "Cristina no es que no puede ser candidata porque la oposición se lo niega, no puede ser candidata porque se lo impide la ley", enfatizó el dirigente del Frente Renovador.
En el ultra kirchnerismo, en cambio, incentivaron el pedido de Máximo, el líder espiritual de los incondicionales de La Cámpora, para otra reelección de Cristina. Para el ministro de Economía, Axel Kicillof, las palabras del hijo de la presidenta sirvieron para "catalizar el sentimiento" de los militantes K y "dejó en claro cuáles eran las líneas de trabajo".
Además, la diputada nacional ultra kirchnerista, Diana Conti, que fue unas de las primeras en plantear la perpetuidad de Cristina en el poder, opinó que "Máximo está plantando ahí una discusión, un desafío. Habría que preguntarle a la oposición si tiene miedo de enfrentar a la Presidenta".
Más allá de los fuegos de artificio, celebrados por los funcionarios millonarios y los militantes rentados de testigos, en la propia agrupación juvenil minimizaron la arenga reeleccionista de Máximo, que se atajó antes de emitirla: "Voy a tener que pedir la casa de un compañero para dormir porque creo que Cristina se va a enojar", abrió el paraguas sabiendo que iba llover.
Como receptores del discurso del primogénito presidencial, coincidieron los precandidatos del universo K, Julián Domínguez, Sergio Urribarri y Daniel Scioli. "No habrá Cristina 2015", es la bandera que los unifica, sin intención de archivar sus aspiraciones sucesorias.
"No fue un llamado a la re-re, fue más un hijo defendiendo a la madre", escucharon de Scioli. Y ampliaron: "Les marcó la cancha a todos los candidatos que pretenden quedarse con la representatividad de Cristina". Algo parecido opina el dominguismo: "Máximo anticipó que su madre no resignará una gota de poder hasta el día que se vaya". "La Cámpora postula a la Presidenta para no decantarse hoy por un candidato", sumaron en Entre Ríos.
Con el pase al frente de su hijo, Cristina no pretende indicar un candidato, sino, por ahora, señalar que no tiene candidato. Y no habrá bendición presidencial antes de tiempo. Las dudas surgen en si al final existirá. Urribarri, Domínguez y otros menos conocidos, aguardan una bendición presidencial que los lleve a una boleta ultra K.
La Opinión Popular
La Cámpora y el juego de la subsistencia
La Cámpora no ahorró en nada: movilizó toda su estructura y, como sorpresa, incluyó el debut de Máximo Kirchner en el papel de orador central. Semejante demostración fue presentada como un acto de recuperación de la iniciativa, una apuesta decisiva.
¿Ofensiva política o señal defensiva?
No importa tanto eso como el sentido más profundo de la puesta en escena. Sin candidato propio para el 2015, el cristinismo puro -según la calificación que agrada a sus referentes- se movió en base a un sentido primario, el de la conservación, la subsistencia. Fue un mensaje dirigido centralmente a la interna del oficialismo, o al peronismo orgánico si se quiere, tratando de exponer la voluntad de preservar espacios políticos. El resto del discurso, incluida la sugerencia de la re-reelección, no se apartó demasiado de lo que podía esperar Olivos.
Máximo Kirchner se encargó de dejar en claro que para el oficialismo más vertical, el liderazgo de la Presidenta es indiscutible y también, el único a futuro. Tampoco él compite a ese nivel, según aclaran sus compañeros. "Si Cristina está tan mal, si quieren acabar con el kirchnerismo, ¿por qué no (la) dejan y compiten con Cristina? Le ganan a Cristina y sanseacabó ", dijo. Fue una alusión obvia al plan reelecionista fuera de carrera desde los pasados comicios.
