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Por  - 05-01-2018 / 13:01

La política, el gobierno y el cambio en la lupa de un radical, Ramiro Pereira

La política, el gobierno y el cambio en la lupa de un radical, Ramiro Pereira
En un reportaje, Ramiro Pereira analizó el gobierno nacional y al radicalismo. Dejó en claro sus diferencias ideológicas con Macri, a quien calificó de neoliberal. Cuestionó el rol de la UCR en Cambiemos. Habló de lo bueno y lo malo de la coalición gobernante. Los partidos, el ajuste y las prioridades.
Ramiro Pereira es abogado, profesión que ejerce y de la que vive. Sin embargo su apellido está más asociado al radicalismo. La actividad política es, para el dirigente de 40 años, como la abogacía, una actividad que la práctica y la analiza a diario. A una temprana edad escribió junto a su padre Enrique y Rodolfo Parente un libro cuyo título fue "Neoliberalismo. Fomentar el mal general", con prólogo de Raúl Alfonsín. Supo competir en internas para presidir el Comité Capital. Tiene varios recorridos institucionales dentro de su partido, pero siempre se sentó en las filas de atrás.
 
Delicado y voraz lector, y como si fuera poco heredero de una de las bibliotecas más importantes de la ciudad, Ramiro es un dirigente periférico que bien puede protagonizar la política en los próximos años. Es precisamente esto lo que convocó a Página Política a proponer una serie de cuatro reportajes de verano que se publicarán en enero con el fin de abordar la política a partir de referentes que suelen estar fuera de la agenda, lo que permitirá oxigenar el debate.
 
-¿Cómo te sentís dentro de Cambiemos?
 
-Yo soy radical y es la primera vez que el radicalismo es un partido minoritario dentro de una coalición. A la vez Macri no tiene el perfil de dirigente que me representa. Creo que tiene un sentido común neoliberal y eso no implica que el gobierno sea neoliberal. Yo me identifico con posturas de corte socialdemócrata. Entiendo que Cambiemos fue un instrumento válido para salir de un desequilibrio político provocado por un peronismo hegemónico y con un Estado que padecía y aún padece un desquicio administrativo.
 
-¿Se dijo que la UCR aportaría una agenda social a la gestión y política que lleva adelante la coalición. Esto está sucediendo?
 
-Puede suceder a nivel parlamentario, pero el partido como tal no está exteriorizando eso. La respuesta en concreto es no. El radicalismo no está aportando una agenda social.
 
-La institucionalidad fue un reclamo en la década anterior y Cambiemos lo incorporó en su relato. Al inicio de la gestión se produjeron hechos tales como la designación de ministros de la Corte por decreto y amagues de destitución de la procuradora Alejandra Gils Carbó a través de dudoso mecanismo. Todo finalmente se corrigió ante la crítica. ¿Sigue siendo una deuda, es un maquillaje o es una tema que el gobierno nacional lo quiere resolver?
 
-El principal aporte de Cambiemos a la institucionalidad fue el triunfo de 2015. La alternancia política en sí misma mejora la institucionalidad. Pasamos de una concentración política muy fuerte a un equilibrio. Lo que no estoy en condiciones de afirmar es que se haya avanzado en otro punto importante, como es la transparencia en el Estado. No sé si hay una política efectiva en ese sentido. Combatir a la corrupción, por ejemplo, no debiera resumirse a la persecución penal de funcionarios del gobierno anterior, sino también pensar en políticas públicas para emprender cambios progresivos dentro de la administración pública y erradicar las condiciones estructurales de la corrupción. En esto hay que avanzar, y quizás no tanto en un Ministerio de Modernización. De todas maneras todo este debate no puede quedar afuera del híper presidencialismo que se ejerce y va en contra de la institucionalidad. En la reforma de 1994, cuando se reglamentaron los Decretos de Necesidad y Urgencia, terminó fortaleciendo aún más en la praxis el poder presidencial. Esto complica el planteo de una agenda institucional en serio.
 
-Los ajustes se anuncian diariamente e incluso se utiliza esta palabra, ajuste. ¿Forman parte de un plan económico concreto o es la única herramienta que encuentra el gobierno nacional para reducir el déficit fiscal?
 
-El ajuste es necesario en la medida que el gasto público sea insostenible. El peronismo de Menem y de los Kirchner entregó el gobierno con un nivel alto de gasto público. Pero lo importante es dónde ponemos la lupa para recortar el gasto público. Acá se planteó una reforma previsional y, a la vez, una quita de retenciones a la soja. Acá concretamente opera la dimensión ideológica sobre quien se ajusta y de qué manera. Durante el 2016 el gobierno no ajustó el gasto social, pero la agenda que yo querría es la de atacar la desigualdad con una reforma tributaria en serio. Es cierto que éste quizás no sea el momento, como sí lo fue el comienzo del kirchnerismo cuando había una solvencia fiscal importante. Insisto, el tema es sobre quién se ajuste. Yo ajustaría con un impuesto al juego, que es una actividad que no tiene valor social. Resulta que este gobierno asume con déficit fiscal y le saca tributos a la actividad minera, y encima a cielo abierto. Son medidas que tienen que ver con lo ideológico y ahí es donde el radicalismo debiera plantear otra manera de achicar el déficit fiscal. No con inflación, como hacía el gobierno anterior, que es en definitiva un impuesto de derecha porque graba el consumo de los sectores con menos recursos. Acá debiera operar la ideología radical.
 
-¿Qué cambios hizo Cambiemos para bien o para mal?
 
-La alternancia fue muy importante.
 
-Pasó hace dos años.
 
