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“Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores… y hacer que nuestros simpatizantes lo repitan en todo momento”. De Joseph Goebbels a Javier Milei
Por Tomás Balmaceda - 11-01-2018 / 17:01
CIENTÍFICOS, PERIODISTAS Y FILÓSOFOS HABLAN DE LA "NOTICIA DESEADA", EL FENÓMENO "CÁMARA DE ECO" Y LAS "FAKE NEWS"

Posverdad: ¿Ya no se puede creer en nada?

Posverdad: ¿Ya no se puede creer en nada?
POSVERDAD: El ARA San Juan fue hundido por un submarino de la Royal Navy del Reino Unido.VERDAD: El vocero de la Armada, Enrique Balbi, dijo: "No tenemos indicio de un ataque externo".
Cuarenta y ocho personas -la mayoría, niños italianos- murieron en Europa, durante 2017, a causa del sarampión, una infección viral grave que se puede prevenir con una de las vacunas más conocidas, baratas y efectivas que existen.
 
Pero, ¿cómo es que, en pleno siglo XXI y en una de las zonas más desarrolladas del mundo, hubo un brote de una enfermedad mortal como ésa, que se creía erradicada desde hace años? La respuesta es increíble: el 95% de las víctimas no estaba inmunizada. ¿Por qué? Sus padres se habían sumado al "movimiento antivacunas" tras leer información falsa en Internet.
 
En varios sitios se asegura que existe un supuesto complot de los gobiernos con los laboratorios para obligar a un calendario vacunatorio que no sólo es innecesario y oneroso para las arcas públicas, sino que puede llevar a los niños a contraer trastornos neurológicos como el autismo.
 
Y aunque no existen pruebas científicas de estas temerarias afirmaciones, los más de 500 sitios web y páginas de Facebook de colectivos antivacunas más populares sostienen la teoría echando mano a anécdotas de difícil comprobación, técnicas psicológicas persuasivas o apelaciones emotivas.
 
La muerte evitable de estas personas es la prueba más terrible de que vivimos en la era de la posverdad, en la que una mentira que leemos en Internet puede volverse un error fatal.

 Posverdad: ¿Ya no se puede creer en nada?
POSVERDAD: En 2008, Marcelo Tinelli no hizo las obras en el Hospital Garrahan que había prometido. VERDAD: Las autoridades de la institución desmintieron la acusación.
 
 
Mentime que me gusta
 
​"La mentira es tan vieja como la humanidad. Pero la falsedad propalada a través de las redes sociales es un fenómeno nuevo. Y eso es la posverdad: la difusión viral de enunciados que engañan", graficó Miguel Wiñazki, periodista y profesor de Filosofía que viene analizando desde hace tiempo cómo las nuevas tecnologías pueden colaborar o conspirar contra nuestra voluntad de informarnos correctamente.
 
Según su visión, "muchas posverdades configuran una Noticia Deseada, es decir una falsedad madre, instituida por intereses creados y emancipada de los hechos mismos". Adriana Amado, investigadora de medios y analista política, coincide en que no se trata de algo novedoso, pero que las redes sociales y la hiperconectividad le otorgaron un matiz completamente diferente.
 
"Operaciones de prensa e informaciones falsas hubo siempre; la diferencia es que ahora se aceleró el proceso de circulación de información y por lo tanto vemos mucha más cantidad de noticias que no son ciertas", le explicó a Viva.
 
Y es que la posverdad creció a la sombra de nuestros nuevos hábitos informativos. Según un estudio realizado por la agencia de medios Zenith, 43 millones de argentinos utilizan a diario Internet para saber qué sucede en el país y en el mundo, ya sea por medio de redes sociales, portales o plataformas de audio y video. Se trata de un cambio radical con respecto a lo que sucedía una década atrás, cuando los medios tradicionales -como los diarios, las revistas, la televisión y la radio- eran las fuentes de información utilizadas.
 
Hoy los diarios tienen que competir con cuentas de Twitter, páginas de Facebook y portales de los que poco y nada se conoce, pero que aseguran tener primicias impactantes y revelar verdades que nadie más se anima a contar. La oferta es tan tentadora como peligrosa, como lo demuestra el caso del movimiento antivacunas.
 
Si decidimos informarnos por las noticias que comparten nuestros contactos en Facebook o Twitter, por ejemplo, corremos el riesgo de obtener una imagen muy sesgada de la realidad, ya que sólo conoceremos la visión de aquellos que son nuestros amigos o de los referentes que decidimos seguir.
 
Nadie tiene en su red de contactos de Facebook a alguien que piensa radicalmente distinto ni seguimos en Twitter a aquel cuya ideología está en las antípodas de la nuestra. Pero si las redes sociales son, en efecto, la fuente de noticias y datos, podemos vernos envueltos en un mundo fabricado a nuestra medida.
 
