LA OPINIÓN POPULAR

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OPINION
17-08-2020 / 17:08
POR ALEJANDRO GONZALO GARCÍA GARRO
San Martín en un panteón junto a Rosas y Perón

En torno a la historia de San Martín se ha creado un mito, donde poco tiene de verdad lo que se ha enseñado mecánicamente sobre él durante generaciones.
En torno a la historia de San Martín se ha creado un mito, donde poco tiene de verdad lo que se ha enseñado mecáni-camente sobre él durante generaciones. El mito sanmartiniano tiene un fundamento político y se basa en la obra de dos plumas que, en distintos siglos, delinearon la figura del prócer ajustándola a las necesidades políticas de la oligarquía: el San Martín de Bartolomé Mitre y el "Santo de la Espada" de Ricardo Rojas.

Pero San Martín no era una persona enigmática. Sus biógrafos, en especial Mitre y Ricardo Rojas, lo construyeron así. Como vimos, tenían otras razones para hacer de San Martín un misterio, razones de tipo político. Mitre escribía la historia de San Martín y paralelamente fundaban una nación y una nación necesitaba un mito. Un mito fundacional. Pero la construcción de un mito a medida, como traje de un sastre, requería omisiones, falseamientos y mentiras. La más grande de ellas sin dudas fue negar la dimensión política de San Martín, su pensamiento revolucionario y patriótico que lo puso siempre del lado de los que defendieron la soberanía nacional.


Entre varias omisiones y falsificaciones, llevaron adelante una constante falsificación y una permanente operación de ocultamiento de la verdadera relación de San Martín con Juan Manuel de Rosas, cuyo vínculo constituye la columna vertebral de la política nacional, antiimperialista y revolucionaria del siglo XIX.


El encuentro entre San Martín, Rosas y Perón tuvo un punto culminante en los años de la resistencia peronista. Arturo Jauretche señalará cáusticamente: "La Línea Mayo-Caseros ha sido el mejor instrumento para provocar las analogías que establecen entre el pasado y el presente la comprensión histórica...! ¡Flor de revisionistas estos Libertadores! Para perjudicar a Perón lo identificaron con Rosas, y Rosas salió beneficiado en la comprensión popular. Caseros se identificó con septiembre de 1955 y los vencedores con los gorilas...". El homenaje que en primer término hizo Perón de San Martin en su propio gobierno en el año del centenario de la muerte del Libertador se integra con la reivindicación que hizo el líder justicialista a Rosas durante la resistencia peronista.


San Martín - Rosas - Perón es la línea histórica que se encuentra y se define en el espíritu nacional, en las ideas y en composición social popular, fundamental en los diferentes movimientos de liberación en la historia argentina, con tres liderazgos trascendentes: San Martín, Juan Manuel de Rosas y Juan Domingo Perón.


Nuestro panteón nacional, con la ausencia de Rosas y la presencia de Sarmiento es el que corresponde a la antigua tradición liberal mitrista. Con un San Martín vaciado de significado político y negado en sus rasgos nacionales más profundos. Es preciso darle una auténtica resignificación a su figura y es también imprescindible la reconstrucción del mito histórico por otro más integrativo, más nacional, más inclusivo.
 

 
"...como argentino me llena de un verdadero orgullo al ver la prosperidad, la paz interior, el orden y el honor, restablecidos en nuestra querida patria: y todos esos progresos efectuados en medio de circunstancias tan difíciles en que pocos estados se habrán hallado. Por tantos bienes realizados, yo felicito a Ud. sinceramente como igualmente a toda la Confederación Argentina. Que goce Ud. de salud completa y que al terminar su vida pública sea colmado del justo reconocimiento de todo argentino. Son los votos que hace y hará sierre a favor de Ud. éste su apasionado amigo y compatriota Q.B.S.M". (Que besa sus manos). Don José de San Martín. Carta de San Martín a Juan Manuel de Rosas, escrita en Boulogne-sur-Mer, Francia, el 6 de mayo de 1850.
 
"Don Juan Manuel, el primero que después de San Martín muere en el exilio por haber defendido dignamente la soberanía popular y la independencia de la Patria. Los que se han dicho sanmartinianos parecen no haber comprendido la lucha contra el colonialismo que realizó Rosas, lo que San Martín vio claro a quince mil kilómetros de distancia. Él le rindió a Rosas, el mejor homenaje que un soldado puede rendir a otro soldado: su sable libertador...". Carta de Juan Perón, del 20 de octubre de 1970, dirigida al historiador entrerriano Fermín Chávez y publicada por éste en su libro "La vuelta de Don Juan Manuel".
 