Nada indica que la re-reelección tenga chances hoy de ser reflotada con posibilidades de éxito. El oficialismo no tiene capital político para jugar esa alternativa, carece de número para imponer un proyecto de esa naturaleza en el Congreso, que sería la única vía constitucional, y ni siquiera puede fantasear con algún engendro judicial. ¿Qué trascendencia tienen entonces las palabras del hijo de Néstor y Cristina Kirchner?
En primer lugar, resulta evidente la carencia de una figura alternativa propia para la batalla que viene. No es una casualidad sino un fruto del modo de entender y ejercer la política.
En el deseo que Máximo Kirchner pretende presentar como desafío se combina lo peor de las concepciones caudillistas, o de liderazgo político plebiscitario, y el populismo siempre de derecha aunque se lo pretenda arropar como progresista.
La idea de las jefaturas eternas, o sólo limitadas por la ley de la vida, generan sistemas con tendencias autoritarias, escasa capacidad de reflexión autocrítica y un juego de poder que tiene que ver más con el Palacio que con la sociedad.
Es improbable que estos temas ronden las inquietudes del cristinismo. En medios peronistas, se tomaba el acto en Argentinos Juniors como una previsible y hasta demorada demostración de fuerza de La Cámpora en la perspectiva de las elecciones que vienen. El objetivo sería negociar como bloque, en función del poder actual, debajo de la figura presidencial. Por si acaso, algunos referentes de La Cámpora han abuenado relaciones con algunos de los candidatos del PJ que están en carrera para las primarias.
En las filas del PJ alineado con Olivos la hipótesis generalizada es que la Presidenta presionará para llenar la mayor cantidad posible de casilleros con representantes de los sectores cristinistas, en especial La Cámpora. Lo admiten fuentes peronistas acostumbradas al duro trabajo de la confección de listas. Son, además de realistas, bastante escépticos respecto del sosteniemiento de lealtades una vez que se produzca el recambio de gobierno.
Máximo Kirchner quiso dejar expuesto que el kirchnerismo seguirá existiendo como tal más allá de quién sea el candidato que se imponga en la próxima interna oficialista. Se sabe que no siente simpatía alguna por Daniel Scioli, desconfía de Florencio Randazzo y observa que el resto de los supuestos postulantes por ahora no despega. El cristinismo puro se prepara entonces para el llano o al menos, para un lugar lejano al manejo del poder que hoy exhibe.
En la imaginación de algunos cristinistas, el tránsito que viene será una etapa difícil, pero siempre con la mirada puesta en tratar de volver a la disputa cuatro años después de la mano de Cristina Kirchner. Es difícil pensar en semejante perspectiva de tiempo, pero más difícil es hacerlo suponiendo que el peronismo sólo estaría esperando la reedición de la actual experiencia política.
El cristinismo pareció moverse de manera realista al mostrarse encolumnado frente al desafío del último tramo de la transición y las próximas elecciones. Pero da señales de suponer que el peronismo es un acompañante y no un componente central, decisivo, en la construcción que les permitió a Néstor Kirchner y a la Presidenta sumar diez años en el poder.
El oficialismo, en versión Scioli o la que termine siendo, seguramente recompondrá el funcionamiento de las estructruras del PJ en función de un nuevo eje, si es que se impone en las elecciones del año próximo. Y si el resultado es de derrota, también buscará reposicionarse: para repartir culpas o para moldear el nuevo ciclo, nada sería igual. Y eso incluye la relación con el kirchnerismo, en sus vertientes peronista y externa al PJ.
Toda la vida de La Cámpora ha transcurrido con el kirchnerismo en el poder. Logró cierto desarrollo barrial, pero tiene escaso peso en las organizaciones sociales, ningún anclaje en el terreno sindical y poca proyección incluso en el movimiento estudiantil. ¿Cuál es su verdadera dimensión en el peronismo? No hay señales de que esté dispuesta a la prueba de la competencia en las primarias. Si no, sería cuestión de presentar un candidato propio, y "sanseacabó".
Por Eduardo Aulicino
Fuentes: Clarín, El Cronista, Diario Hoy y LOP