Nacionales - 14-09-2014 / 15:09
LA SEMANA POLÍTICA QUE PASÓ
Cristina y su recurso temerario de embestir contra todos al mismo tiempo
Hay un interrogante que merodea a todos por igual. Dilucidar, qué es lo que lleva a Cristina Fernández a embestir contra todos y todas al mismo tiempo: empresarios, medios, periodistas, dirigentes sindicales, presuntos fantasmas de adentro y afuera que la acosarían con fines inconfesables. Bajo la recurrente idea de que, detrás de cada palabra, gesto o hecho hay un intento desestabilizador, el gobierno carga contra presuntos fantasmas de adentro y afuera, generando un clima de nerviosismo e incertidumbre.
Hay un interrogante que merodea a todos. Dilucidar qué es lo que lleva a Cristina Fernández a embestir contra todos y todas al mismo tiempo: empresarios, medios, periodistas, dirigentes sindicales, presuntos fantasmas de adentro y afuera que la acosarían con fines inconfesables.
Una práctica que la misma Cristina ayuda a crear con la instalación de un clima de nerviosismo e incertidumbre, cuando se acerca diciembre, un mes históricamente complicado, porque los sectores menos favorecidos se sienten con derecho a pedir por las buenas o por las malas unas fiestas más llevaderas para la mesa familiar.
Los dichos del dirigente sindical Luis Barrionuevo sobre un estallido social en el último mes del año son repudiables. Pero resulta que fue Cristina la que dijo que si la inflación llegaba al 25%, el país estallaría por los aires. Pues bien: va a estar cerca del 30% según las mediciones del INDEC, y 40% según consultoras privadas y el índice Congreso.
Hay indicios que, en despachos del gobierno de CFK madura la idea de que "cuanto peor, mejor", que los K tanto les ha achacado a sus enemigos, pretendiendo que detrás de cada palabra, gesto o hecho hay un intento desestabilizador. No se entiende de otra manera la pertinaz recurrencia de Axel Kicillof por voltear cualquier suposición de que con la ley de Deuda Soberana se va a arreglar el frente externo del país.
Otro ejemplo es Mariano Recalde. En Aerolíneas Argentinas mantiene la intención de torear todo el tiempo a los dirigentes gremiales de la empresa, una forma de provocar el caos con la amenaza de cierre de la empresa, cuando se enfrenta a un reclamo salarial legítimo, del 35%, que no es distinto al que han arribado la mayoría de los restantes gremios. El dirigente camporista busca potenciar el conflicto, no solucionarlo, eso está a la vista.
O la misma Presidenta, que en sus discursos se dedica a castigar a todos aquellos que no aceptan su bajada de línea, como pretender que las dificultades de las empresas automotrices no son reales sino que persiguen un intento por complicarle la marcha al gobierno. O el ataque diario contra los medios, en su boca o en la de Jorge Capitanich, con el agravante de que ahora el gobierno incluye en lo que considera malas noticias a la inseguridad, sobre la que suponen que machacan los medios.
Lo preocupante es que Ella se va saliendo con la suya. Con una oposición que siempre está a la expectativa, decidida a correr detrás de los acontecimientos. Esta semana tendrá la polémica Ley de Abastecimiento. Y espera anotarse otro punto con la Ley de Hidrocarburos. Cristina no se anda con vueltas: amenazó a los gobernadores petroleros con no refinanciarle las deudas si se resisten. Obvio: habrá nueva ley en tiempo y forma.
Es la Presidenta de los mensajes temerarios y cargados de premoniciones la misma que muy suelta de cuerpo presentó la faraónica obra de un rascacielos en Puerto Madero, en medio de informes sobre el verdadero estado de pobreza e indigencia en el país. Para colmo ahora tiene que pedirle ella a Mauricio Macri, que le facilite la aprobación de la norma respectiva en la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires.
También Daniel Scioli, hizo su aporte a la coyuntura con una reforma educativa que propone, casi con desparpajo, igualar todo hacia abajo. En la Casa Rosada empezaban a evaluar el viernes el daño electoral subyacente, y hasta el futuro de la relación con el hombre que aspira a sucederlos.
LA SEMANA POLÍTICA QUE PASÓ
El recurso temerario de embestir contra todos al mismo tiempo
Hay un interrogante que ha merodeado por estas horas a todos los actores políticos y sociales por igual. Se intenta dilucidar, por ahora sin respuestas aunque con suspicacias y suposiciones, qué es lo que lleva a la presidenta a embestir contra todos y todas al mismo tiempo: empresarios, medios, periodistas, dirigentes sindicales, presuntos fantasmas de adentro y afuera que la acosarían con fines inconfesables.