El mito de San Martín 


En torno a la historia de San Martín se ha creado un mito, donde poco tiene de verdad lo que se ha enseñado mecánicamente sobre él durante generaciones. El mito sanmartiniano tiene un fundamento político y se basa en la obra de dos plumas que, en distintos siglos, delinearon la figura del prócer ajustándola a las necesidades políticas de la oligarquía: el San Martín de Bartolomé Mitre y el "Santo de la Espada" de Ricardo Rojas.
La historia de Mitre, muy bien escrita y mejor documentada, se propuso asentar los mitos fundadores de la Nación. Si el mito es el relato de los orígenes, lo que a Mitre le interesaba, era instalar institucionalmente, a través del mito histórico, un discurso político y una historia oficial que permita reconocernos en un pasado propio. Obviamente un pasado circunscrito dentro los conceptos ideológicos del liberalismo porteño, a los intereses de clase que defendía y representaba Mitre y políticamente funcional al poder oligárquico durante el siglo XIX y parte del S. XX.
Ricardo Rojas, por su parte, vacía de contenido político la biografía de San Martín y lo mitifica como un santo laico, inmaculado: "El será en medio del tumulto emancipador, algo así como un monje armado, ejemplar nunca visto de santidad paladinesca, Cid de nuevas Castillas fundido en un Loyola de misticismo laico". "El Santo de la Espada" es un claro ejemplo de mitificación de la historia y un libro paradigmático que, tendenciosamente, nos muestra a un semidiós para no mostrarnos un hombre. Un libro que, ofrece un prototipo de héroe universal en vez de nacional, en fin, un Santo que debe de cumplir con su destino del que está prisionero. Ricardo Rojas reafirma las bases fundacionales del mito sanmartiniano acorde a los dictados ideológicos del mitrismo y de la oligarquía porteña. Lo hace entrado el siglo XX, en respuesta a las nuevas necesidades de las minorías que seguían por entonces en el poder. Para Arturo Jauretche, Rojas es el responsable de la sacralización y mitificación de San Martín en "El Santo de la Espada", "levantándolo como héroe moral para anularlo como jefe de la revolución latinoamericana y decidido antirrivadaviano".
De allí en adelante, desde los manuales escolares hasta la cátedra y la academia repiten este San Martín mistificado y negado en su esencia. Si bien este mito está hoy en crisis, su presencia es evidente en cada acto gubernamental, homenaje escolar o cuanta actividad referida al "Padre de la Patria" se realice. Detrás de Mitre y Rojas vinieron estantes enteros de libros que refrendaron sus tesis.
 
El hombre, más allá de la fábula


Pero San Martín no era una persona enigmática. Sus biógrafos, en especial Mitre y Ricardo Rojas, lo construyeron así. Como vimos, tenían otras razones para hacer de San Martín un misterio, razones de tipo político. Mitre escribía la historia de San Martín y paralelamente fundaban una nación y una nación necesitaba un mito. Un mito fundacional. Pero la construcción de un mito a medida, como traje de un sastre, requería omisiones, falseamientos y mentiras. La más grande de ellas sin dudas fue negar la dimensión política de San Martín, su pensamiento revolucionario y patriótico que lo puso siempre del lado de los que defendieron la soberanía nacional. Así fue como, entre tantas otras cosas, Mitre, Rojas y todo el aparato cultural del sistema: 1. Negaron el enfrentamiento de San Martín con el unitario Rivadavia y las razones del movimiento revolucionario del 8 de Octubre de 1812; 2. Ocultaron, hasta hoy, la posibilidad de su origen indio o mestizo, como si eso fuese algún pecado o maldición denigrante; 3. Soslayaron la discusión sobre el carácter revolucionario de la Logia Lautaro, sus ideales democráticos; 4. No abordaron seriamente los motivos por los cuales retornó a su patria a luchar por la emancipación continental; 5. No se explayaron sobre las posiciones claramente antiimperialistas y antibritánicas de San Martín; 6. Omitieron ahondar en su relación con los caudillos federales. Trataron de ocultar o relativizar el valor político de la correspondencia de San Martín con Estanislao López y José Artigas; 7. No han teorizado sobre la "desobediencia genial" que le permitió a San Martín continuar la empresa libertadora continental en vez de cumplir los mandos de la oligarquía porteña que quería cercenar el alcance de la revolución al puerto de Buenos Aires y su zona de influencia económica y política; 8. Poco escribieron sobre las políticas progresistas y económicamente revolucionarias que aplicó San Martín en su gobernación en Mendoza; 9. Desvirtuaron el sentido y los motivos de la entrevista con Bolívar en Guayaquil; 10. Y por último, pero esencial, llevaron adelante una constante falsificación y una permanente operación de ocultamiento de la verdadera relación de San Martín con Juan Manuel de Rosas, cuyo vínculo constituye la columna vertebral de la política nacional, antiimperialista y revolucionaria del siglo XIX.
 