 
Posverdad: ¿Ya no se puede creer en nada?
POSVERDAD: El 40% de los trasplantes que realiza el INCUCAI está destinado a extranjeros que no viven en la Argentina. VERDAD: El INCUCAI informó que sólo el 2.9% de los trasplantados son extranjeros (y con residencia permanente en el país).
 
 
El propio espejo
 
​Los especialistas hablan de "efecto burbuja" o "cámara de eco" para hacer referencia a cómo en muchos casos las redes sociales nos devuelven la imagen del mundo que queremos ver, aunque esté totalmente distorsionada de la realidad y la única voz que escuchemos sea la nuestra, ya que nos rodeamos de otros que piensan como nosotros.
 
Esto va de la mano de la revalorización de las elecciones personales como un eje de nuestra vida contemporánea: al fin de cuentas, una versión individualista de la democracia y el empoderamiento civil.
 
En el siglo XXI importan "mis" decisiones y "mis" necesidades, y están en crisis las autoridades tradicionales como la ciencia o la educación. Los movimientos antivacunas reclaman para cada ciudadano la potestad de elegir si quiere ser inmunizado contra ciertas enfermedades o no, mientras que no es nada extraño leer columnas de opinión de personas que jamás se formaron en menesteres pedagógicos denunciar que las escuelas o las universidades "están viejas" o "necesitan un cambio".
 
La horizontalidad de la web, que hace que nuestras opiniones puedan ser leídas por millones de personas, nos convirtió en opinólogos todo terreno.
 
El efecto burbuja se potencia, además, con la tendencia actual en el consumo de noticias que se verifica en ciertos medios digitales y que apunta a la segmentación personalizada. Gracias a poderosos algoritmos de aprendizaje automático, nos aparecen como sugerencias aquellos contenidos que fueron seleccionados en base a nuestros hábitos en el pasado.
 
De este modo, vemos desaparecer las noticias "de interés general" en manos del "interés particular", informaciones híper-segmentadas y ultra-específicas.
 
 

POSVERDAD: si 5.000 personas votan en las PASO contra el maltrato animal, se logrará una ley para sancionar a quienes lo practican. VERDAD: Falso. Era una forma de promover la impugnación de nuestro voto.
 


¿Cómo "nos hacen la cabeza"?
 
Esta vulnerabilidad a la hora de informarnos ya es explotada por algunos para manipular nuestras voluntades más allá de la vida virtual y lograr cambios concretos a nivel social y político. Existen varias técnicas para lograrlo, todas englobadas bajo la etiqueta de "ingeniería social", métodos de persuasión psicológica diseñados para engañarnos.
 
Facebook, Google y Twitter admitieron frente al Senado de los Estados Unidos que, en 2016, en plena campaña presidencial, entidades rusas crearon y compartieron contenidos falsos destinados a influir en los votantes para que eligieran a Donald Trump.
 
Estas publicaciones, que incluían mentiras flagrantes sobre Hillary Clinton y Barack Obama, fueron leídas y compartidas por 126 millones de usuarios, un tercio de la población de ese país. Aunque en algunos casos se trataba de sucesos irrisorios, muchos los daban por cierto sólo por el hecho de ser compatibles con sus propias ideas.
 
"Mucho de lo que dijeron Trump o su equipo durante la campaña no se condecía con la verdad, pero esto no necesariamente demuestra que vivimos en un mundo de posverdad sino que el ser humano puede tomar decisiones divorciadas de los hechos y de lo racional", le explicó a Viva Laura Zommer, directora ejecutiva y periodística de Chequeado.com, un sitio que apunta a verificar el discurso público, buscando datos certeros para las afirmaciones que realizan funcionarios, líderes políticos o medios, entre otros.
 
Desde la neurociencia, Facundo Manes confirma que somos terreno fértil para las manipulaciones de la posverdad: "El cerebro humano procesa enormes cantidades de información en muy poco tiempo. Para brindar respuestas adecuadas a las situaciones que debe enfrentar en forma rápida, muchas veces debe tomar atajos para, de esa manera, ahorrar recursos. Estos atajos conducen a sesgos, esto es, desvíos o errores sistemáticos en el procesamiento de la información. Uno de ellos, el 'sesgo de confirmación', consiste en buscar datos que apoyen las ideas o hipótesis que disponemos previamente. Este sesgo suele ser bastante universal e insidioso. Nos lleva a privilegiar de manera implícita la información que apoya las creencias u opiniones que sostenemos en detrimento de otras fuentes de información. En consecuencia, compramos los diarios que coinciden con nuestras creencias políticas y en las redes sociales seguimos a gente o instituciones que dicen lo que queremos escuchar".
 