Una práctica que, a decir verdad, la misma Cristina Fernández ayuda a crear con la instalación de un clima de nerviosismo e incertidumbre, en un contexto que no es menor: se acerca diciembre, un mes históricamente complicado, aunque más no sea porque los sectores menos favorecidos se sienten con derecho a pedir por las buenas o por las malas unas fiestas más llevaderas para la mesa familiar.
Para ponerlo en contexto, los dichos del dirigente sindical Luis Barrionuevo sobre la posibilidad de un estallido social en el último mes del año -después parcialmente desactivados por el propio gastronómico- son repudiables en el más benévolo de los casos. Vivimos en una sociedad escaldada por la inseguridad y la violencia social y cualquier alimento a esa incipiente hoguera genera temor.
Pero resulta que fue Cristina Fernández, en esta vorágine de persecuciones, advertencias y amenazas la que dijo, semanas atrás, que si la inflación llegaba al 25%, el país estallaría por los aires. Pues bien: va a estar cerca del 30% según las propias mediciones del INDEC, y ahora mismo está, anualizada, en el 40% según consultoras privadas y el índice Congreso.
Hay indicios de que, en algunos despachos del gobierno -nunca se sabrá si en los de la presidenta también, aunque sospechas sobran- madura aquella idea de que "cuanto peor, mejor", que el kirchnerismo tanto les ha achacado a sus enemigos, pretendiendo siempre que detrás de cada palabra, gesto o hecho hay un intento desestabilizador.
No se entiende de otra manera, apenas se observa la pertinaz recurrencia del ministro de Economía, Axel Kicillof, por voltear cualquier suposición de que con la ley de Deuda Soberana se va a arreglar el frente externo del país. ¿O no reclama al Congreso por esa norma mientras al mismo tiempo despotrica contra el juez Thomas Griesa o contra una afiebrada conjura internacional?
El mismo ministro que acusó al Parlamento de convertirse en una "escribanía" de los buitres si no sancionaban la ley, es el que voltea con sus improperios cualquier intento de volver a la normalidad. En verdad, detrás de esa ley sigue firme un concepto que mantiene al país fuera de la confianza internacional y del acceso al crédito que tanto necesita: el gobierno está violando la ley porque se niega a cumplir un fallo de la justicia norteamericana.
Otro ejemplo es Mariano Recalde. El titular de Aerolíneas Argentinas mantiene una estudiada intención de torear todo el tiempo a los dirigentes gremiales de la empresa, una forma de provocar el caos con la amenaza de cierre de la empresa, cuando se enfrenta en todo caso a un reclamo salarial legítimo, del 35%, que no es distinto al que han arribado la mayoría de los restantes gremios. El dirigente camporista busca potenciar el conflicto, no solucionarlo, eso está a la vista.
O la misma presidenta, que en sus últimos discursos se dedica a castigar a todos aquellos que no aceptan su bajada de línea, como pretender que las dificultades de las empresas automotrices no son reales sino que -para peor, según ella- persiguen algún oscuro intento por complicarle la marcha al gobierno.
O el ataque diario contra los medios, en su boca o en la del inefable Jorge Capitanich, con el agravante de que ahora el gobierno incluye en lo que considera malas noticias a la inseguridad, sobre la que suponen que machacan los medios que no son del "palo".
El dato preocupante frente a ese cuadro es que, por ahora, ella se va saliendo con la suya. Con una oposición que siempre está a la expectativa, decidida a correr tozudamente detrás de los acontecimientos. Esta semana tendrá la polémica Ley de Abastecimiento, que hasta votarán algunos opositores. Ya logró la de deuda soberana con ese mismo auxilio, y espera anotarse otro punto con la Ley de Hidrocarburos.
Cristina no se anda con vueltas: amenazó a los gobernadores petroleros con no refinanciarle las deudas si sus legisladores se resisten. Obvio: habrá nueva ley en tiempo y forma.
Es la presidenta de los mensajes temerarios y cargados de premoniciones la misma que muy suelta de cuerpo presentó la faraónica obra de un rascacielos en la zona de Puerto Madero, en medio de renovados informes sobre el verdadero estado de pobreza e indigencia en el país.
Para colmo sin ningún mapeo previo de la situación: ahora tiene que pedirle ella al jefe del gobierno porteño, Mauricio Macri, que le facilite la aprobación de la norma respectiva en la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires.
De improviso, el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, hizo su aporte a la coyuntura con una reforma educativa que propone, casi con desparpajo, igualar todo hacia abajo. En la Casa Rosada empezaban a evaluar el viernes el daño electoral subyacente, y hasta el futuro de la relación con el hombre que aspira a sucederlos.
Por Eugenio Paillet
Fuente: lanueva.com