Los enigmas del mito


Si pensamos la historia en términos de mito, todos estos puntos que mencionamos serían una suerte de enigmas que a toda figura de la mitología suelen envolver. Pero en verdad no se trata de enigmas. Son mentiras, falsedades y omisiones deliberadas. Derribarlas y sacarlas de las sombras no son sólo una cuestión de verdad histórica, sino una necesidad política también. Porque esta verdadera dimensión política de San Martín es la que nos permite comprender buena parte de la historia argentina. Su vinculación con Rosas, el hecho de compartir visiones y causas, nos permite reconstruir el hilo conductor de las luchas nacionales. Las mismas disputas que encontrarán en el peronismo de mediados del siglo XX otro capítulo que le darán continuidad y conformarán una línea histórica que las integre y explique política e históricamente.
 
San Martín y Juan Manuel de Rosas


"El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sur le será entregado al general de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla". Así expresa su voluntad en la cláusula tercera de su testamento Don José de San Martín, elogia de esta manera la memorable resistencia sostenida por la Confederación conducida por Juan Manuel de Rosas contra los diferentes intentos de invasión anglo francesa


Tal vez, algunos autores tengan razón y San Martín en esta cláusula se refería en especial a la "Batalla de la Soberanía" que se había librado en la Vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1845. San Martín estaba en conocimiento de la batalla y sus consecuencias políticas cuando le contesta a su amigo Guido: "Ya sabía la acción de Obligado; ¡Que iniquidad! De todos modos, los interventores habrán visto por este échatillon que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca".


Y más adelante, en la misma carta señala la importancia histórica de la resistencia de la Confederación: "...si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá sobre nuestra patria si las naciones europeas triunfan en esta contienda, que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España".


Este claro compromiso de San Martín con la política de defensa de la soberanía nacional emprendida por Rosas nunca pudo ser asimilada por la historia oficial. La historia de Mitre la soslaya. Otros textos históricos académicos directamente la silencian. Sarmiento opinó al respecto, desfachatadamente, que se debía a la senilidad del Libertador de América. Sin embargo y más allá de las "opiniones" de Sarmiento, la relación entre San Martín y Rosas, era de larga data aunque nunca se conocieron personalmente. Siendo Rosas un joven estanciero dio el nombre de "San Martín" a una de sus estancias en honor al héroe de los Andes y luego a otro de sus establecimientos lo bautiza con el nombre de "Chacabuco".


Conociendo Rosas las penurias económicas del exilio sanmartiniano, ordena en 1840 "se otorgue una propiedad de seis leguas de tierra al señor General de la Confederación Argentina don José de San Martín". Nótese que lo llama General de la Confederación.


San Martín apoya a Rosas desde el exilio, incondicionalmente, según lo muestra una larga y prolifera relación epistolar. Rosas le agradece a San Martín su apoyo. Le sirve y mucho ya que el prestigio del Libertador en Europa contrarrestaba la acción de algunos unitarios que buscaban alianzas en las cancillerías extranjeras para derrocar a Rosas. En función de esto, Rosas le ofrece el cargo de Embajador en el Perú, distinción que San Martín rechaza argumentando que no tenía dotes diplomáticas y que el "era sólo un militar".


Tiempo después y encontrándose San Martín carenciado y enfermo, Rosas designa al yerno del Libertador, Mariano Balcarce, como oficial de la embajada argentina en Francia.


En 1841 el almirante Guillermo Brown le solicita a Rosas designar con el nombre de "Restaurador Rosas" la nave capitana de la escuadra de la Confederación Argentina, a lo que aquel le responde que la nave deberá llamarse "Ilustre General San Martín".