A la tendencia biológica a creer en aquellas cosas que son compatibles con nuestras ideas, Wiñazki le agrega que las noticias falsas parecen ser más irresistibles que las verdaderas: "El consumo noticioso a través de las redes es permeable a la ingesta de apariencias, pero las apariencias engañan. Y aun así los engaños pueden resultar atractivos, magnéticos, interesantes. De pronto, la posverdad es más seductora que la misma verdad.
 
Facebook parece ser 'Fakebook', pero la inundación de mentiras no les quita clientela a las redes" Laura Zommer señala, además, que existen estudios que muestran que las personas con mayor nivel educativo no sólo no son menos vulnerables al sesgo de confirmación, sino que son más influenciables. "Debemos entender que las personas no necesariamente toman decisiones basadas en evidencia, en lo racional.
 
En ese sentido, el concepto de posverdad no es nuevo: la famosa tapa de Gente en plena guerra de Malvinas con el título 'Estamos ganando' es un ejemplo de noticia falsa. Sin embargo, antes se tardaba más en advertir la falsedad de una noticia", graficó.
 
 
POSVERDAD: Los niños y los jubilados no podrán entrar más gratis en los museos nacionales. VERDAD: "Los museos nacionales son gratuitos para todos los públicos, todos los días", salió a aclarar el Ministerio de Cultura.
 
 
Demasiada "información basura"
 
El desdén por los hechos y la fascinación por las mentiras que nos gustaría que fueran ciertas son un cachetazo para muchos sectores. "Uno puede ver hoy a políticos y periodistas subidos a una silla como ante ratoncitos, gritando indignados contra la posverdad: en el fondo, lamentan que Internet les haya sacado el monopolio de la información. Hasta el siglo XX ellos eran los únicos que producían mensajes. La sociedad, en cambio, entendió perfectamente qué es la posverdad y se permite jugar y divertirse con eso. Las personas pueden suspender cuando desean sus creencias o ideas, mientras que ese juego parece vedado a políticos y periodistas", aseguró Amado.
 
Para la analista, la solución a esta crisis es fácil. "La información es como la alimentación: hay mucha gente produciendo comida basura, que siempre es atractiva y convocante, pero cada persona debe evaluar cuánto quiere privilegiar la satisfacción inmediata y cuánto un estilo de vida saludable", puntualizó. Esta dieta saludable está al alcance de todos: "Se puede desafiar el algoritmo y romper la burbuja si se toma la decisión de no entrar siempre a los mismos sitios, de diversificar la información, de suspender el retweet antes de verificar lo que dice. Son cosas muy sencillas que pueden romper esa lógica".
 
Optar por elegir leer más puntos de vista y desafiar nuestras creencias es, además, saludable para nuestro cerebro. "Para 'abrir' nuestra mente necesitamos poner en tela de juicio nuestros pensamientos, especialmente aquellos que interfieren de manera negativa con nuestra vida. Y en este proceso, rodearse de gente que opina diferente a uno es una buena estrategia. Por eso, está cada vez más claro que el conocimiento novedoso surge de las diferencias. Hay evidencia que muestra que la gente con una mente más abierta ve el mundo diferente ya que se permite procesar cierta información que otros filtran estimulando respuestas creativas. La ciencia es un gran ejemplo de cómo el conocimiento más novedoso surge de la discusión entre pares, mientras que la democracia es otro de los ejemplos más cabales sobre estos mecanismos humanos que sirven para corregir nuestros sesgos", ilustra Manes.
 
 
Una esperanza: volver a los hechos
 
​Finalmente, Wiñazki cree que el periodismo también debe ser parte de la solución: "Tenemos que estar todo el día adentro de la red, pero también afuera, en el universo material. El periodismo sigue siendo 'una ética del estar allí' donde suceden las cosas: en las calles, en la Casa de Gobierno, en los estadios de fútbol, en los recitales... La riqueza informacional proviene de la vida y no meramente de su representación virtual. Estamos obligados a profundizar nuestra tarea, que es la diferenciación clara de lo verdadero de lo falso".
 
 
Cómo detectar "fake news" o noticias falsas
 
 
1. Ojo con la fuente: investigar cuán seria es.
 
2. Buscar un link que lleve a la noticia, ya que es sencillo crear "capturas de pantalla" falsas y compartirlas.
 
3. Cuidado con cuentas de periodistas reconocidos que son apócrifas.
 
4. Ver cómo está escrita la noticia, ya que las "fake news" suelen tener errores ortográficos o de tipeo.
 
5. Chequear la veracidad de la foto: buscando en Google Images si la imagen aparece en otros sitios o es vieja, o reciclada de otra nota.
 
6. Una noticia de alto impacto no podría estar en un solo sitio. Buscar más fuentes si se sospecha.
 

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