-Sí, es cierto. El segundo cambio, seguramente, va a ser la culminación del mandato de Macri y la reconstrucción de un sistema bipolar en la política, que ubica básicamente a Cambiemos de un lado y el peronismo de otro. Con todo lo demás, claro. Otro cambio bueno es que hay un mayor orden administrativo. Lo que implicó la normalización del Indec no es menor, aunque se ha querido minimizar. Acá se dijo que había menos pobres que Alemania. Salir de ahí fue bueno. Lo malo son las limitaciones y la orientación ideológica del gobierno. Claramente hay en Cambiemos un rechazo del gobierno anterior y a medida que pase el tiempo vamos a tener que discutir cosas más finas.
 
-¿Cuáles serían los pilares de lo que se dio en llamar la pesada herencia?
 
-El déficit fiscal; inflación; un profundo desorden administrativo con la utilización de instrumentos poco transparentes; un maltrato al sector público, raro del kirchnerismo que reivindicaba lo público; y el concepto patrimonialista del Estado. En la Ciudad de Buenos Aires, hay por lo menos desde la propaganda, esta mirada patrimonialista. Y, sobre todo, faltó un proyecto de desarrollo de país. Todo esto además de un Estado poco transparente.
 
-¿Qué se está cambiando de esos pilares?
 
-Hay una política antiinflacionaria. Hay una idea de que el déficit no se puede financiar con altos niveles inflacionarios y que en el mediano plazo tampoco se puede hacer con el endeudamiento, porque esto no es Estados Unidos. Hay también una idea de que la Argentina no puede vivir con lo nuestro, como se decía. Argentina tiene que pensarse como un país en un contexto global muy dinámico. Y quiero insistir con el ordenamiento administrativo y con lo del Indec. Esto no es menor.
 
-¿Hay una crisis de los partidos políticos en Europa que implica una reformolación de la política en materia de representación. El radicalismo explosionó en el 2001 y ahora es el turno del PJ. ¿Lo ves como un proceso coyuntural o como el nacimiento de una nueva etapa?
 
-No sé lo que se viene porque no soy profeta. Sí me parece que en la política argentina ha sido de frentes y el peronismo, por ejemplo, lo tuvo en su génesis. Es probable que estemos en un futuro irremediable de la conformación de coaliciones, incluso entre fuerzas que antes no hubieran confluido en un mismo proyecto político, como en el caso de Cambiemos, donde el PRO es un partido conservador (y habría que estudiar el Partido Demócrata) y el radicalismo. De todas maneras es importante que estén los partidos más allá de la cáscara jurídica y las formas, sino en lo orgánico. Sin autonomía partidaria pesa lo socioeconómico y esto es poco democrático. La política, desde una perspectiva liberal reformista, que es con la que yo me identifico, es libertad y una parte de esa libertad es la igualdad. Lo ideal sería que los frentes que se armen sean los más coherentes posibles y la coherencia no tiene que ser tanto de principios, ya que generalmente se arman por distintas ideologías, sino que sean coherentes en su accionar y en las pautas al momento de gobernar. Es acá donde veo al radicalismo que no lo está haciendo.
 
-En qué punto de la doctrina radical se expresa o se puede expresar la UCR en el gobierno de Macri.
 
-No en lo que Macri representa. Desde el perfil republicano y mal que me pese, Elisa Carrió aporta en ese sentido. Desde lo político e institucional esto es importante. Desde lo económico se podría justificar algunas cuestiones con el ordenamiento administrativo y el desquicio heredado. En algunas cuestiones en su relación con el mundo puede haber coincidencia. Lo que claramente no expresa este gobierno al radicalismo es en las prioridades y la solución de los problemas. Pero acá no es tanto un problema del gobierno sino de la UCR que no se hace oír.
 
-De la única reelección que se habla en Cambiemos es de la de Macri. La continuidad parecería no tener otro nombre. ¿No hay otra posibilidad
 
-Bueno, acá ocurrió Gualeguaychú y las cosas se dieron como se dieron. Yo hubiese preferido que en el 2013 y 2014 se profundice Unen, pero esto es historia. Me parece que los radicales tienen que hacer radicalismo aportando desde la crítica. Hoy hay dos coaliciones políticas. El peronismo por un lado y Cambiemos por otro. Me parece incoherente la reformas previsional con la quita de ciertos tributos como a las mineras. Estas cosas hay que decirlas dentro de la coalición. Por ese lado hay que encaminar la acción política del radicalismo.
 
-¿Qué lectura hacés de lo que se dio en llamar "la grieta"?
 
-Me parece un invento al que no le presto atención. La grieta en las que se nos tendría que ir la vida es en la desigualdad social y económica. Hay un sector importante que no cubre sus necesidades básicas y mucho menos accede a bienes culturales en un mundo donde cada vez más se requiere mano de obra altamente calificada. Acá hay que pensar una política educativa en serio ante el avance de la robótica. No sé si el camino es combatiendo a los gremios como la gobernadora de Buenos Aires que ha basado su política educativa en eso. Pareciera que es más para la televisión que otra cosa.
 
-Cortita y al pie. El gobierno de Gustavo Bordet y el de Sergio Varisco.
 
-El gobierno provincial lo veo muy dependiente de Nación, sin la más mínima autonomía. La dirigencia, y no solo la política, tienen que pensar un proyecto de provincia de 20 a 30 años. A la ciudad la veo sin un proyecto de ordenamiento en los espacios públicos y es necesario tener en serio un proyecto para que deje de quedar limitada al empleo público como motor productivo.
 
 
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-Un momento de la historia: 1983
-Un líder: Leandro Alem
-Un libro: Del Estado liberal a la Nación Católica, Loris Zanatta.
-Un referente entrerriano: Rodolfo Parente.
 
Por: Federico Malvasio
 
Fuente: Página Política
 
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