Cuando Francia e Inglaterra atacan la Confederación, el Gran Capitán no vacila en escribirle a Rosas poniéndose a sus órdenes y ofreciéndole regresar a la patria para combatir contra el invasor en una declaración pública que pudo haberle provocado graves inconvenientes ya que residía en una de las potencias beligerantes.


La carta que Libertador al Restaurador que transcribí al comienzo de la nota revela el pensamiento último de San Martín, ya que la escribió tres meses antes de su muerte."...como argentino me llena de verdadero orgullo, el ver la prosperidad, la paz interior, el orden y el honor establecidos en nuestra querida Patria, y todos los progresos efectuados en medio de circunstancias tan difíciles en que pocos Estado se habrán hallado", le decía el Padre de la Patria a Rosas.
 
Juan Perón, el otro eslabón de la cadena


Perón siempre fue un gran admirador del San Martín. EL año sanmartiniano, en ocasión de conmemorarse en 1950 el centenario del fallecimiento del Padre de la Patria es la clara muestra de la admiración del líder justicialista por San Martín.
He comenzado esta nota con un epígrafe que es una reflexión del general Perón sobre la relación histórica entre Rosas y San Martín y sobre el significado del deseo de San Martín de dejarle su sable a Rosas. Perón escribe esta carta y manifiesta que Rosas es el segundo muerto en el exilio "por haber defendido dignamente la soberanía popular y la independencia de la Patria". San Martín fue el primer gran muerto en el exilio y por la misma causa que Rosas. Perón escribe la mencionada carta a Chávez en 1970 también desde su exilio en España. Juan Perón, que comprendía los avatares de la historia, desde su propio exilio cierra la tríada, la línea histórica nacional y popular, San Martín-Rosas-Perón.


Existe un texto de Perón donde expone magistralmente la línea histórica de la cual el mismo Perón es su expresión contemporánea. En uno de sus libros, "Los Vendepatria", traza magistralmente los paralelismos históricos, que son hoy aún, las bases de la doctrina nacional:


"San Martín para poder organizar su ejército en Mendoza, debió vencer muchas veces el sabotaje y los ataques insidiosos de los traidores que llegaron a destituirlo de su cargo de Gobernador Intendente de Cuyo. A lo largo de su vida fue siempre perseguido por los agentes de la traición, al punto de verse obligado a vivir la mitad de ella en el destierro. Es curioso que Bernardino Rivadavia, su peor enemigo, haya sido quien contrató el primer empréstito en Londres."


"El Gobierno del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas es, sin duda, la elocuencia más evidente de esa sorda lucha. El debió enfrentar, no sólo el ataque de las escuadras inglesa y francesa, sino también a los traidores de dentro aliados a los enemigos externos de la Patria, hecho que hiciera reclamar al general San Martín, que ni el sepulcro podría borrar para ellos semejante infamia y que lo impulsara a donar su espada a Rosas como reconocimiento de argentino a su labor en defensa de la dignidad e integridad de la Patria, no solo contra los enemigos externos sino también contra los traidores emboscados".


"La dictadura (Aramburu / Rojas), ha invocado la "Línea Mayo-Caseros" que manifiesta seguir. Es indudable que su confección es real. Ellos como Alzaga, Liniers, Alvear, etc, los enemigos de Rosas, tienen su línea indiscutible; la de la traición a la Patria..."


"...Caseros no es una derrota de una concepción política sino la circunstancial de un hombre. Se triunfó militarmente sobre un gobernante (Rosas), pero se reinició al país en el camino de la tragedia, Caseros no fue la liberación de la dictadura sino la declinación del sentido nacional de personalidad y soberanía. No fue el triunfo de una doctrina nuestra, sino la imposición por la fuerza de un espíritu formado en filosofías e intereses extraños. No fue una revolución interna, sino una conjura extranjera que persiguió el debilitamiento argentino y que explotó hábilmente las ambiciones políticas de segundones y adversarios."
 
La Resistencia Peronista y el "San Martín - Rosas - Perón"


El encuentro entre San Martín, Rosas y Perón tuvo un punto culminante en los años de la resistencia peronista. Arturo Jauretche señalará cáusticamente: "La Línea Mayo-Caseros ha sido el mejor instrumento para provocar las analogías que establecen entre el pasado y el presente la comprensión histórica...! Flor de revisionistas estos Libertadores! Para perjudicar a Perón lo identificaron con Rosas, y Rosas salió beneficiado en la comprensión popular. Caseros se identificó con septiembre de 1955 y los vencedores con los gorilas..."


Las décadas del 60 y 70 son de movilización popular y lucha armada. Estos años coinciden con la época de oro del revisionismo histórico y con un avance notable de la corriente nacional y popular, acompañada por la "izquierda nacional" y las vertientes más radicalizadas del peronismo. El pasado se politiza y en esas polémicas la figura de San Martín es reivindicada por el revisionismo histórico y los sectores populares.


El revisionismo histórico se encuentra con el Movimiento Peronista. San Martín es bajado del pedestal liberal en donde había sido instalado como prócer impoluto por no haber intervenido en las luchas civiles argentinas, por no "desenvainar el sable".
Nuevos historiadores señalan y difunden en sus escritos el gesto político de San Martín de legar su sable a Juan Manuel de Rosas. El revisionismo rosista-peronista de los años de oro levantó la donación del sable hecha por San Martín a Rosas como la convalidación de los méritos históricos del Restaurador para integrar el panteón nacional. Espacio que la historiografía liberal le había negado y seguirá haciéndolo hasta la actualidad.


Por esos mismos años setenta, la Juventud Peronista, en estado de movilización permanente, provocaba al generalato de Lanusse con cánticos como éste: "generales de cartón, generales son los nuestros: San Martín, Rosas, Perón". Consigna ésta que, además de proclamar la línea histórica de nuestra soberanía política, reflejaba el grado de confrontación de social que tenía la lucha contra la dictadura.


Esa misma JP a principios de los ´70 y en el marco de la campaña del "Luche y vuelve" realiza una pegatina de afiches que reproducían la "Orden General" de San Martín: "Compañeros del Ejército de los Andes: La guerra se la tenemos que hacer como podamos: si no tenemos dinero; carne y tabaco no nos tiene que faltar. Cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con la bayetilla que nos tejan nuestras mujeres y si no andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios, seamos libres y lo demás no importa. Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre, o morir con ellas como hombres de coraje. José de San Martín".


Allí, cuando la historia y la política se cruzan, la primera encuentra su razón de ser y la segunda se nutre de la savia que la convierte en una herramienta única. La resistencia peronista fue el periodo político donde se dio la mayor fusión entre la historia y la política popular y revolucionaria.


Al igual que la "década infame", la lucha contra la injusticia y la dependencia fue el caldo de cultivo de nuevas generaciones de intelectuales y militantes políticos y fue entonces cuando el verdadero San Martín emergió, en un nuevo contexto político donde el triunfo popular estaba en marcha y su espíritu revolucionario era bandera de victoria.


Pero el nacimiento del San Martín autentico corrió la suerte del pueblo argentino y junto con la llegada de la dictadura militar genocida de 1976 se quemaron los libros del revisionismo y se cerraron las cátedras del pensamiento nacional. Porque el revisionismo histórico es una conquista del pueblo en la lucha por la conciencia nacional y no una verdad revelada que nace en el mármol de las universidades.
 
Una línea histórica


San Martín - Rosas - Perón es la línea histórica que se encuentra y se define en el espíritu nacional, en las ideas y en composición social popular, fundamental en los diferentes movimientos de liberación en la historia argentina.


Aquello que hace a las definiciones básicas del peronismo, que hoy carga con el peso de ser la única fuerza capaz de transformar la patria en beneficio de los humildes, parte de esta línea histórica. Surge de las resistencias de los caudillos que se asemejan y tienen parentesco muy fluido con el pensamiento y la acción de tres figuras históricas, tres liderazgos trascendentes: San Martín, Juan Manuel de Rosas y Juan Domingo Perón.


Nuestro panteón nacional, con la ausencia de Rosas y la presencia de Sarmiento es el que corresponde a la antigua tradición liberal mitrista. Con un San Martín vaciado de significado político y negado en sus rasgos nacionales más profundos. Es preciso darle una auténtica resignificación a su figura y es también imprescindible la reconstrucción del mito histórico por otro más integrativo, más nacional, más inclusivo.


Es ésta, entonces, una batalla más a librar en el campo de las ideas, asumiendo los riesgos que la verdad conlleve, la reelaboración del mito fundacional de una Patria tiene que ver nada más y nada menos que con la identidad de su Pueblo.
Pero como dije no se trata sólo de historia, se trata primordialmente de política. El desafío es reconstruir un proyecto político que continúe la lucha por la liberación nacional que encarnaron, en distintos tramos de nuestra historia, Don José San Martín, Juan Manuel de Rosas y Juan Perón.
 




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